Friday, December 30, 2005

Balance macroeconómico: a Dios lo que es de Dios

Dos brillantes amigos acaban de realizar un balance económico del quinquenio. Uno de ellos, Pedro Francke, lo hace identificando méritos y deméritos, para, con el buen corazón que le caracteriza, «darle al César lo que es del César». Mientras que el otro, Elmer Cuba, lo hace para defender el llamado «modelo neoliberal» y reclamarle al BCRP que suba su tasa de referencia para minimizar la volatilidad cambiaria, «en lugar de buscar culpables en inversionistas institucionales» como las AFP.

Estoy totalmente en desacuerdo con las hipótesis que ambos defienden. Para Pedro, «el crecimiento económico se debe al contexto internacional y no a la política neoliberal de PPK». Si las buenas condiciones internacionales se hubieran acompañado con buenas políticas, dice, el crecimiento hubiera sido mayor que el de los países emergentes y en desarrollo. Por otro lado, señala que la baja inflación, «la más baja del mundo y de nuestra historia», y las bajas tasas de interés, se deben al BCRP y no a PPK. Además, anota que los spreads del sistema bancario aumentaron en lugar de disminuir, porque la SBS no fomentó la competencia ni defendió los intereses del público.

Ciertamente estoy de acuerdo en que el éxito económico de los últimos años no puede asociarse a PPK ni a la SBS. Ambos remaron contra el crecimiento y la estabilidad económica. El primero no hizo nada para reformar el sistema tributario, para mejorar la calidad del gasto y para crearle mayor espacio a la inversión pública. Continuó con la misma política fiscal procíclica que hizo caer dramáticamente la inversión pública. Asimismo, ambos, PPK y la SBS, creyendo que «lo que es bueno para las AFP es bueno para el país», alentaron ataques especulativos contra nuestra moneda, y se enfrentaron al Directorio del BCRP, una de las instituciones más respetadas del país.

Pero no estoy de acuerdo con Pedro en separar la política monetaria del crecimiento económico. En una economía abierta y de mercado, la estructura de precios relativos desempeña un papel fundamental en la asignación de recursos. Y el tipo de estructura de estos precios, que ha favorecido a la inversión privada local y a los sectores productivos no primarios, fue configurado precisamente por la «nueva» política monetaria: bajó la inflación, bajaron las tasas de interés y no se permitieron bruscas fluctuaciones del tipo de cambio. A esto hay que añadirle la competencia del mercado de capitales cuya expansión fue impulsada por el mercado de deuda pública en soles, y la relativa reducción de los riesgos de refinanciamiento y de mercado de la deuda pública.

Por otro lado, para Elmer el crecimiento económico, la baja inflación y el superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos se debe al contexto internacional, al MEF y al BCRP. Él, a diferencia de Pedro, dice que los resultados habrían sido mejores «con otros políticos en el poder y en el Congreso y las mismas autoridades económicas». Elmer considera que las políticas monetaria y fiscal son parte del «modelo neoliberal» que defiende. Pero esto no es verdad. La tecnología de la administración de pasivos públicos, el desarrollo del mercado doméstico de deuda interna y el nuevo esquema institucional de la política monetaria, todos factores importantes que explican el crecimiento económico, no pueden considerarse parte de ese modelo. El keynesiano John. B. Taylor quizá sólo sonreiría si le dijeran que el régimen de metas de inflación y su regla monetaria, son parte de la ideología neoliberal del Consenso de Washington.

Además del BCRP, podemos agregar el contexto internacional como responsables de los buenos resultados económicos. Pero la inclusión del MEF, merece mayor explicación. Elmer lo hace porque este año «el déficit fiscal podría ser nulo». Él sabe, sin embargo, que esto tiene que ver con la caída de la inversión pública y con la incapacidad de gasto de la burocracia regional y local. Por lo tanto, felicitarse por un déficit nulo revela un fundamentalismo neoliberal que desprecia la inversión pública (en un país con un déficit descomunal de infraestructura) y que, por lo mismo, tampoco le importa la creación de mercados internos y el estímulo a la inversión privada local. Por eso, nada hizo PPK para revertir la caída de la inversión pública y menos para mejorar la capacidad de gasto de las regiones y municipalidades.

