En el discurso inaugural de su
gobierno para el período 2016-2021, el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) anunció
que realizará una revolución social para modernizar el país. Con este fin,
asumió seis importantes compromisos con la población, señalando que al final de
su mandato: 1) todos los peruanos tendrán acceso a agua potable de calidad y a
desagüe las 24 horas del día; 2) todos los niños peruanos tendrán acceso
gratuito a educación inicial, primaria y secundaria de calidad; 3) el país
entero tendrá un Sistema Nacional de Salud, moderno y con acceso universal; 4)
el 60% de los puestos de trabajo serán formales; 5) habrá infraestructura para
el desarrollo del país (trenes, carreteras, gasoductos, aeropuertos, etc.) y,
en especial, la región de Iquitos será conectada por tierra con todo el país;
y, 6) la corrupción será erradicada mediante una reforma profunda del sistema
judicial.
Su concepción de la modernidad
Hemos escrito varias veces que el
neoliberalismo en lugar de integrar al
país, mantuvo su separación en dos Perú, con uno, el Perú No Oficial,
discriminado y sin acceso a la modernidad. Además, el neoliberalismo, con su
ideología del individualismo y de la eliminación de las interferencias del
Estado y de las regulaciones económicas, promovió un estilo de crecimiento
primario exportador que reinstauró en los últimos veinticinco la modernización
neocolonial decimonónica. Pero también fomentó el emprendedurismo criollo que
se abrió paso sin consideración de la situación de los otros, rechazando el
bien común y practicando la elusión tributaria y la informalidad.
Los viajes que hizo PPK durante la
campaña electoral sin duda le permitieron conocer de cerca la situación de
nuestros compatriotas del Perú marginado. Quizás por eso el ahora presidente PPK
ha dicho que desea terminar con esta situación y que anhela “que en cinco años el
Perú sea un país moderno, es decir, “un país sin discriminación. Seamos
conscientes que somos un país milenario y además cuna de civilización. Con 200
años de República y miles de años de historia. Y una parte de esta historia,
nuestra raíz civilizatoria y cultural, ha sido despreciada y marginada. Esto
debe cambiar --dijo. Está cambiando, pero debe cambiar más rápido y más
profundamente”.
De otro lado, la modernización para
ser distinta a la neoliberal, no puede olvidar el agro y en general al sector
rural del país donde —como mencionó el presidente— “está la mayor cantidad de
pobres del Perú […] El agro aporta las dos terceras partes de los alimentos que
consumimos los peruanos y da empleo a un tercio de la fuerza laboral. Apoyar a
los hombres y mujeres del campo significa llevar la verdadera justicia social a
los más pobres del país. Desafortunadamente el presidente no dijo cómo
modernizar el agro, como iniciar la industrialización a partir del agro, que es
la única manera sostenible de generar desarrollo y diversificación productiva, y
oportunidades de empleo e ingresos para los pobres del campo.
Esta es una concepción de modernidad
que no se condice con el extractivismo ramplón y menos con la ausencia del
Estado que nos impuso el neoliberalismo. Si la modernización significa eliminar
las desigualdades elevando el ingreso de los más pobres, esto —como ha dicho el
presidente— tiene que lograrse “emparejando el acceso a servicios esenciales
que hoy son escasos o inexistentes y, por tanto, extremadamente costosos para
los más pobres”. Su concepción de
modernidad es económica y social, que no contrapone el Estado con el mercado.
No es, a mi juicio, la modernidad de la supremacía del mercado libre; es la modernidad
que precisa de un Estado que priorice el bien común, que promueva la virtud
cívica (la asignatura de educación cívica será obligatoria), y que busque la
complementariedad entre la inversión pública y la inversión privada.
No hay ni tiene que haber
contradicción entre la búsqueda de este tipo de modernidad y el fortalecimiento
de la democracia. Por eso es importante que el presidente haya señalado que
respetará la voluntad de los pueblos, que practicará el diálogo y la consulta,
y que eliminará la corrupción enquistada como forma de gobernar en nuestro
país. No obstante todo lo anterior, hay que señalar que no hubo menciones a la
indispensable reforma política y electoral, sobre todo si de aquí en dos años
tendremos elecciones regionales.
¿Qué políticas económicas acompañarán la
modernización?
Los compromisos del presidente PPK
implican claramente la opción por una política fiscal expansiva. Se harán
mejoras y se ampliarán los programas sociales; se “cerrará la brecha en el
acceso a la salud y a la seguridad social”; se generarán oportunidades para
acceder a la educación básica y “seguir carreras universitarias y técnicas”; y,
habrá “mucha más construcción, ampliación y modernización de aeropuertos,
puertos, carreteras nacionales, regionales y locales; trenes, el tren de
cercanías alrededor de Lima; gasoductos, y la conexión de Iquitos por tierra al
resto del Perú”.
Todos estos compromisos implican
gastos que no pueden ser el resultado solo del esfuerzo privado; se requerirá
de financiamiento y de inversiones públicas. Por lo tanto, importa saber cómo
se financiarán estos gastos públicos.
Imposible pensar en un financiamiento mediante la tributación. Al
respecto no hay propuesta alguna de reforma tributaria para elevar los ingresos
del Estado. Si se baja en un punto el IGV como se ha anunciado, se perderá
cerca de 0.5% del PBI en impuestos. Además, si se mantienen las reformas
tributarías regresivas del gobierno de Humala, se dejará de recaudar cerca del
1% del PBI. A todo esto hay que sumarle la disminución de la recaudación minera
en cerca de 50%. Es claro, entonces, que el aumento consecuente del déficit fiscal
requerirá de un mayor endeudamiento público. Sobre este tema y la ausencia de
otras políticas económicas que deberían acompañar a la modernización,
trataremos en nuestro próximo artículo.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 30 de julio
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