En
los periodos de auge de las exportaciones primarias --porque sus precios y demanda externa
aumentan--, la abundancia relativa de moneda extranjera (enfermedad holandesa
de tipo I) genera presiones a la baja del tipo de cambio. Estas presiones se exacerban
con la entrada de capitales (enfermedad holandesa de tipo II) atraídos por las oportunidades
financieras que ofrece la economía primario exportadora en crecimiento. Lo
contrario ocurre cuando se estanca la demanda externa y los precios de las
materias primas ya no aumentan. La economía se enfría, la cuenta corriente de
la balanza de pagos se hace deficitaria y se van los capitales generando presiones
al alza del tipo de cambio.
La
actual presión devaluatoria, en plena desaceleración del crecimiento, es,
entonces, un conocido hecho estilizado de la economía primario exportadora. Justamente
por esta razón, la reforma de la política monetaria y cambiaria efectuada en
los años 2001-2002, incorporó la regla de intervenciones esterilizadas en el
mercado cambiario, junto al objetivo de acumulación de reservas internacionales,
para morigerar las fluctuaciones del tipo de cambio. El nuevo esquema de
política cambiaria y monetaria (esta
última, basada en metas de inflación y una regla con la tasa de interés como
instrumento), exigía, para ser eficiente, desdolarizar el crédito bancario y la
deuda pública.
La
notable apreciación monetaria
El
directorio del BCRP presidido por Julio Velarde no aplicó eficientemente este
nuevo esquema de política monetaria y cambiaria. Desde julio de 2006 hasta
enero de 2013, el tipo de cambio real bilateral se redujo en 27%, perjudicando a los
productores de bienes y servicios transables. Velarde expresó más de una vez su
adhesión a la libre flotación cambiaria, por eso dejó que la moneda se
apreciara sistemáticamente hasta que terminó el auge primario exportador.
Cuando
en 2013 se inició la «normalización» de la política monetaria norteamericana
con el anuncio del alza futura de las tasas de interés, la salida de capitales
de nuestra economía se intensificó dando lugar a fuertes presiones al alza del
tipo de cambio. El BCRP no ha logrado revertir esta presión devaluatoria no
obstante que entre el 30 de abril de 2013 y el 11 de mayo de 2015, redujo su
posición de cambio en cerca de 40% (vendió 19,492.54 millones de dólares). La actual posición de cambio del BCRP se
encuentra por debajo de los 30 mil millones de dólares.
La
dolarización de los créditos
Durante
sus ocho años y cinco meses como presidente del BCRP, Velarde hizo muy poco por
desdolarizar los créditos del sistema bancario. Desde el inicio de su gestión
alentó el crédito en dólares al «relajar las regulaciones preexistentes sobre
el encaje en moneda extranjera para las líneas de crédito y al elevar la
remuneración a este encaje». En octubre de 2007 modificó las «normas de encaje
para fomentar el financiamiento externo de largo plazo de los bancos y
desincentivar el de corto plazo». Ello, sin embargo, no impidió la alta dolarización
de los créditos a grandes empresas y corporaciones (59.6%), a medianas empresas
(58.1%), para financiar compra de vehículos (66.5%) y crédito hipotecario
(33.5%).
Esta
dolarización de los créditos obliga al BCRP a impedir la continua subida del tipo
de cambio, porque, de lo contrario, se pondría en peligro a bancos y cajas que
han dolarizado sus créditos. Una crisis bancaria como la de los años 1999-2000
convertiría el actual enfriamiento económico en una franca y prolongada
recesión. Hay que señalar, además, que las presiones al alza del tipo de cambio
continuarán a lo largo de este año y del próximo, porque a partir de setiembre próximo subirán, según lo
anunciado, las tasas de interés en Estados Unidos. Mientras mayores sean las tasas de interés
en Estados Unidos, más capitales saldrán de los países como el nuestro.
Velarde
en su laberinto
En
2014 la tasa de crecimiento del PBI se redujo a 2.4% y no hay signos de una
franca recuperación. El BCRP debería bajar su tasa de interés para reactivar la
economía, pero no lo hace por temor a exacerbar la salida de capitales. En su
lugar está utilizando la tasa de encaje. En un contexto de presiones
devaluatorias aumenta la demanda de dólares y el retiro de los depósitos
bancarios en soles. Por esta razón, las reducciones de la tasa de encaje están
generando escasez de liquidez en el sistema bancario y el consecuente aumento
de la tasa de interés interbancaria.
La
dolarización de los créditos del sistema bancario obliga al BCRP a impedir que
suba más el tipo de cambio. Velarde ha creado, así, su propio laberinto. No
baja la tasa de interés para no exacerbar el alza del tipo de cambio y vende dólares
(reduce la posición del cambio del BCRP) para impedir que suba el tipo de
cambio. Usa dos instrumentos para un solo objetivo, el cambiario. De otro lado, usa la tasa de encaje (la
reduce) para aumentar la liquidez en el sistema bancario y ayudar a la
recuperación de la economía, pero provoca un efecto contrario. Con menores reservas de encaje los bancos enfrentan una escasez de
liquidez frente a la demanda en aumento de retiros de los depósitos en moneda
nacional, lo que da lugar a un incremento de la tasa interés interbancaria, y,
consecuentemente, a un encarecimiento del crédito precisamente cuando se
requiere abaratarlo.
A
modo de conclusión
Velarde,
«el mejor banquero central de América Latina», dice que para bajar la tasa de interés de referencia y así
abaratar el costo de los créditos en soles, «tiene que darse un escenario en
que el tipo de cambio esté calmado».
Publicado en el Diario UNO, el sábado 23 de mayo