Saturday, January 31, 2015

La Movilización de los Jóvenes: la recuperación de la política

Las cinco movilizaciones de los jóvenes efectuadas entre el 18 de diciembre de 2014 y el 26 de enero de este año, lograron su cometido: el Congreso de la República, en legislatura extraordinaria convocada por el presidente Humala, derogó la ley de empleo juvenil que le recortaba derechos y beneficios sociales. Por primera vez en la historia moderna de nuestro país se deroga una ley mediante la participación activa de ciudadanos movilizados. Además, se deroga una ley que forma parte de la reforma laboral neoliberal iniciada en los años noventa. Se trata entonces de un hecho histórico que, junto a la desaceleración económica y la erosión de la democracia constitucional liberal, ha configurado un momento de cambio significativo (coyuntura crítica) en la economía y en la política.

La crítica al modelo económico neoliberal

La reforma laboral neoliberal se orienta a flexibilizar el mercado de trabajo, es decir, a la «eliminación de trabas o rigideces que impiden la libre operación del mecanismo de la oferta y la demanda». Entre estas trabas o rigideces se encuentran no solo los contratos colectivos y la sindicalización, sino también otros derechos y beneficios laborales que, según el discurso neoliberal, encarecen la mano de obra. En la lógica de este discurso, el abaratamiento de la mano de obra es fundamental para incentivar las inversiones y, en consecuencia, el crecimiento del empleo. Por esta razón se propone reducir los costos de producción de las empresas a costa de los trabajadores. De otro lado, los neoliberales sostienen que un país compite mejor con otros por inversiones extranjeras, cuando tiene los salarios más bajos. Se fomenta así una competencia espuria, rentista o extractivista, en empresas que producen para los mercados internacionales, y se reduce el mercado interno, al disminuir o estancar la capacidad de compra de los salarios, para empresas que producen para el mercado interno.
 
Esta flexibilización laboral ha precarizado el empleo y deteriorado las condiciones de vida de los trabajadores de nuestro país. Por eso los jóvenes que se movilizaron saben que rechazando a la ley --que ellos denominaron Pulpín--, rechazaban también el modelo económico neoliberal. Saben, por lo tanto, que las políticas de reforma del mercado de trabajo que se iniciaron en los años noventa no lograron su objetivo de reducción significativa de la informalidad. Durante el «fujimorato» el porcentaje de trabajadores informales aumentó hasta alcanzar en 1997 el 77.4% de la PEA ocupada total; en 2005 subió a 78.3%; y, en los años siguientes se redujo lentamente hasta alcanzar el 73.7% en 2013. Este último porcentaje equivale a  11 millones 559 mil trabajadores. Los jóvenes saben, asimismo, que el 70.9% del empleo total se encuentra en empresas de «1 a 10 trabajadores» donde el ingreso promedio mensual es de solo 962.8 soles; y, que los trabajadores de 14 a 24 años tienen un ingreso promedio mensual de 845.2 soles.

Los jóvenes, entonces, con el rechazo y derogación de la ley Pulpín han iniciado la lucha contra todas las normas o regímenes especiales que discriminan y recortan derechos laborales, y por la aprobación de la Ley General del Trabajo. Como lo están anunciando sus líderes, han iniciado la lucha por la «igualdad de derechos para todos los peruanos sin excepción».

La recuperación de la política

Al cuestionamiento del modelo se suma la incursión masiva de los jóvenes en la política. Lograron la derogatoria de la ley Pulpín con cinco movilizaciones. Este hecho histórico evidencia la posibilidad de cambiar la actual institucionalidad democrática y de acercar los principios democráticos a la realidad social y política en la que se aplican. Con el neoliberalismo estos principios se han hecho más distantes de la práctica política --divorciada de las aspiraciones de la comunidad-- de los gobiernos y partidos.

