Monday, June 30, 2014

Desaceleración económica y papel tipo de cambio

Los datos desestacionalizados del PBI muestran que la economía no crece desde noviembre del año pasado. El desfavorable contexto internacional que se inicia con la crisis de 2008-2009, es su causa fundamental. Los términos del intercambio disminuyeron en 14.0% entre enero de 2013 y abril de 2014; y, las exportaciones totales se redujeron en US$ 4199 millones de 2013 a 2014 (US$ 3871 millones corresponden a los exportaciones tradicionales). Por otro lado, la cuenta corriente de la balanza pagos es deficitaria desde el año 2008 (el más alto déficit del periodo post crisis se registró en el primer trimestre de este año: 6% del PBI).

Desaceleración y estilo de crecimiento

La magnitud del efecto del deterioro del contexto externo sobre el crecimiento de la economía tiene relación directa con el estilo de crecimiento. Cuanto menos diversificado es el aparato productivo y más concentrada en productos primarios es la canasta exportadora de la economía, el impacto del estancamiento internacional sobre el crecimiento del producto será mayor. A mayor especialización en la producción de materias primas, más dependiente es el crecimiento de la demanda externa y más dependiente es la economía de bienes importados.

La especialización de la economía en la «ventaja comparativa de extracción y explotación de recursos naturales», fue promovida por las políticas neoliberales. En consecuencia, la desaceleración de la tasa de crecimiento que experimenta la economía peruana, tiene que ver con el modelo neoliberal implementado en las últimas décadas. Si el aparato productivo y la canasta exportadora fueran más diversificados, los efectos del deterioro del contexto externo en el crecimiento serían mucho menores; es decir, ante una fuente externa de crecimiento que se deteriora, tendríamos fuentes internas que lo sostienen.

La actual desaceleración revela, entonces, la necesidad de cambiar el actual estilo de crecimiento primario exportador, por otro basado en la modernización de la agricultura, y el desarrollo agroindustrial y manufacturero. Para que este cambio ocurra no son suficientes las políticas monetaria y fiscal contra-cíclicas (disminuir la tasa de interés de referencia y aumentar el gasto fiscal). Estas políticas son indispensables para evitar caer en una recesión, pero no son las que en definitiva sustituirán el papel que en el actual estilo de crecimiento desempeñó la demanda externa impulsada por el crecimiento de las economías industrializadas y de China, y los altos precios de los bienes «intensivos en recursos naturales». Tampoco podrán sustituir ni compensar completamente el financiamiento externo relativamente barato y los influjos de capital internacional que caracterizaron al contexto externo anterior a la crisis de 2008-2009.

Política cambiaria para impulsar la diversificación productiva

Las reformas en las políticas, monetaria y fiscal, efectuadas durante los años 2001-2003, crearon las condiciones para la aplicación de políticas contra-cíclicas. Disminuyó la dolarización de las colocaciones y depósitos en el sistema bancario; se redujo el peso de la deuda pública en moneda extranjera, pre-pagándola y sustituyéndola por deuda pública en moneda nacional; aumentaron los recursos del Fondo de Estabilización Fiscal; bajó notoriamente el ratio de deuda pública a PBI; se institucionalizaron la política monetaria basada en metas de inflación y dos reglas de política: una, sobre la tasa de interés como instrumento de política monetaria y otra de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario; y, aumentaron significativamente las reservas internacionales del Banco Central. Como resultado de estas reformas, entonces, se redujeron las posibilidades de una crisis financiera como la que ocurrió a fines de los noventa.

Pero, con la reversión de la política monetaria de los Estados Unidos no solo aumentará el costo del financiamiento o crédito externo, sino que seguirán saliendo capitales del país generando presiones al alza del tipo de cambio. La pregunta entonces es si, en estas condiciones, el Banco Central debe liberarse de su temor a la depreciación. Hasta ahora ha impedido que el tipo de cambio suba y parece estar interesado en mantenerlo en 2.80 soles por dólar. Desde abril de 2013 a febrero de 2014, disminuyó su posición de cambio en cerca de US$ 9500 millones, cifra superior a los US$ 8113 millones de reducción de su posición de cambio entre abril de 2008 y febrero de 2009.

