Saturday, March 29, 2014

China, los dueños del Perú y el crecimiento

Los actuales dueños del Perú han celebrado las afirmaciones de Paul Krugman en contra de la industrialización y diversificación productiva. Según sus escribidores más connotados, Krugman habría «desbaratado el afán industrializador y de diversificación de la economía, dando por zanjado un debate que desde hace tiempo enrarece el clima de inversiones en Perú».  Estos escribidores metecos dicen que ya no somos un  país primario exportador y que ya estamos «produciendo valor agregado». Por lo tanto, «no hay que asustarse mucho si se debilitan los precios de los commodities», porque –con lo dicho por el nobel—ya no importa el acentuado sesgo primario exportador en la estructura de nuestras exportaciones.

Estos defensores del extractivismo no saben que el vecino del sur desarrolló manufacturas basadas en bienes primarios y que, por ejemplo, Canadá alentó la inversión extranjera en su sector extractivo, pero condicionándola al desarrollo de actividades manufactureras y a transferencias de tecnología.
La descapitalización de la economía
Tampoco les importa la descapitalización del país. Krugman afirmó que es importante incrementar la inversión en educación, pero ellos no agarran el guante. No dicen nada de la notable caída de la tributación minera. De 2011 a 2013 el impuesto a la renta de tercera categoría proveniente de la minería cayó 57.2%. La caída en 2013 fue de 48.6%. En dos años, sin que los precios de los metales llegaran a sus niveles de 2004, dejaron de tributar alrededor de 4,443 millones de soles. El monto del impuesto a la renta que pagó el sector minero en 2013 equivale a 57.6% del que pagó en 2006. Por su parte, el gravamen especial a la minería, que según el actual gobierno ascendería a 3 mil millones de soles, fue de solo 942 millones en 2012 y de 809 millones en 2013. Nada de esto es consistente con el nivel de precios de las exportaciones que en 2013 fue mayor en 49% del que se registró en 2006; tampoco es consistente con el comportamiento de los términos del intercambio: en 2013 se redujo solo en 3.2% respecto de su nivel alcanzado en 2006.
El período 2006-2013 corresponde al boom de precios de los commodities. Durante estos ocho años, las utilidades y dividendos remesados al exterior por las empresas extranjeras (que básicamente operan en el sector minero), ascendieron a US $ 76,289 millones; la inversión extranjera directa fue de US $  61,411 millones, correspondiendo a reinversiones un total de  US $ 38,996 millones. En el conjunto de estos mismos ocho años, el impuesto a la renta correspondiente al sector minero fue de US $ 16,400 millones (47,392 millones de soles). No hay manera de sostener la idea que los activos minerales extraídos y exportados han sido sustituidos por otros activos (capital humano, industria y agroindustria) mediante la tributación. El presupuesto en educación sigue alrededor de 2.9% del PBI desde el segundo gobierno de García, y todos sabemos que gran parte de la infraestructura educativa y de salud se encuentra es situación deplorable, sobre todo en la sierra y selva del país. Por otro lado, seguimos produciendo servicios de baja productividad y con una mano de obra de baja calificación. Los sectores manufactura y agropecuario representan, juntos, el 20.9% del PBI a precios de 1994.
La vulnerabilidad externa de la economía
Los que dicen que ya no somos un país primario exportador y que no necesitamos diversificar nuestra economía, implícitamente aceptan que la desaceleración de la economía China no afectará el crecimiento ni alterará el modelo económico. Pero, cuando el crecimiento Chino se sitúe por debajo del 7% actual y se derrumbe el crecimiento de nuestro país, los dueños del Perú, consistentes con su conducta meteca y antinacional, buscarán otros culpables. No les importará que ante sus ojos los tratados de libre comercio no servirán siquiera como «eventos de relaciones públicas», tal como los calificara Krugman.
El primer ministro Chino, Li Keqiang, dijo que «tolerarían una desaceleración de la expansión económica este año y que procurarían promover reformas que busquen un crecimiento a largo plazo y sostenible». Analistas diversos están haciendo pronósticos sobre los efectos de estas reformas. M. Pettis, por ejemplo, dice que las reformas que conducirán al cambio en el estilo de crecimiento del país Chino, si realmente se efectúan, reducirán su tasa de crecimiento de manera dramática y por varios años. Nadie duda ahora que China no volverá a reproducir sus altas tasas de crecimiento. La situación económica difícil por la que actualmente atraviesa, está provocando que empresas endeudadas se declaren incapaces de servir su deuda. Al respecto, el primer ministro Chino dijo: «somos reacios a ver moratorias de productos financieros, pero algunos casos son difíciles de evitar».
La desaceleración del crecimiento Chino se expresará en nuestro país de dos maneras: caerá la demanda real por los minerales que producimos y le exportamos, y bajarán aún más los precios de estos commodities. Las economías más vulnerables a estos efectos según Craig Botham son: Chile, Colombia, Rusia, Sudáfrica y Perú.  El grado de vulnerabilidad es medido tomando en cuenta el peso de los commodities no alimentarios (non-food commodities) en el total de las exportaciones y el peso de las exportaciones a China (véase Ranking EM vulnerability to China, FT, Marzo 13, 2014).     
A modo de Conclusión
La caída de la demanda externa y de los precios de los commodities, reducirá aún más las exportaciones mineras y las inversiones. En ausencia de este impulso externo, se acentuará la disminución de la tasa de crecimiento de PBI. Si se compensa esta ausencia con impulsos internos de demanda, aumentará más el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y se redoblarán las presiones inflacionarias y devaluatorias. ¿Los dueños del Perú caerán en la cuenta que era importante diversificar la economía?
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 29 de marzo.