El neoliberalismo ha despolitizado a la política al confiar la solución de los problemas sociales a la dinámica del mercado; ha suprimido así el sentido original de la democracia. El neoliberalismo convive bien con la falta de compromiso civil con la democracia, porque desconfía de los ciudadanos.  Como dice Pisarello, el neoliberalismo «coloca el orden espontáneo del mercado a resguardo de las urnas y evita que las poblaciones ignorantes se inmiscuyan en las leyes de la economía».

Frente a este funcionamiento insatisfactorio de la democracia, con gobiernos y representantes que no rinden cuentas de sus acciones y quedan fuera del control de los ciudadanos, la incursión de los jóvenes constituye el inicio de la recuperación las virtudes cívicas para revalorar la política o para rescatar su sentido de lazo de conexión social. En un poco más de un mes construyeron coaliciones efectivas con espacios diversos: jóvenes sindicalizados, universitarios, jóvenes partidarizados, agrupaciones por zonas, colectividades, entre otras; y, fueron capaces de organizarse en una coordinadora general y en asambleas, sin hegemonías, buscando consensos y poniéndose límites recíprocamente. Pusieron en práctica una manera distinta de hacer política, proclamándose autónomos respecto de los partidos y de las organizaciones a las que algunos pertenecen (partidos políticos, federaciones, CGTP, etc.). En otras palabras, han revelado que es posible la ruptura del actual equilibrio extractivista para dar paso a la innovación política y económica.

A modo de Conclusión

Con las movilizaciones de los jóvenes hemos empezado a transitar el camino del republicanismo que «reivindica la política como actividad humana para todos, como una manera de entender y vivir la democracia». Hemos empezado a recuperar las virtudes cívicas para recuperar el sentido de la política.




Publicado en el Diario UNO, el sábado 31 de enero.

Monday, January 26, 2015

Crecimiento económico: pronósticos y espejismo estadístico

La evidente desaceleración del crecimiento económico no es percibida aún en su verdadera dimensión. Autoridades y analistas económicos fueron revisando sus proyecciones de crecimiento para los años 2014 a 2015 a la baja.   Por ejemplo, en abril de 2014 el Banco Central afirmaba que la tasa de crecimiento del PBI sería de 5.5%; en julio la redujo a 4.4%; y, en octubre a 3.1% (véase el Reporte de Inflación de esos meses). También revisó sistemáticamente a la baja sus proyecciones de crecimiento del PBI para el año 2015, de 6.7% en abril, a 6% en julio y a 5.5% en octubre.  Lo más probable es que en el Reporte de Inflación de enero de este año, el Banco Central anuncie nuevas revisiones a la baja: la tasa de crecimiento para 2014 no será mayor al 2.5% y para el año 2015 lo más probable es que proyecte una tasa menor al 5%.  
 
Proyecciones y estancamiento de la economía mundial
 
Revisiones a la baja también las hicieron otras instituciones, nacionales e internacionales, todas en función a proyecciones del crecimiento mundial que también fueron revisadas a la baja sistemáticamente. En la actualidad no hay proyecciones de crecimiento de la economía mundial mayores a 3.5% para el año 2015. El colapso de los precios del petróleo no ha cambiado ni cambiará la debilidad de la economía mundial. Por lo tanto, no hay razones para esperar una tasa de crecimiento del PBI peruano para 2015 distinta a la registrada en el año 2014.    
 
Algunos analistas anodinos locales consideran que la caída espectacular de los precios del petróleo es una «bendición». Están seguros que el «petróleo barato» reactivará la economía mundial y la economía nacional. En la lógica del pensamiento heterónomo de estos analistas, el «petróleo barato» operará positivamente en la economía nacional sin cambiar el actual estilo de crecimiento y acumulación de capital; basta –dicen-- «que la reducción del precio mundial del petróleo se traslade íntegramente a los precios locales de los derivados». Dan por sentado que aumentará las inversiones y que habrá demanda para las exportaciones (que ciertamente suponen que crecerá).
 
