Saturday, November 30, 2013

Cambios para no cambiar el modelo: el «gatopardismo» neoliberal

Ghezzi y Gallardo, autores de «Qué se puede hacer con el Perú: ideas para sostener el crecimiento económico de largo plazo», dicen que el desigual desempeño de la economía se explica fundamentalmente por la  existencia de una institucionalidad débil. Sostienen que esta debilidad institucional es «en última instancia la razón por la cual la burocracia y las políticas públicas son imperfectas». Pero, cuando llegan al tema de cómo resolver ese desigual desempeño, afirman que el cambio institucional es un «proceso bastante lento y endógeno» y que, por lo tanto, no hay mucho por hacer en este terreno.
Institucionalidad: ¿débil o extractivista?
Ellos prefieren hablar de debilidad en lugar de extractivismo. Si la institucionalidad explica, entre otras cosas, la ausencia de educación de calidad, la persistencia de la desigualdad y un crecimiento económico que no se basa en aumentos de la productividad, entonces se trata nada más y nada menos que de una institucionalidad extractivista, rentista. Acemoglu y Robinson --cuya visión ellos califican de pesimista--  dicen que «las instituciones políticas extractivistas concentran el poder en manos de una élite reducida y fijan pocos límites al ejercicio de su poder. Las instituciones económicas a menudo están estructuradas por esta élite para extraer recursos del resto de la sociedad. Por lo tanto, las instituciones económicas extractivistas deben depender inherentemente de las instituciones políticas extractivistas». Precisan, además, que las instituciones económicas extractivistas «no crean incentivos para el progreso económico ni redistribuyen simultáneamente la renta y el poder»; en suma, no «fomentan la innovación, ni el aumento de la productividad y de la prosperidad económica».
La «paradoja de la evasión»
Ghezzi y Gallardo dedican el 72.5% de su texto al desarrollo de un diagnóstico en el que se destaca, de manera recurrente, la debilidad institucional como causa del desempeño desigual de la economía. Pero, no tienen propuestas de cambio institucional. Si la institucionalidad –dicen-- es una «variable de estado» (endógena), entonces el cambio puede circunscribirse a cierta burocracia y política pública (sus variables de control o exógenas). «Aquí sí se pueden hacer cambios en el corto y mediano plazo, --dicen». Empero, esta clasificación ad hoc les sirve para oscurecer la «paradoja de la evasión» en la que incurren. Saben que la causa del problema es la débil institucionalidad, pero evaden diseñar «un cambio institucional».
¿Se puede hacer cambios en la burocracia y la política económica sin hacer cambios institucionales?  Para Acemoglu y Robinson, «Es el proceso político lo que determina bajo qué instituciones económicas se vivirá y son las instituciones políticas las que determinan cómo funciona este proceso. Por ejemplo, las instituciones políticas de una nación determinan la capacidad de los ciudadanos de controlar a los políticos e influir en su comportamiento. Esto, a su vez, determina si los políticos son agentes (aunque sea imperfectos) de los ciudadanos o si son capaces de abusar del poder que se les confía o que han usurpado, para amasar sus propias fortunas y seguir sus objetivos personales en detrimento de los de los ciudadanos».
La solución está, entonces, en el campo de la política. Ghezzi y Gallardo construyen sus variables de «estado» y de «control», ignorando el tema del poder político y económico. «El problema fundamental es que necesariamente habrá disputas y conflictos sobre las instituciones económicas—dicen Acemoglu y Robinsos. Diferentes instituciones tienen distintas consecuencias para la prosperidad de una nación, sobre cómo se reparte esa prosperidad y quién tiene el poder». 
Cambios para no cambiar el modelo
Para superar el desigual del desempeño del modelo económico, Ghezzi y Gallardo proponen crear «superburocracias técnicas» en las áreas donde «no existen grupos de interés» (educación, desarrollo rural y lucha contra las actividades delictivas); y, fortalecer el liderazgo del Estado en donde hay diferentes grupos de interés y burocracias calificadas (política fiscal, regional, de competencia y de infraestructura física y social). No proporcionan criterios para mejorar, por ejemplo, la calidad y orientación de la educación o del gasto, pero justifican la clasificación de sus propuestas del «cambio» recurriendo a la teoría de la agencia (o agencia ampliada). 
Pero como han dejado de lado la Política, no se les ocurre imaginar que hay un problema de agencia mayor: el agente (el presidente elegido) en lugar de realizar el mandato del principal (sus electores), gobierna con los que no han sido elegidos, obedeciendo el mandato del poder económico. Hay riesgo moral porque el principal no puede controlar la conducta del agente que eligió, con el agravante que este agente abandona el «programa» con el que fue electo sin remordimientos ni sanciones. El riesgo moral de nuestra actual democracia «es la posibilidad real de que el agente (elegido) tenga un comportamiento indebido o inmoral, y este riesgo aumenta cuando no existen, o son débiles, los mecanismos de control».
A modo de conclusión
Cuando terminé de leer el libro de Ghezzi y Gallardo, me acordé de la novela «El Gatopardo», de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que aborda los conflictos sociales y políticos en Sicilia de los años 1860 originados por la expansión de una nueva clase urbana y burguesa. Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, está preocupado por preservar el orden aristocrático y clasista que le da poder. Cuando la crisis se agudiza, su sobrino Tancredi le dice: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie». Después que los cambios se realizan, la vieja aristocracia se mantiene en el poder aliado, a través del matrimonio, con la nueva élite urbana.




