Saturday, March 26, 2016

La absurda defensa del modelo económico neoliberal


El actual proceso electoral ha vuelto a poner en debate el cambio o la continuidad del modelo económico neoliberal. Los que defienden el modelo dicen, por ejemplo, que en los últimos 25 años de neoliberalismo ha habido: a) mayor estabilidad política; b) mayor estabilidad macroeconómica; c) mayor eficiencia productiva y mayor bienestar del consumidor asociados a la liberalización comercial;  d) recomposición del aparato productivo y mayor competitividad también asociados a la apertura comercial; e) reducción de la pobreza vinculada al crecimiento económico y al gasto social; y, f) un mejoramiento de la infraestructura a través de asociaciones público privadas (véase Gestión, 23-marzo-2016).
 
No hay peor ciego que el que no quiere ver
 
1)   En lugar de estabilidad política, hay una degradación de la política y de la democracia. Las prácticas clientelares y corruptas del fujimorismo de los noventa (compra de apoyo electoral; compra de congresistas para lograr mayoría en el congreso, compra de los medios de comunicación, etc.), sumadas a la penetración aprista y fujimorista en los poderes electoral y judicial, son expresiones de la degradación de  las instituciones y de la corrupción en el ejercicio de la función pública.  El neoliberalismo envileció las reglas de convivencia social y política, en lugar de fortalecer la democracia, la ciudadanía y la política.
 
2)   No se puede decir que la relativa estabilidad macroeconómica  es fruto de las políticas neoliberales. Las políticas neoliberales dolarizaron el crédito en los años 1990 y en los años 2006 a 2015, y en estos mismos años apreciaron la moneda haciéndoles perder competitividad a los exportadores no tradicionales. La subida abrupta del tipo de cambio asociada a la crisis asiática y rusa produjo quiebras bancarias, debido a la dolarización de los créditos; y, el rescate del sistema bancario le costó al Estado cerca de mil millones de dólares. La reciente subida del tipo de cambio no ha generado quiebras bancarias, pero le ha hecho perder el 50% de sus reservas al Banco Central. Por último, hay que mencionar que el actual esquema institucional de política monetaria y fiscal fue introducido en los años 2001-2003 por un equipo de economistas progresistas que dirigieron el Banco Central y los viceministerios del MEF. Las actuales autoridades económicas han usufructuado de este nuevo esquema, aunque gestionándolo de manera ineficiente.
 
3)   No hay evidencia de una mayor eficiencia productiva ni de un aumento del bienestar de los trabajadores. La eficiencia de la inversión (medida por la inversa de la relación incremental capital-producto), fue menor en los años del neoliberalismo que en los años 1970-1980. Tampoco se puede decir que la apertura comercial incrementó el bienestar de los consumidores. Después de 25 años, más del 70% de los trabajadores siguen siendo informales. Los salarios reales están prácticamente estancados y un alto porcentaje de los trabajadores tienen sus derechos recortados.
 
4)   No aumentó la competitividad basada en la productividad ni se mejoró la composición del aparato productivo. Se buscó aumentar la competitividad abaratando el costo del trabajo mediante recortes de derechos laborales. Este tipo de competitividad es espuria y no tiene relación alguna con los aumentos de la productividad. Por esta razón los sectores que lideraron el crecimiento no fueron los transables sino los sectores terciarios como el comercio y los servicios, junto con la exportación primaria. Veinticinco años de neoliberalismo ha dejado una economía menos industrial y menos agrícola.
 
5)   El crecimiento económico de los años 2003-2013 solo redujo la pobreza monetaria, pero no la multidimensional.  El crecimiento fue resultado de los precios altos de los minerales y de una demanda externa creciente por estos productos. Este contexto externo favorable ya no existe, por lo tanto la economía ya no crece como antes y es altamente probable que en este año y los próximos se revierta la reducción de la pobreza lograda en el período de alto crecimiento. Además, el actual enfriamiento económico y las exoneraciones tributarias efectuadas por el actual gobierno, reducirán la presión tributaria y, por tanto, el financiamiento de los programas sociales.
 
6)   Finalmente, el gasto en infraestructura no responde a un ordenamiento territorial en macro regiones, para integrar el país. Por lo demás, la modalidad de asociaciones público-privadas utilizada en este tipo de inversión ni es transparente ni asegura una distribución de riesgos equitativa. Al respecto podríamos decir que las APP son la expresión de un neoliberalismo de Estado porque se promueve el negocio privado junto a pérdidas para el sector público (véase Germán Alarco, Desventajas tributarias de lo público privado, 25-06-2014).
 
A modo de conclusión
 
Según el diario El Comercio (21-marzo-2016) en los últimos veinticinco años se ha venido aplicando con éxito el sistema de libertad económica. pero, lo que sabemos es que este sistema le ha permitido a El Comercio controlar cerca del 80% del mercado en el que opera. Un sistema de mercado que fomenta la posición de dominio no puede ser beneficioso para la población. Y cuando hay posición de dominio o poder de mercado, no hay asignación eficiente de recursos, según la propia teoría económica que defienden los neoliberales.
 
El Comercio usa su posición de dominio para desorientar y mentir. Dice que mencionar en un plan de gobierno que se reducirá «la tasa de interés de referencia del Banco Central de Reserva para generar condiciones de mayor acceso al crédito», es una abierta intervención del Ejecutivo en la autonomía del Banco Central. Todo economista instruido  sabe que cuando la economía se desacelera (como ocurre actualmente) el Banco Central debe bajar su tasa en lugar de subirla. Ahora bien, si un nuevo gobierno nombra directores del Banco Central instruidos, sin duda, en el marco de la ley del propio banco, ellos propondrán la aplicación de una política monetaria contra cíclica para reactivar la economía.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 26 de marzo.

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