Martín Tanaka cierra el
debate sobre Neoliberalismo y Republicanismo (ver LR: 13-10-2013), sin
responder a nuestros argumentos. Pero, lo hace con afirmaciones que no explica y que en algunos casos carecen de
rigor teórico, todas para defender la «lógica neoliberal».
(1)
Después de las crisis de 1998-2002
y de 2008-2009, «me parece claro que predicar la libertad irrestricta de los
mercados y la minimización del papel del Estado –dice Tanaka-- suena
descabellado. Lo interesante es que en esto coinciden, en lo teórico, tanto
derechas como izquierdas».
Esta afirmación presupone
que existe una dicotomía Estado-Mercado, que niega la realidad. El Estado no tiene
por qué contraponerse al mercado. Es verdad que el Estado debe establecer
regulaciones contra las asimetrías de poder que se generan en los mercados, pero
también ha sido y es promotor de la creación de mercados. Polanyi (1944) decía
que los mercados habían sido formados desde los inicios del capitalismo por
acciones deliberadas del Estado. La historia también enseña que detrás de los
riesgos más audaces y de las grandes innovaciones –como señala Mariana
Mazzucato (2013)-- ha estado presente el Estado.
(2)
Para la derecha –según
Tanaka-- «las reformas centradas en la liberalización de los mercados y en
la promoción del crecimiento» corresponden a la primera etapa «de un
proceso más ambicioso de reformas, que deberían consolidarse con una segunda
fase, con énfasis en la equidad, mejoras en la distribución del ingreso y el fortalecimiento
de las instituciones»
Las reformas neoliberales
han generado una economía más vulnerable y dependiente de factores externos, menos
industrial y menos agropecuaria, y más productora de servicios
predominantemente de baja productividad, y con una distribución del ingreso más
desigual y, por lo tanto, más expuesta al conflicto social. Decir que el
neoliberalismo es «promotor del crecimiento» es sólo una afirmación. Los que
criticamos al neoliberalismo no somos opuestos al crecimiento; pero sabemos
diferenciar entre un estilo de crecimiento que acrecienta la vulnerabilidad
externa de la economía, y un estilo de crecimiento enraizado en la expansión de
los mercados internos y en la diversificación productiva. Basarse en el
desarrollo de los mercados internos no significa dejar de exportar o de cerrarse
al mundo. De acuerdo con esta concepción alternativa del crecimiento, el
sistema de comercio global debe servir al desarrollo interno y los mercados
domésticos no pueden descuidarse por la búsqueda de ventajas competitivas
internacionales como lo hace el neoliberalismo.
(3)
«Desde la izquierda
–dice Tanaka--, lo que se busca es cambiar de lógica, recuperando espacio para
la planificación, el control y la iniciativa del Estado, especialmente en áreas
“estratégicas”».
Tanaka sigue preso de su
razonamiento dicotómico Estadio-Mercado. Según él, la derecha reivindica el Mercado
y la izquierda el Estado. Tanaka ha leído el plan La Gran Transformación
con esta visión dicotómica. Por eso no ha entendido que el Estado que allí se propone,
debe ser promotor activo del desarrollo de mercados internos y de la expansión
de la inversión privada nacional. Y, como para promover el desarrollo se requiere
recursos, es necesario reformar el sistema tributario y controlar la energía y
otros recursos naturales. El Estado debe compensar el agotamiento de estos
recursos con la creación de otros activos para no perjudicar a las generaciones
futuras del país. La derecha no es la «propietaria» del mercado. Tanaka no acepta
la existencia de un camino alternativo al neoliberal; no entiende que es
posible desarrollar una economía de mercado y ciudadanía, con un marco
institucional y regulatorio adecuado o funcional.
(4)
«Es justo resaltar –dice
Tanaka-- que por lo general no se plantea un retorno al pasado populista, sino
que ese renovado protagonismo estatal se ubica dentro de los márgenes de la
disciplina fiscal y de los equilibrios macroeconómicos, es decir, parcialmente
dentro del canon del “Consenso de Washington”».
Ubicar a la propuesta
alternativa al neoliberalismo dentro del canon del Consenso de Washington, es
un descuido académico y hasta un atrevimiento. La disciplina fiscal que se
aplicó desde el «fujimorato» sirvió para pagar puntualmente los servicios de la
deuda externa, recortando los gastos en educación, salud, seguridad social e
infraestructura pública. Es el mismo tipo de política que hoy imponen los
países del centro Europeo y el FMI, a los países de la periferia europea. Es la
misma monserga de los equilibrios macroeconómicos que los neoliberales lo
entienden a su manera. En la alternativa al neoliberalismo, se propone (a) una
regla fiscal contra cíclica y un manejo de la deuda que evite el riesgo de
refinanciamiento y que base la sostenibilidad fiscal en el predominio de la
deuda pública en soles; (b) una regla monetaria contra cíclica de tasa de
interés, cuya eficiencia supone el desarrollo del mercado de capitales
apuntalado por el mercado de deuda pública doméstica en soles; y, (c) una regla
de política de intervenciones cambiarias que se oriente a mantener un tipo de
cambio real estable y competitivo, para promover el desarrollo industrial y la
diversificación productiva.
A
modo de Conclusión
Hubiera sido interesante saber
si Tanaka también adhiere al republicanismo, si piensa que hay tradición
republicana en el Perú y si comparte la indefinición de republicanismo de
Vergara.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 26 de octubre