Saturday, March 22, 2014

¿Es posible en Perú una economía productiva sin diversificación?

En la conferencia de Paul Krugman del día 19, el moderador le pregunta ¿Es importante destrabar las inversiones para estimular el crecimiento? El nobel le responde, por supuesto que es importante. Es el tipo de preguntas con respuesta incorporada. Pero también le preguntaron, no obstante los datos que él mostró sobre la vergonzosa calidad de la educación en el Perú, si es vital industrializarse. «No; lo que realmente importa  --respondió Krugman-- es que la economía sea más productiva». Cuando le escuché pensé en Finlandia, un país con una economía de servicios y empleo de alta productividad. Mencionó que México ha tenido un crecimiento moderado en los últimos 25 años no obstante haber diversificado la estructura de sus  exportaciones, mientras que el desempeño de Chile fue mejor sin necesidad de diversificar o industrializar sus exportaciones. Chile sigue siendo un país exportador de commodities como Perú, dijo.

Los casos de México, Chile y Perú
Krugman no mencionó que la diversificación de las exportaciones de México está asociada al crecimiento de las industrias maquiladoras con escasos encadenamientos internos. Tampoco dijo que el tratado de libre comercio que firmó con los Estados Unidos provocó un deterioro de su agricultura con pérdidas de activos y empleos notables (véase trabajos de Jaime Ros). Sobre Chile la respuesta de Krugman también fue muy general. No dijo, por ejemplo, que los minerales y las manufacturas representan el 22.6% y el 50%, respectivamente, del total de sus exportaciones. Chile ha desarrollado actividades agroindustriales importantes sobre todo en el sector de alimentos. Sólo las exportaciones de su industria forestal representa el 7.2% del total. También ha desarrollado manufacturas basadas en bienes primarios cuyas exportaciones representan el 25.7% del total.
Perú mantiene de modo casi permanente una estructura de sus exportaciones especializada en bienes primarios. Los productos mineros representan el 55.1% del total de sus exportaciones; y, si le agregamos el petróleo, el gas natural y los productos pesqueros y agrícolas, el porcentaje de los bienes primarios asciende a 73.4%. De otro lado, los productos no tradicionales donde se encuentran las manufacturas representan solo el 26.1%. Por ejemplo, las exportaciones de textiles y de productos agropecuarios con cierto grado de procesamiento, representan el 4.6% y el 8.1% del total, respectivamente. El Perú, entonces, es altamente vulnerable a las fluctuaciones de precios de los minerales. Krugman no lo negaría, no podría negarlo, si manejara estos datos.
La composición del crecimiento
Hay otros hechos que Krugman no tomó en cuenta, porque, como dijo repetidamente, no conoce la economía peruana. El crecimiento del PBI durante el período 2000-2013 fue de 5.8%. El 77.8% de este crecimiento fue explicado por los sectores no transables de Comercio, Construcción, Electricidad y agua, y Otros Servicios. En estas actividades se ubica el 63.5% de la PEA ocupada que en su gran mayoría son de baja calificación y, por lo tanto, de baja productividad. Si se le agrega el empleo ubicado en el sector agricultura, que también es de baja calificación, este porcentaje se eleva a 87.7%. De otro lado, en estos cinco sectores se ubica el grueso de las empresas de 1 a 10 trabajadores donde el ingreso promedio, en 2012, fue, según reciente información del INEI, de solo de 824.3 soles..