Publicado en el diario La Primera, el sábado 30 de noviembre

Saturday, November 23, 2013

Paradojas del modelo económico neoliberal: ¿éxito o fracaso?

Piero Ghezzi y José Gallardo, autores de «Qué se puede hacer con el Perú: ideas para sostener el crecimiento económico de largo plazo», dicen que «las bondades del modelo económico peruano son evidentes. Aspectos centrales de la reforma estructural peruana como el Estado de derecho, el balance de incentivos, la actividad privada como eje de la organización económica, el rol del mercado como guía de la asignación de recursos, la apertura comercial entre otros, han sido determinantes del éxito de los últimos años».  
Los problemas del modelo y la falacia de su éxito
Pero ellos mismos mencionan un conjunto de problemas que ponen en duda este supuesto éxito. Dicen con razón que el crecimiento no se basa en aumentos de la productividad, que favorece a los sectores no transables, que las brechas tecnológicas y de productividad entre regiones y entre sectores persisten, que no hay mejoras sustantivas en la distribución del ingreso, que los indicadores de calidad educativa son decepcionantes, en fin, que las políticas públicas nacionales y regionales han sido deficientes o inadecuadas por la falta de una «burocracia técnica o de calidad» y, en general, por «la debilidad institucional del país».
¿Puede ser exitoso un modelo que liberaliza el comercio para eliminar el sesgo anti-exportador de la industrialización proteccionista, mejorar el desempeño exportador de la economía y lograr una localización de los recursos más eficiente, cuando en la realidad hace todo lo contrario? Las exportaciones de manufacturas como porcentaje de las exportaciones totales, han disminuido de 25% en 1998 a 15% en 2012. Por otro lado, las importaciones totales representan ahora el 152% de la producción manufacturera, mientras que en los años 1974-1975, cuando se hablaba del apogeo de una industria adicta a importaciones, representaban solo el 55.1%. Tampoco se puede decir que hay una mejor asignación de los recursos cuando el crecimiento, además de ser primario exportador, es liderado por los sectores de Servicios, Comercio y Construcción donde se concentra el empleo de baja productividad y calificación. ¿Qué «balance de incentivos» expresa esto?
El modelo neoliberal también se justificó con el argumento de un aumento de la inversión privada y de su eficiencia. En los años de crecimiento 1959-1967 la inversión privada como porcentaje del PBI fue de 18.7%, y en los años de crecimiento neoliberal 1993-1997 y 2004-2012 se mantuvo en 17.4% y 18.3%, respectivamente. (En estos dos últimos períodos, la inversión pública se redujo de 4.5% a 4.1% del PBI). Tampoco aumentó la eficiencia de la inversión, indicador que en términos macroeconómicos se mide mediante la proporción incremental capital/producto (ICOR, por su sigla en inglés). Cuanto menor es esta proporción, más eficiente es la inversión. El ICOR de 1950-1970 fue de 1.69 mientras que el ICOR de 1990-2008 fue de 2.4. Esto significa que para generar una tasa de crecimiento de 1% anual, antes se requería de una inversión nueva equivalente a 1.7% del PBI, mientras que ahora se requiere de una inversión nueva equivalente a 2.4% del PBI. Además, en todos estos años la relación capital/trabajo casi no crece (el peso de la inversión en construcción aumentó, mientas se redujo el de la inversión en maquinaria y equipo). De otro lado, no se morigeran las asimetrías del mercado para que sea «una guía (eficiente) de la asignación de recursos»; por el contrario, aumentó la concentración y centralización de la producción y de la propiedad (en especial de las tierras).
