«La revolución constructiva del aprismo: teoría y práctica de la modernidad», termina con un capítulo ignominioso. Su autor dice que el aprismo (sic) ha puesto en marcha siete modernizaciones que contienen «todas las tesis y la doctrina de Haya de la Torre, confrontadas a la nueva realidad del siglo XXI». Pero lo que no dice es que estas siete modernizaciones son una copia de las siete modernizaciones desarrolladas por José Piñera en 1977 y propuestas al gobierno de Augusto Pinochet.
En el año 1979 Pinochet las anunció a su país como «progreso, como un avance de la libertad de elegir», en un contexto macroeconómico de relativa estabilidad y de recuperación económica. La primera, la modernización del mercado laboral, tenía como objetivo limitar el derecho de huelga, eliminar la negociación colectiva y desregular o flexibilizar el mercado. La segunda era la reforma previsional con la cual se traspasaron los fondos de pensiones del sector estatal al sector privado. En tercer lugar se proponía la modernización administrativa y una nueva división del territorio nacional, es decir, la llamada regionalización. La cuarta era la modernización del sistema educacional consistente en la municipalización de las escuelas, la privatización de la enseñanza y la eliminación de las «interferencias gremiales y políticas». En quinto lugar se anunciaba la modernización y reestructuración del sector salud «mediante la concentración del Estado en la atención de los necesitados y la privatización de la captación de las cotizaciones de los particulares». La sexta era la modernización de la justicia y del aparato judicial. Y la séptima era la modernización del sector agrícola que incluía políticas de saneamiento y de liberalización para orientarla hacia la exportación.
Alan García sin mencionar o citar la autoría de José Piñera «propone» para nuestro país también siete modernizaciones: 1) la modernización democrática y social; 2) la modernización económica y comercial; 3) la modernización descentralista y la redistribución espacial de la población; 4) la modernización educativa y cultural; 5) la modernización en el área de la salud; 6) la modernización en la administración de la justicia y la seguridad ciudadana; y, 7) la modernización y reforma del Estado. García mantiene, sin decirlo, cuatro de las siete modernizaciones del gobierno de Pinochet y solo la primera, la segunda y la séptima son dizque de su cosecha.
Veamos si las cuatro modernizaciones que mantiene son distintas o parecidas a las anunciadas por Pinochet. Su tercera modernización es la misma de descentralización regional propuesta por Piñera, aunque es aquí donde García anuncia la municipalización de la educación y la salud, y su privatización. «En ese propósito democrático y descentralizador –dice- se debe involucrar a la población organizada para que sea ella la que efectúe los gastos básicos en los servicios» (p. 125). La cuarta, es decir, la modernización educativa, es también similar a la pinochetista. Propone capacitar al magisterio, «romper la alianza politiquera del facilismo y la mediocridad», «que solamente los que aprueben un examen nacional del ministerio participen en las contrataciones y nombramientos que hace el Estado» (pp. 126-127), etc. La quinta modernización, la del área de la salud, también tiene el mismo espíritu de la propuesta de Piñera. García dice que los trabajadores de las micro y pequeñas empresas deben formalizarse primero para que se incorporen al aseguramiento universal, «pues de lo contrario...se incorporarían como desempleados, sin hacer ningún aporte, lo que haría insostenible el sistema por su alto costo no financiado» (p.129). Finalmente, ocurre igual con la sexta modernización, el de la justicia. García también insiste en la necesaria autonomía y moralización del poder judicial, y en su eficiencia.
Ahora bien, ¿son realmente de su cosecha la primera, la segunda y la séptima modernizaciones incorporadas en su texto?
Sobre la primera, la modernización de la democracia social, García dice que «uno de los propósitos...del APRA...es mantener vigentes las libertades, la elección popular, la independencia de los poderes y la participación social» (p.118) No hay diferencia con la propuesta de Piñera, para quien: «solo realizando una serie de profundas reformas estructurales ancladas en la libertad –que después (llamé) las “siete modernizaciones”-- Chile (podrá) llegar a ser un país desarrollado, y…(este) proceso (hará) posible una democracia estable y una sociedad integralmente libre» (La ruta al desarrollo y la democracia, 1977). García convierte este planteamiento en «su» primera modernización, en reemplazo de la reforma laboral de Piñera, porque esta ya la había hecho Fujimori.