Esto quiere decir entonces que la economía peruana es primario exportadora y productora de servicios de bajísima productividad y con casi el 50% de su PEA ocupada en situación de subempleo. ¿Cómo cambiar esta situación?. Es verdad que se requiere una revolución educativa, pero esto no se hace con el 2.9% del PBI que anualmente se presupuesta para el sector Educación. Si a Krugman se le hubiera dado estas cifras, otra habría sido su respuesta. Pero afirmó que hace falta no solo educación y formación de capital, sino también recaudación tributaria más efectiva. Habría que haberle dicho que la participación de la tributación minera en el total de la recaudación, disminuyó con la ley del gravamen minero aprobado por este gobierno en cerca del 50%. 
Pero hay otros datos que hay que tomar en cuenta para evaluar el nivel de vulnerabilidad externa. El Perú ha pasado a importar más de lo que produce en agricultura y manufactura juntos.  Las importaciones representan el 152% de la producción manufactura. Nunca antes el Perú había tenido semejante penetración de las importaciones en su mercado interno, con un vector de exportaciones especializado en bienes primarios y, por lo tanto,  altamente dependiente de las fluctuaciones de sus precios y de la demanda mundial. Desde la crisis internacional de 2008-2009 la balanza de pagos ha dejado de ser superavitaria: en 2013 la cuenta corriente registró un déficit de 5% del PBI.
A modo de conclusión
Durante el periodo 2000-2013 el crecimiento de la propensión a importar (importaciones entre demanda interna) provocó una pérdida de mercado equivalente a un punto porcentual del crecimiento, mientras el coeficiente de exportación (exportaciones entre el PBI) no registró una tendencia creciente: de 17% en 2000 subió hasta 20.5% en 2006 y luego disminuyó hasta alcanzar 17.3% en 2013. Es claro, entonces, que no hay otra ruta que la diversificación para reducir la vulnerabilidad externa y cambiar el estilo de crecimiento basado en exportaciones primarias y en la producción de no transables de baja productividad.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 22.

Saturday, March 15, 2014

La Utopía Republicana para una nueva izquierda (Final)

Mientras el liberalismo combate el intervencionismo del Estado y postula su neutralidad económica, el republicanismo le otorga un papel promotor de la libertad y la democracia y no lo contrapone al mercado. El Estado republicano debe asegurar el ejercicio pleno de la libertad, dotando de condiciones materiales de existencia a todos los que carecen de ellas, promover la virtud cívica y el ejercicio de la ciudadanía, e incorporar mecanismos constitucionales de evaluación y control de los gobernantes elegidos por el pueblo para impedir que gobiernen en función de los intereses de minorías económicas.  Debe, además, promover el desarrollo de mercados y ejercer al mismo tiempo una tarea regulatoria para evitar la acumulación de poder económico. El mercado como institución social puede diseñarse para lograr la expansión de la libertad y democracia. Con el republicanismo, entonces, cambiará el modo de hacer política porque se recuperará su carácter de instrumento de justicia social. Así, una nueva izquierda practicante de un nuevo modo de hacer política, no puede ser estatista ni anti-mercado.
 