Finalmente, Elmer, luego de afirmar que hay un quiebre en la política monetaria (el BCRP habría dejado la meta de inflación por la meta de minimizar la volatilidad cambiaria), recomienda subir la tasa de referencia. No estoy de acuerdo. Primero, porque no hay tal quiebre. La regla de las intervenciones cambiarias es parte de la triada que conforma el nuevo esquema de política monetaria (los otros son la meta inflacionaria y la regla monetaria a la Taylor); y, la operación con una u otra regla o con ambas, depende de las circunstancias internas y externas. Segundo, porque su recomendación no tiene sustento. Sería bueno releer a Keynes y a Hicks para entender que en la realidad existe una estructura de tasas de interés: hay de corto, de mediano y de largo plazos, y comparadas con las de los títulos extranjeros, sus diferencias no tienen siempre el mismo signo. Los que no entienden esta realidad abogan por la convergencia con la tasa de la FED y quieren convencernos, al igual que los «dolarizadores» de antes, que en una economía abierta no hay suficientes grados de libertad para una gestión monetaria independiente de la del FED norteamericana.

Gestión, Diario de Economía y Negocios

Thursday, December 29, 2005

Perú: ¿el fin de la hegemonía neoliberal? (final)

En materia de salud seguimos atrasados: los hospitales no han renovado su equipo ni han incrementado su capacidad para atender la demanda creciente. Pero en medio de este panorama desolador, por primera vez en la historia moderna del Perú, la economía y el empleo crecen más en provincias; y la pobreza disminuye, muy poco es verdad, pero más allí donde el neoliberalismo meteco envileció la moral de los excluidos.

Estos problemas sociales constituyen la herencia pesada del fujimorismo y, ciertamente, también su límite social que hoy, con la aparición en el escenario político de un discurso y movimiento nacional y popular, se convierte en su límite político, en el inicio del fin de la hegemonía política del neoliberalismo. Y, por la dialéctica de los procesos sociales, en ese límite del neoliberalismo se encuentra la base social de aquel movimiento que tiene la obligación de soldar la democracia con el desarrollo nacional y de refundar la política mediante una agenda de crecimiento integrador del país. En el Perú actual, lo dijimos hace ya varios meses, esto implica basar la concepción del desarrollo nacional en ese nuevo modo de crecer y acumular capital.

Valor moral de la política

Pero para que no se trunque esta nueva oportunidad de desarrollo nacional integrador, hay que culminar la transición política hacia la democracia, practicando la decencia y combatiendo la indecencia. La transición política a la democracia se pervirtió durante el gobierno de Toledo. Este alimentó la práctica del cinismo como forma de negación de su fujimorismo en todos aquellos que apoyaron al dictador o actuaron como sus cómplices. El país necesitaba de una cura moral, de la práctica de la decencia como el "supremo valor moral en toda clase de relación –personal, social, política y profesional". Sin embargo, nada de esto ocurrió, pues en el propio seno del gobierno de Toledo se ubicaron aquellos que colaboraron con el sátrapa, que practicaron la hipocresía o afectaron sin pudor los intereses nacionales. El típico operador del fujimorismo económico y político es el primer ministro actual. Es el que dijo que "la economía crece porque se mantiene lo bueno del fujimorismo". Y, es el mismo que apela a la ética para criticar la licencia, totalmente legal, de Gonzalo García Núñez, candidato a la primera vicepresidencia en la plancha de Ollanta Humala. Ese operador del "fujimorismo", hoy encarnado por el partido Unidad Nacional, ese "experto en negocios", que imagino no conoce las fronteras de lo nacional, sabe que está infringiendo la ley y la moral, pues como primer ministro del gobierno tiene la obligación de garantizar la pulcritud del proceso electoral. Los adjetivos que usó contra García Núñez nos parece la revelación de que los "plagiarios" como él ya sienten el fin, ahora en la política y en la moral, de la hegemonía neoliberal.

Diario La República

Wednesday, December 28, 2005

Perú: ¿el fin de la hegemonía neoliberal? (I)

El propósito de este artículo no es analizar los cambios en el escenario político de la región y su influencia en nuestro país. Ciertamente estos cambios tienen importancia, y bastante; pero, para ponderar su efecto dentro de nuestras fronteras, es preciso evaluar lo que ha ocurrido y está ocurriendo en nuestro país en los últimos cinco años, es decir, en el período posterior a la década fujimorista del envilecimiento. Es este el objetivo de este artículo. Empezaremos dando cuenta de los cambios en la economía y terminaremos describiendo lo que está en germen en el campo de la política y la moral.

Fujimorismo y economía

El fujimorismo económico utilizó la apertura indiscriminada del comercio y el atraso cambiario como instrumentos antiinflacionarios. Su política monetaria alentó la dolarización del sistema financiero y su política fiscal procíclica conspiró contra la inversión pública.