No hay razones para el temor a la depreciación. La autoridad fiscal tiene mayores posibilidades de financiamiento interno en soles que antes, y los riesgos cambiarios en la deuda pública y en la deuda privada son ahora menores por la desdolarización registrada en la última década. Por otro lado, el esquema de metas de inflación y la endogenización de las expectativas inflacionarias han independizado en cierta manera a la inflación de los movimientos en el tipo de cambio. Esta es la otra cara de las mayores posibilidades que ahora existen para aplicar políticas contra-cíclicas. En consecuencia, estas políticas pueden ser acompañadas de una política cambiaria orientada a recuperar la competitividad que los productores nacionales perdieron durante el largo período de apreciación monetaria.

A modo de conclusión

Si el Banco Central deja subir gradualmente el tipo de cambio, con ese fin, perderá menos reservas internacionales. La posición de cambio del Banco Central en abril de 2013 fue de 49403.4 millones y en solo diez meses se redujo a US$ 39953.4. Una política de depreciación cambiaria rentabilizará la producción de transables, revertirá el déficit en la cuenta corriente, y permitirá a mediano plazo, si se acompaña con políticas de diversificación productiva, modificar el actual estilo de crecimiento.

 

Publicado en el Diario La Primera, el sábado  28 de junio.

 

Sunday, June 22, 2014

La desaceleración económica y el paquete «reactivador»

«El país no puede seguir dependiendo de los productos primarios y su exportación. Es la hora de la industria» declaró el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). Pero, Ollanta Humala, invitado a la ceremonia por el 118° aniversario de la SNI, les dijo que impulsaría la inversión en sectores que, por el monto de capital que requieren, «son generadores de crecimiento y empleo, como minería, hidrocarburos y telecomunicaciones, entre otros». También ofreció reducir deudas tributarias y sobrecostos laborales, simplificar trámites y disminuir los plazos de los estudios de impacto ambiental para destrabar inversiones. Humala aseguró que con este conjunto de medidas se frenaría la desaceleración económica y se impulsaría el crecimiento.

Los efectos del choque externo adverso

El estancamiento de la economía internacional y, en especial, la desaceleración del crecimiento Chino, desde la crisis de 2008-2009, sigue afectando el crecimiento de la economía peruana. Según información del INEI, la tasa de crecimiento del PBI en abril fue de 2.0%, la más baja desde octubre de 2009 cuando el PBI creció a la tasa de 1,2%. Decreció la producción de los sectores Minería e hidrocarburos (-6.1%), y también de la Manufactura no-primaria (-6.6%). El sector Financiero y de seguros fue el único que creció a la tasa más alta (13.7%), reflejando sin duda la notable expansión del crédito en soles (24.1%). La tasa de crecimiento del crédito en dólares sufrió una contracción espectacular (3.4%). Si descontáramos la participación del sector Financiero y de seguros en la contabilidad del crecimiento del PBI, en el mes de abril este habría  crecido a la tasa de solo 1.4%. Es importante mencionar, además, que los datos desestacionalizados del PBI muestran que hay en curso una recesión en toda regla desde fines del año 2013.

Cuando se estanca la demanda externa por nuestros productos primarios y los precios de los minerales ya no crecen, disminuye el ritmo de la inversión extranjera y nacional, y se desaceleran las exportaciones; cuando suben las tasas de interés externas, salen los capitales del país, se paraliza del endeudamiento externo del sistema bancario y se derrumba el crédito doméstico en moneda extranjera. El impacto depresivo que tiene todo este contexto externo sobre la demanda interna, desacelera el crecimiento del PBI. Los sectores productores de no-transables (construcción, comercio y algunos servicios) pierden liderazgo y la consecuente caída o reducción de los ingresos limita la expansión de la producción del resto de sectores, como la  manufactura no-primaria (principal afectada por el estilo de crecimiento primario exportador).

¿Medidas de oferta ante una caída de la demanda?

El ministro Castila afirmó que el objetivo del paquete reactivador es generar «confianza en los inversionistas para garantizar el crecimiento y el desarrollo del país». Castilla y Humala creen que reduciendo deudas tributarias, moderando las sanciones por infracciones laborales de las empresas y aminorando plazos de los estudios de impacto ambiental, se puede revertir la desaceleración del crecimiento originada por el alza de las tasas de interés externas y el fin del período de altos precios de los minerales.

