Monday, April 26, 1999

Sobre el modelo económico: el crecimiento no fue resultado de la política económica

En el debate sobre los límites del modelo económico se ha vertido el argumento de que el crecimiento de los años 1993, 1994, 1995 y 1997, fue el resultado de las políticas económicas adoptadas por el régimen fujimorista. Sus voceros oficiales recurren a estos años de crecimiento para justificar su afirmación de que no se harán cambios en el modelo económico. Y, para no dudar ellos mismos de lo que dicen, se repiten en voz alta que la recesión actual no es resultado de las políticas adoptadas. El propósito de este artículo es mostrarle al lector la falacia de esta argumentación oficial.

Crecimos a pesar de la Política Económica

De los 10 años de fujimorismo liberal, sólo cuatro fueron de crecimiento (1993, 1994, 1995 y 1997), y los otros seis, como el actual, de recesión. Pero los cuatro años de crecimiento económico tienen muy poco o casi nada que ver con las políticas macroeconómicas y las llamadas reformas estructurales de este régimen. En otras palabras, crecimos durante esos años a pesar de las políticas liberales. Veamos por qué.

En primer lugar, la política macroeconómica atrasó el tipo de cambio real al mismo tiempo que se liberalizó el comercio simultáneamente con el mercado financiero y la cuenta de capitales. Durante el período 1991-1997 el tipo de cambio real se mantuvo casi constante alcanzando un valor promedio equivalente a sólo el 42.8% de su valor registrado en el período 1980-1985 y al 42.4% del que se alcanzó en 1987. ¿Alguien puede afirmar que con este tipo de cambio se estimuló el crecimiento de la producción y de las exportaciones?. La apertura comercial y diez años de atraso cambiario, afectaron a la industria al aumentar relativamente sus costos de producción, haciéndole perder competitividad. Pero el atraso cambiario y la apertura comercial también originaron consecutivos déficit comerciales en todos los años de este régimen, al encarecer las exportaciones y abaratar las importaciones. Cuando la balanza comercial es deficitaria, disminuye la demanda agregada y, consecuentemente, la producción. En consecuencia, las políticas cambiaria y comercial no pueden ser responsables de crecimiento económico alguno.

En segundo lugar, el crecimiento tampoco tuvo que ver con la política fiscal cuya orientación fundamental fue servir la deuda externa. No puede producir crecimiento 9 años consecutivos de generación de superávit fiscal primario. En los cursos elementales de economía se aprende que los superávit fiscales contraen la demanda agregada y, por tanto, la producción. El superávit primario de los años 1991-1993 y 1996-1998 fue, en promedio, equivalente al 1.3% del PBI. Únicamente durante los años de la llamada “fiesta fiscal releccionista” 1994 y 1995, el porcentaje del superávit primario bajó a 0.9% y a 0.3%, respectivamente. En consecuencia, no se puede asociar el crecimiento a la política fiscal de creación de superávit primarios.

En tercer lugar, tampoco puede adjudicarse a la política monetaria el crecimiento de los años 1993, 1994, 1995 y 1997. En este caso, no hay manera de identificar el mecanismo de transmisión que expandió la demanda y, por tanto, la producción. La política monetaria restrictiva que caracteriza a este régimen, encareció el crédito. El crédito caro, como sugiere el sentido común, tiene un efecto recesivo y no expansivo en la producción.

Por último, las privatizaciones, parte importante de las llamadas reformas estructurales, tampoco tuvieron un efecto expansivo directo en la producción. Por ejemplo, como resultado de las privatizaciones, en energía eléctrica y en telefonía, pagamos tarifas de monopolio que no sólo perjudica a los consumidores sino también a la empresa privada nacional por sus efectos en los costos de producción. Lo mismo ocurre con el precio del galón de gasolina, cuyo precio es más o menos 2 veces el precio internacional. Con un tipo de cambio atrasado y tarifas públicas caras, hemos perdido competitividad en los mercados internacionales y, lo que es peor, hemos empeorado nuestra posición comercial frente a algunos países de la Comunidad Andina.

El Clima y la Demanda Mundial

El lector se preguntará: entonces ¿por qué crecimos?. Lo primero que hay que señalar es que esa estructura de precios relativos era antiindustrial; no favorecía la expansión de la industria porque encarecía relativamente sus costos de producción. Erosionó su competitividad frente a las masivas importaciones provocadas por la apertura. Pero esa estructura de precios relativos favoreció la explotación y producción de productos con alta renta natural, es decir, la producción primaria con ventajas naturales de productividad, como la minería y la pesca que responde al clima. Sin embargo, este tipo de producción tampoco se hubiera expandido sin la demanda internacional correspondiente. La suerte de este régimen fue que esta demanda se recuperó a partir del año 1992.

Como se comprenderá, las políticas económicas no pueden influir ni en el clima ni en la demanda mundial. Y justamente estos dos factores fueron los que explicaron el notable crecimiento de las exportaciones y de la producción primaria correspondiente.

