El ministro de Economía y Finanzas, Luis Miguel Castilla, ha vuelto a decir que «El Perú debe aprender a vivir con su moneda fuerte». Sus razones son anodinas. Dijo que «no se puede ir contra la tendencia de los influjos (de capital)». «Dadas las condiciones económicas internas y externas, la moneda peruana se mantendrá en el futuro con tendencia a apreciarse». Su argumento reciente es que «Las oportunidades de inversión de largo plazo en el país atraen a los inversionistas y presionan el precio del dólar a la baja».
No hay imaginación ni conocimiento; la realidad es lo que es y hay que aceptarla. Pero Castilla no es el único profesional de la economía que razona igual. Hay otros. Por ejemplo, hace un buen tiempo un profesor de macroeconomía escribió, en un diario local, que no se puede hacer nada contra la apreciación de la moneda, porque «el tipo de cambio depende esencialmente de lo que pasa afuera». Este economista dijo, además, que los que buscan un tipo de cambio competitivo –aludía a la propuesta de política cambiaria de La Gran Transformación-- «están desinformados».
El lector bien informado debe saber que en los años 2002-2003, el directorio del Banco Central de esa época modificó el esquema institucional de las políticas monetaria y cambiaria, introduciendo una regla de antinflacionaria y una regla cambiaria. Según esta última, el Banco Central interviene en el mercado cambiario para morigerar la volatilidad del tipo de cambio, comprando o vendiendo dólares y esterilizando los efectos monetarios de estas operaciones. De aquí se deduce que lo que ocurre con el tipo de cambio depende de cómo aplica el actual directorio del Banco Central la regla de intervención esterilizada.
Los que nos aconsejan vivir con una moneda fuerte, en la práctica se oponen al objetivo de un tipo de cambio real estable y competitivo. También es posible que no entiendan que las intervenciones esterilizadas del Banco Central, son equivalentes a las entradas de capitales (cuando vende dólares al mercado) o a las salidas de capitales (cuando compra dólares del mercado). No hay que culparle ni a los «influjos de capital» ni a lo que «pasa afuera» de la notable apreciación de la moneda y de la consecuente pérdida de competitividad ocurrida desde el gobierno de García hasta la actualidad. De julio de 2006 a julio de 2011 el tipo de cambio real bilateral y el tipo de cambio real multilateral disminuyeron en 19.5% y 6.3%, respectivamente. Durante los ocho primeros meses del gobierno actual la velocidad de la pérdida de competitividad aumentó. El tipo de cambio real bilateral se redujo en 6.2% y el tipo de cambio real multilateral en 4.1%.
Mi colega macroeconomista cambió de idea después de leer Two Targets, Two Instruments: Monetary and Exchange Rate Policies in Emerging Market Economies, de J. D. Ostry, A. R. Ghosh, y M. Chamon, todos funcionarios del FMI, institución que propició la aplicación de las políticas neoliberales en casi todos los países de la región. Ojalá que también lo lea Luis Miguel Castilla, aunque imagino que él debe saber que a los mineros les tiene sin cuidado lo que ocurra con el tipo de cambio. Los afectados con la notable pérdida de competitividad que al ministro no le importa, son los industriales y los agro-industriales que tratan de ganar mercados externos.
Como dije en otro artículo, «Propiciar la caída del tipo de cambio real, con intervenciones tímidas, es conspirar contra el crecimiento y la diversificación de la producción y de las exportaciones».
Publicado en el diario Gestión, el lunes 30 de abril.