Republicanismo y construcción de la Nación
La universalización de la libertad republicana supone la inclusión ciudadana de la mayoría pobre y excluida económica, social y políticamente. Esta exclusión es dramática en países poco integrados o desarticulados como Perú, que responde a un solo Estado pero no constituye una sola Nación. Las elites empresariales y políticas que detentaron el poder de este Estado, perpetuaron la desigualdad de ingresos y de acceso a servicios sociales básicos manteniendo alejada de la modernidad a la población de la sierra y de la selva del país.  Con ello reprodujeron su desarticulación económica, social y política impidiendo la construcción de una Nación o comunidad política de ciudadanos libres y con iguales derechos.
La práctica de una democracia republicana en nuestro país debe, por lo tanto, contribuir también a la construcción de la Nación, generándole condiciones materiales de existencia a los pueblos excluidos de la sierra y de la selva, respetando sus derechos y evitando daños al medio ambiente. Este es el requisito para el ejercicio pleno de su libertad y el fortalecimiento de la democracia. Ahora bien, la ausencia o poco desarrollo de los mercados internos, es la otra cara de la perpetuación de la desigualdad y desarticulación del país. Cuando no hay mercados o estos están poco desarrollados –decimos parafraseando al Marx republicano--, las poblaciones pobres y excluidas no llevan en el bolsillo su conexión con la sociedad.
El mercado como institución social puede tener un papel integrador y, por lo tanto, contribuir, con su expansión y desarrollo a la construcción de una Nación integrada social y políticamente, con igualdad de oportunidades y de acceso a la justicia, educación, salud y servicios básicos. Su diseño institucional debe ser compatible con un orden republicano donde los hombres son libres porque tienen las condiciones materiales para serlo, y con un Estado que promueve activamente el desarrollo de los mercados y que los regula para impedir la acumulación de poder económico que es el origen de la exclusión social y política.
Republicanismo y Globalización económica
Nuestro país llegó a la era de la globalización económica sin terminar de construir la Nación. La acumulación desregulada de capital y de grandes fortunas que caracteriza a esta globalización, ha acentuado la miseria y exclusión social de centenares de millones de personas, convirtiéndose así en una seria amenaza no sólo a la libertad de estas personas, sino también a la autodeterminación soberana de muchos países del llamado tercer mundo.
El modelo económico neoliberal difundido con esta globalización ha acentuado en nuestro país el extractivismo político y económico. La economía funciona con impulsos externos y con actividades primarias que no respetan la ecología y, por lo tanto, los derechos de los pueblos indígenas. No es endógeno ni contribuye a la articulación del país. Su carácter no inclusivo exacerba la crisis de la democracia representativa porque incrementa la desigualdad y los conflictos sociales, al mismo tiempo que perpetúa la exclusión y la ausencia de condiciones materiales de la libertad de dichos pueblos. Tampoco promueve el desarrollo y expansión de mercados internos; su carácter especializado es contrario a la industrialización y la diversificación productiva.
La libertad y la ciudadanía republicanas son incompatibles con las relaciones de dominación y la dependencia material. La desigualdad resultante de la constitución de poderes económicos, atenta contra la libertad y la democracia. De la misma manera, la soberanía de un Estado es incompatible con la dependencia económica de poderes extranjeros. Sin el uso autónomo de sus recursos naturales para el desarrollo nacional, no hay ejercicio pleno de su soberanía. La convivencia democrática en el concierto internacional, en condiciones de igualdad, y con una economía abierta, supone  la existencia de Estados soberanos con condiciones materiales que les permite interactuar libremente.
Entonces, en consonancia con el pensamiento republicano, el carácter nacional de la transformación que requiere nuestro país, tiene que ser una reacción de autodeterminación nacional frente a las presiones de la globalización para desmantelar todos los estándares regulatorios (abaratamiento del costo del trabajo y flexibilización laboral, liberalización total del comercio y de los flujos de capital internacional, estímulos tributarios al capital extranjero, etc.). La autodeterminación nacional, el ejercicio soberano de las políticas económicas y el fortalecimiento de la democracia son incompatibles con esta globalización que especializa y no diversifica el aparato productivo del país.
A modo de conclusión
«Las grandes desigualdades sociales –dice Raventós—son las causas de la falta de libertad. Por esta razón el republicanismo democrático promueve mecanismos institucionales para que la ciudadanía tenga la existencia material, fundamento de la libertad plenamente garantizada». Esto es válido tanto para la libertad del individuo como para la autodeterminación de las naciones.


