Para entender lo que ocurre con el mercado, la democracia, los
procesos políticos y el desarrollo, lo que importa es la calidad de las
instituciones --no si son débiles o fuertes. Hay instituciones fuertes, pero
que promueven la concentración de poder y favorecen la presencia de oligarquías
rentistas en la economía y en la política que impiden el desarrollo social. Con
este tipo de instituciones, que Acemoglu denomina extractivistas (o
extractivas), la democracia pierde su sentido original, la impostura se
convierte en característica de la política y la concentración del poder económico
desaparece toda posibilidad de igualdad de oportunidades. Las oligarquías que
dominan las instituciones extractivistas, se oponen por todos los medios a los
cambios económicos, sociales y políticos. No promueven la innovación y se
«asustan» ante la posibilidad de una destrucción
creativa porque les puede desestabilizar su poder político y económico.
Las
AFP están estructuradas para practicar el rentismo
Las
AFP fueron creadas durante el «fujimorato». Su autor Carlos Boloña, ministro de
economía en ese entonces, fue «nominado», tan pronto dejó la cartera,
presidente de la AFP Horizonte. Desde su origen fue entonces una institución
extractivista. Su creación afectó gravemente al sistema público de pensiones porque
le quitó gran parte de sus afiliados y sus fondos. Las AFP nacen como un
sistema alternativo al público, no como un sistema complementario.
El
reciente desplome de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) revelóa que los aportes
acumulados de los afiliados de las AFP se redujeron en cerca de 6 mil millones
soles (de S/.121.388 millones en julio de este año bajó a S/.115.406 millones
en octubre). Frente a este hecho las autoridades respondieron afirmando que
este problema era de corto plazo y que, por tanto, se resolvía en el largo
plazo. La mala gestión fue justificada apelando al ciclo, pero no dijeron si
estas eran fluctuaciones sobre una tendencia de capitalización creciente. Pero
tampoco les importó mencionar si se les compensaría a los afectados que les
toca jubilarse entre este año y el próximo.
En
el colmo del extractivismo, Luis Valdivieso, presidente de la Asociación de
AFP, propuso que los afiliados realicen aportes voluntarios desde que ingresan
al sistema de pensiones o se incremente la edad de jubilación, como una forma
de atenuar efecto de la reciente elevación de la esperanza de vida de los
aportantes en tres años y cuyo efecto sería la reducción de las pensiones entre
3% y 5%.
Los
propietarios de las AFP nunca pierden, siempre ganan, y su ganancia es
básicamente rentista porque administran fondos que provienen de un descuento
compulsivo de nuestros ingresos que el Estado les trasfiere sin condiciones.
Desde su origen fueron estructuradas para beneficiarse de la extracción de
recursos de los trabajadores. No protegen el derecho de propiedad de nuestros
«ahorros forzosos», concentran el poder en un grupo financiero, especulan en el
mercado cambiario, son rentistas y no contribuyen al crecimiento diversificado
de nuestra economía.
Los
que defienden a las AFP tiene argumentos contradictorios. Luis Valdivieso, por
ejemplo, dice que «la recuperación de la rentabilidad de los fondos dependerá
de la coyuntura internacional»; pero otros como el viceministro de economía
piden que el límite de sus inversiones en el exterior se eleve para enfrentar en
mejores condiciones la volatilidad de la BVL (Hasta agosto de este año las AFP
tenían invertidos en el exterior cerca del 40% de su portafolio). Sin embargo,
nadie recuerda la teoría que le dio origen, según la cual el sistema de
capitalización es mejor que el de reparto, porque los fondos capitalizados
contribuyen a aumentar la tasa de acumulación de capital.
Se
puede «buscar una mayor diversificación y rentabilidad para las inversiones que
hacen las AFP», no solo elevando el límite de sus inversiones en el exterior,
sino también diversificando y expandiendo el mercado de capitales doméstico. Pero,
ciertamente esta innovación es incompatible con el carácter extractivista de
las AFP.
Urge destrucción creativa en el sistema privado de pensiones
Tenemos que pasar a un sistema que no cree desigualdades
empobreciendo a los viejos y que respeten la propiedad de nuestros ahorros. No
es verdad, como señala Stiglitz, que después de lo ocurrido en 2008, los fondos
de pensiones sean mejor gestionados por los privados. Él recomienda una reforma
como la que planteamos en el Plan La Gran Transformación. Un sistema multipilar
con «bajos costos de transacción
y muy buen servicio al cliente» como el que existe en los Países Bajos y
Noruega, o que incorpore el modelo de fondo gubernamental canadiense con
«independencia, altos retornos, baja volatilidad y costos de transacción, e,
incluso, inmune a la influencia política».
Nosotros proponíamos los pilares público y privado complementarios
y no alternativos. Un pilar público con un componente contributivo obligatorio
(donde se determina una pensión básica) y otro no contributivo y
redistributivo; y, un
segundo pilar privado que sirva de complemento al primero, voluntario y basado
en cuentas individuales como el actual.
A
modo de conclusión
Hay que iniciar un debate sobre esta y otras propuestas. En la
coyuntura actual urge la necesidad de transformar todas las instituciones
extractivistas, en instituciones inclusivas. Nuestro país requiere una
«distribución amplia y pluralista del poder» para emprender definitivamente la
ruta del desarrollo.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 07 de noviembre.
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