Ocurre lo mismo con la reforma previsional. También la hizo Fujimori, copiando precisamente el modelo chileno. García la reemplaza por la modernización económica y social que, para él, significa «impulsar un crecimiento continuo y descentralizado» atrayendo y acrecentando «la inversión nacional y extranjera...Ello se logra –dice- con reglas de estabilidad fiscal y monetaria y de seguridad jurídica que garanticen la inversión» (p. 120-121). En estas reglas también se le adelantó Fujimori. Pero, ¿que dijo Piñera sobre el cambio de la economía y la sociedad chilena en su discurso de 1977? Se trata «ahora de enfrentar –dijo- el desafío del desarrollo. Sólo con tasas altas y sostenidas de crecimiento de la actividad productiva (podemos) sacar a nuestro país de la mediocridad...si se sigue un conjunto de políticas coherentes ancladas en la libertad de los mercados».
Finalmente, la séptima modernización de Piñera, la del sector agrícola, es reemplazada por García con la modernización y reforma del Estado. No podía incluir su «sierra exportadora», porque esta no se puede comparar con la propuesta chilena de «industrializar al agro para responder a las exigencias de la competitividad». El protagonismo del capital extranjero fue enorme en el agro chileno donde «grandes extensiones de tierras pasaron a manos de empresas extranjeras y transnacionales». Y, claro, «sierra exportadora» no muestra un sólo ejemplo de participación de ese capital en la industrialización y modernización del agro. García reemplazó esta modernización por la reforma del Estado, tan venida a menos. Le dedica sólo 19 líneas para decir: se «requiere de la evaluación y de la capacitación permanente de sus funcionarios y trabajadores», de la reducción del número de organismos públicos y de programas sociales, y de la simplificación administrativa. No menciona una sola autocrítica de los efectos nocivos a la eficiencia de la función pública de su decisión de reducir los sueldos de los funcionarios.
Cuando uno termina la lectura del texto de García siente varias cosas indescriptibles. García ha convertido a Piñera y a Pinochet en apristas o en continuadores del pensamiento de Haya de la Torre.
Publicado en el diario La Primera
Tuesday, April 15, 2008
Monday, April 14, 2008
Inflación y desequilibrio externo
Con la inflación de marzo de 1.04%, la inflación acumulada en los últimos doce meses asciende a 5.55%. Mayor a la meta de 2% y a su límite superior de 3%. La inflación de los próximos 9 meses tendría que ser de 0.01% promedio mensual para que la inflación de este año termine en 2.3%. Si la inflación en lo que resta del año es de 0.3% promedio mensual, terminaríamos con una inflación anual de aproximadamente 5%. Imposible que la inflación retorne este año al rango señalado el Banco Central de Reserva (BCRP), y menos con las medidas contraproducentes adoptadas por su directorio.
Las medidas contraproducentes
La historia empezó cuando el BCRP bajó la meta de inflación de 2.5% a 2% y los límites del rango de esta meta de 1.5% y 3.5% a 1% y 3%, respectivamente, como señal –se dice-- del compromiso de García de no repetir lo que hizo en su primer gobierno.
En enero de este año el BCRP elevó su tasa de referencia de 5% a 5.25% para combatir la inflación que el 2007 alcanzó la tasa de 3.93%. Pero después se «innovó» la forma de combatirla con el incremento de los encajes, y con la «ayuda» de las reducciones arancelarias y la rebaja del Impuesto Selectivo al Consumo de Combustibles (ISC) efectuadas por el MEF.
Esta insólita mezcla de políticas no ha frenado el alza de la inflación y, lo que es peor, ha provocado la pérdida de credibilidad del BCRP debido a que este ya no controla las expectativas inflacionarias. Por esta razón, los nuevos incrementos en los encajes que entraron en vigencia este mes, y los que el directorio del BCRP aprobó el jueves, tampoco tendrán efectos antiinflacionarios decisivos. También se ha elevado la tasa de referencia a 5.5%, pero el enredo con los encajes está conspirando contra el esquema de metas de inflación y la regla de tasa de interés.
