En
los dos años de gobierno de Ollanta Humala solo hay ejemplos de impostura y
desencanto. Ofreció cambiar la manera de hacer política y fortalecer la
democracia, pero continuó la ruta extractivista
de los políticos tradicionales. Relajó plazos y contenidos de los estudios de
impacto ambiental, apresuró la dación de certificados de inexistencia de restos
arqueológicos y abandonó la exigencia constitucional de la consulta previa,
todo esto supuestamente para facilitar las inversiones.
En
materia económica tampoco hubo solución de continuidad. Humala dejó la economía
en piloto automático, no obstante los claros cambios en el contexto externo,
desde la crisis de 2008-2009. No hizo nada importante para contrarrestar sus
efectos.
Las
debilidades del «milagro peruano»
Ollanta
Humala optó por la continuidad de un modelo que generaba crecimiento económico,
pero con el impulso de los altos precios de los metales y de un relativo auge
de demanda externa. Crecimos con superávit en la balanza comercial y en la
cuenta corriente de la balanza de pagos, pero la crisis internacional de
2008-2009 y sus secuelas (el estancamiento de las economías de EE. UU. y de
Europa, y la desaceleración del crecimiento de China), han cambiado este
escenario, revelando las debilidades del «milagro económico peruano».
A
Humala no le importó crecer con altos precios de los metales y, al mismo
tiempo, con una creciente apreciación de la moneda. Entre julio de 2011 y junio
de 2013 el tipo de cambio real multilateral disminuyó 9.0% y el tipo de cambio
real bilateral 2.5%. En lo que va de la gestión del actual presidente del Banco
Central, las caídas del tipo de cambio real multilateral y bilateral fueron de
11.8% y 21.7%, respectivamente. Esta
notable apreciación es responsable del debilitamiento de la capacidad
productiva de nuestra economía en pleno proceso de crecimiento primario
exportador.
Hoy
la economía peruana es menos industrial, más productora de servicios de baja
productividad y más dependiente de importaciones. Los principales perdedores de este estilo de
crecimiento, son los productores de bienes agropecuarios y de manufacturas y,
consecuentemente, los exportadores no-tradicionales que se hicieron menos competitivos
en los mercados internacionales con la caída sistemática del tipo de cambio
real.
El
actual contexto externo adverso ha puesto fin al alto crecimiento del PBI. En
mayo de este año, el PBI registró un crecimiento de 4.96%. Este crecimiento (aunque
menor que antes), sigue liderado por los sectores no-transables de
Construcción, Comercio y Otros Servicios.
Los sectores que crecieron a tasas menores que las del PBI desde el año 2011,
fueron el Agropecuario y la Manufactura (véase Gráfico). Esto quiere decir que la economía peruana ha
perdido capacidad de abastecer la demanda interna con productos manufacturados
y agropecuarios.
Además,
hay que señalar que el actual crecimiento se da con déficits en las cuentas
externas del país. Así, mientras las
exportaciones totales cayeron 12% en los meses de enero-mayo de este año
respecto a similar período de 2012, las importaciones total aumentaron 7.2%. Las exportaciones de textiles cayeron 16.5% y
las importaciones de bienes de consumo crecieron 11. 6%. Hoy importamos más de
lo que producen los sectores Agropecuario y Manufactura.
Es
claro entonces que en el actual contexto externo adverso, los impulsos al
crecimiento mediante aumentos en la demanda interna –vía las políticas,
monetaria y fiscal--, chocarán más temprano que tarde con el cuello de botella
externo.
La
mentira del «crecimiento con inclusión social»
Ollanta
Humala se jacta de liderar un crecimiento con inclusión social, pero los
recursos que su ministro de economía destinó con este fin, son ridículos. No
hubo mejoras significativas, ni en monto ni en cobertura, respecto a lo hecho
en el año 2012. El presupuesto de la Función Protección Social (que incluye
programas con inclusión social) previsto para este año (4,363 millones de soles)
representa sólo el 0.8% del PBI; y, el presupuesto de los Programas con
Inclusión Social (3,859 millones de soles) equivale al 0.7% del PBI. Estas
cifras son irrisorias comparadas con las que destinan los gobiernos de Brasil y
la Argentina a programas similares.
De
otro lado, el presupuesto de gasto social (saneamiento, vivienda y desarrollo
urbano, salud, educación y protección social) fue de 5.77% del PBI en 2011, de
5.67% en 2012 y para este año 2013 es de 6.5%.
Un poco más de medio punto porcentual del PBI para este año no es una
mejora significativa. Tampoco hay mejoras presupuestales significativas en
educación y salud; sus porcentajes se mantienen casi constantes: 2.9% y 1.7%
del PBI, respectivamente.
A
modo de Conclusión
Lo
poco avanzado en materia de políticas sociales está, por lo tanto, en peligro,
por los efectos negativos de la reducción del ritmo de crecimiento en la
recaudación. El ministro Castilla es responsable no solo de la mediatización de
la reforma del Servicio Civil y de la reforma Educativa, sino también de la reforma
Tributaria. En el primer trimestre de este año respecto al primer trimestre del
año pasado, la tributación minera se redujo en 48%. No hay manera de compensar
esta caída en una economía que reduce su tasa de crecimiento. Por lo demás, la
opinión pública debe saber que el gravamen minero de Castilla sólo permitió
recaudar 942 millones de soles el año pasado y no los 3 mil millones que
ofreció.
Publicado en el diario La Primera el sábado 27.