La estructura productiva que heredamos del
neoliberalismo
Tres décadas de neoliberalismo han consolidado una
estructura productiva de servicios de baja productividad y primario
exportadora. El crecimiento ha sido y aun es impulsado por los altos precios de
los minerales y es liderado por los sectores de producción de no transables:
comercio, servicios y construcción. Estos tres sectores crecieron por encima
del promedio durante el período 2001-2011, mientras la agricultura y la
manufactura sufrieron un rezago relativo. Los datos de enero a setiembre de
este año también confirman este estilo de crecimiento. Durante los primeros
nueve meses de este año respecto a similar período de 2011, el crecimiento del
PBI fue de 6.28%. Los sectores que crecieron por encima de este promedio
fueron: Construcción (16.24%), Comercio (6.82%), Transporte y Comunicaciones
(7.33%), Financiero y Seguros (10.51%), Servicios Prestados a Empresas (7.5%),
Restaurantes y Hoteles (9.1%), y Resto de Otros Servicios (6.75%). Todos estos
son sectores de producción de no transables, es decir, de producción que no se
comercia en los mercados internacionales. La tasa de crecimiento de la manufactura fue
de solo 0.99% y de la agricultura de 4.6%.
Los tres sectores (Comercio, Servicios y
Construcción) explican el 70.5% del PBI y emplean al 58.6% de los trabajadores.
Si le adicionamos la Agricultura, que en lo fundamental es todavía tradicional,
los cuatro sectores explican el 79% del PBI y emplean al 88.1% de los
trabajadores. Además, en estos cuatro
sectores se encuentra la mayoría de empresas de «1 a 10 trabajadores» donde los
empleos son de baja calificación y de bajos ingresos.
En resumen, el crecimiento está basado
fundamentalmente en exportaciones primarias y en la producción de no transables
de baja productividad. Pero hay un cambio relativo en el impulso de este estilo
de crecimiento desde la demanda externa hacia la demanda interna. La mayor importancia
relativa de la demanda interna se debe a la desaceleración de las exportaciones
ocasionada por la crisis económica en Estados Unidos y Europa.
Este estilo de crecimiento es
altamente dependiente de importaciones
En los
años 1974-1975, cuando se hablaba del apogeo de una industria adicta a dólares
e importaciones, los bienes de consumo duradero, insumos y bienes de capital
importados representaban sólo el 55.1%
de la producción manufacturera. Durante los años del neoliberalismo este
porcentaje aumentó de manera espectacular. En el año 1997 llegaron a
representar el 79.8% y hoy estas importaciones representan el 123.8% de la
producción manufacturera. Con el neoliberalismo hemos pasado a importar bienes
manufacturados en magnitudes superiores al total de lo que internamente producimos.
Las
importaciones de bienes de consumo no duradero también han aumentado como
porcentaje de la producción agropecuaria y pesquera. De 7% en 1974-1975, se
pasó a 23.6% en 1997 y a cerca de 30% en la actualidad.
El total
de las importaciones ya superan a la suma de la producción agropecuaria,
pesquera y manufacturera. Esta notable penetración de las importaciones en el
mercado interno, ocurre junto al predominio de las exportaciones de productos
tradicionales: 77.5% del total.
El
crecimiento de las importaciones se aceleró desde inicios del segundo gobierno
de García. Como ya hemos señalado en otros artículos, se julio de 2006 a
setiembre de 2012, el tipo de cambio real bilateral se redujo en 16.3% y el
multilateral en 34.1%. El tipo de cambio
real bilateral actual tiene un valor parecido al de enero de 1998, y tipo de
cambio real multilateral actual es 11.1% menor que el registrado en enero de
1998. Esta apreciación debe estar exacerbando la desaceleración de las
exportaciones no tradicionales provocada por el actual estancamiento de la
economía mundial.
A modo de conclusión
El estancamiento de la economía mundial está forzando a
sostener el crecimiento económico mediante aumentos de la demanda interna. Si
las exportaciones continúan desacelerándose, este cambio relativo en el impulso
al crecimiento puede encontrar su límite, más temprano que tarde, en el déficit
de la cuenta corriente de la balanza de pagos. La coyuntura internacional exige,
por lo tanto, cambiar el estilo de crecimiento: pasar del mito de las ventajas
de la especialización productiva a la estrategia de diversificación productiva,
es decir, hacía políticas que propicien el desarrollo de la agricultura y de la
industria manufacturera.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 24 de noviembre.