Ninguna de sus medidas apunta a cambiar la fuente externa del crecimiento por una fuente interna. El propio ministro dijo que sus «medidas son de oferta, que actúan por el lado de la oferta», cuando lo que desacelera el crecimiento de la economía es un problema de demanda. ¿Será posible contrarrestar la caída de la demanda por nuestras exportaciones con medidas que actúan por el lado de la oferta? ¿Se dará cuenta el ministro de este absurdo económico?  La desaceleración económica no se debe a la presencia de restricciones de oferta, sino a restricciones de demanda. Las expectativas pesimistas de los inversionistas tienen que ver con el comportamiento futuro de la demanda externa. Disminuyen sus inversiones porque el comportamiento que esperan les indica que no podrán obtener retornos altos sobre su capital. Cuando el pesimismo sobre el comportamiento futuro de la demanda está a la orden del día, como ocurre ahora en la lógica del actual estilo de crecimiento, los inversionistas evitan arriesgar.

De lo que se trata entonces es de cambiar la fuente de demanda del crecimiento y esto, como afirmó el presidente de la SNI, significa abandonar nuestra dependencia «de los productos primarios y de su exportación».

A modo de conclusión

Hay que señalar, además, que todas las medidas anunciadas están en línea con el carácter extractivista del modelo económico y político neoliberal. Perdonar deudas tributarias por 20 mil millones de soles es una pésima señal a los contribuyentes que cumplen con todas su obligaciones y debilita más las instituciones por el riesgo moral que genera. Reducir sobrecostos laborales flexibilizando la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, favorece la conducta rentista-extractivista, contraria a la innovación y al aumento de la productividad. Reducir los plazos de los estudios de impacto ambiental atenta contra los derechos de las poblaciones nativas y fomenta el extractivismo económico. Ninguna de estas medidas permitirá construir un Estado menos clientelista; tampoco fortalecerá el sistema fiscal y, ciertamente, no profundizará la democracia y no hará nada para reactivar la economía. Castilla y Humala, al igual que García, son los puntales del extractivismo político y económico en nuestro país.




Publicado en el Diario La Primera, el sábado 22 de junio

Saturday, June 14, 2014

Industrializar para diversificar con un tipo de cambio real alto

Las políticas neoliberales de las últimas dos décadas han exacerbado los problemas históricos del subdesarrollo de Perú, en lugar de resolverlos: una estructura productiva heterogénea con escaso desarrollo industrial y una canasta exportadora dominada por los productos primarios. Precisamente durante los años del neoliberalismo, la canasta exportadora de Perú se hizo menos diversificada y, por lo tanto, más concentrada en productos primarios: el «índice de Herfindahl-Hiirschman» que mide el grado de diversificación de productos de la canasta exportadora pasó de 0.33 en 1990, a 0.28 en 2000 y a 0.27 en 2010. (Bolivia pasó de un índice de 0.42 en 1990 a 0.46 en 2010). El escaso desarrollo industrial que revela esta canasta, concentrada en productos primarios, se expresa, además, en una baja participación de las exportaciones con alto valor agregado en las exportaciones manufactureras: 7% en promedio en el periodo 1990-2010, por debajo de Paraguay (9%), de Bolivia (11%) y de Ecuador (18%). El reducido valor agregado en las exportaciones manufactureras, revela, además, su escasa capacidad competitiva en los mercados internacionales. El «índice de rendimiento industrial competitivo modificado (IRICM)» que expresa el desempeño competitivo de la industria manufactura de Perú con relación a otros países, pasó de 0.24 en 1990 a 0.36 en 2010, pero se encuentra muy por debajo de Chile  (0.50), de México (0.70) y de Brasil (0.72) (véase Torres y Gilles, 2013).
 
Para cambiar esta situación y con ello el actual estilo de crecimiento y acumulación de capital, es necesario diversificar el aparato productivo, pero los ejes de esta diversificación deben ser el desarrollo industrial manufacturero y la modernización de la agricultura.
 
Política cambiaria como política de industrialización
 
La liberalización comercial y financiera, por un lado, y el apreciación del tipo de cambio real, por otro, configuran un escenario contrario al desarrollo de la producción manufactura y, por lo tanto, de transables internacionalmente. Este es el escenario que predominó en casi todos los años de neoliberalismo en Perú, con excepción del breve período 2002-2006, durante los cuales se impidió la caída del tipo de cambio real. Aumentaron las exportaciones durante los últimos años de alto crecimiento económico, pero básicamente por el impulso proveniente de los altos precios de los minerales. Por su parte, los efectos positivos del crecimiento de las exportaciones no-tradicionales, fueron más que compensados por la masiva penetración de importaciones que desplazó a la producción manufacturera local.
 