Hacia un desequilibrio externo con inflación
El gobierno de García no quiere afectar el alto crecimiento económico combatiendo seriamente la inflación. Por eso, a esa mezcla ineficiente de políticas, le adiciona su empeño en dejar caer el tipo de cambio todo lo que se pueda. García ha optado por el retorno al tipo de cambio real del fujimorismo: el mes de marzo pasado este alcanzó un valor casi igual al que se registró en octubre de 1994.
Las tres rebajas arancelarias (diciembre de 2006, octubre de 2007 y marzo de 2008) y la dramática caída del tipo de cambio real, ocurren justamente cuando desde el año 2006 se invierte la tendencia ascendente del superávit externo, al reducirse drásticamente la contribución de la demanda externa al crecimiento económico.
Por lo tanto, esa mezcla extraña de políticas no sólo está exacerbando las expectativas inflacionarias sino también la tendencia al desequilibrio externo.
La...presión de demanda
De otro lado, al optar por un alto crecimiento, impulsado por la expansión de la demanda interna (por producción nacional e importaciones), el gobierno está introduciendo un nuevo factor de agravamiento de la inflación y de la tendencia al desequilibrio externo. A la inflación importada se le adiciona la inflación por demanda, al mismo tiempo que el aumento de la demanda, impulsado por el crédito al sector privado, acelera el crecimiento de las importaciones. El crédito en moneda extranjera es el que aumentó de manera espectacular, pues este gobierno promovió el aumento de los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias. Entre enero de 2007 y enero de 2008, estos pasivos se incrementaron en 332.3% (US $ 3 469 millones) y, durante este mismo período, el crédito en moneda extranjera aumentó en 34.8% (US$ 3 613 millones).
En resumen, el gobierno está jugando con fuego en el contexto actual de desaceleración del crecimiento de la economía norteamericana.
Publicado en el diario Gestión
Las medidas contraproducentes
La historia empezó cuando el BCRP bajó la meta de inflación de 2.5% a 2% y los límites del rango de esta meta de 1.5% y 3.5% a 1% y 3%, respectivamente, como señal –se dice-- del compromiso de García de no repetir lo que hizo en su primer gobierno.
En enero de este año el BCRP elevó su tasa de referencia de 5% a 5.25% para combatir la inflación que el 2007 alcanzó la tasa de 3.93%. Pero después se «innovó» la forma de combatirla con el incremento de los encajes, y con la «ayuda» de las reducciones arancelarias y la rebaja del Impuesto Selectivo al Consumo de Combustibles (ISC) efectuadas por el MEF.
Esta insólita mezcla de políticas no ha frenado el alza de la inflación y, lo que es peor, ha provocado la pérdida de credibilidad del BCRP debido a que este ya no controla las expectativas inflacionarias. Por esta razón, los nuevos incrementos en los encajes que entraron en vigencia este mes, y los que el directorio del BCRP aprobó el jueves, tampoco tendrán efectos antiinflacionarios decisivos. También se ha elevado la tasa de referencia a 5.5%, pero el enredo con los encajes está conspirando contra el esquema de metas de inflación y la regla de tasa de interés.
Hacia un desequilibrio externo con inflación
El gobierno de García no quiere afectar el alto crecimiento económico combatiendo seriamente la inflación. Por eso, a esa mezcla ineficiente de políticas, le adiciona su empeño en dejar caer el tipo de cambio todo lo que se pueda. García ha optado por el retorno al tipo de cambio real del fujimorismo: el mes de marzo pasado este alcanzó un valor casi igual al que se registró en octubre de 1994.
Las tres rebajas arancelarias (diciembre de 2006, octubre de 2007 y marzo de 2008) y la dramática caída del tipo de cambio real, ocurren justamente cuando desde el año 2006 se invierte la tendencia ascendente del superávit externo, al reducirse drásticamente la contribución de la demanda externa al crecimiento económico.
Por lo tanto, esa mezcla extraña de políticas no sólo está exacerbando las expectativas inflacionarias sino también la tendencia al desequilibrio externo.