Finalmente, no se puede decir, sin avergonzarse, que el Estado de Derecho es parte de la reforma estructural neoliberal. La década de 1990 fue de violación sistemática al Estado de Derecho, como lo fueron los años siguientes, en especial el gobierno de Alan García que debe llevar en su conciencia la masacre de Bagua. La práctica neoliberal de la política hizo de la corrupción una forma de gobierno. Se atropelló la división de poderes y se violaron los derechos humanos y de los pueblos originarios.
Instituciones extractivistas acompañan al modelo
Ghezzi y Gallardo afirman que la debilidad institucional que acompaña al modelo, está asociado a «factores más estructurales (y permanentes)». No es serio desvincular la «debilidad institucional» del país del modelo neoliberal. En la lógica de este modelo está la «opción por la ventaja comparativa» de especializar al país en la «extracción» de los recursos y usufructuar de su renta natural; también está la apuesta por un crecimiento exportador en base al mercado externo y al capital extranjero, dejando de lado el desarrollo de los mercados internos (en clara oposición a los modelos de crecimiento endógeno que ellos dicen adherir). Se fomentó así una competitividad espuria «abaratando» el costo del trabajo  («flexibilizando» el mercado laboral). En suma, el modelo neoliberal estimuló la competencia entre países «en desarrollo» por desmantelar sus estándares regulatorios (race to the bottom) para atraer al capital extranjero.
Por lo tanto, la debilidad institucional actual no es ajena sino funcional al modelo neoliberal extractivista. La institucionalidad neoliberal es en este sentido tan extractivista como las instituciones de la colonia. Al decir que sus causas son más «estructurales y permanentes», Ghezzi y Gallardo evaden el tema central planteado por Acemoglu, Robinson y otros autores. 
A modo de conclusión
«Para seguir la ruta del desarrollo –dicen Acemoglu y Robinson—se tiene que resolver algunos problemas políticos básicos. El problema está en quién tiene el Poder (cómo se toman las decisiones, quién toma esas decisiones y por qué los que tienen el poder deciden hacer lo que hacen)». La solución está entonces por el lado de la política y de los procesos políticos. Pero sobre esto trataremos en nuestro próximo artículo.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 23 de noviembre.

Saturday, November 16, 2013

«Lectura balanceada de la economía peruana»: oxímoron o milonga

El libro «Qué se puede hacer con el Perú: ideas para sostener el crecimiento económico de largo plazo» de Piero Ghezzi y José Gallardo, es un texto con el que vale la pena debatir. Luego de un diagnóstico supuestamente «balanceado» del modelo económico neoliberal, ellos proponen un conjunto de medidas con la idea de que «No tiene sentido arriesgar lo ganado con cambios mayúsculos». Ahora comentaremos solo su «diagnóstico balanceado».
 
Explicación «balanceada» del desempeño de la economía
 
«El buen desempeño que la economía registra desde comienzos de la década de 1990», se explica –dicen--, tanto por factores internos (el programa de estabilización de 1990 que genera «una mayor fortaleza macroeconómica», «el establecimiento de un modelo de crecimiento orientado hacia el mercado que favorece la inversión privada», la «derrota de la subversión, etc.»), como por factores externos («el alto precio de las materias primas de exportación de los últimos 10 años como consecuencia, en gran parte, de la creciente importancia global de la economía China»). «Todo esto, dicen, ha contribuido a un círculo virtuoso de crecimiento, sostenibilidad en el tiempo de las política públicas y paulatino afianzamiento de la institucionalidad democrática».
 