Los neoliberales de los noventa tuvieron la suerte de contar con un escenario internacional, con el clima y con flujos de inversión extranjera que favorecieron el crecimiento de la producción primaria. Por su parte, la producción de no transables –como la del sector construcción– se expandió con el relativo abaratamiento del crédito por la masiva entrada de capital extranjero de corto plazo en forma de pasivos internacionales del sistema bancario. Así se reprimarizó y dolarizó la economía, haciéndola más vulnerable a los shocks externos.

La hegemonía de este modelo económico terminó cuando, al disminuir la liquidez por efectos de la crisis financiera internacional de 1998-1999, la economía entró en recesión. La presión al alza del tipo de cambio y el encarecimiento del crédito afectaron la capacidad de pago de las empresas endeudadas en dólares y con ingresos en soles, poniendo al sistema financiero dolarizado al borde de una crisis general de deuda.

Con la ruptura de la "cadena de pagos", el modelo económico neoliberal entró en una crisis terminal que reveló sus límites tanto en el patrón de acumulación y estructura del aparato productivo configurados por las políticas neoliberales, como en la inoperancia de su política macroeconómica para combatir la recesión económica.

Con el triunfo de la democracia surgió una nueva manera de crecer y acumular capital impulsado por una nueva política macroeconómica. En mayo del 2002 el BCRP introdujo un nuevo esquema institucional de política monetaria que contribuyó a modificar la estructura de precios relativos a favor de la producción no primaria orientada al mercado interno y externo.

El MEF implementó un programa de reperfilamiento de la deuda externa y un programa de desarrollo del mercado de deuda pública doméstica, tanto para asegurar la sostenibilidad de las cuentas fiscales reduciendo sus riesgos de mercado y refinanciamiento, como para fortalecer el círculo virtuoso entre el ahorro, la inversión local y el crecimiento económico mediante la expansión del mercado de capitales en moneda local. Todo esto se hizo sin la participación, directa o indirecta, del ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski y a contrapelo de su conspiración contra la nueva política macroeconómica.

Para muestra, un botón: en febrero del 2002 él aumentó el riesgo de refinanciamiento de la deuda pública, al sacar del mercado bonos Brady con tasas de interés bajas y que vencían en los años 2017 y 2022, y colocar, en su lugar, bonos globales con tasas de interés más altas y que vencen en el 2012. Además, desde que empezó su segunda gestión como ministro de Economía, hizo y aún sigue haciendo lo posible para cambiar la correlación de fuerzas en el directorio del BCRP apelando a la ética que él no practica.

Sobre el neoliberalismo

El patrón de crecimiento actual, lo hemos dicho, es distinto al neoliberal porque está creando mercados internos; está incorporando al mercado a la población pobre y provinciana del país; está avanzando hacia adentro sin cerrarse al mundo y sin crear déficit externos ni presiones inflacionarias; ya no es adicta al dólar; y, su financiamiento no depende de los flujos de capitales extranjeros. Pero, debido al corto período de crecimiento (52 meses) no han aumentado significativamente los puestos de trabajo ni ha mejorado la calidad del empleo; tampoco han aumentado los ingresos. La calidad de vida de la mayoría de la población no ha mejorado, el sistema educativo está en crisis. (Continúa mañana).

Diario La República

Friday, December 16, 2005

¿Quiénes especulan contra nuestra moneda?

No es sorprendente que la incertidumbre política revelada por los resultados de las recientes encuestas electorales, haya provocado, al inicio de esta semana, una disparada del dólar. El capital, sobre todo el extranjero y en mercados emergentes como el nuestro, es sensible a este factor de corto plazo. La experiencia de la región demuestra, sin embargo, que esta sensibilidad es significativa en procesos electorales que se desarrollan en medio de una recesión y de pronunciados déficit externo y fiscal. Pero, como esta no es la situación de nuestro país (la economía está en pleno crecimiento, los precios de las materias primas están en sus picos históricos, el superávit de la balanza comercial sobrepasa los 4 mil millones de dólares, es decir, supera el 5% del PBI), sorprende, y mal, que algunos intermediarios financieros locales cuyos negocios se basan en los depósitos del público, estén acelerando sus compras de dólares o alentando su rápida acumulación desde que se divulgaron los resultados de las encuestas el domingo pasado. Ellos se están sumando a los bancos de inversión extranjeros (J.P. Morgan, UBS, Barclays Bank), cuyos comentarios sobre la «posible no continuidad de la política económica» han hecho subir el riesgo país en más de 35 puntos básicos.

