Economistas,
politólogos y otros profesionales está difundiendo la idea de que el problema
central en el Perú de hoy está en la existencia de instituciones débiles. No
sorprende que los acólitos del llamado milagro económico (el alto crecimiento
de los años 2003-2013) estén de acuerdo con este diagnóstico. Son los que
difunden la idea de que «los culpables de esta debilidad son «los gobiernos». Son
los mismos que sostienen –contradictoriamente-- que la causa del milagro de las
«realizaciones económicas y sociales» fue la Constitución de 1993. ¡Fue una
nueva institución –la constitución del 93—la que hizo posible el aumento de la
inversión privada (y también de la pública), generando, por lo tanto,
crecimiento, creación de empleo, disminución de la pobreza, etc.!
«Milagro»
con instituciones económicas extractivistas
Lo
que no se entiende bien es por qué coinciden con este diagnóstico, los que
sostienen que el crecimiento de los años 2003-2013 fue un falso milagro y que sus
causas fueron totalmente externas (crecimiento de la demanda mundial, precios
altos de los minerales y condiciones financieras favorables). Reconocen que fue
un crecimiento con un alto porcentaje (73.7%) de trabajadores informales y con
un pobre desempeño de la productividad (véase el libro de Ganoza y Stiglich: El Perú esta Calato – El falso milagro de la
economía peruana y las trampas que amenazan nuestro progreso).
Si se
acepta que este crecimiento fue el resultado de la operación de instituciones
económicas extractivistas, entonces no será difícil concluir por qué éstas
fueron acompañadas por instituciones políticas también extractivistas. Decir
que las instituciones son débiles, es, por lo tanto, un eufemismo, para
encubrir que el extractivismo es la característica fundamental del modelo
neoliberal, modelo que se introdujo
precisamente con la constitución del año 1993. Las instituciones políticas
extractivistas son fuertes, no son débiles, y para sustituirlas con
instituciones políticas inclusivas, se tiene que cambiar el modelo económico y
político neoliberal, y el contrato social que le dio origen.
Las
instituciones económicas extractivistas son las que operan extrayendo rentas,
sin transformar ni innovar, y que promueven, junto a la concentración del poder
económico, el desmantelamiento de los estándares regulatorios. El
neoliberalismo, como ideología de la libertad irrestricta del mercado, ha
promovido la explotación (especialización en la producción) de recursos con
alta renta natural, como los minerales. Pero también, la obtención de ganancias
espurias de competitividad mediante la flexibilización del mercado de trabajo y
el abaratamiento de los costos laborales; por eso no hemos tenido ganancias de
competitividad sobre la base de aumentos en la productividad. Hay extractivismo
en todos los sectores de la economía. Es la institución de la ganancia fácil
(piense en las AFP, en los seguros, o, más específicamente, en las ganancias
cambiarias de los bancos).
Las
instituciones políticas extractivistas
Las
«deficiencias institucionales» de las que nos hablan Ganoza y Stiglich no se
pueden desvincular del extractivismo neoliberal de los últimos 25 años, aunque
su origen o parentesco es más remoto. La «debilidad de los partidos políticos,
la incapacidad del Estado para imponer seguridad y combatir el crimen, y la
pérdida de legitimidad de los poderes del Estado», así como el deterioro de la
calidad de la Educación y de los servicios de Salud, tienen relación con las
políticas económicas neoliberales implementadas en los últimos veinticinco
años. ¿Quién no sabe que en los años noventa se generaban superávit primarios
para servir la deuda externa, recortando gastos en educación, salud y
mantenimiento de la infraestructura económica y social? ¿Quién no recuerda que
en pleno «milagro» se generaron superávit primarios de 3.2% del PBI en los años
2004-2008 y de 2.8% en los años 2011-2013? ¿Quién no sabe que esta ideología de
la austeridad es, en todo momento y en todo lugar, una ideología neoliberal?
Krugman
dice que «las ideas realmente malas tienen un extraordinario poder de
resistencia (…) Y el ejemplo perfecto de una idea realmente mala es la
determinación, contra toda evidencia, de defender que el gasto público que
ayuda a los desfavorecidos es una causa fundamental de nuestros problemas
económicos». A los neoliberales no les importa que «la ayuda a los
desfavorecidos» en Perú, sea mejorar la calidad de la educación y salud
públicas, o aumentar los sueldos de los maestros, del personal del poder
judicial y de la policía. Por eso decimos que las instituciones económicas
extractivistas no están disociadas de las instituciones políticas
extractivistas. Estas últimas no incentivan la innovación ni la eficiencia en
el ejercicio de la función pública; erosionan la democracia porque no promueven
la virtud cívica y la rendición de cuentas de los elegidos; evaden la
fiscalización; y, favorecen la penetración de la corrupción en las
instituciones de Estado. Entonces, la llamada debilidad institucional es
funcional al modelo neoliberal extractivista.
Shock
institucional o cambio de modelo
Para
superar esta «debilidad» se requiere un shock institucional –dicen Ganoza y
Stiglich—orientado a lograr «cuatro cambios fundamentales para tener
instituciones políticas y judiciales conducentes al desarrollo: 1)
fortalecimiento y concentración de los partidos políticos; 2) representatividad
de esos partidos con mecanismos de democracia interna; 3) calidad de los jueces
y fiscales por medio de una carrera judicial meritocrática; y, 4) transparencia
y rendición de cuentas en las instituciones judiciales (poder Judicial,
Ministerio Público y Consejo Nacional de la Magistratura)».
Pero
se trata de un shock que no va al fondo del problema. El proceso político
determina el tipo de instituciones económicas y son las instituciones políticas
las que determinan cómo funciona este proceso. Por lo tanto, de acuerdo con Acemoglu
y Robinson, «El problema está en quién tiene el Poder (cómo se toman las
decisiones, quién toma esas decisiones y por qué los que tienen el poder deciden
hacer lo que hacen) (…) Diferentes instituciones tienen distintas consecuencias
para la prosperidad de una nación, sobre cómo se reparte esa prosperidad y
quién tiene el poder» La solución está entonces por el lado de la acción política
y de los procesos políticos.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 20 de junio