Monday, July 11, 2016

Lo que abre la derrota del populismo antidemocrático


El triunfo electoral de PPK en el balotaje no fue el triunfo de su programa, sino el triunfo de los defensores de la democracia. El 5 de junio, entonces, debe ser recordado como la segunda gesta ciudadana, después de la marcha de los cuatro suyos liderada por Alejandro Toledo. Pero, lo que diferencia a esta gesta de la primera, es que ocurre en una coyuntura crítica de envergadura, económica y política, generada por veinticinco años de neoliberalismo.
 
Lo que expresan los resultados electorales
 
Veinticinco años de construcción —desde el Estado— de una economía de «mercado libre», en particular en el  mundo del trabajo, de la tierra y de los recursos naturales, tuvo que afectar a las instituciones políticas y a las condiciones de vida de la población, en especial, del interior país, pues el neoliberalismo se impuso en un Perú todavía fracturado en dos, como decía Matos Mar, en un Perú Oficial y en el Otro Perú de la sierra y de la amazonia. La reducción de la pobreza monetaria en los años de alto crecimiento, no eliminó las precarias condiciones de vida de esta población. Además, la lógica del «laissez-faire» penetró en todas las esferas de la vida social y política, degradando la democracia y trastornando la vida en sociedad.
 
«Los mercados de trabajo, de tierra y de dinero, son sin ninguna duda —dice Karl Polanyi, el autor de La Gran Transformación— esenciales para la economía de mercado. No obstante, ninguna sociedad podría soportar, incluso por un breve lapso de tiempo, los efectos de semejante sistema [de mercado autorregulado], a no ser que su sustancia humana y natural, así como su organización económica, estuviesen protegidas contra [sus] devastaciones» (1989, p. 129).
 
Los resultados electorales, expresan precisamente la masiva insatisfacción ciudadana con su situación económica y social. No expresan, como creen algunos analistas, el amplio «triunfo de partidos que se entienden como “derecha” y el fracaso de los partidos de “izquierda” que no lograron pasar a la segunda vuelta». Esta población insatisfecha se distribuyó entre el «partido» del fujimorismo Fuerza Popular, la izquierda liderada por Verónika Mendoza y el «partido» de PPK; y, aparece en plena coyuntura crítica caracterizada no solo por el fin del super-ciclo de las materias primas y la degradación de las instituciones de la democracia, sino también por la crisis de ideologías que antes impulsaban a los partidos políticos.
 
La alternancia democrática electoral después  de la «marcha de los cuatro suyos», no alteró la «cultura de la informalidad» que fue la principal creación del fundamentalismo del «laissez-faire» en un país subdesarrollado como el nuestro. Aumentó la inseguridad ciudadana por proliferación del crimen; se expandió la corrupción en todos los poderes del Estado; y, se deterioró la calidad de vida tanto por el estancamiento de los ingresos reales de los trabajadores, como por la inseguridad en los empleos.
 
El populismo antidemocrático y clientelar
 
Estas consecuencias culturales, sociales y económicas del neoliberalismo, constituyen la base del nacimiento de un nuevo populismo en nuestro país. En la primera vuelta, los votos de Keiko Fujimori y Verónika Mendoza sumaron el 58.7% del total. Si se toma en cuenta los votos de Barrenechea, Gregorio Santos y Fernando Olivera, el porcentaje asciende a 71%. Esta cifra, que incorpora votación fundamentalmente popular, indica que algo anda mal en la economía y en la sociedad. Esto es así aun cuando las propuestas del fujimorismo que obtuvo el 39.8% y de la izquierda que obtuvo el 18.9%, no son coincidentes. No incluimos el 20.98% que obtuvo PPK, porque asumimos que corresponde a una votación que no es mayoritariamente popular. Entonces, la gran mayoría de la población, en especial, la de escasos recursos (donde están los trabajadores informales, los campesinos, los mineros, los desempleados, etc.), expresó con el voto, su insatisfacción con la actual situación económica y social.
 
No se puede afirmar, por lo tanto, que la votación por Keiko Fujimori fue de defensa del modelo económico. Bastaría repasar sus propuestas intervencionistas en la economía para darse cuenta de ello. ¿Qué representa entonces el «partido» Fuerza Popular? No es un «partido» democrático, no es un «partido» que reivindica la práctica de la virtud cívica, sino el «partido» que representa la «cultura de la informalidad», de los que no saben comportarse en democracia, de los que han hecho de la corrupción una forma de hacer política, de los que no son beneficiarios del neoliberalismo. Su sesgo anti-democrático, clientelista, corrupto y caudillista corresponde al actual momento crítico generado por el neoliberalismo. Aunque su rasgo común con los populismos del pasado es el intervencionismo del Estado, este es, por su origen, un populismo que no puede conducir a la construcción de ciudadanía ni al fortalecimiento de la democracia. Es la base social que requieren los regímenes autoritarios o dictatoriales.
 
¿Se abrirá una nueva ruta de desarrollo?
 
En consecuencia, en el balotaje compitieron un populismo corrupto y antidemocrático con un movimiento de defensa de la democracia que, en la coyuntura actual, le tocó liderar a Pedro Pablo Kuczynski. Si su gobierno se orienta no solo a mitigar las consecuencias negativas del neoliberalismo sino a transformar el estilo de crecimiento económico, entonces habrá abierto la posibilidad de un proceso democratizador e integrador. Él ha dicho, por ejemplo, que su «gobierno construirá un ducto de gas por la ruta Sicuani-Juliaca-Puno-Arequipa, para distribuirlo en distintas ciudades del sur del país, hasta llegar al mar donde se construirá una planta de fertilizantes». También ha dicho que se «impulsará una planta de cobre para industrializarlo en el Perú y no exportarlo» y que respetará los derechos de los trabajadores.
 
Siguiendo a Polanyi podemos afirmar que la coyuntura crítica creada por el neoliberalismo, ha revelado la presencia de un doble movimiento en el terreno de la política. Así, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski puede crear las condiciones para el desarrollo de un movimiento político que «apunte a la reinscripción de la economía en reglas que aseguren el respeto al marco democrático». El fundamentalismo del mercado amenaza a la democracia y parece que el momento de librarla de esta amenaza ha llegado.
 
 
Publicado en el diario UNO, el sábado 09 de julio.

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