Precisamente por la cercanía del proceso electoral, era inconcebible que las AFP iniciaran la especulación contra el sol con el artilugio de los bonos estructurados y el padrinazgo de la SBS. En julio de este año el tipo de cambio se encontraba en 3.254 soles y, por obra y gracia de dicho artilugio, subió en noviembre a 3.415 soles y hoy se encuentra en 3.44. Hubiera aumentado más si el Banco Central (BCR) no hubiera salido a vender 80.5 millones de dólares. Afortunadamente acumuló reservas para enfrentar estos ataques contra nuestra moneda y contra la estabilidad y el crecimiento económicos.

En los últimos cuatro meses el sol se depreció en 4.95%, no obstante los bajísimos niveles de inflación, los significativos superávit comerciales, el crecimiento sostenido del PBI, y los diferenciales positivos entre las tasas de interés en soles y en dólares de los bonos de largo plazo, domésticos y extranjeros, respectivamente. De no haber ocurrido la depreciación provocada por las AFP, el aumento del tipo de cambio en 0.73% achacable al inicio del «ruido electoral», habría situado el precio del dólar en cerca de 3.28 soles.

«Los hechos no necesitan la fe, porque son evidencias; las interpretaciones sí, porque son conjeturas, para las cuales rige el principio de la verosimilitud», dice el notable psiquiatra Castilla del Pino. En su «respuesta» al BCR», la SBS afirma que las AFP no generan «hipo» cambiario. Sin embargo, el hecho es que la significativa subida del tipo de cambio coincidió con la compra de bonos estructurados y que esta compra, por los millones de dólares que involucró, repercutió en el mercado cambiario que mueve apenas 60 a 80 millones de dólares diarios. Entre enero y julio de este año la compra neta de dólares de las AFP a la Banca fue negativa (-47 millones de dólares). Durante este mismo período el tipo de cambio se situó entre un mínimo de 3.254 soles y un máximo de 3.267 soles. Pero, entre agosto y los primeros 13 días de este mes, las compras netas de dólares de las AFP a la Banca sumaron 468 millones; y, justamente fue en este período que el tipo de cambio aumentó sostenidamente hasta alcanzar los 3.44 soles. El lector debe saber, además, que, para evitar una escalada mayor, el BCR vendió en estos meses 184 millones de dólares billete y 180 millones de dólares en certificados indexados al tipo de cambio (CDRs) a plazos de 3 meses, 6 meses y un año. Estos papeles son buenos sustitutos de los dólares billete justamente para intermediarios financieros de gran tamaño como las AFP. Además, aumentó su tasa de referencia en 25 puntos básicos.

Frente a estos hechos irrefutables, la SBS sólo hace una conjetura inverosímil. Su preocupación por la rentabilidad y diversificación de las inversiones de las AFP para favorecer a los futuros pensionistas, es también sólo una afirmación, pues no hizo nada para disminuir el nivel de las comisiones ni hizo ni hace nada para estimular la ampliación y profundización del mercado doméstico de capitales. Lo que es peor, nos pide creer que la compra de bonos estructurados, con 51% de bonos locales y 49% de bonos internacionales, no afecta el límite operativo de la inversión en el exterior de las AFP. El portafolio en dólares de las AFP como porcentaje de su portafolio total, subió de 41.5% (promedio de enero a julio), a 45.4% (promedio de agosto al 2 de diciembre de este año). Por los hechos mencionados, no cabe duda que la SBS está participando directamente en la violación del citado límite y, ciertamente, está estimulando la especulación contra el sol en plena «incertidumbre político-electoral». A su postura inverosímil se suma el descaro del gerente de inversiones de la AFP Integra. Este le pide al BCR «vender dólares con la misma firmeza con que compraron cuando el sol se apreciaba». Es como si el incendiario presionara al bombero, en pleno incendio, para que eche más agua mientras él sigue avivándolo.

Gestión, Diario de Economía y Negocios

Thursday, December 08, 2005

TLC y Mercado Interno

Los que desean que se firme a toda costa el TLC sostienen –sin revelar su modelo o método de cálculo-- que el beneficio para el país en crecimiento y empleo sería mayor que sus costos. No sabemos si toman en cuenta el carácter subdesarrollado y heterogéneo de la estructura productiva de nuestro país, para estimar los efectos de la penetración de importaciones en la oferta efectiva interna y en el empleo. ¿Cómo aseguran que el libre comercio conduciría a una especialización óptima? A estos posibles efectos dinámicos negativos hay que agregarles otros como los que se generarían por las concesiones en temas que no son de comercio: en propiedad intelectual (cuyo objetivo es proteger patentes y monopolios farmacéuticos), en los convenios suscritos con la OIT, o en los temas vinculados con la reserva cultural. El propósito de este artículo no es precisamente analizar estos efectos, sino mostrar la importancia del papel del mercado interno en el desarrollo de la productividad y la competitividad internacional.