Curiosamente el ministro de economía, Alonso Segura, coincide con estos analistas. Cree que la economía crecerá 5% este año porque la disminución del precio del petróleo le «agregaría entre 0.5 y 1 punto porcentual al crecimiento». Y, al igual que otros, le agrega como una explicación de su proyección optimista, la puesta en operación de proyectos mineros y de infraestructura, dando por sentado una recuperación importante de la demanda internacional.  A todo esto le suma, por supuesto, sus paquetes «reactivadores» y los estímulos monetarios y fiscales.
 
No hay signos de propuestas para un cambio del actual estilo de crecimiento económico y acumulación de capital, cuyo motor se encuentra en los mercados externos. Sin este cambio, la economía peruana no será capaz de enfrentar el estancamiento de la economía mundial. Las políticas fiscales y monetarias contra-cíclicas aplicadas para remontar la crisis iniciada en los años 2008-2009, han mostrado no ser eficaces. No hay signos de recuperación sostenida de la economía de los Estados Unidos y, según varios analistas internacionales, la zona del euro podría entrar en un período de largo estancamiento como lo hizo Japón desde los años noventa. Hay que recordar que Japón, cuya economía aún no termina de recuperarse completamente, mantuvo tasas de interés bajas, aplicó la llamada flexibilización cuantitativa (como parece que ahora lo hará el Banco Central Europeo) y elevó sustancialmente su gasto en infraestructura financiándolo con deuda.     
 
En este contexto externo de estancamiento, los llamados países de mercados emergentes como el Perú, tienen  que revisar sus estilos de crecimiento y acumulación de capital basados en la demanda internacional por sus productos. Hay que construir los «motores» internos abandonando la receta neoliberal. Es el camino para reducir sustancialmente la vulnerabilidad externa de la economía.
 
Crecimiento o espejismo estadístico
 
Para iniciar el cambio, la información estadística económica es fundamental. La estadística económica oficial es un bien público; por lo tanto, su objetividad y su veracidad (ciertamente fundada en técnicas estadísticas) son fundamentales para la toma de decisiones de política adecuadas.  

 
Al respecto, desde hace ya varios meses hemos advertido  sobre la inexplicada divergencia entre las tasas de crecimiento del PBI y las tasas de crecimiento de la producción de la actividad Financiero y Seguros (FSP), que también incluye pensiones (véase Gráfico). Entre Julio de 2013 y noviembre de 2014, el PBI creció a la tasa mensual de 3.9%, mientras la producción de la actividad FSP lo hizo a la tasa de 12.1%. En ese mismo período la producción de la actividad Servicios Prestados a Empresas (SPE) creció a la tasa de 6.6%. Entre noviembre de 2013 y noviembre de 2014, el PBI creció a la tasa de 3.3% y la producción de FSP y SPE lo hizo a las tasas de 12.6% y 6.6%, respectivamente.
 
No hay explicación de estas divergencias, sobre todo si se toma en cuenta que en los dos períodos citados, la manufactura creció a las tasas de 1.7% y de 0.3%, respectivamente. Si descontamos las tasas de crecimiento de estas dos actividades (FSP y SPE), la tasa de crecimiento del PBI se situaría por debajo de cero. 
 
A modo de conclusión
 
El autoengaño oficial divulgando estadísticas económicas sin fundamento técnico alguno, tiene efectos dañinos para la economía y la sociedad.




Publicado en el Diario UNO, el sábado 24 de enero


Sunday, January 18, 2015

Es posible un modelo económico con derechos laborales y mejores salarios

El modelo económico neoliberal descuida el desarrollo de los mercados internos porque genera una distribución de los ingresos que perjudica a los trabajadores. El estancamiento de los salarios reales y la precarización del empleo es consustancial a este modelo. No se dinamiza ni se industrializa la economía y, por lo tanto, se posterga el desarrollo de mercados internos, porque se cree que se adquiere ventaja competitiva en los mercados internacionales cuando se dispone de mano de obra con bajos salarios y bajos costos laborales no-salariales.
 