Para «balancear» este diagnóstico optimista, los autores muestran que se ha avanzado poco «en los denominados “pilares del bienestar” de la sociedad». No se ha avanzado en educación y salud de calidad, el crecimiento económico no se basa en aumentos genuinos y generalizados de la productividad, la desigualdad en la distribución del ingreso «sigue siendo alta y persistente», las brechas de bienestar entre las zonas urbanas y del interior del país persisten, etc.
 
Para explicar este «desempeño desigual» de la economía, dan tres razones: a) desconocimiento al inicio de la década de 1990 del «efecto de la globalización sobre el empleo, la productividad y la distribución o el rol de la educación sobre la ventaja comparativa de las naciones»; b) limitación para hacer buenas políticas públicas debido a «la incapacidad de lograr equipos técnicos estables que trabajen en condiciones adecuadas»; y, c) debilidad institucional que impide «garantizar que el crecimiento económico permita mejores posibilidades y oportunidades para segmentos amplios de la población, y mejorar el modelo».
 
Los errores metodológicos del diagnóstico
 
Ghezzi y Gallardo cometen dos errores metodológicos notables: a) suponen que las políticas fiscal, monetaria y cambiaria no tienen solución de continuidad; y, b) suponen que los problemas en los «pilares del bienestar» no tienen relación con las políticas implementadas en la década de 1990. Si estos errores se pasan por alto, tendríamos que aceptar el oxímoron de que la economía y la institucionalidad de ese período fueron una «luz oscura» y un «latrocinio honrado», o el embuste de que las políticas neoliberales no son responsables del deterioro de los «pilares del bienestar».
Primero, las políticas fiscal, monetaria y cambiaria de la década de 1990, no son las mismas que se aplicaron durante el gobierno de Toledo. Sus respectivos esquemas institucionales se reformaron sustantivamente entre 2001 y 2003. Se introdujo el esquema de metas explícitas de inflación, con la tasa de interés de referencia como instrumento de política que reemplazó al control de los agregados monetarios. También se introdujo una regla de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario para morigerar las fluctuaciones del tipo de cambio, abandonando el papel de instrumento antiinflacionario que se le asignó durante el «fujimorato». Además, se creó el mercado de deuda pública en moneda local que permitió pre-pagar la deuda pública externa y generar una curva de rendimiento que sirve de referencia para las emisiones privadas de deuda en moneda local. Esto permitió disminuir el peso de la deuda pública externa. La inflación anual de un dígito y menor, en promedio, al 3.5%, y el bajo ratio de deuda a PBI, se deben a estas reformas.
 
Segundo, la política fiscal de la década de 1990 se orientó a servir la deuda externa, generando superávit primarios en 1991-1993 y 1996-1998, excepto en la «fiesta fiscal reeleccionista» de 1994-1995 cuando estos bajaron a 0.9% y a 0.3%, respectivamente. Esta política afectó al crecimiento al reducir o estancar los gastos en educación y salud, y descuidar la infraestructura social y económica. Además, se desmantelaron las oficinas de planeamiento y estadística sectoriales.
 
La política monetaria también fue contraria al crecimiento porque encareció el crédito. Su costo disminuyó recién con el influjo masivo de capitales. En un contexto caracterizado por bajas tasas de interés internacional, política monetaria doméstica restrictiva y tipo de cambio sobrevaluado, los bancos se endeudaron en el exterior y dolarizaron crecientemente los créditos en el mercado doméstico. La crisis internacional de 1998-1999, produjo una recesión y un «overshooting» cambiario que generó una crisis bancaria. El rescate bancario le costó al gobierno cerca de mil millones de dólares. Las políticas fiscal y monetaria de esa década fueron inoperantes para salir de la recesión, e ineficientes para bajar la inflación a un dígito.
 