Globalización

La globalización impulsada por las corporaciones multinacionales es la que está trasladando el énfasis de las políticas económicas desde los mercados internos hacia los mercados externos. En países como el nuestro se impusieron las políticas del Consenso de Washington, que fulminaron los programas y doctrinas de los partidos tradicionales. El gobierno dictatorial fujimorista, con el apoyo de unos y la indiferencia de otros, aplicó estas políticas (financieras, de comercio, de inversión y fiscales y monetarias), de acuerdo a códigos internacionales en nombre de la globalización. La crisis financiera internacional de 1997-1998 reveló, dramáticamente, que estas políticas generaron una economía más vulnerable a los shocks externos y más dependiente del capital extranjero.

El triunfo de la democracia en el 2001 ocurrió sin una concepción de desarrollo para un país más pobre y con una economía desconectada de su geografía y demografía. Pero, «sin querer queriéndolo», se puso en marcha un nuevo modo de crecer distinto al neoliberal, porque está ampliando el mercado interno incorporando a la población pobre y provinciana del país, no es adicto al dólar y no depende de los flujos de capital extranjero. Junto a este proceso desconocido por los políticos tradicionales, hay otro que podría truncarlo, impidiendo el encuentro definitivo de la democracia con el desarrollo nacional. Este es el proceso generado por los que desean exportar nuestros ahorros, por los que no entienden la actual política monetaria, por los lobbies económicos, por los neoliberales patrimonialistas (que aún usufructúan del Estado) y... en fin, por los que «condicionan» el futuro del país a la firma del TLC (¡).

Productividad y Mercado

Estos adhieren a la competencia como palanca del desarrollo, pero olvidan que el objetivo más importante de la competencia es incrementar la productividad y que este objetivo se puede lograr independientemente de las políticas neoliberales de comercio. La literatura especializada muestra que el aumento de la productividad mejora el nivel de vida de la población porque incrementa el producto per cápita, con o sin comercio internacional. De aquí no se deriva una adhesión a la autarquía, sino que el aumento de la productividad no puede ser tratado como fruto de las políticas comerciales que hacen énfasis en el mercado externo y no en el mercado interno. A diferencia de la participación en el comercio mundial, el aumento de la productividad en un país no tiene por qué implicar la disminución de la productividad en otro.

¿Y cómo se aumenta la productividad? El crecimiento de la productividad, decía Adam Smith --el mismo de la «mano invisible»--, está determinado por la extensión y profundidad de la división del trabajo; y esta, por el tamaño del mercado. Un mercado interno en expansión, al generar aumentos en la productividad, también incrementa el consumo y los ingresos de la población. Asimismo, cuando los aumentos en la productividad provienen del crecimiento del mercado interno, acrecientan la capacidad de penetración de la economía en los mercados externos, es decir, su competitividad. No ocurre lo mismo si el mercado es externo. En este caso, los incrementos en la productividad conducen solo a incrementos en la participación en el comercio mundial. Por lo demás, el libre comercio como instrumento de esta última opción puede generar pérdidas (ausencia de beneficios) cuando la especialización no es la óptima. Y, ciertamente, nadie puede decir que es o lo será ---pues tenemos una estructura productiva heterogénea y subdesarrollada--, a menos que sea, como diría Krugman, un internacionalista POP.

Cómo ampliar el mercado

En nuestro país, la poca conexión entre su economía y su geografía y demografía se expresa en un reducido y poco dinámico mercado interno (se convive con extensas áreas de autoconsumo y de recursos naturales no explotados). Los altos costos de transporte que involucra este mercado reducido limita la inversión privada en actividades productivas existentes y nuevas. Para ampliar este mercado se requiere conectar las distintas zonas geográficas y demográficas del país; es decir, se requiere inversiones en infraestructura (puertos, almacenes, carreteras, saneamiento, electricidad y telecomunicaciones y educación) para estimular el surgimiento de nuevas líneas de producción, y aumentar la demanda para la producción existente. Esta es la única manera efectiva y sostenible de multiplicar el empleo y los ingresos, de reducir la pobreza, de mejorar la calidad de vida de la población del país, de aumentar la competitividad y, por lo tanto, de iniciar un crecimiento y desarrollo socialmente integrador.

Diario La República