El predominio del empleo precario
 
El estilo de crecimiento económico neoliberal tuvo consecuencias importantes en la generación de empleo y de ingresos. Es verdad que aumentó el empleo con el crecimiento económico de la última década. Pero como se trató de un crecimiento impulsado por la demanda externa y los altos precios de los minerales, este crecimiento no alteró significativamente la estructura del empleo. De acuerdo con información del INEI para el año 2013, el 73.7% del empleo es informal y el 70.9% se encuentra en empresas de «1 a 10 trabajadores» (microempresas), donde predominan los bajos ingresos y bajas calificaciones.
 
La manufactura perdió importancia en la generación de empleo: participa solo con el 10.1%. La elasticidad empleo-producto de este sector disminuyó de 0.764 –que es la que se registra en el período de los sesenta--, a un promedio de cerca de 0.55. De otro lado, la agricultura, comercio, servicios y la construcción, concentran el 88.3% de la PEA ocupada. Son sectores productores de bienes y servicios no transables, y son los que mayores «oportunidades» de empleo generan (63.7%). La agricultura que es básicamente tradicional participa con el 24.6% del empleo total.
 
Por último, el 78.2% de los ocupados en los sectores comercio y servicios, y cerca del 80% de la PEA ocupada en la agricultura, se encuentran en «empresas de «1 a 10 trabajadores». En estos tres sectores predomina el empleo informal, es decir, el empleo sin derechos laborales que incluye a asalariados fuera de planilla, a los que trabajan por cuenta propia o en empresas no registradas jurídicamente. Son trabajadores sin recursos suficientes para proteger a sus familias y enfrentar sus necesidades de salud y educación.
 
Esta situación de precariedad laboral proviene del desmantelamiento de los estándares laborales básicos propiciado por el neoliberalismo desde la década de los noventa. «La disciplina del hambre --decía John Bates Clark, autor de la teoría de la distribución del ingreso basada en la productividad marginal--, descalifica al trabajador para hacer una negociación exitosa, y si el empleador está en total libertad de contratar a los hombres que individualmente podrían ofrecerse a trabajar bajo la presión del hambre, el empleador puede conseguirlo por muy poco» (Clark, 1913, p. 292).
 
Otro modelo de crecimiento es posible
 
La mayor desigualdad en la distribución de los ingresos y el estancamiento de los salarios reales, le hizo perder liderazgo en el crecimiento a la manufactura y a la agricultura. El resultado fue la imposibilidad de endogenizar el crecimiento económico por la vía de la expansión y creación de mercados internos.
 
Durante el «fujimorato», el salario real promedio fue equivalente a sólo el 37.2% del registrado en el año 1987. Este promedio no cambió significativamente durante los últimos años. Mientras el PBI per cápita creció a la tasa promedio anual de 3.9% entre 1993 y 2013, los salarios reales lo hicieron a la tasa insignificante de 0.35% promedio anual.
 
Para los neoliberales los derechos laborales y el cuidado del medio ambiente son vistos como costos que deben ser minimizados para estimular las inversiones. Por eso el crecimiento se hizo dependiente de los mercados internacionales, al mismo tiempo que se descuidó el desarrollo de los mercados internos.
 
Entonces, lo que el país necesita para desarrollarse es endogenizar su crecimiento; y esto, como señala Palley (2002), requiere «salarios crecientes y una mejor distribución del ingreso. Juntos generan un círculo virtuoso de crecimiento donde un aumento de los salarios estimula el desarrollo del mercado doméstico y el desarrollo del mercado doméstico estimula el crecimiento de los salarios». Los países que fortalecen su mercado interno, desarrollando la industria y la agricultura, están menos sujetos a las fluctuaciones de los mercados internacionales. Además, democracia y buenos estándares laborales (no discriminación, libre sindicalización, contratación colectiva, seguridad social, y otros derechos y beneficios sociales), son la clave de este nuevo modelo. 
 
Hay que recordar que el fácil acceso a mano de obra barata, además de fomentar el extractivismo o rentismo entre las empresas, «elimina el incentivo para que las empresas disminuyan sus costos desarrollando o adoptando nuevas tecnologías». La ganancia genuina de competencia basada en los aumentos de la productividad y las mejoras en la  calidad, se sustituye por la ganancia de una competitividad espuria que erosiona la calidad del trabajo, el medio ambiente y la distribución del ingreso. No se puede ganar competitividad a costa de la capacidad adquisitiva de  los salarios, y de los derechos y beneficios de los trabajadores.
 
