Antes
de abordar el tema de las políticas para la construcción de fuentes internas de
crecimiento y desarrollo, en este artículo propondremos algunos cambios en el
actual esquema institucional de políticas monetaria y cambiaria orientados a la
configuración de una estructura de precios relativos funcional a un nuevo
estilo de crecimiento basado en la expansión de los mercados internos y de las
actividades transables.
Reglas vigentes de políticas monetaria y cambiaria
Desde 2002 la política monetaria está basada en una meta de inflación (con una banda de +/- 1%), y una regla con la tasa de interés de referencia del Banco Central (BCRP) como instrumento. Se supone que los movimientos de esta tasa influyen positivamente en el resto de tasas de interés de plazos más largos. Bajo este esquema de política, el BCRP mueve su tasa para asegurar que la inflación y las expectativas de inflación no se alejen de la meta anunciada y, al hacerlo, también asegura la reducción de la brecha del producto. En el mismo año 2002 se introdujo una regla de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario para contrarrestar las fluctuaciones del precio del dólar. La aplicación de esta regla, dada la inflación doméstica, debería impedir apreciaciones o depreciaciones abruptas del tipo de cambio real y, al mismo tiempo, debería permitirle al BCRP contar con suficientes reservas internacionales para intervenir en el mercado.
Para garantizar la eficiencia de este nuevo esquema de políticas monetaria y cambiaria, el BCRP debería desdolarizar el crédito y, al mismo tiempo, contribuir al desarrollo del mercado de capitales en soles. La lección que nos dejó la crisis de 1998-1999, fue concluyente: la dolarización del crédito bancario, a familias y empresas con ingresos en soles, implica un riesgo cambiario notable por el efecto hoja de balance a que da lugar un aumento del tipo de cambio. (Este mismo riesgo cambiario lo tiene la deuda pública cuando es predominantemente externa o en moneda extranjera).
La reciente aplicación de las reglas monetaria y cambiaria
A inicios de 2002, el BCRP anunció una meta explícita de inflación de 2.5%, dentro de una banda de 1.5% y 3.5%. Pero, en enero de 2007, el nuevo directorio del BCRP decidió bajar la meta de inflación a 2% (+/- 1%). La única justificación para esta reducción fue que la inflación subyacente se mantuvo por debajo de la meta desde fines de 2004 hasta fines de 2006. Esta decisión no tomaba en cuenta la importancia que en nuestro país tienen los choques de oferta, dada su estructura productiva. Pero, además, no se ponderó que la disminución de la meta a 2% podría restarle eficiencia a la política monetaria en situaciones recesivas en las que aún se precisan de estímulos monetarios.
La administración de Julio Velarde, además, de reducir la meta de inflación, en 2007 cambió la política de encaje que en 2004 «se impuso a los adeudados con el exterior de la banca comercial para evitar (los) ciclos de expansión y contracción del crédito en moneda extranjera de origen externo». Con este cambio de política Velarde promovió nuevamente el incremento del crédito en moneda extranjera. (Véase O. Dancourt y R. Jiménez, 2014, Perú: lecciones de la recesión de 2008-2009).
Por último, en la actual desaceleración económica el BCRP utiliza la tasa de encaje en moneda nacional, en lugar de bajar significativamente su tasa de interés de referencia. Entre noviembre de 2013 y junio de 2014, disminuyó esta tasa de 4.25% a 4%, y realizó disminuciones posteriores hasta llegar a 3.25%, que es la tasa vigente en la actualidad. Su temor es que mayores rebajas estimulen mayores salidas de capital que den lugar a incrementos en el precio de dólar y, consecuentemente, a aumentos en la tasa de inflación y a efectos hojas de balance por la existencia de crédito en moneda extranjera.
Reforma de la política monetaria y cambiaria
Las siguientes propuestas de reforma están orientadas a mejorar la eficiencia de las políticas monetaria y cambiaria, y a promover la transformación de la estructura productiva y del actual estilo de crecimiento económico. Estas reformas son:
Las tres últimas son condiciones indispensables para mejorar la eficiencia de la política monetaria y cambiaria. Sobre la quinta trataremos con más detalle en nuestra próxima entrega. Lo que importa destacar aquí es que un mercado de capitales en soles robusto, aumenta la competitividad en el mercado financiero, abaratando el costo del endeudamiento.
La adopción de una meta de inflación de 3% (+/-1%) permitirá al BCRP enfrentar con mayor flexibilidad los choques de oferta y las restricciones sectoriales que ocurran durante el proceso de transformación de la estructura productiva, que a su vez debe ser acompañado por incrementos de la demanda interna. Tener más espacio para la política monetaria, es fundamental en una economía que va a transitar de un estilo de crecimiento primario exportador a otro basado en la expansión de la agricultura, la agroindustria y la manufactura, entre otros.
Por último, la adopción de un tipo de cambio real estable y competitivo para promover la expansión de las actividades transables. Según la teoría, un régimen de tipo de cambio flotante permite aislar la economía doméstica de las fluctuaciones financieras internacionales: la moneda se aprecia cuando entran capitales y de deprecia cuando salen. Pero, cono señala Dani Rodrik, «pocas economías toleran (estos) reajustes cambiarios. La apreciación abrupta de la moneda local destruye la competitividad internacional del país. Y la depreciación abrupta provoca consecuencias inflacionarias que la convierten en pesadilla de los bancos centrales».
A modo de conclusión
Transformar el actual estilo de crecimiento requiere una nueva estructura de precios relativos.