La...presión de demanda
De otro lado, al optar por un alto crecimiento, impulsado por la expansión de la demanda interna (por producción nacional e importaciones), el gobierno está introduciendo un nuevo factor de agravamiento de la inflación y de la tendencia al desequilibrio externo. A la inflación importada se le adiciona la inflación por demanda, al mismo tiempo que el aumento de la demanda, impulsado por el crédito al sector privado, acelera el crecimiento de las importaciones. El crédito en moneda extranjera es el que aumentó de manera espectacular, pues este gobierno promovió el aumento de los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias. Entre enero de 2007 y enero de 2008, estos pasivos se incrementaron en 332.3% (US $ 3 469 millones) y, durante este mismo período, el crédito en moneda extranjera aumentó en 34.8% (US$ 3 613 millones).
En resumen, el gobierno está jugando con fuego en el contexto actual de desaceleración del crecimiento de la economía norteamericana.
Publicado en el diario Gestión
Sunday, April 13, 2008
La «Modernización» Aprista de la Política Antiinflacionaria
Con la inflación de marzo de 1.04%, la inflación acumulada en los últimos doce meses asciende a 5.55%. Mayor a la meta de 2% y a su límite superior de 3%. La inflación de los próximos 9 meses tendría que ser de 0.01% promedio mensual para que la inflación de este año termine en 2.3%. Si la inflación en lo que resta del año es de 0.3% promedio mensual, terminaríamos con una inflación anual de aproximadamente 5%. ¿Qué hará Alan García para que «los rangos de inflación que ha señalado el Banco Central de Reserva, tal vez con una mínima variación», se cumplan?
Este es el resultado de la «modernización» aprista de la política antiinflacionaria. La lógica de este concepto impregna el último texto de Alan García «La Revolución Constructiva del Aprismo: teoría y práctica de la modernidad». Se trata del adosamiento del supuesto cuerpo ideológico del aprismo a conceptos y políticas inconexos y aparentemente «modernos» que García resume como «programa económico de amplia apertura exterior y a las inversiones».
Teoría y práctica de la «modernización» antiinflacionaria
La historia de este proceso puede hilvanarse a partir de algunos hechos notables. Uno de especial importancia es el que ocurre en Uruguay durante las XXII Jornadas Anuales de Economía en agosto de 2007. En este evento, Julio Velarde, presidente del Banco Central (BCRP), le dijo a uno de los asistentes que la reducción de la meta inflacionaria de 2.5% a 2% y de los límites del rango de esta meta a 1% y 3%, se hizo para dar la señal al público que el gobierno de García está comprometido a lograr tasas de inflación bajas, distintas a las obtenidas en su primer gobierno.
Esta y las otras «modernizaciones» ocurren justamente cuando desde el año 2006 se invierte la tendencia ascendente del superávit externo, al reducirse drásticamente la contribución de la demanda externa al crecimiento económico (ver Cuadro y Gráfico). La razón: las políticas de «amplia apertura exterior» y de libre mercado que promueve Alan García y que apoyan Carranza y Velarde. Este último, al declarar varias veces su adhesión a una mayor flotación cambiaria, provocó el desarrollo de un proceso larvado de apreciación de la moneda nacional, que después se convirtió en un proceso especulativo abierto contra el dólar. Velarde «enfrentó» este proceso subiendo los encajes. Por su parte, el ejecutivo (MEF) efectuó dos rebajas arancelarias (en diciembre de 2006 y en octubre de 2007) que aceleraron el crecimiento de las importaciones.
En enero de este año el BCRP empezó bien cuando elevó su tasa de referencia de 5% a 5.25% para combatir el repunte inflacionario que en el año 2007 alcanzó la tasa de 3.93%. Por su carácter básicamente importado, la inflación no era un problema central, ni resultado de un supuesto sobrecalentamiento de la economía. Después se «innovó» la forma de combatirla con el incremento de los encajes, las reducciones arancelarias de octubre de 2007 y del 7 de marzo último, y la rebaja del Impuesto Selectivo al Consumo de Combustibles (ISC). Estas últimas fueron efectuadas por el MEF. El jueves pasado el BCRP elevó nuevamente los encajes y también aumentó la tasa de referencia a 5.5%.