Publicado en el diario La Primera, el sábado 15 de marzo

Saturday, March 08, 2014

La Utopía Republicana para una nueva izquierda (II)

La defensa de la libertad y los derechos de las personas, así como la construcción de una democracia republicana, deben ser dos de los elementos constitutivos de la nueva izquierda (LP: 01-03-14). La libertad es ausencia de dominación en «presencia de otras gentes, no ausencia de dominación lograda merced al retiro de la vida ciudadana», por lo tanto, supone luchar por la generación de las condiciones materiales para su ejercicio. La democracia republicana, por su parte, es concebida no sólo por la manera en que se instaura (la voluntad general del pueblo), sino también por la manera en que se practica: la división y limitación recíproca de los poderes y la preservación de la pluralidad, pero también la posibilidad que tiene el pueblo –de acuerdo con Pettit-- de disputar las decisiones del gobierno. Para que el gobierno sea del pueblo y para el pueblo, se debe «fomentar la virtud cívica, la ciudadanía activa, los espacios de expresión, de cuidados y control o supervisión sobre los distintos órganos de gobierno, especialmente los representativos y elegidos».
 
La concepción republicana del mercado
 
El otro elemento constitutivo de la identidad de la nueva izquierda es la concepción del mercado como institución social que puede diseñarse para lograr la expansión de la libertad y democracia republicanas. Gran parte de la izquierda cometió el error de «cederle» la institución del mercado a la derecha liberal. El neoliberalismo exacerbó este prejuicio de la izquierda al contraponer el mercado al Estado y la economía a la política. Para los neoliberales «la economía domina la vida social y la rentabilidad privada domina la economía». Proponen que el mercado y las empresas privadas operen sin restricciones, con lo cual facilitan la constitución de poderes económicos que limitan la libertad y la democracia: no rinden cuentas a nadie y transforman las democracias en plutocracias.
 
La nueva izquierda tiene que rescatar al mercado del ámbito neoliberal y restituirle, de acuerdo al pensamiento republicano, su carácter de institución social y su capacidad de mecanismo de inclusión social. Como institución social el mercado «permite un amplio rango de diseño institucional». Puede, por ejemplo, como señala David Casassas, introducirse «medidas de política para reforzar la esfera de la existencia social autónoma y de la independencia material de todos los individuos de la sociedad, sin erosionar su posición social como actores económicos libres que son capaces de hacer contratos libre y voluntariamente».
 