Publicado recortado y con errores en el Diario UNO, el sábado 25 de julio
Reglas vigentes de políticas monetaria y cambiaria
Desde 2002 la política monetaria está basada en una meta de inflación (con una banda de +/- 1%), y una regla con la tasa de interés de referencia del Banco Central (BCRP) como instrumento. Se supone que los movimientos de esta tasa influyen positivamente en el resto de tasas de interés de plazos más largos. Bajo este esquema de política, el BCRP mueve su tasa para asegurar que la inflación y las expectativas de inflación no se alejen de la meta anunciada y, al hacerlo, también asegura la reducción de la brecha del producto. En el mismo año 2002 se introdujo una regla de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario para contrarrestar las fluctuaciones del precio del dólar. La aplicación de esta regla, dada la inflación doméstica, debería impedir apreciaciones o depreciaciones abruptas del tipo de cambio real y, al mismo tiempo, debería permitirle al BCRP contar con suficientes reservas internacionales para intervenir en el mercado.
Para garantizar la eficiencia de este nuevo esquema de políticas monetaria y cambiaria, el BCRP debería desdolarizar el crédito y, al mismo tiempo, contribuir al desarrollo del mercado de capitales en soles. La lección que nos dejó la crisis de 1998-1999, fue concluyente: la dolarización del crédito bancario, a familias y empresas con ingresos en soles, implica un riesgo cambiario notable por el efecto hoja de balance a que da lugar un aumento del tipo de cambio. (Este mismo riesgo cambiario lo tiene la deuda pública cuando es predominantemente externa o en moneda extranjera).
La reciente aplicación de las reglas monetaria y cambiaria
A inicios de 2002, el BCRP anunció una meta explícita de inflación de 2.5%, dentro de una banda de 1.5% y 3.5%. Pero, en enero de 2007, el nuevo directorio del BCRP decidió bajar la meta de inflación a 2% (+/- 1%). La única justificación para esta reducción fue que la inflación subyacente se mantuvo por debajo de la meta desde fines de 2004 hasta fines de 2006. Esta decisión no tomaba en cuenta la importancia que en nuestro país tienen los choques de oferta, dada su estructura productiva. Pero, además, no se ponderó que la disminución de la meta a 2% podría restarle eficiencia a la política monetaria en situaciones recesivas en las que aún se precisan de estímulos monetarios.
La administración de Julio Velarde, además, de reducir la meta de inflación, en 2007 cambió la política de encaje que en 2004 «se impuso a los adeudados con el exterior de la banca comercial para evitar (los) ciclos de expansión y contracción del crédito en moneda extranjera de origen externo». Con este cambio de política Velarde promovió nuevamente el incremento del crédito en moneda extranjera. (Véase O. Dancourt y R. Jiménez, 2014, Perú: lecciones de la recesión de 2008-2009).
Por último, en la actual desaceleración económica el BCRP utiliza la tasa de encaje en moneda nacional, en lugar de bajar significativamente su tasa de interés de referencia. Entre noviembre de 2013 y junio de 2014, disminuyó esta tasa de 4.25% a 4%, y realizó disminuciones posteriores hasta llegar a 3.25%, que es la tasa vigente en la actualidad. Su temor es que mayores rebajas estimulen mayores salidas de capital que den lugar a incrementos en el precio de dólar y, consecuentemente, a aumentos en la tasa de inflación y a efectos hojas de balance por la existencia de crédito en moneda extranjera.
Reforma de la política monetaria y cambiaria
Las siguientes propuestas de reforma están orientadas a mejorar la eficiencia de las políticas monetaria y cambiaria, y a promover la transformación de la estructura productiva y del actual estilo de crecimiento económico. Estas reformas son:
1) Adoptar una
meta de inflación de 3% (con
una banda de +/- 1%).
2) Mantener un tipo de cambio real alto y
competitivo por largos períodos, con la aplicación eficiente de la regla de
intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario.
3) Adoptar
restricciones fiscales y de otro tipo, fundamentalmente a la entrada de capital
financiero especulativo.
4) Desdolarizar
el sistema financiero.
5) Fortalecer
el mercado doméstico de capitales en soles.
Las tres últimas son condiciones indispensables para mejorar la eficiencia de la política monetaria y cambiaria. Sobre la quinta trataremos con más detalle en nuestra próxima entrega. Lo que importa destacar aquí es que un mercado de capitales en soles robusto, aumenta la competitividad en el mercado financiero, abaratando el costo del endeudamiento.
La adopción de una meta de inflación de 3% (+/-1%) permitirá al BCRP enfrentar con mayor flexibilidad los choques de oferta y las restricciones sectoriales que ocurran durante el proceso de transformación de la estructura productiva, que a su vez debe ser acompañado por incrementos de la demanda interna. Tener más espacio para la política monetaria, es fundamental en una economía que va a transitar de un estilo de crecimiento primario exportador a otro basado en la expansión de la agricultura, la agroindustria y la manufactura, entre otros.
Por último, la adopción de un tipo de cambio real estable y competitivo para promover la expansión de las actividades transables. Según la teoría, un régimen de tipo de cambio flotante permite aislar la economía doméstica de las fluctuaciones financieras internacionales: la moneda se aprecia cuando entran capitales y de deprecia cuando salen. Pero, cono señala Dani Rodrik, «pocas economías toleran (estos) reajustes cambiarios. La apreciación abrupta de la moneda local destruye la competitividad internacional del país. Y la depreciación abrupta provoca consecuencias inflacionarias que la convierten en pesadilla de los bancos centrales».
A modo de conclusión
Transformar el actual estilo de crecimiento requiere una nueva estructura de precios relativos.
Publicado recortado y con errores en el Diario UNO, el sábado 25 de julio