Muchos instrumentos e instituciones entrometidas para un sólo objetivo: abatir la inflación. Esta «modernización» de la política antiinflacionaria no ha impedido que la inflación de marzo sea casi el doble de los pronósticos ofíciales y oficiosos, y, lo que es más grave, ha provocado la pérdida de credibilidad del BCRP, único responsable de asegurar que no se desvíe de la meta. Como ya se ha perdido el control de las expectativas inflacionarias, los nuevos incrementos en los encajes, tampoco tendrán efectos antiinflacionarios decisivos. Lo que es peor, este enredo de políticas está conspirando contra el esquema de metas de inflación y la eficiencia de su regla de tasa de interés.
En realidad, el gobierno de García no quiere afectar el alto crecimiento económico combatiendo seriamente la inflación. Por eso adopta una rara mezcla de políticas y se empeña en dejar caer el tipo de cambio. El BCRP no compra dólares tan pronto su precio muestra signos de recuperación.
Hacia un desequilibrio externo con inflación
La tendencia al desequilibrio externo generada por las políticas aperturistas y la apreciación del sol, es ahora acompañada por el problema de la inflación. A pesar de la ineficiencia de los instrumentos utilizados para enfrenarla, el gobierno no decide frenar significativamente crecimiento de la demanda interna. Así al origen importando de la inflación, le agrega la presión de demanda. Por su parte, las rebajas arancelarias y la caída del tipo de cambio, están agravando la tendencia al desequilibrio externo. Se está jugando con fuego en un contexto de desaceleración del crecimiento de la economía norteamericana.
El principal estímulo al aumento de la demanda interna (por producción nacional e importaciones) proviene del crédito doméstico al sector privado y es la demanda de este sector la que lidera el crecimiento. La demanda del sector público es irrelevante: explica solo el 9% del incremento de la demanda interna (ver Cuadro). Entre febrero de 2007 y febrero de 2008 el crédito de las empresas bancarias al sector privado creció, en moneda nacional, 49.4% (US$ 3 mil millones) y, en moneda extranjera, 34.8% (US$ 3 613 millones).
Pero el crédito en moneda extranjera es el que aumentó espectacularmente con este gobierno. En el último año creció a una tasa cinco veces mayor que la registrada entre enero-2006 y enero-2007, porque el BCRP estimuló el aumento de los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias al elevar la remuneración al encaje en moneda extranjera de 2.5% a 3.5%. Entre enero de 2007 y enero de 2008, estos pasivos aumentaron en 332.3% (US $ 3 469 millones). El reciente aumento del encaje de 40% a 45% en moneda extranjera está en la dirección correcta, sin embargo no logrará frenar dicho crédito tanto como se requiere.
El costo de la estrategia aprista
El gobierno ha optado por la ruta conocida que nos lleva a una inflación azuzada por la presión de demanda y al desequilibrio externo. El costo de esta opción será muy alto si la recesión de los Estados Unidos origina una caída del precio de los minerales y/o una salida de capitales de las economías como la nuestra.
Publicado en La República 13-04-2008
Este es el resultado de la «modernización» aprista de la política antiinflacionaria. La lógica de este concepto impregna el último texto de Alan García «La Revolución Constructiva del Aprismo: teoría y práctica de la modernidad». Se trata del adosamiento del supuesto cuerpo ideológico del aprismo a conceptos y políticas inconexos y aparentemente «modernos» que García resume como «programa económico de amplia apertura exterior y a las inversiones».
Teoría y práctica de la «modernización» antiinflacionaria
La historia de este proceso puede hilvanarse a partir de algunos hechos notables. Uno de especial importancia es el que ocurre en Uruguay durante las XXII Jornadas Anuales de Economía en agosto de 2007. En este evento, Julio Velarde, presidente del Banco Central (BCRP), le dijo a uno de los asistentes que la reducción de la meta inflacionaria de 2.5% a 2% y de los límites del rango de esta meta a 1% y 3%, se hizo para dar la señal al público que el gobierno de García está comprometido a lograr tasas de inflación bajas, distintas a las obtenidas en su primer gobierno.