A modo de conclusión
 
Cuando no se paga un salario digno –como señala J.M. Clark (1929)--, «hay una pérdida de capacidad productiva que cae como una carga generalizada en la sociedad, que a menudo afectan a las futuras generaciones». El estancamiento de los salarios reales causa un daño irreversible al capital humano de los pobres.
 
 
 
 
 
Publicado en el Dario UNO, el sábado 17 de enero.

Saturday, January 10, 2015

Ministro avizora «tragedia» si Congreso deroga la ley Pulpín

El ministro de la Producción, P. Ghezzi, ha dicho que «sería una tragedia que el Congreso derogue la Ley de Empleo Juvenil». ¿Habrá querido decir «tragedia para el Gobierno» o «tragedia para él» por haber sido uno de sus autores?  Sorprende la exageración del ministro. Esta ley es un desatino y una tremenda falta de respeto a la inteligencia de los jóvenes.

Los argumentos del ministro en defensa de esta ley, que los jóvenes han denominado Ley Pulpín, son deleznables (véase su artículo “Jóvenes productivos, no informales” en LR, 06-01-15).

1.   El ministro dice:  «El indicador de empleo adecuado es engañoso: muchísimos jóvenes “adecuadamente empleados” no ganan ni la Remuneración Mínima Vital y tienen empleos informales, sin seguro de salud ni pensión».

Así responde cuando se argumenta que la Ley Pulpín pierde sentido si se toma en cuenta que el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años adecuadamente empleados aumentó de 25% a 63% entre 2008 y 2012.

El ministro no sabe qué es y cómo se mide el «empleo adecuado». Según el INEI y el BCR, son «adecuadamente empleados» los trabajadores que laboran 35 o más horas semanales y que obtienen un ingreso igual o mayor al Ingreso Mínimo Referencial; y, también los que voluntariamente trabajan menos de 35 horas. El concepto «adecuadamente empleado» es contrapuesto al de «subempleado»; y el ingreso considerado como adecuado es aquel que resulta superior al Ingreso Mínimo Referencial (IMR), establecido para el cálculo del subempleo invisible.

El ministro miente cuando dice que «muchísimos jóvenes “adecuadamente empleados” no ganan ni la Remuneración Mínima Vital». No sabe que el Ingreso Mínimo Referencial estimado por el INEI al mes de octubre de 2014 es de S/. 865.61, mayor que la Remuneración Mínima Vital de S/. 750 soles.

El crecimiento económico redujo el subempleo de estos jóvenes, situando sus ingresos por encima de la Remuneración Mínima Vital. Pero la Ley Pulpín les fija la percepción de un ingreso igual a la remuneración Mínima Vital. ¡Otro recorte potencial de ingresos!.

El empleo adecuado de los jóvenes aumentó 152% en cuatro años, porque creció la economía. Este crecimiento fue un fenómeno macroeconómico y no el resultado de recortes de derechos y beneficios laborales de los trabajadores. En general, el subempleo se redujo sustantivamente en los años de crecimiento, a pesar de la existencia de estos recortes en distintos regímenes especiales que se introdujeron desde los años noventa.

2.   El ministro dice: «Puedes ser informal y tener un empleo adecuado». Según información de la ENAHO «solo 1,7% de los jóvenes de 18 a 24 años tiene un contrato laboral formal, a plazo indeterminado y con beneficios. Entre los demás jóvenes, 63% trabajan en la informalidad, 23% tienen contrato, pero temporal y 11,2% están desempleados. Nadie puede estar satisfecho con esto».

El Ministro está diciendo que la Ley Pulpín es la solución a estos problemas (informalidad, contrato temporal y desempleo). Hay que señalar, de paso, que los jóvenes entre 18 y 24 años que trabajan en la informalidad representan solo el 8.1% del total de trabajadores informales; y, estos últimos representan el 74.3% de la PEA ocupada total.

