Es
evidente que el crecimiento económico ha llegado a su límite. Su desaceleración,
la recesión de la manufactura y la construcción, y los efectos que tendrá el
fenómeno del niño, configuran una situación de crisis del estilo de crecimiento
neoliberal. A esto se suma la agudización de la crisis política por la
incapacidad moral del actual gobierno, que revela, además, los límites a los
que está llegando la democracia constitucional liberal. Ambos hechos, el
económico y el político, ya han configurado una coyuntura crítica, de
debilitamiento del equilibrio entre los poderes económico y político. La
ruptura total de este equilibrio puede dar lugar a cambios importantes en el
estilo de crecimiento económico y en la manera de hacer política en nuestro
país. En última instancia, dependerá de cómo se organicen o configuren las organizaciones
políticas y sociales que están por el cambio del actual modelo neoliberal.
La
crítica situación económica
No
hay posibilidades de volver a crecer a tasas cercanas al 6% promedio anual, si
el actual estancamiento de la economía internacional continúa en los próximos
años. Más específicamente, ya no es posible replicar la tasa de crecimiento de
los años 2003-2013, si no crecen, como lo hicieron en dicho periodo, la demanda
de minerales y sus precios. No hay nada en la economía internacional que indique
que vuelva a ocurrir en un período cercano ese súper boom del ciclo de las
materias primas.
El
estilo de crecimiento neoliberal vulnerable y dependiente de factores externos es
el principal responsable de esta situación. El neoliberalismo generó, mediante
la liberalización del comercio, un modelo económico especializado en la
producción y exportación primaria. El dogma neoliberal postula que los países
comercian porque tienen distintas especializaciones, y se benefician, por lo
tanto, si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor. Así
se crearon enclaves que no tienen conexiones con la economía interna, sin
consideración de los costos medioambientales de la explotación de recursos
primarios. No se toman en cuenta los intereses de la comunidad nacional de la
sierra y la selva del país, ni se respetan sus derechos. Las políticas
neoliberales no desarrollaron ni desarrollan mercados internos; promovieron una
competencia internacional espuria basada en la supresión de los derechos de los
trabajadores; minimizaron el papel del Estado; y, erosionaron la soberanía del
Estado Nacional con la imposición de contratos de estabilidad tributaria.
En
suma, las reformas y políticas neoliberales aumentaron la vulnerabilidad
externa de la economía, y generaron una economía con una estructura productiva menos
industrial y más productora de servicios de bajísima productividad, y con una
distribución del ingreso más desigual y, por tanto, más expuesta al conflicto
social.
La
crítica situación política
Hay
dos hechos que se suman al deterioro de la democracia constitucional liberal. En
primer lugar está la pérdida de legitimidad del gobierno actual. A la
derogatoria por el Congreso de la República de la «Ley Pulpín» a comienzos de
este año, ahora se suman la derogatoria del Decreto Ley 1198 sobre
privatización de bienes arqueológicos y, el rechazo, por este mismo Congreso a
la decisión del Presidente de impedir que Petroperú ingrese al Lote 192. Ayer
aprobó este Congreso incorporar una cuarta disposición complementaria final a
la Ley de 30130 (de modernización de la refinería de Talara) para que se
exceptúe la aplicación de su artículo 6 a Petroperú, que le impedía a asumir y
explotar lotes petroleros. Aparte de su decisión de gobernar con el programa de
los que fueron derrotados en las elecciones del año 2011, hay otros hechos que
revelan que el gobierno de Humala se encuentra a la deriva y que tienen
relación con sus acciones para impedir que se investigue a la presidenta del partido
nacionalista. En otro contexto democrático, estos hechos habrían sido suficientes
para revocarlo por incapacidad moral.
En
segundo lugar, la pérdida de credibilidad en los partidos políticos, la gran
mayoría de los cuales está penetrada por la corrupción. Estos partidos se disponen
a participar en el próximo proceso electoral,
a pesar de su notorio alejamiento de los movimientos sociales, y de los
movimientos regionales y locales, reivindicativos y de defensa de sus respectivos
derechos. Ninguno ha rechazado el financiamiento privado, el mismo que es
contrario a la naturaleza de la democracia; tampoco promueven la no relección
de congresistas que facilitaría la desaparición de las oligarquías partidarias,
al mismo tiempo que fortalecería la virtud cívica. Las reformas políticas que
no fortalezcan la ciudadanía, que no introduzcan mecanismos explícitos de
control de los ciudadanos a los elegidos por el voto popular y que no tiendan a
desprofesionalizar la política, será incapaces de impedir el deterioro o crisis
de la democracia constitucional liberal.
A
modo de conclusión
Las organizaciones que están por el cambio del modelo neoliberal han
adoptado la decisión de efectuar elecciones internas para elegir a sus
candidatos. Este paso histórico es parte del necesario cambio en la manera de
hacer política: fomenta la participación y , por tanto, el desarrollo de
ciudadanía. El siguiente paso será la transformación de los partidos en
organizaciones políticas donde se desarrolle la virtud cívica, se practique la
deliberación y la crítica, y se construyan propuestas sobre los distintos
problemas relacionados con el bien común. Pero para que esto ocurra, estas
organizaciones ahora agrupadas en dos frentes, deben constituirse en una gran
coalición, dejando de lado intereses particulares. Si esto ocurre, se habrá
roto el equilibrio económico y político neoliberal, y se habrá
abierto el camino hacia la gran transformación.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 24 de octubre