La desaceleración de la economía
internacional ha puesto al descubierto los problemas estructurales de la
economía peruana que le impiden mantener el ritmo crecimiento que registró en
los años de altos y crecientes precios de los minerales. No hay motores
internos que por sí solos, sin la intervención del Estado, reemplacen al motor
externo que hoy se encuentra apagado. Las políticas y reformas neoliberales
aplicadas en los últimos 24 años, fueron las responsables de estos problemas. La
economía peruana, aparte de haberse reprimarizado, se hizo menos industrial y
agrícola, y más productora de servicios con trabajadores de la variedad que
Kalecki denominaba de «picos y palas», es decir, de baja calificación y con
poco equipamiento de capital por trabajador. Este tipo de estructura productiva
se expresa en un alto porcentaje de trabajadores informales, en el
subdesarrollo del agro donde se encuentra el 30.7% de los trabajadores, y en una
industria que ha perdido competitividad y mercados.
Promesas neoliberales incumplidas
La liberalización comercial provocó
una notable penetración de importaciones que le quitó mercado interno a la
producción nacional. Esta penetración fue exacerbada por la sistemática
apreciación del tipo de cambio real asociada a la liberalización financiera, y por
la ineficiencia en la aplicación de la regla de intervenciones cambiarias por
parte del Banco Central. Se frenó o desaceleró la desdolarización del sistema
financiero y aumentó el endeudamiento externo privado. Además, las entradas de
capitales estimularon el consumo más que las inversiones.
En veinticuatro años de neoliberalismo
no se han superado las restricciones que enfrenta la inversión privada nacional
para expandirse a lo largo y ancho país. El predominio del extractivismo impidió
que crezca significativamente el empleo de calidad. Se limitó el gasto en
educación y salud, y se descuidó el mantenimiento y la generación de nueva
infraestructura económica y social acumulando un déficit que se acerca al 50% del PBI.
La confianza en la inversión
extranjera más que en la inversión nacional, provocó el estancamiento de esta
última (véase gráfico). La inversión privada nacional como porcentaje del PBI
se mantuvo, durante los años del neoliberalismo, por debajo del porcentaje (16.3%)
que alcanzó en los años 1980-1984. Es verdad que aumentó la inversión privada
total en términos relativos, pero esto se debió al peso creciente que registró
la inversión extranjera en los años 1995-1999 y 2005-2014. Tómese en cuenta,
además, el predominio de la inversión en construcción frente a la inversión en
maquinaria y equipo, con lo cual las inversiones en la industria y la
agricultura no fueron capaces de generar un cambio estructural caracterizado por
la absorción de fuerza de trabajo en actividades de alta productividad y que
crecen más rápido que el promedio.
Durante el período neoliberal, la
inversión privada nacional alcanzó un promedio de 12.2% del PBI y un máximo de
solo 15% en los últimos cinco años (2010-2014). El resultado de este
estancamiento fue la expansión de sectores terciarios (comercio y servicios)
caracterizados por la presencia de trabajadores de baja calificación y
productividad. El cambio estructural provocado por el extractivismo neoliberal
fue, entonces, regresivo: en lugar de desarrollar la industria, y de
diversificar y modernizar el aparato productivo, provocó la expansión de los
sectores terciarios de baja productividad y que absorbieron los excedentes de
trabajo.
Mercados internos e inversión nacional
Los neoliberales sostienen que en los
países como el nuestro hay «enormes» oportunidades de inversión que no se
aprovechan por falta de fondos. Como los ahorros son escasos, se requiere,
dicen, del concurso creciente de los capitales extranjeros. Pero, esto no es
cierto. En la economía peruana no existe una limitación al crecimiento por el
lado del ahorro.
El ahorro nacional (público y privado)
como porcentaje del PBI se mantuvo sistemáticamente por encima de la inversión
privada nacional. Los porcentajes más altos de ahorro nacional se registraron
en los años 2005-2009 (21.5%) y 2010-2014 (23.3%), mientras la inversión
privada nacional alcanzó porcentajes menores (11.9% y 15%, respectivamente). Lo
que elevó el porcentaje de la inversión privada total durante esos años fue la
inversión extranjera, que alcanzó el 4.7% y el 4.9% del PBI,
respectivamente.
No es, entonces, por el lado del
ahorro donde se encuentra la restricción a la expansión de la inversión
nacional. Sabemos que la inversión extranjera se dirige a las actividades con
alta renta natural (como la minería) y a sectores con mercados cautivos (como
la telefonía). Esto no ocurre con la inversión nacional. No hay demanda de esta
inversión porque no hay mercados en expansión. En una economía con un alto
déficit de infraestructura, con pocas conexiones de la economía con la
geografía y demografía, no pueden surgir nuevos mercados internos ni ampliarse
los que ya existen.
«Lo que induce a invertir, a construir
capacidad productiva, dice Edward Nell, es el crecimiento anticipado de los
mercados. Si los mercados están creciendo rápidamente, las decisiones de
invertir se tomarán rápidamente, incluso si la rentabilidad esperada es baja. Si
los mercados están estancados, sin embargo, incluso si es rentable, habrá pocas
razones para plantearse incrementar la capacidad y, por ello, las decisiones de
invertir serán escasas».
A modo de conclusión
Para endogenizar el crecimiento se
tienen que crear mercados internos. Y, la gran transformación que esto
significa supone una nueva relación del Estado con el mercado.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 28 de marzo.