Amigos
y alumnos que leyeron mi artículo del pasado sábado publicado en este diario me
han comentado y escrito criticándome el uso de la frase «neoliberalismo de
Estado». ¿Cómo puede haber neoliberalismo de Estado –me preguntan-- si usted mismo dice que el neoliberalismo
propone la minimización del Estado, la ausencia de toda intervención estatal en
la economía. Por lo demás, me dicen, es un sinsentido hablar de neoliberalismo
de Estado en nuestro país cuando los neoliberales critican al Estado peruano
acusándolo de «miedoso e incompetente».
Los
orígenes del neoliberalismo
El
neoliberalismo como ideología sucede al liberalismo. Esto es por definición,
como la teoría económica neoclásica sucede a la teoría económica clásica (pero
aclarando que esta última alude a la teoría de Ricardo). Los liberales del
siglo XVIII y XIX tuvieron enorme
influencia en el desarrollo de la teoría económica neoclásica, según la cual la
economía tiende al pleno empleo cuando los mercados funcionan sin la
intervención del Estado. En este sentido, los liberales incluyen como parte de
las libertades civiles, la autonomía económica, lo que implica postular la
ausencia de regulación del mercado por parte del Estado.
El
neoliberalismo surge como respuesta crítica a la puesta en práctica del
proyecto socialista a partir de 1917. Reaccionan contra la sustitución del
mercado por un plan centralizado, y contra la supresión de las libertades
individuales. A partir de ese acontecimiento –según Todorov-- «entramos a una
nueva fase de la evolución del liberalismo, que justifica que hablemos de neoliberalismo. Ahora la doctrina se
formula asumiendo la oposición con el mundo totalitario que está
construyéndose». Sus principales exponentes son Ludwig von Mises (1881-1973) y
Friedrich A. Hayek (1899-1992). Pero, después de la gran depresión de 1929 y
durante el auge del Keynesianismo, estos neoliberales enfilan sus críticas
contra el Estado del Bienestar.
El significado del neoliberalismo de Estado
Los
neoliberales plantean «la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del
mercado». En su obra Camino de Servidumbre,
Hayek sostiene que en el pasado esta sumisión «hizo posible que se desarrollara
la civilización».
Con el
ascenso al poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979) y Ronald Reagan en el Estados Unidos (1980), se
dio inicio a la aplicación del pensamiento neoliberal en el mundo. La manera
como se aplicaron las políticas y reformas neoliberales en nuestros países
difiere de un lugar a otro, de sus condiciones iniciales y del tipo de
institucionalidad vigente en ellos. Lo que no varió fue el uso del poder del
Estado para beneficiar a los poderes existentes en el mercado. Y esto es lo que
dio lugar al «neoliberalismo de Estado» frase que, en justicia, hay que decirlo
ahora, pertenece a Todorov.
En
nuestro país este neoliberalismo de Estado comienza con la creación de las AFP.
Estas instituciones privadas no fueron creadas por el mercado sino por el
Estado, con la forzada direccionalidad de parte de nuestros ingresos a las AFP
que no elegímos según algún indicador de mercado. Estas instituciones
administran nuestros recursos con la
ayuda del Estado: si los fondos para proveer la pensión mínima no alcanzan, el
diferencial se los provee el Estado. El jubilado no puede retirar todos sus
fondos, por ejemplo, para comprarse una casa, etc., etc.
Otro
ejemplo de «neoliberalismo de Estado» en nuestro país fue el rescate del
sistema bancario afectado por la crisis de 1998-1999 que hizo el gobierno de
Fujimori, acrecentando la deuda pública en cerca de mil millones de dólares.
El
neoliberalismo, además, ha acentuado el extractivismo económico y político. El
poder minero controla al poder político. El gobierno de Humala cedió ante este
poder y no fue capaz de exigirle compartir sus ganancias extraordinarias
asociadas a los altos precios de los minerales. El extractivismo que hoy se practica
en nuestro país, está agotando los recursos naturales no renovables, y el
actual gobierno no tiene un política clara de creación de otros activos para
compensar esta pérdida y no perjudicar a las generaciones futuras. La inversión
privada de los últimos tiempos ya no expande la producción de aquellas
actividades que generan más empleo e ingresos.
A nivel
internacional, hay también neoliberalismo de Estado. Durante la crisis de
2008-2009, los Estados intervinieron para salvar a los bancos privados. Para
esta ideología los beneficios son y deben ser siempre privados, pero los
riesgos y las pérdidas de las operaciones de los grupos de poder privados deben
ser socializados, deben ser asumidos por toda la población.
A modo de conclusión
Ciertamente
decir «neoliberalismo de Estado» es una contradicción. Pero, como dice Todorov, «precisamente por
tratarse de una contradicción hace dudar de la coherencia interna del proyecto.
El liberal Benjamin Constant (1767-1830) no había previsto que el Estado
pudiera reforzar su influencia en la vida de los individuos y a la vez ponerse
al servicio de algunos de ellos. Después de los atentados del 11 de setiembre
de 2001, los Estados que habían adoptado esta ideología, como Estados
Unidos y Gran Bretaña, acrecentaron su
control sobre las libertades civiles, y a la vez dejaron plena libertad a
agentes económicos individuales. A partir de este momento hemos entrado en el ultraliberalismo, tercera fase de la
evolución de esta doctrina».
Piblicado en el diario La Primera, el sábado 29 de junio