Por las razones anteriores, no hay manera de contrarrestar el actual enfriamiento económico ---causado por la desaceleración de la economía internacional (en especial de China) y el fin de la tendencia creciente de los precios de los commodities— sino se opta por políticas de industrialización de nuevo tipo. Una de estas políticas –-la más importante en la coyuntura actual--, es una política cambiaria que dé certidumbre a los productores manufactureros y agro-industriales y que los haga competitivos en los mercados internacionales. Esta es la política de tipo de cambio real estable y competitivo, que debe sustituir a la actual adoptada por la autoridad monetaria y que ha permitido la reducción sistemática del tipo de cambio real, no obstante tener una regla de intervenciones cambiarias esterilizadas.
 
El papel del tipo de cambio en Chile y México
 
Hay experiencias exitosas de países que optaron por un tipo de cambio real alto y estable. Son conocidos los casos de algunos países del Este del Asia y de China, pero que también utilizaron, entre otras, las políticas comerciales de protección temporal para sus industrias nacientes. Sin embargo, son más ilustrativas las experiencias ocurridas en la región de Latinoamérica, precisamente en las décadas de predominio de las políticas neoliberales.
 
Tenemos el caso de Chile que optó por la liberalización comercial, pero que desde 1982 hasta fines de los noventa, lo acompañó con un tipo de cambio real alto y con restricciones a los movimientos de capital de corto plazo. Entre 1982 y 1988 el peso chileno se depreció en casi 120%. Sobre el crecimiento excepcional de sus exportaciones, Ffrench-Davis (2004) dice: «tan notable desempeño estuvo asociado, durante las últimas dos décadas, a políticas heterodoxas más bien activas que procuraron preservar un tipo de cambio real competitivo y generar capacidad exportadora, en contraste con la implantación, únicamente, de reformas económicas ortodoxas, como ocurrió en los setenta».
 
El otro caso es el de México con un Tratado de Libre Comercio y reformas neoliberales. Después de la crisis de 1994-1995, se inició un proceso de recuperación de su economía que coincidió con el ciclo expansivo de la economía norteamericana, pero que fue impulsado fundamentalmente con un tipo de cambio real alto «heredado de los ajustes cambiarios que ocurrieron durante la crisis. Esta feliz combinación de factores se revierte a principios de siguiente década (2000-2010), cuando reaparece la tendencia a la sobrevaluación cambiaria y se produce la recesión de la economía de los Estados Unidos» (Ros, 2004). México, como Chile, tiene ahora una canasta exportadora más diversificada con productos manufacturados, que le ha dado –-como dice Ros— mayor flexibilidad y capacidad de respuesta a las fluctuaciones de los mercados financieros y del comercio internacional.
 
A modo de conclusión
 
Un tipo de cambio real alto y competitivo, es, en la coyuntura y el grado de desarrollo actual de Perú, uno de los instrumentos fundamentales de industrialización y, por lo tanto, de diversificación de su capacidad productiva y de su canasta exportadora.
 
 
 
Publicado en el Diario La Primera el sábado 14 de junio.

Saturday, June 07, 2014

«Diversificación productiva»: ejes del «gatopardismo» neoliberal

El cambio del actual estilo de crecimiento presupone la transformación de la estructura productiva, esto es, la expansión y modernización de los sectores agrícola, manufacturero y de servicios transables. Cuando cambie la composición de lo que produce nuestro país, inexorablemente cambiará la composición de sus exportaciones y su participación, como economía abierta, en el comercio mundial. La pregunta entonces es: ¿cómo efectuar esta transformación productiva? Los que dicen que un eje de la «diversificación productiva» es la inserción de empresas nacionales en las cadenas globales de valor para «ampliar la canasta exportadora», nos hipotecan a sus principales actores: las grandes empresas trasnacionales cuyas estrategias impactan en los flujos de comercio internacional. Estas empresas deciden las estrategias en todas las etapas de las redes globales de producción y, por cierto, no aseguran su articulación con la economía interna, por lo que sus efectos distributivos y sus impactos sobre el desarrollo no son evidentes (Kosacoff y López, 2008). Además, la dinámica de la innovación se sitúa básicamente fuera de las fronteras de los países, limitando así los impactos de la cadena exportadora sobre el resto de la economía (Cimoli, 2005).
 