Esta y las otras «modernizaciones» ocurren justamente cuando desde el año 2006 se invierte la tendencia ascendente del superávit externo, al reducirse drásticamente la contribución de la demanda externa al crecimiento económico (ver Cuadro y Gráfico). La razón: las políticas de «amplia apertura exterior» y de libre mercado que promueve Alan García y que apoyan Carranza y Velarde. Este último, al declarar varias veces su adhesión a una mayor flotación cambiaria, provocó el desarrollo de un proceso larvado de apreciación de la moneda nacional, que después se convirtió en un proceso especulativo abierto contra el dólar. Velarde «enfrentó» este proceso subiendo los encajes. Por su parte, el ejecutivo (MEF) efectuó dos rebajas arancelarias (en diciembre de 2006 y en octubre de 2007) que aceleraron el crecimiento de las importaciones.
En enero de este año el BCRP empezó bien cuando elevó su tasa de referencia de 5% a 5.25% para combatir el repunte inflacionario que en el año 2007 alcanzó la tasa de 3.93%. Por su carácter básicamente importado, la inflación no era un problema central, ni resultado de un supuesto sobrecalentamiento de la economía. Después se «innovó» la forma de combatirla con el incremento de los encajes, las reducciones arancelarias de octubre de 2007 y del 7 de marzo último, y la rebaja del Impuesto Selectivo al Consumo de Combustibles (ISC). Estas últimas fueron efectuadas por el MEF. El jueves pasado el BCRP elevó nuevamente los encajes y también aumentó la tasa de referencia a 5.5%.
Muchos instrumentos e instituciones entrometidas para un sólo objetivo: abatir la inflación. Esta «modernización» de la política antiinflacionaria no ha impedido que la inflación de marzo sea casi el doble de los pronósticos ofíciales y oficiosos, y, lo que es más grave, ha provocado la pérdida de credibilidad del BCRP, único responsable de asegurar que no se desvíe de la meta. Como ya se ha perdido el control de las expectativas inflacionarias, los nuevos incrementos en los encajes, tampoco tendrán efectos antiinflacionarios decisivos. Lo que es peor, este enredo de políticas está conspirando contra el esquema de metas de inflación y la eficiencia de su regla de tasa de interés.
En realidad, el gobierno de García no quiere afectar el alto crecimiento económico combatiendo seriamente la inflación. Por eso adopta una rara mezcla de políticas y se empeña en dejar caer el tipo de cambio. El BCRP no compra dólares tan pronto su precio muestra signos de recuperación.
Hacia un desequilibrio externo con inflación
La tendencia al desequilibrio externo generada por las políticas aperturistas y la apreciación del sol, es ahora acompañada por el problema de la inflación. A pesar de la ineficiencia de los instrumentos utilizados para enfrenarla, el gobierno no decide frenar significativamente crecimiento de la demanda interna. Así al origen importando de la inflación, le agrega la presión de demanda. Por su parte, las rebajas arancelarias y la caída del tipo de cambio, están agravando la tendencia al desequilibrio externo. Se está jugando con fuego en un contexto de desaceleración del crecimiento de la economía norteamericana.
El principal estímulo al aumento de la demanda interna (por producción nacional e importaciones) proviene del crédito doméstico al sector privado y es la demanda de este sector la que lidera el crecimiento. La demanda del sector público es irrelevante: explica solo el 9% del incremento de la demanda interna (ver Cuadro). Entre febrero de 2007 y febrero de 2008 el crédito de las empresas bancarias al sector privado creció, en moneda nacional, 49.4% (US$ 3 mil millones) y, en moneda extranjera, 34.8% (US$ 3 613 millones).
Pero el crédito en moneda extranjera es el que aumentó espectacularmente con este gobierno. En el último año creció a una tasa cinco veces mayor que la registrada entre enero-2006 y enero-2007, porque el BCRP estimuló el aumento de los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias al elevar la remuneración al encaje en moneda extranjera de 2.5% a 3.5%. Entre enero de 2007 y enero de 2008, estos pasivos aumentaron en 332.3% (US $ 3 469 millones). El reciente aumento del encaje de 40% a 45% en moneda extranjera está en la dirección correcta, sin embargo no logrará frenar dicho crédito tanto como se requiere.
El costo de la estrategia aprista
El gobierno ha optado por la ruta conocida que nos lleva a una inflación azuzada por la presión de demanda y al desequilibrio externo. El costo de esta opción será muy alto si la recesión de los Estados Unidos origina una caída del precio de los minerales y/o una salida de capitales de las economías como la nuestra.
Publicado en La República 13-04-2008
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