Las privatizaciones tampoco tuvieron efectos económicos expansivos. Por el contrario, al cobrar precios de monopolio en electricidad y telefonía, se elevó el costo de producción de las empresas. Tampoco podían ser fuente de crecimiento los sueldos y salarios reales porque se mantuvieron estancados en 37.2% de su valor registrado en 1987, afectando los «pilares del bienestar» de los trabajadores.
 
A modo de conclusión
 
En la década de 1990 la economía creció a tasas, a pesar de las políticas macroeconómicas del Consenso de Washington, solo durante cuatro años (1993, 1994, 1995 y 1997). Este crecimiento fue impulsado por el aumento en los precios de los minerales que coincidió con la recuperación de la economía de Estados Unidos: crecieron a la tasa de 38.2% entre 1991 y 1995; pero entre 1995 y 2002 crecieron solo a la tasa de 1.1% promedio anual.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 16 de noviembre

Saturday, November 09, 2013

Ganancias extraordinarias y tributación en la minería

La economía peruana creció a la tasa de 6.3% promedio anual durante once años, pero solo en cuatro (2004 a 2007) de estos once años se registró superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Antes y después de 2004-2007 se registraron déficit. En el primer semestre de este año el déficit ya alcanzó la cifra de -5.4% del PBI. La razón por la que se registró superávit en los años 2004 a 2007 fue el crecimiento espectacular en el valor de las exportaciones mineras que dio lugar, por primera vez en la historia moderna del país, a cuatro años de superávit comercial equivalente, en promedio, al 7.2% del PBI. Aunque siguen registrándose superávit comerciales en los años 2008 a 2012, su monto equivale, en promedio, a solo 3.7% del PBI. En el periodo 1990-2003, la balanza comercial y la cuenta corriente registraron déficit de -1.5% y -4.7% del PBI, respectivamente.
 
Las extraordinarias ganancias mineras
 
Los superávit comerciales que se registraron durante 2004 a 2012, aunque decrecientes desde que se inicia la crisis internacional en 2008, fueron causados por el espectacular crecimiento de los precios de los minerales. La tasa de crecimiento promedio anual de los precios en los periodos 2002-2007 y 2009-2011 fueron de 23.5% y 24.1%, respectivamente. En el periodo 1995-2002, los precios crecieron a la tasa de 1.1% promedio anual, pero habían crecido notoriamente entre 1991 y 1995.
 
Los altos precios de los minerales generaron ganancias extraordinarias durante los años 2003 a 2012. Hay que tomar en cuenta que durante 1990-2002 la producción minera a precios constantes –según cifras del Banco Central (BC)--, creció a la tasa de 8.1% promedio anual, mientras que en los años 2002-2012 creció a la tasa de solo 2.5%.
 
Si en este último periodo los precios de las exportaciones hubieran crecido a una tasa de 11.1% promedio anual y no a la tasa de 6.8% como supusimos en nuestro artículo anterior, las ganancias extraordinarias de la minería correspondiente a los años 2004-2012, habrían ascendido a US$ 59,462 millones (US$ 6,607 millones anuales), equivalente al 5.3% del PBI. Además, si realmente los precios de los minerales hubieran crecido a dicha tasa, la balanza comercial del periodo habría registrado un déficit promedio de -0.4%.
 
Aunque la cifra estimada de las ganancias extraordinarias podría parecer abultada, esta es mucho menor que los US$ 72,966 millones que se remesaron al exterior durante los años 2004-2012 por el concepto de utilidades de la inversión extranjera directa. Este monto equivalente al 6.6% del PBI. 
 
Con una tasa impositiva extraordinaria de 45% a las ganancias extraordinarias de US$ 6,607 millones anuales (3.3% del PBI de 2012), se habría recaudado 1.5% del PBI. En otras palabras, el gobierno hubiera podido recaudar entre US$ 2,500 a US$ 2,900 millones adicionales por el concepto de impuesto a las ganancias extraordinarias. Este habría sido el caso ideal, pero hubiera bastado que se ponga un piso de US$ 1,000 a US$ 1,500 millones anuales por el concepto de un impuesto a las ganancias extraordinarias.
 