La carrera hacia el fondo (Race to the Bottom)
 
Por otro lado, una incorporación relativamente exitosa en las cadenas globales de valor, no es necesariamente durable porque pueden surgir nuevas y más atractivas fuentes de producción en países en desarrollo que ofrecen costos laborales y de insumos más bajos. La globalización ha hecho que los eslabones de la cadena puedan relocalizarse, y la posibilidad de hacerlo es mayor con la exacerbación de la competencia entre productores y exportadores de manufacturas intensivas en trabajo: todos tratan de contener los costos desregulando mercados para mantenerse atractivos a las inversiones extranjeras y empresas transnacionales. Este tipo de competencia, conocida como «a race to the bottom» (una carrera hacia el fondo) (Palley, 2011), ha conducido al estancamiento de los salarios reales, al deterioro de las condiciones de vida de las mayorías y a la política del «perro del hortelano» que deteriora el medio ambiente y perjudica a las poblaciones nativas. La carrera hacia el fondo es, entonces, consustancial a la constitución de las cadenas globales de valor. 
 
En esta lógica de la globalización se propone como segundo eje de la «diversificación productiva», la eliminación de «sobrecostos y regulaciones inadecuadas para incrementar la rentabilidad y la inversión de las empresas». Se trata –dicen sus autores- de «perfeccionar la regulaciones en las áreas laboral, salud y medioambiental».
 
Sabemos que con el desmantelamiento de los estándares regulatorios en las dos décadas de neoliberalismo,  se estancaron los salarios reales, aumentaron notoriamente las tarifas públicas (teléfono, electricidad, etc.), y se reprodujo una estructura del empleo de baja calificación y productividad. El 71% del empleo se ubica en empresas «De 1 a 10 personas», donde el ingreso promedio mensual es de 938.3 soles. De otro lado, el 68.4% del empleo tiene primaria y secundaria, y sólo el 16.5% tiene educación universitaria. La estructura productiva, por lo tanto, también está dominada por actividades de baja productividad y altamente intensivas en trabajo poco calificado (comercio, servicios, construcción y agricultura, que explican el 81.3% del PBI y el 87.7% del empleo).
 
Bajo estas condiciones internas, y apoyándose en mayores desregulaciones y reducciones de costos laborales, se pretende insertar las unidades productivas nacionales a las cadenas globales de valor. ¿Ayudará esto a superar las fallas estructurales de la economía peruana? No lo sabemos, pero el momento para hacerlo tampoco es oportuno. La crisis de las economías de los países del centro limita la posibilidad de sostener el crecimiento económico participando en redes globales de valor. 
 
El eje de la expansión de la productividad
 
Los autores de la propuesta de «diversificación productiva» le adicionan como tercer eje la expansión de la «productividad en todos los sectores, mediante difusión tecnológica, apoyo al desarrollo de clústeres, implementación de parques industriales, desarrollo de proveedores y diagnósticos regionales». La concepción de la productividad que está en la base de esta propuesta, es estática y exógena al estilo de crecimiento y acumulación de capital. Por ello no se menciona a la industrialización en la propuesta de «diversificación productiva».
 
La expansión de la productividad es un macro-fenómeno fundamentalmente endógeno, cuando el crecimiento es liderado por las actividades industriales. Es un subproducto de un patrón de acumulación de capital y del crecimiento del PBI –-dice Ros, 2013— como consecuencia del progreso técnico incorporado, de la presencia de rendimientos crecientes a escala y, especialmente en países en desarrollo, del rol de las ganancias de productividad derivadas de la reasignación de la fuerza de trabajo entre sectores. La generación de rendimientos crecientes se asocia a la industria manufacturera porque en ésta  las posibilidades de diferenciación y de surgimiento de nuevos procesos y productos no tiene límites –al igual que los cambios en la organización social de la producción--, pero además porque el dinamismo de los otros sectores productivos es el resultado del dinamismo industrial (Jiménez, 1999).
 
A modo de conclusión
 
Los tres ejes de la «diversificación productiva» analizados, son propuestas de cambio para que todo siga como está. Es el «gatopardismo» neoliberal, pues su máximo exponente ha dicho con claridad que su propuesta de «diversificación productiva no quiere generar cambios en los principios del modelo económico».
 
 
Publicado en el Diario La Primera, el sábado 7 de junio.