En
su editorial del sábado 23-01-2016 el diario El Comercio pide que los
candidatos presidenciales y sus equipos económicos se «concentren en garantizar
el retorno a la estabilidad de la moneda y el saneamiento de las cuentas del Tesoro.
Debe ser prioridad –sentencia—la lucha frontal contra la inflación». Lo que
hace después es repetir lugares comunes de cierta ortodoxia ideológica como
receta macroeconómica. Dice NO a las políticas de estímulo económico y aconseja
«concentrarse en los fundamentos de la economía». Es decir, laissez faire laissez passer para no
generar distorsiones en el funcionamiento del mercado.
En
el difícil e incierto contexto externo «no hay margen para las políticas
aventureras sobre el crédito, la moneda o las cuentas fiscales», pontifica el
decano de la prensa, cuya posición de domino es contraria a su dogma del libre
mercado. De acuerdo con este editorial tenemos que entender, entonces, que la
inflación de 4.4% y el déficit fiscal de 2.0% que se registraron en el año
2015, son el resultado de intervenciones estatales que distorsionaron el libre
funcionamiento del mercado.
El
origen de la actual coyuntura macroeconómica
Lo
que el escribidor del editorial de El Comercio ignora es que la coyuntura
macroeconómica actual es el resultado de una gestión apegada al dogma
neoliberal de las políticas monetaria, cambiaria y fiscal. Desde la gestión de
Alan García el directorio del Banco Central presidido por Julio Velarde, gestionó
de manera ineficiente las reglas de política monetaria (tasa de interés de
referencia) y cambiaria (intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario).
Dejó
que se dolarizara el crédito doméstico (hay todavía un porcentaje cercano al
30% de este crédito en dólares), y ahora se preocupa del impacto en la
morosidad bancaria del aumento del tipo de cambio. Dejó que disminuyera
sistemáticamente el tipo de cambio perjudicando a las actividades exportadoras
no-primarias, y ahora que el tipo de
cambio aumenta debido al giro desfavorable en las condiciones internacionales
se preocupa por su impacto inflacionario. El Banco Central no puede neutralizar
la presión al alza el tipo de cambio porque ya perdió cerca del 50% de sus
reservas (posición de cambio). Esta posición ahora es equivalente a sólo el 12%
del PBI.
El
directorio del Banco Central presidido por Velarde construyó su propio
laberinto desde agosto de 2006, quizá porque sus integrantes no creían en las
reglas de política que se introdujeron en los años 2001-2003, por el directorio
de ese entonces. Como ya no puede seguir gastando
reservas para eliminar el impacto inflacionario del alza del tipo de cambio, el
actual directorio del Banco Central ha vuelto a incrementar la tasa de interés
de referencia hasta el 4%, con lo cual se encarece aún más el costo del crédito
en soles, conspirando así contra el crecimiento de la producción y el empleo.
El MEF también hizo lo propio para generar la situación que actualmente
sufrimos: contrajo la inversión pública en plena caída de la inversión privada,
además de haber reducido absurdamente el impuesto a la renta y, por tanto, la presión
tributaria. El déficit fiscal fue resultado fundamentalmente de esta política.
A
rio revuelto ganancia de rentistas
El
déficit fiscal y la desaceleración económica con inflación, tiene que ver
entonces con la ineficiente e ideológica gestión de las políticas monetaria,
cambiaria y fiscal de las autoridades económicas. Ni la inflación ni el déficit
fueron provocados por «políticas de estímulos». No hay brecha expansionista del
producto, sino contraccionista. El déficit no se genera por aumentos del gasto
(la inversión pública ha caído) sino por una política que se fundamenta en la
ideología de que la inversión privada reacciona positiva e inmediatamente a
reducciones de impuestos, y no al crecimiento sostenido de la demanda agregada.
Finalmente,
en este escenario macroeconómico de inflación con cuasi-recesión económica, el
aumento del tipo de cambio y la «tolerancia» de los organismos reguladores son aprovechados
por los rentistas para hacer ganancias especulativas. Por ejemplo, aumenta el
precio de las tarifas eléctricas (19% en los últimos 12 meses) no porque hay
muchos soles circulando en la economía, sino porque las empresas Edegel, Kallpa
y Enersur ejercen una posición de dominio. El organismo regulador Osinergmin que
debe defender la libre competencia justifica este aumento señalando que obedece
al incremento del tipo de cambio, sin tomar en cuenta que hay varias empresas
de generación que utilizan como insumo el gas barato de Camisea.
Al
poder de mercado que las empresas rentistas utilizan para aumentar sus precios
indexándolos al tipo de cambio, hay que añadir que también ocurre un simple
traspaso de la devaluación a los precios a través del componente importado de
la canasta de consumo. Las autoridades económicas de este gobierno acrecentaron
la penetración de las importaciones en el mercado interno.
A
modo de conclusión
El
escribidor del editorial de El Comercio no entiende que para estimular la
producción y el empleo hay que abaratar el crédito en soles, y para que ocurra este
abaratamiento el Banco Central debe bajar su tasa de interés. Tampoco entiende
que para neutralizar el efecto depresivo de la producción y el empleo provocado
por la caída de la inversión privada, el MEF tiene que aumentar la inversión
pública, en especial, la inversión en infraestructura. Además, seguro que no
entiende en absoluto que el tipo de cambio puede ponerse al servicio de la
diversificación productiva y del empleo, desdolarizando los créditos y regulando
la entrada de capitales. Y es altamente probable que este escribidor se espante,
si le decimos que para salir sostenidamente del actual entrampamiento hay que
cambiar el modelo neoliberal primario exportador.
Publicado en el diario UNO, el sábado 30 de enero.