El razonamiento del ministro es cándido. Supone que las empresas reaccionarán ante el recorte de beneficios y derechos  (es decir, ante la Ley Pulpín), creando más puestos de trabajo para los jóvenes. Pero esto es solo un supuesto ideológico. Los puestos de trabajo se expanden cuando crece la producción; y, crece la producción cuando crece la demanda. Si hay incertidumbre sobre el comportamiento futuro de la demanda agregada, si las empresas no avizoran un crecimiento de sus ventas, estas no aumentarán el empleo y pueden incluso despedir trabajadores. El recorte de los ingresos de los trabajadores, al disminuir su capacidad de compra, afecta el nivel de la demanda agregada futura.

Por último, el ministro debe saber que dependiendo del estilo de crecimiento, la expansión del empleo puede enfrentar un límite en el ritmo de acumulación de la capacidad productiva per cápita. Si este ritmo se rezaga frente al crecimiento de la fuerza laboral, aumentará el subempleo y la informalidad.

3.   El ministro, suponiendo que los jóvenes ya tienen un empleo por obra y gracia de la Ley Pulpín, manifiesta: «La ley tiene dos grandes pilares: la experiencia y la capacitación. Esto hará que el capital humano de los jóvenes mejore». Después florea: «a los jóvenes les ofrecemos un futuro mejor, bajo la premisa de que una mejor experiencia laboral inicial les traerá beneficios a lo largo de toda su vida profesional, para beneficio de sus familias y de la sociedad».

¿Por qué no nos revela el ministro el número de puestos de trabajo, adicionales a los actualmente existentes, que creará la Ley Pulpin? No tiene manera de saberlo. ¿Cómo se crearán puestos de trabajo en plena desaceleración económica? Si no hay creación de puestos de trabajo, ¿cree el ministro que los 940 mil jóvenes de 18 a 24 años que actualmente trabajan en la informalidad (63%), serán trasladados por las empresas al régimen laboral de la Ley Pulpín? No lo dice. No hay manera de saber cuál es el futuro mejor que ofrece la ley a los jóvenes.

A modo de conclusión

El ministro afirma que el régimen para microempresas no funcionó, entre otras razones, «porque los trabajadores formalizados en una MYPE podían pedir beneficios pasados del régimen general. Ello generó un desincentivo grande». Esta es una revelación importante. El ministro nos está diciendo que una vez recortados los beneficios para formalizarse, estos no pueden ser reclamados luego de ser formalizados. Esto es lo que hemos llamado «cambiar mocos por babas». Los trabajadores son informales porque no ejercen derechos laborales. La ley, «reconociéndoles» solo un mínimo de derechos, los convierte en «formales».




Publicado en el Diario UNO, el sábado 10 de enero de 2015

Saturday, January 03, 2015

Protesta juvenil y neoliberalismo criollo en coyuntura crítica

La coyuntura por la que atraviesa actualmente el país está caracterizada por la confluencia de dos hechos. En primer lugar está el enfriamiento de la economía y su incapacidad de reproducir en el futuro próximo las altas tasas de crecimiento de los años previos a la crisis internacional de 2008-2009. El incierto contexto externo ha puesto en cuestión el estilo neoliberal de crecimiento y acumulación de capital de las últimas dos décadas. Y, en segundo lugar, está el creciente deterioro de la democracia constitucional liberal. Los partidos políticos han perdido total credibilidad y todos los poderes del Estado están penetrados por la corrupción. No hay control ni rendición de cuentas creíbles de los elegidos. El extractivismo económico promovido por las políticas neoliberales, llegó hasta los niveles más altos de las instituciones del Estado en forma de aprovechamiento desembozado de los recursos públicos. Hay corruptos y corruptores que han infiltrado el poder judicial, el ministerio público y la contraloría general de la república para operar con impunidad. Las instituciones políticas y económicas extractivistas impulsadas por el poder político desde la década del «fujimorato» se reforzaron mutuamente aprovechando los periodos de altos precios de las materias primas.
 
