Los
mismos que argumentan que son las empresas y no los sectores productivos los
que arrastran al conjunto de la economía generando desarrollo, también
sostienen que el alto crecimiento de los años 2003-2013 nos ha conducido a una
situación definida como «trampa del ingreso medio». Un país se encuentra en
esta trampa cuando alcanza un nivel de ingreso per cápita promedio del que no
puede salir; o, más precisamente, está en una trampa porque no puede dar el
salto hacia un nivel de ingreso más alto debido a que tiene pendientes de
solución problemas de tipo institucional, de infraestructura, de educación y
tecnología, de sobre-regulación de los mercados y/o porque no ha emprendido en
serio una reforma laboral para flexibilizar totalmente el mercado de trabajo.
La
evolución del ingreso per cápita
En
1990, cuando se inició formalmente la aplicación de las reformas y políticas
neoliberales, el ingreso per cápita ascendía a US$ 1,351. Con el crecimiento
económico registrado en el período 1993-1997 aumentó a US$ 2,282. De 1990 a
1997 creció a una tasa de 7.8% promedio anual. Con la recesión de los años
siguientes originada por la crisis asiática y rusa, se redujo en 14.5%,
llegando a la cifra de US$ 1,950 en el año 2001. Entre 2003 y 2013 la economía
creció a la tasa de 6.4% promedio anual. Fueron años del súper-ciclo de los precios
de los mienrales: el precio de la onza troy de oro aumentó de US$ 356.9 en
enero de 2003 a US$ 1,771 en setiembre de 2011; por su parte el precio de la
tonelada de cobre los hizo de US$ 1,650.3 en enero de 2003 a US$ 9,881 en
febrero de 2011. Precisamente en estos años de crecimiento espectacular de los
precios de los minerales, el ingreso per cápita creció a la tasa de 11.8% promedio
anual pasando de US$ 2,174.3 en 2003 a US$ 6,621.8 en 2013.
Desde
hace tres años los precios de los minerales se están reduciendo
sistemáticamente: la onza troy de oro se redujo a US$ 1,068.3 en diciembre de
2015 y la tonelada métrica de cobre a US$ 4,638.8 en la misma fecha. No hay
analista internacional de los mercados de commodities
que pronostique una recuperación sostenida de estos precios en el futuro
inmediato. El súper-ciclo terminó y la desaceleración de los precios
continuará, dando lugar a un bajo crecimiento del PBI o al estancamiento
económico. Por lo tanto, también se reducirá o tenderá a estancarse el ingreso
per cápita. No habrá posibilidad de un salto a un nivel de ingreso per cápita
más alto en los próximos cuatro o cinco años.
El
ingreso per cápita aumentó en 194.5% de 2003 a 2012, precisamente cuando los
precios de los metales aumentaron de forma espectacular; por ejemplo, el precio
de la onza troy del oro aumentó durante esos mismos años en 359.1%. A partir de 2012 los estos precios empiezan a
descender de manera sostenida. El precio del oro cae entre 2012 y 2015 en 30.5%,
mientras el ingreso per cápita se reduce en aproximadamente 7%. Es claro,
entonces, que la situación de «país de ingreso medio» se alcanzó por el
crecimiento espectacular de los precios de los minerales y que este ingreso no
será sostenible (y tenderá a disminuir) en los próximos años.
La
«trampa» del estilo de crecimiento
El
incremento del ingreso per cápita revela, además, el aumento excesivo de la
desigualdad en la distribución del ingreso. Los datos son escalofriantes. Supongamos
que el producto per cápita de S/. 18,665.9 registrado en el año 2014 corresponde
al nivel superior del rango de ingresos mensuales que define al grupo social
denominado «clase media». Este es un supuesto realista de acuerdo a varios
estudios sobre el tema. El ingreso promedio mensual en empresas «de 1 a 10
trabajadores» donde se encuentra cerca del 77% de la PEA Ocupada representa solo el 5.6% de este «ingreso» per
cápita. El sueldo promedio de los maestros representa el 16%. El sueldo neto
promedio de los profesores principales y asociados en universidades privadas
representa un poco más de 42% y el de los profesores de universidades públicas
no llega al 32% del citado producto o «ingreso» per cápita.
Además,
ese producto per cápita alcanzado en 2014 corresponde a una estructura
productiva que no es el de los países que industrializaron su economía y
diversificaron sus exportaciones antes de llegar a la llamada «trampa del
ingreso medio». El patrón neoliberal de
acumulación de capital de los últimos veinticinco años consolidó, en nuestro país,
una estructura productiva, menos industrial y más productora de servicios de
baja productividad, y primario exportadora. Por eso el crecimiento impulsado
por los altos precios de los minerales no se sustentó en aumentos sostenidos de
la productividad y, por lo tanto, no condujo a ganancias
de genuinas de competitividad.
Finalmente,
hay que señalar que ese patrón de acumulación de capital descuidó el desarrollo
de mercados internos. Aumentó de manera espectacular las importaciones y
convivió con una fuerza laboral con sueldos y salarios reales estancados y de
baja calificación y productividad. El salario real promedio del período
1990-2014 no llega al 40% de su valor registrado en el año 1987.
Con
el motor externo apagado y en mediante la profundización de las reformas
neoliberales (como la denominada reforma laboral que elimina derechos de los
trabajadores), no hay manera de salir del actual cuasi-recesión o enfriamiento económico.
En consecuencia, no estamos en la «trampa del ingreso medio» sino en la trampa
del propio patrón de acumulación de capital y de la estructura productiva
configurada en las dos décadas de neoliberalismo.
A
modo de conclusión
Para
salir de la trampa a la que nos ha conducido el modelo neoliberal, hay que
sustituirlo por otro donde sea posible aumentar el stock de capital per cápita
al ritmo requerido por el crecimiento de la PEA y la conversión del subempleo
en empleo adecuado.
Publicado en el diario UNO, el sábado 23 de enero
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