El comportamiento de la demanda mundial puede ilustrarse con la tasa de crecimiento de las importaciones de los EE.UU. Estas importaciones aumentaron, en términos reales, a una tasa promedio anual de 4.9% durante 1984-1992 y de 10.6% durante 1992-1997. En correspondencia con este comportamiento de la demanda mundial, las exportaciones peruanas crecieron a una tasa promedio anual de 1.9% durante 1984-1992 y de 13.2% durante 1992-1997. Las exportaciones que más crecieron durante este último período fueron justamente las de productos tradicionales pesqueros, en primer lugar, y luego las de productos agrícolas y mineros. Mientras las exportaciones tradicionales totales crecieron en 107.7% durante 1990-1997, las exportaciones de productos pesqueros aumentaron en 226.0%. En el grupo de las exportaciones no tradicionales, los productos que más crecieron durante el mismo período, son los agropecuarios (185%), Pesqueros (160%), minerales no-metálicos (230%) y Otros, que incluye joyas de metales preciosos (212.4%). Todos estos productos pertenecen a la industria procesadora de recursos primarios. Nótese, además, que el grupo de las exportaciones no tradicionales como un todo crece en 106.7%.

En resumidas cuentas, nuestras exportaciones primarias, tradicionales y no tradicionales, crecen no sólo porque la demanda mundial crece, sino también porque el clima favorece a la expansión de la producción pesquera. Nada de esto, ciertamente, tiene que ver con la política económica de este régimen.

La estructura de precios relativos configurada por la política económica de este régimen no sólo favoreció la producción exportable primaria con ventajas naturales, sino también la producción de bienes y servicios no transables, como la Construcción y el Comercio que son sensibles al crédito. Y, la expansión de este crédito, como veremos más adelante, tampoco fue resultado de la política económica. De acuerdo con la composición del crecimiento del PBI para el período 1990-1997, los sectores que registraron tasas superiores a la del PBI (43.5%), fueron Construcción (113.2%), Comercio (54.1%) y la Minería Metálica (52.2%). En Pesca se registran las tasas de crecimiento más altas durante 1993-1994 (60.1%).

El sesgo reprimarizador y a favor de los no transables se refleja también en la composición del crecimiento por el lado de la demanda agregada real. Crecen por encima del PBI (43.5%), durante el mismo período de referencia, la Inversión Privada (113.4%), la Inversión Pública (84.8%) y las Exportaciones (77.1%). El Consumo crece en sólo 34.5%, mientras las importaciones lo hacen en 124%. Estos datos indican que el crecimiento no fue impulsado por la expansión de la Demanda Interna. Esta aumentó en 50.2%, sólo cerca de 7 puntos por encima del crecimiento del PBI. Consecuentemente, la Manufactura aumentó en un porcentaje similar al del PBI (44.3%).

Flujos de capital extranjero y financiamiento del crecimiento

La información anterior muestra que los impulsos fundamentales al crecimiento no provinieron de factores internos. Ninguna de las políticas adoptadas se orientó a la expansión de la demanda interna ni menos al financiamiento de esta expansión. ¿Cómo se financió entonces el crecimiento?. Entre 1990 y 1997, el crédito de la banca comercial al sector privado en moneda nacional (convertida en dólares) aumentó a una tasa promedio anual de 36.7%, mientras que en moneda extranjera aumentó a la notable tasa de 57.3%. Durante ese mismo período la deuda externa total de corto plazo del sistema financiero (sin BCRP), aumentó a una tasa de 25.5% promedio anual. Si se suma la deuda de corto plazo del sector privado no financiero, los pasivos internacionales de corto plazo del sector privado aumentaron a una tasa de 17.0% anual. En cifras absolutas, estos pasivos aumentaron de 2,106 millones de dólares en 1990 a 6,327 millones en 1997.

La alta tasa de crecimiento de los créditos en moneda extranjera se explica por el aumento de la liquidez doméstica en dólares debido al endeudamiento externo de corto plazo de la banca doméstica Con este tipo de endeudamiento se abarataba relativamente el crédito, pues este pasivo internacional de la banca comercial no estaba sujeto a encaje ni al impuesto a los activos. Estos créditos son los que financiaron el crecimiento. Pero, esta no fue la única fuente de financiamiento. La inversión extranjera de cartera aumentó de 27 millones de dólares en 1992 a 3,996 millones de dólares en 1997. Igual ocurrió con la inversión extranjera directa que pasó de 1,501 millones de dólares a 7,480 millones de dólares en 1997.

Conclusión

En resumen, los liberales de nuestro país tuvieron la suerte de contar con un escenario internacional y con el clima que favoreció el crecimiento de la producción primaria. Y este crecimiento, junto con el del sector construcción, se hizo posible por la masiva entrada del capital extranjero.

En consecuencia, cuando disminuye la liquidez por efectos de la crisis internacional, la economía entra en recesión. En otras palabras, cuando la entrada de estos capitales se frena, el modelo económico se paraliza. Y como la política económica tampoco fue capaz de desdolarizar el sistema financiero, la presión al alza del tipo de cambio y el encarecimiento del crédito, afectan la capacidad de pago de las empresas endeudas en dólares y ponen al sistema financiero al borde de una crisis general de deuda. El modelo está entrampado.

Diario Síntesis