En la articulación y reproducción del orden social el mercado tiene importancia fundamental porque permite asignar determinados bienes y recursos de modo descentralizado. Este papel es totalmente compatible con el objetivo de mejorar las condiciones de vida al que todo ser humano aspira y que este mejoramiento –como señalaba Adam Smith y reitera David Casassas-- ocurra en una comunidad plural, diversa y socialmente no fracturada. En otras palabras, el mercado puede permitir la extensión de la libertad y la inclusión social, cuando la sociedad está constituida por individuos libres e iguales, cuando esta sociedad es una comunidad sin dominación social. Este papel del mercado, de acuerdo al pensamiento republicano, se construye políticamente. El Estado tiene el papel de eliminar las fuentes institucionales y sociales de poderes económicos que ponen en riesgo la libertad y derechos de los individuos, y erosionan la esencia de la democracia.
 
El Estado como creador de mercado
 
En sociedades atrasadas donde existen poblaciones y regiones no integradas a la economía de mercado «moderna», donde la «comunidad política territorializada» no ha terminado de construirse, el Estado tiene que asumir su papel de creador de mercados para articular la economía con la geografía y la demografía. En las sociedades desarticuladas y atrasadas, las decisiones descentralizadas de inversión se orientan solo hacia aquellas áreas donde los mercados están desarrollados. La asignación de recursos tiene un problema de orientación; y si el Estado no elimina las restricciones para que esta asignación se extienda a lo largo y ancho de toda la nación, el carácter fracturado y desarticulado de la sociedad se reproduce en el tiempo.
 
El pensamiento liberal y neoliberal no tienen una explicación de cómo se crean los mercados. Tratan de las fallas del mercado, suponiéndolo dado. De acuerdo al pensamiento republicano y a los aportes de K. Polanyi, «la economía de mercado es una forma de organizar la producción y distribución de bienes que exige una organización social y política adecuada a su estructura de funcionamiento. En este sentido es un sistema político-económico cuyo diseño y construcción debe permitir asegurar a cada ciudadano su independencia material y por lo tanto su libertad individual y colectiva». Entonces, el sistema de mercado también puede constituirse en el mecanismo institucional de articulación de la economía con la geografía y demografía en sociedades fracturadas como la peruana. «Para extender la libertad y hacer de los pobres y desposeídos ciudadanos igualmente libres se requiere un Estado fuerte pero democráticamente controlado, contestable y participado».
 
A modo de conclusión
 
El sistema de mercado es un mecanismo institucional que hace posible el avance o retroceso de la libertad. Es posible entonces construirlo para que sea compatible con la libertad y la democracia republicanas. El objetivo de una sociedad libre y justa, no implica la supresión del mercado sino, como recuerda Polanyi, su regulación y adecuación a dicho objetivo. El papel del Estado tiene que ser el de limitar la generación de poderes económicos que «interfieren arbitrariamente en la vida de los demás, o que les permite definir políticamente el funcionamiento o normas de la sociedad».
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 8 de marzo

Saturday, March 01, 2014

La utopía republicana para una nueva izquierda (I)

Con la crisis de las ideologías (LP: 22.02.14), los partidos políticos pierden identidad porque ya no tienen referentes doctrinarios. Pero esta crisis no cuestiona el ideario democrático ni tampoco pone en duda el papel del mercado. Quizá por esta razón ahora es difícil encontrar agrupaciones de izquierda que se reclamen partidarias de la dictadura del proletariado, que rechacen la práctica democrática y que aboguen por la desaparición de la institución del mercado. En todo esto, aunque de modo general, las organizaciones de izquierda coinciden con las organizaciones denominadas de derecha.
 
La pérdida de identidad de las organizaciones de izquierda, sin embargo, es menos dramática porque puede ser reconstruida con una relectura del pensamiento republicano sobre la libertad, la democracia, el Estado y el mercado, a partir de los valores fundacionales que heredó de la tradición republicana: la emancipación social, el énfasis en lo público y la virtud cívica (Pocock, Dunn, Skinner, Pettit y Viroli). Estos valores fueron empobrecidos durante los siglos XIX y XX con la hegemonía del pensamiento liberal (y neoliberal), que despolitizó y privatizó la vida pública, y propició la generación de asimetrías de poder, afectando la democracia y la libertad.
 