La tributación minera a la baja
 
El gobierno de Humala incumplió un compromiso electoral y cedió a las presiones del poder minero. Aprobó un nuevo régimen tributario a la actividad minera que incluye a) un impuesto especial a la minería aplicable sobre la utilidad operativa de las empresas sin contratos de estabilidad jurídica; b) un Gravamen especial aplicable sobre la utilidad operativa de las empresas con contratos de estabilidad jurídica; y, c) la modificación de la base de cálculo de la regalía minera aplicable a empresas sin contratos de estabilidad jurídica, optándose por la utilidad operativa y ya no por el nivel de las ventas. Además, de acuerdo con esta nueva normatividad, «el monto pagado es deducible como gasto para efectos del impuesto a la renta».
 
Esta nueva normatividad tiene un efecto contractivo sobre el canon que reciben los gobiernos regionales y las municipalidades, puesto que reduce la magnitud de las utilidades para efectos del pago del impuesto a la renta. No hay precedentes en gobiernos democráticos que hayan hecho tamaña concesión al poder minero, afectando a las generaciones futuras al no compensar con impuestos adecuados el agotamiento de los recursos o activos naturales.
 
Por otro lado, de acuerdo con información del BC, la recaudación por el concepto del Gravamen minero ascendió a solo 942 millones de soles en el año 2012; cifra que equivale a solo US$ 357.1 millones y que está muy lejos de los 3 mil millones de soles anuales que según el gobierno permitiría recaudar el citado Gravamen.
 
Además, hasta setiembre de este año la tributación minera (por el concepto de tercera categoría y regularizaciones) disminuyó en 2,591 millones de soles. Mientras entre enero y setiembre de 2012 se recaudaron 5,148 millones de soles, entre enero y setiembre de este año la recaudación fue de solo 2,557 millones de soles. Se produjo una caída de 50.3%. Los pagos por regalías y por el gravamen se redujeron en 16.1% y 17.2%, respectivamente, comparado con lo recaudado entre enero y setiembre de 2012. Este año, sin duda alguna, la recaudación por el gravamen será mucho menor que la cifra correspondiente a 2012.
 
A modo de conclusión
 
El ministro Castilla debe explicar las razones del «incumplimiento» de la promesa de recaudar 3 mil millones de soles con el Gravamen, pues fue él quien lideró la reforma de la tributación minera.
 
 
Nota:
En el rubro Utilidades o pérdidas devengadas de la Renta de Factores del Sector Privado la cifra correspondiente al período 2004-2012 es de US$ 72 966 millones. Como dice el propio Banco Central, este rubro  "Incluye las utilidades y dividendos remesados al exterior más las ganancias no distribuidas". Cuánto de este monto se reinvierte, es otro tema. La Renta de Factores es parte de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, mientras que la Inversión Extranjera Directa(IED) pertenece a la cuenta Financiera y de Capitales. En el período 2004-2012 la IED fue de US$ 55, 416 millones y US$ 38, 698 millones fueron reinversiones.  
 
 
 
 
Publicado en el iario La Primera, el sábado 09 de noviembre 

Saturday, November 02, 2013

Capacidad productiva y crecimiento económico

Durante 2001-2012 se creció básicamente por impulsos externos: crece la demanda externa y los precios de los minerales se elevan significativamente. La producción de los Estados Unidos se recupera en 2002 y crece hasta 2004 año en el que alcanza una tasa de 4.4%; y, la economía China crece a tasas cercanas al 10% promedio anual desde el año 2000. De otro lado, los precios de los minerales aumentan desde 2004 con un componente especulativo alto. Hay mucha afluencia de capital extranjero tanto en su forma financiera como de inversión directa. En gran parte de este período, el tipo de cambio real cae de manera dramática hasta alcanzar los niveles que registró antes de la crisis de 1998-1999.
 
Penetración de importaciones y liderazgo de no-transables
 
Las políticas macroeconómicas no fueron las que originaron el significativo crecimiento económico durante este período. Por el contrario, parte importante de estas políticas (la cambiaria y comercial) provocaron una notable pérdida tanto de competitividad de la producción de transables, en especial de la manufacturera, como de pérdida de mercado interno debido a la masiva penetración de importaciones. Es importante recordar que la apreciación cambiaria incrementa los costos de producción de la producción manufactura que usa insumos de origen nacional.
 
