La inversión privada doméstica, en economías como la peruana, enfrenta restricciones tanto de financiamiento como de demanda efectiva o, mejor, de extensión y existencia de mercados. Para superar la restricción de financiamiento el gobierno está desarrollando el mercado doméstico de capitales, mediante la expansión ordenada del mercado de deuda pública interna, en soles, a renta fija y a diferentes plazos. Ahora el mercado de capitales ya cuenta con una curva de rendimientos libre de riesgos para tramos cortos, medios y largos, referencia importante de la que antes carecían las emisiones privadas.
La segunda restricción, extensión y existencia de mercados, tiene que ver con las inversiones públicas en obras de infraestructura. No se puede ampliar los mercados existentes ni crear otros nuevos, por ejemplo, sin buenas conexiones viales entre las distintas zonas geográficas y demográficas del país. Estas conexiones, resultantes de las inversiones públicas, permiten reducir los costos de transporte y, por tanto, el surgimiento de nuevas líneas de producción y de nueva demanda para la producción existente. A su turno, la expansión de los mercados domésticos, al hacer posible la ampliación y profundización de la división del trabajo, da lugar a aumentos sostenidos de la productividad de la mano de obra.
Cómo bajar los costos unitarios de producción
El dilema que enfrentan las economías desconectadas y subdesarrolladas como la peruana, es: o la producción de transables, expuesta a la competencia de las importaciones, sucumbe ante una estructura de precios relativos que le es desfavorable, o se generan las condiciones para la producción y creación de empleos mediante costos unitarios competitivos. Existen dos maneras de disminuir estos costos unitarios de producción. En primer lugar reduciendo los costos salariales y no salariales por persona ocupada o por hora trabajada; y, en segundo lugar, aumentando la productividad de los trabajadores.
Curiosamente el primer camino es lo que más se recomienda para aumentar la competitividad de países como el nuestro, sin tener en cuenta que los costos salariales y no salariales se pueden reducir sólo por una vez, no todos los años, y únicamente en la medida en que exista margen para hacerlo. Esta ruta de la mano de obra barata no tiene sentido frente a otros competidores como la China y, lo que es peor, puede cerrar la posibilidad de generar condiciones para la aparición de economías a escala en un contexto de crecimiento. Es mejor, en un país como Perú, compatibilizar competitividad con mejores niveles de vida, mediante aumentos sostenidos de la productividad del trabajo.
Para el lector será fácil comprender, por ejemplo, que la diferencia entre los niveles de productividad de los EE.UU. --con quien deseamos firmar un TLC-- y el de Perú, es mucho mayor que las diferencias entre sus respectivos costos salariales y no salariales por hora trabajada. Los EE.UU a pesar de operar con costos laborales por hora más altos (19.2 dólares) que Perú (2.1 dólares), registran, en general, costos por unidad producida más bajos. El problema de nuestro país es, por tanto, su bajo nivel de productividad que, al dar lugar a costos unitarios de producción relativamente más altos, le resta competitividad frente a aquellos países con mayores niveles de productividad de sus trabajadores y también de industrialización.
Inversión Pública y Competitividad
Ahora bien, ¿puede una economía desconectada de su geografía, aumentar sostenidamente la productividad? No, porque esos aumentos de productividad se dan en mercados domésticos más amplios y diversos. Y, para extender y crear dichos mercados, se requiere de inversiones públicas en obras de infraestructura económica y social. En el nuestro país hay una enorme brecha de inversiones privadas porque hay un significativo déficit de infraestructura pública que bordea los 20 mil millones de dólares.
Esta infraestructura es la base para que nuestras exportaciones netas de importaciones, ganen competitividad en los mercados internacionales. Esta no es la ruta de costos laborales más bajos, sino de aumentos sostenidos de productividad. En mercados domésticos crecientes y diversos, los cambios tecnológicos y los consecuentes aumentos en la productividad, tienden a reducir los costos por unidad producida, incrementando de este modo la capacidad de penetración de la producción nacional en los mercados externos. Esta penetración extiende aún más el mercado, provocando un círculo virtuoso de causación acumulativa (ley de Verdoorn y Kaldor).
Gestión, Diario de Economía y Negocios
Friday, May 28, 2004
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