Las últimas cifras de crecimiento del
PBI (6.04% en febrero y 4.72% en los dos primeros meses del año), están siendo
exhibidas por las autoridades de este gobierno como resultado de sus propias
acciones. No se cansan de señalar que, en el actual escenario de estancamiento
internacional, nuestra economía sería la que más crecería en la región. El
ministro de economía Alonso Segura ha dicho que este año el crecimiento sería
de 4 % y el próximo de 5%. Entusiasmado por las cifras de crecimiento
recientes, hace aproximadamente dos
semanas, afirmó que ya no es necesario estimular el crecimiento desde el
Estado. «No puedes tener política expansiva permanentemente, ya es momento de
retiro», sentenció. Nótese que el 21 de marzo del año pasado, este mismo
ministro afirmó que la economía crecería 4.2% en 2015 (redujo su primer
pronóstico de 4.8 %) y en 5.5 % en el año 2016. Pero, según la información del
INEI, la tasa de crecimiento en el año 2015 fue de 3.3%.
La naturaleza del crecimiento reciente
No hay manera de demostrar que las
cifras de crecimiento de los últimos veintisiete meses sean una muestra de
«crecimiento sano». Se trata más bien de un crecimiento que no aumenta la
capacidad productiva per cápita y que, además, su fuente no es el aumento de la
productividad. Las razones son las
siguientes:
1) Desde el año 2014 la economía crece
con caída de la inversión tanto pública como privada. Caen en 2.0 % y 2.1% en
2014 y en 7.5 % y 4.3 % en 2015, respectivamente. Lo más probable es que en este
año tampoco crezca la inversión privada. Es claro que si la inversión no crece
por varios años, no hay adiciones netas a la capacidad productiva per cápita,
lo que consecuentemente debe tener un efecto negativo sobre la evolución del producto
potencial. Podemos afirmar, por lo tanto, sin lugar a equivocarnos, que la tasa
de crecimiento del producto potencial debe estar notoriamente por debajo del 4.0
% promedio anual. Además, debemos señalar que el alto crecimiento de la
producción minera, que explica parte importante del repunte del crecimiento
reciente, es el resultado de inversiones hechas en años anteriores y no de
inversiones nuevas.
2) Desde el año 2011 la tasa de
crecimiento del empleo urbano «en empresas de 10 y más trabajadores», ha disminuido
sistemáticamente hasta aproximarse a cero en los últimos meses. Este hecho,
junto con el crecimiento del PBI que no está impulsado por la inversión, explica
el aumento relativo del empleo de baja calificación y baja productividad que
prolifera en empresas con menos de diez trabajadores. El resultado es un
incremento del peso del sector Otros Servicios en la generación del PBI: ha
aumentado de 45.41 % en el año 2007 a 49.0 % en los dos últimos años. De otro lado, el sector Manufactura, para
efectos prácticos, se encuentra en recesión desde el año 2014; está decreciendo
sistemáticamente hasta la fecha.
3) El crecimiento reciente ocurre junto
con una caída sistemática de las exportaciones, no obstante el alto crecimiento
de la producción minera. Se rompió el nexo entre la tasa de crecimiento del PBI
y la tasa de crecimiento de las exportaciones —nexo dominante en el periodo de
2002 a 2013—, debido a la desaceleración de los precios de los minerales. Como
la producción minera crece por la maduración de inversiones pasadas, esta
situación no puede sostenerse en el tiempo. El estancamiento de las inversiones
mineras en los próximos años explicará la rápida desaceleración del actual
crecimiento de la minería. Mientras tanto, el crecimiento de la demanda interna
que acompaña al crecimiento del PBI atenuará la caída de las importaciones, lo
que se traducirá en déficits comerciales persistentes. No hay posibilidades de
un impulso notorio de las exportaciones por el lado del tipo de cambio real. El
tipo de cambio real bilateral está en los niveles que tenía en 1998 y por
debajo (12 % menos) de su nivel promedio del período Julio 2002-julio 2006.
4) Como consecuencia de la disminución
del valor de las ventas de la producción minera, el impuesto a la renta de este sector cayó en
41.5% en 2015 y en 20.3 % en el primer trimestre de este año. El actual
crecimiento entonces está acompañado de una disminución del canon que afecta
los presupuestos de las los gobiernos regionales y locales. Las bajas tasas de
crecimiento del PBI en los dos últimos años también provocaron la caída de la
recaudación total en 3.1 %.
El crecimiento reciente es, entonces,
un espejismo
Si no hay crecimiento de la capacidad
productiva per cápita porque la inversión no crece desde hace dos años; si el
empleo en empresas de más de 10 trabajadores ya no crece; si la tasa de
crecimiento del producto potencial se encuentra alrededor de 3.5 %; si la manufactura
está en recesión desde hace dos años; si lo que crece es el empleo informal y
el empleo de baja calificación y de baja productividad; si el producto per
cápita ha caído en cerca de 14% (de US $ 6 167.9 en 2014 a US $ 5 673.2 en 2015);
si los ingresos del gobierno, al igual que el canon, se han reducido; si el
déficit comercial aumenta; en fin, si el contexto externo no vuelve a ser
favorable para el crecimiento primario exportador en los próximos tres a cuatro
años; entonces el crecimiento del PBI registrado recientemente no puede ser
signo de salud económica.
El gobierno de Ollanta Humala dejará,
entonces, una economía con un modelo de crecimiento agotado y con conflictos
distributivos y regionales. Los que dicen que más que cambiar del modelo, la
población exige un Estado más eficiente y menos corrupto, no han entendido que
este Estado es fruto, nada más y nada menos, que de las políticas neoliberales.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 30 de abril