Friday, June 24, 2016

Consecuencias políticas del triunfo de la democracia


Las diferencias en las propuestas económicas de las dos agrupaciones —Fuerza Popular (FP) y Peruanos por el Kambio (PPK)— que compitieron en el balotaje, pasaron a un segundo plano. Keiko Fujimori quiso convertir esta competencia en una disputa entre los intereses de las pequeñas y medianas empresas, cuya representación ella se adjudicó, y los intereses de las grandes empresas que según ella defendía PPK; pero esta treta no le dio resultado, pues traía una historia —su directa vinculación con la dictadura corrupta de su padre— que se reveló intacta con la denuncia de que el secretario general de su «partido» y principal financista de su campaña, Joaquín Ramírez, es investigado por la DEA por lavado de activos y narcotráfico. A esto se agregó la práctica «montesinista» de alterar un audio para tratar de desmentir esta denuncia, con la participación nada menos que de su candidato a la vicepresidencia, José Chlimper.   
La defensa de la democracia      
Las agrupaciones FP y PPK se revelaron, entonces, como dos opciones políticas contrapuestas con relación a la democracia. Los electores tenían que optar, en consecuencia, por una candidatura —la de Pedro Pablo Kuczynski— que representaba la defensa del régimen democrático y la otra —la de Keiko Fujimori— antidemocrática, contraria a la virtud cívica por sus prácticas descaradamente clientelares. El fujimorismo organizado en FP aparecía como la negación de un régimen donde los «todos los ciudadanos tienen iguales derechos y son igualmente Dignos».
Con la elección de PPK, entonces, triunfó la Democracia y perdió la opción que hizo de la mentira una forma de hacer política; perdió la opción vinculada al narcotráfico y al crimen, adornada con un discurso populista. Podemos decir, por otro lado, que el resultado del balotaje es histórico no solo porque revela la existencia en nuestro país de una población (y de una juventud) mayoritariamente democrática, sino también porque es la primera vez que la izquierda liderada por Verónika Mendoza optan por la defensa de la Democracia. Esta es una aceptación abierta de que la transformación del orden social puede y tiene que hacerse en democracia y fortaleciendo la democracia.
Cambios políticos e institucionales
La participación exitosa del conjunto heterogéneo de fuerzas democráticas en el balotaje  puede convertirse, o podemos convertirla, en el inicio de un proceso político conducente al cambio radical en la forma de gobernar y también en la forma de hacer política en nuestro país.
El objetivo de este proceso de este proceso debe ser fortalecer la Democracia o, más precisamente, iniciar una transición verdadera a la Democracia. Primero debe impulsarse una reforma política integral que cierre la posibilidad del retorno de otra amenaza contra ella (como la penetración de la corrupción y el narcotráfico en las organizaciones políticas, las violaciones de los derechos y libertades, el clientelismo como modalidad de organización política, la constitución de oligarquías políticas, etc.). Por otro lado, exigir la práctica de la consulta, el diálogo y la rendición de cuentas como forma de gobernar. El respaldo de la población y sus organizaciones sociales, será indispensable para impedir una oposición intransigente desde el Congreso.
Gobernar a espaldas del pueblo y mediante componendas con el «liderazgo» del fujimorismo que controla el poder legislativo, conspirará más temprano que tarde contra la gobernabilidad. Las condiciones están dadas para gobernar con independencia de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), pero introduciendo mecanismos y reformas institucionales que aseguren que el Estado no solo brinde equitativamente servicios, sino que sea garante absoluto de la legalidad democrática. No habrá seguridad ciudadana ni Estado de Derecho si no se elimina la corrupción en todos los poderes del Estado, en especial en el Poder Judicial y el Ministerio Público.
Para completar la transición democrática se requiere de una descentralización basada en un nuevo esquema de regionalización. Este esquema debe ser macro-regional y resultado de un ordenamiento territorial que asegure una integración armoniosa de la economía, con la geografía y la demografía. La regionalización actual (que es idéntica a división departamental del país) ha generado más problemas que soluciones. El crecimiento es desequilibrado y desigual, porque no se aprovechan plenamente las potencialidades de áreas geográficas y económicas que traspasan las fronteras de las actuales regiones. Estas son compartimentos estancos que no ayudan a aprovechar las externalidades de las inversiones públicas ni a su gestión eficiente.
Cambios en las propuestas económicas
Se puede empezar con el diseño de la macro-región del sur, para masificar el uso doméstico e industrial del gas, renegociando los contratos respectivos. Es una gran oportunidad para desarrollar industria vinculada a la explotación del gas. No es difícil que el nuevo gobierno encuentre un consenso rápido sobre este tema, incluso dentro del propio congreso, pues también fue una propuesta electoral del fujimorismo.
El nuevo gobierno recibirá una economía cuasi-estancada, con varios desequilibrios y desajustes estructurales, con una menor presión tributaria y con una espectacular penetración de importaciones. El principal reto entonces será articular la gestión del corto plazo (políticas macro) con las políticas orientadas a la diversificación productiva. El objetivo debe ser reducir la dependencia del crecimiento de la expansión de la demanda externa y altos precios de materias primas.
A modo de conclusión
Finalmente, la coyuntura económica actual, interna y externa, es propicia para poner en debate el papel del tipo de cambio como instrumento de cambio estructural, por su impacto directo en la expansión de las actividades transables y, en especial, de las industrias manufacturera y agroindustrial.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 18 de Junio.

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