La configuración de una coyuntura crítica
 
La masiva irrupción de jóvenes en la política con movilizaciones contra la Ley Pulpín que les recorta derechos y beneficios sociales –que ha puesto al margen a los políticos tradicionales--, se han sumado al enfriamiento económico y a la erosión de la democracia constitucional liberal, configurando una coyuntura crítica que puede trastornar el equilibrio existente de poder político y económico neoliberal. Se trata de un momento de cambio significativo –como dirían David y Ruth Collier (1991)-- que está dando paso justamente a una nueva expresión política en el país.
 
Las movilizaciones masivas de los jóvenes y que continuarán según sus organizadores a nivel nacional, apuntan directamente contra el extractivismo neoliberal en el mercado de trabajo. Todas las políticas neoliberales –la liberalización comercial y financiera, las facilidades al capital transnacional, el establecimiento de una competencia entre países mediante el desmantelamiento de los estándares regulatorios, las privatizaciones, el debilitamiento de los sindicatos, la desprotección laboral, y el recorte de beneficios y derechos de los trabajadores--, afectan a los trabajadores de los sectores privado y público, precarizan el empleo, y reducen y/o estancan la capacidad de compra de los salarios. Por esta razón, en casi todos los países que adoptaron el credo neoliberal, aumentó la desigualdad en la distribución de los ingresos.
 
La indignación de los jóvenes apunta precisamente al núcleo del discurso neoliberal según el cual la diminución relativa de los costos laborales aparece como un factor indispensable para ganar competitividad en el comercio internacional e insertar las unidades productivas en las cadenas de valor de la economía global, y como un incentivo para promover las inversiones privadas. Es el primer cuestionamiento masivo, social y juvenil, al modelo neoliberal que no pudo resolver la informalidad en la que se encuentran más del 70% de los trabajadores.
 
¿Fin del equilibrio extractivista?
 
Pero el desenlace de la actual coyuntura crítica, es incierto. «El camino exacto del desarrollo institucional durante las coyunturas críticas --nos recuerdan Acemoglu y Robinson--, depende de cuál de las fuerzas en oposición logra tener éxito, de qué grupos son capaces de formar coaliciones efectivas y de qué líderes pueden estructurar los acontecimientos en provecho propio».
 
Lo que queda claro es que las protestas juveniles han puesto en agenda los temas antes evitados por el poder político y económico. El rechazo a la restricción de derechos y beneficios laborales expresada en diversos dispositivos que generan distintos regímenes (Ley MYPES, Agroindustria, Textil, CAS, Trabajadores del Hogar, entre otros). Esto pone en cuestión la sobrevaloración del mercado autoregulado. La demanda de derogatoria de la ley Pulpin, puede entonces dar inicio a una movilización masiva por la aprobación de la ley general del trabajo que restituya todos los beneficios y derechos laborales y elimine los distintos regímenes especiales.  
 
El otro tema es el del colapso de los partidos políticos, junto al rechazo de sus principales «líderes» vinculados directa o indirectamente con la corrupción y/o que aprovechan los cargos públicos para hacer negocios privados. Los jóvenes reclaman una nueva forma de hacer política. Es la primera participación ciudadana, activa y directa, el germen de la virtud cívica en jóvenes interesados en mejorar sus condiciones de vida en sociedad,
 
Si las movilizaciones continúan y se expanden a lo largo y ancho del país, si los jóvenes y otros movimientos progresistas construyen coaliciones efectivas, entonces se producirá una recomposición del espacio político haciendo posible la ruptura definitiva del equilibrio extractivista para dar paso a la innovación política y económica.
 
A modo de conclusión
 
«Toda juventud es inquieta –decía José Ingenieros. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de ella: jamás de los enmohecidos y de los seniles (…) Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño. Y no se nace joven; hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal  no se adquiere».
 
 
 
Publicado e el diario UNO, el sábado 03 de enero de 2015