Es el período de mayor inserción a la economía mundial, pero al revés, porque Importamos productos manufacturados muy por encima de los que producimos y exportamos a los mercados externos. Las importaciones totales del año 2012 representan más del 160% de la producción manufacturera. Importamos más que lo que producimos en los sectores, agropecuario y manufactura. Esta penetración de importaciones exacerbó el ya reducido mercado interno asociado al estancamiento de los sueldos y salarios.
 
La manufactura perdió liderazgo y el comercio sigue siendo básicamente inter industrial. La reducción de mercado interno afectó el carácter macroeconómico de la productividad, así como la presencia e importancia de rendimientos crecientes y difusión de progreso técnico. La generación de productividad en la manufactura actual se concentra en ramas que tienen poca capacidad de generación y difusión de progreso técnico (pinturas, imprentas, maderas, etc., actividades que están más ligadas a la industria de la construcción).
 
La economía peruana actual crece fundamentalmente porque crecen las actividades no transables de Construcción, Comercio y Otros Servicios. El 83.3% del crecimiento del período 2008-2012 fue explicado por estos sectores. Este porcentaje sube hasta el 90% en los dos primeros trimestres de este año.
 
La economía se ha hecho más vulnerable y dependiente de los eventos externos. Si los precios de los metales volvieran a sus niveles normales, sus efectos en la balanza comercial y en la cuenta corriente de la balanza de pagos, serían notables. Si entre 2004 y 2012 los precios de las exportaciones hubieran crecido a la tasa de 6.8% promedio anual, entonces la balanza comercial de los años 2007-2012 habría registrado déficit.  En el año 2008, en lugar de un superávit de 2.0% se habría registrado un déficit de 6.0% del PBI. Igual habría ocurrido en los años siguientes. Por ejemplo, en el año 2012 se habría registrado un déficit de 5.8% en lugar del superávit de 2.3% del PBI.
 
Los efectos en la capacidad productiva
 
Los límites del crecimiento actual están en el propio patrón de acumulación de capital y en la estructura productiva configurada en las dos décadas de neoliberalismo. En ausencia de impulsos externos, crecer recurriendo a impulsos sostenidos de la demanda interna, generaría fuertes presiones inflacionarias y déficit importantes en la balanza comercial y en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
 
La estructura de precios relativos que se configuró en los últimos 22 años, redujo relativamente la inversión en equipamiento, mientras aumentó la inversión en construcción. Esto ha dado lugar a una relativa reducción de la capacidad productiva per cápita, con lo cual los aumentos sostenidos del PBI per cápita provocarían aumentos significativos de importaciones y, por lo tanto, un creciente déficit comercial.
 
Para mostrarlo, estimamos el déficit de la balanza comercial en 2008, suponiendo un crecimiento sostenido de los precios de las exportaciones a una tasa de 6.8% promedio anual desde el año 2004 (esta tasa corresponde a un período de 13 años). Este método, permite, además, obtener precios de los minerales netos de su componente especulativo que se sitúa entre 20 y 25%.
 
Generar en 2008 el mismo producto per cápita de 1987 (5398.5 soles constantes), habría implicado un déficit comercial de -4.3% del PBI. Ambos años son picos del ciclo económico. Por lo tanto, niveles superiores de PBI per cápita con base en aumentos significativos de la capacidad productiva, serían imposibles sin aun aumento sustancial de déficit comercial y del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
 
A modo de conclusión
 
La actividad primaria exportadora  no crea demanda interna suficiente para apoyar un crecimiento capaz de crear empleos socialmente deseables, y está sujeta a fluctuaciones del mercado internacional. Además, este estilo de crecimiento no ha resuelto la desconexión de la economía con la geografía y la demografía; por el contrario, los ha exacerbado. Los enclaves mineros dañan el medio ambiente y las condiciones de vida de las poblaciones circundantes.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 02 de noviembre.