La libertad como no-dominación
 
La concepción republicana de la libertad es distinta de la concepción liberal porque considera al individuo como un ser social que no puede existir totalmente solo. La autonomía individual que reclaman los liberales priva al hombre de la sociabilidad para supuestamente preservar su libertad. El hombre dedicado solo a la realización de sus intereses materiales, carece de interés por su comunidad. El republicanismo es contrario a esta doctrina, que conduce a la tiranía de los individuos y que antepone lo económico a lo político.
 
Los liberales defienden una idea de libertad totalmente formal,  «como simple isonomía frente a la ley y como ausencia de interferencia». Esta libertad sin obstáculos ha terminado convertida –como apunta Eloy García-- «en un mero instrumento de goce material y no en un fin en sí mismo al servicio de los grandes valores humanos». Para el republicanismo la libertad es ausencia de dominación. Las personas no pueden ser libres si no disponen de condiciones materiales de existencia. Para garantizar esta libertad, según Polanyi, debe haber un diseño institucional  o una regulación política-jurídica, y también económica. «Si un Estado está comprometido con el progreso de la causa de la libertad como no-dominación  entre sus ciudadanos --dice Pettit--, no puede menos que adoptar una política que promueva la independencia socioeconómica».
 
La pertenencia en comunidad implica armonizar la libertad y la autonomía con la búsqueda del bien común. Pero, para el republicanismo, como nos recuerda Casassas, la vida social no es un espacio políticamente neutral; «no es un espacio sin relaciones de poder, en donde los actores sociales se limitan a la firma de contratos, libre y voluntariamente». Por lo tanto, la libertad no es exógena a la vida social. Se alcanza y se mantiene por medios políticos, construyendo lo que Adam Smith denominaba cortafuegos con el fin de impedir la dominación social.
 
El Estado Constitucional y la democracia republicana
 
Si bien el ideario democrático no es teóricamente cuestionado, con la crisis de ideologías la lógica de la política ha sido sustituida por la lógica del poder en el Estado Constitucional. «La lucha por el liderazgo, la dominación y la consecución de un séquito –dice Eloy García-- ha reemplazado a las ideas entendidas como instrumento de transformación desde la razón y la ilusión utópica de una realidad construida en la convivencia colectiva. Y es que sin ideología el Estado Constitucional-representativo fundado en la confrontación política de los partidos, se ve privado de toda su sustancia y reducido a una mera estructura formal de poder destinada a imponer una voluntad a los gobernados».
 
El desplazamiento de la política por la lógica del poder, ha afectado la esencia de la democracia: «los partidos desprovistos de ideología se convierten solo en estructuras de poder». La práctica de la dominación prescinde de la política como «forma de organizar la convivencia colectiva del hombre en comunidad, y anula su carácter de ciudadano». El obrar político del ciudadano se reduce al momento de elegir a sus representantes y cuando los grupos de poder privados asumen el control mediático de la sociedad, se anula en la práctica la libertad de los electores.
 
Se trata entonces de restituir a la democracia constitucional la virtud cívica: «piedra angular de la vida en común en una sociedad civil plural, diferenciada». Esta restitución debe ser acompañada del perfeccionamiento de los controles democráticos que permitan evitar, lo que Antonio Rivera llama, «la patológica oligarquización del Estado o la usurpación del espacio político por una minoría». Nuevos mecanismos de control constitucional de los representantes elegidos por el pueblo y la limitación recíproca de los poderes, incluido el poder económico, harán posible el retorno de la política como lazo de conexión social; el retorno de la virtud cívica o del deber de participar en la esfera política.
 
A modo de conclusión
 
Libertad y Estado republicano democrático no son excluyentes. El Estado democrático debe garantizar los derechos sociales de los ciudadanos y su independencia económica como requisito de su independencia política. Pero se trata de un Estado democráticamente controlado, contestable, que rinde cuentas, y que promueve la participación ciudadana.
 
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 01 de marzo.