Los argumentos a favor de la «ley
Pulpin», son inverosímiles. Se dice, por ejemplo, «que la mayor flexibilización
laboral favorece el crecimiento del empleo; que para disminuir la informalidad
hay que reducir los mal llamados “derechos laborales”; y, que la susodicha ley
apunta justamente en esta dirección». Este es el argumento de los neoliberales
criollos. Afirman que los que critican la ley, le están diciendo a los jóvenes «mira
papito, si no tienes derechos, mejor no trabajes, quédate jugando Play Station
en tu casa».
Hay otros más indoctos que sostienen que
«la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del Estado en campos como
la diversificación productiva y que en esta lógica se considera que parte de la
solución al problema de la informalidad pasa por reducir algunos beneficios
laborales de manera temporal, hasta que los niveles de productividad del
trabajador sustenten un mayor acceso a ingresos y derechos». Creen que esta «es
la manera de aproximarse al verdadero objetivo de la norma: mejorar la
productividad del trabajo».
Derechos laborales e informalidad
Los dos enfoques aceptan que la causa
de la informalidad es la existencia de derechos y beneficios laborales. Creen
por eso que la «ley Pulpin» aumentará la demanda de trabajo y, dado que hay un
alto desempleo entre los jóvenes, aumentará el empleo formal.
Este es un argumento estático. No toma
en cuenta el papel de la acumulación de capital que es la que en última
instancia le pone un límite a la demanda de trabajo por parte de las empresas.
Hay desempleo involuntario porque la tasa de acumulación de capital se estanca o
se desacelera. Y, en países como el nuestro, cuando la tasa de acumulación de
capital no crece de manera suficiente para absorber la creciente oferta de
trabajo, los que buscan trabajo se emplean en actividades de baja productividad
y calificación o, en su defecto, se crean un empleo para sobrevivir.
Los neoliberales tampoco toman en
cuenta que la flexibilidad del mercado de trabajo no asegura el aumento del
empleo si en la economía existen empresas que pagan salarios reales de
eficiencia, precisamente para evitar pérdidas que le ocasionaría la consecuente
caída de la productividad si pagaran un salario real menor. Y, también en este
caso la dinámica de la demanda de trabajo depende de la tasa de acumulación de
capital. Hay desempleo involuntario en la economía (o hay subempleo e
informalidad), porque no hay demanda creciente de empleo; y, no hay demanda
creciente de empleo, porque no crece a tasas adecuadas la acumulación de
capital.
¿Por qué más del 70% del empleo sigue
siendo informal si desde los años noventa se inició la flexibilización laboral?
¿Es acaso la «ley Pulpin» la primera reforma neoliberal en el mercado de
trabajo? Hace cerca de 12 años se introdujo el régimen laboral de la
microempresa (sin gratificaciones, sin CTS, sin asignación familiar, y con solo
15 días de vacaciones), precisamente allí donde el 95% de los trabadores son
informales. Sin embargo, este régimen mantuvo en la práctica la tasa de
informalidad. Según estadísticas oficiales se formalizaron menos del 5% de los
trabajadores en 12 años.
La informalidad y la baja
productividad
Los que adhieren al segundo enfoque
reproducen el mismo argumento neoliberal: la reducción de la informalidad pasa
por la disminución de derechos y beneficios laborales. Pero, afirman, solo
hasta que el aumento de la productividad «sustente un mayor acceso a ingresos y
derechos». Sus voceros repiten lo que se dice en el segundo y tercer ejes del
llamado plan de diversificación productiva (Eliminación de sobrecostos y
regulaciones inadecuadas, y Expansión de la productividad), para concluir que
la ley es beneficiosa porque es parte de este plan. Semejante argumentación
linda con la necedad. (Véase mi artículo del 07-06-14: «Diversificación
productiva»: ejes del «gatopardismo» neoliberal).
Los autores del plan de
diversificación productiva creen que la baja productividad se debe a las
elevadas tasas de informalidad laboral causadas por fallas de mercado y
distorsiones en la política laboral. Sin con menores derechos y beneficios laborales
(distorsiones) disminuye la informalidad, entonces los menores derechos y
beneficios deben ser la base del incremento de la productividad. En esta visión
estática, la informalidad y la productividad son exógenas al estilo de
crecimiento y acumulación de capital. No hay critica al modelo neoliberal por
más que se diga que la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del
Estado para diversificar el aparato productivo, y que el enganche es la
capacitación.
No entienden que la tasa de
acumulación de capital y el crecimiento de la productividad no son
independientes entre sí. El desempeño de la productividad depende del ritmo y
manera cómo se acumula capital y cómo se crece. Los neoliberales y los indoctos
del plan de diversificación productiva creen que se requieren reformas
microeconómicas para impulsar el crecimiento de la productividad, al margen de
la tasa de crecimiento de la capacidad productiva per cápita.
Como señalan los teóricos del
desarrollo, la tasa de crecimiento de la productividad es una función directa
de la tasa de crecimiento del capital per cápita «porque las innovaciones
técnicas que aumentan la productividad del trabajo usualmente requieren el uso
de más capital por trabajador y porque la tasa a la cual una economía puede
absorber las invenciones e innovaciones del pasado que todavía están sin
explotar está limitada por su tasa de acumulación de capital» (Ros, 2013;
Kaldor, 1976 y 1981).
A modo de conclusión
Entre 1990 y 2013 el stock de capital
per cápita aumentó 26.9%, mientras que el empleo total lo hizo en 96%. Esta es
la razón por la cual los sectores de alta productividad no fueron capaces de
absorber a la creciente fuerza de trabajo, y la explicación de por qué parte
importante de esta fuerza de trabajo se ubicó en los sectores de servicios de
baja productividad y donde se encuentra el grueso de los trabajadores
informales. Asimismo, ese ritmo relativamente bajo de acumulación de capital per
cápita limitó la velocidad de las innovaciones y la absorción de nuevas
tecnologías, dando lugar a un bajo crecimiento de la productividad.
Artículo que será publicado en el Diario UNO, el sábado 27 de diciembre