La
concepción republicana del mercado
El
otro elemento constitutivo de la identidad de la nueva izquierda es la
concepción del mercado como institución social que puede diseñarse para lograr la
expansión de la libertad y democracia republicanas. Gran parte de la izquierda
cometió el error de «cederle» la institución del mercado a la derecha liberal.
El neoliberalismo exacerbó este prejuicio de la izquierda al contraponer el
mercado al Estado y la economía a la política. Para los neoliberales «la
economía domina la vida social y la rentabilidad privada domina la economía». Proponen
que el mercado y las empresas privadas operen sin restricciones, con lo cual facilitan
la constitución de poderes económicos que limitan la libertad y la democracia:
no rinden cuentas a nadie y transforman las democracias en plutocracias.
La
nueva izquierda tiene que rescatar al mercado del ámbito neoliberal y
restituirle, de acuerdo al pensamiento republicano, su carácter de institución
social y su capacidad de mecanismo de inclusión social. Como institución social
el mercado «permite un amplio rango de diseño institucional». Puede, por
ejemplo, como señala David Casassas, introducirse «medidas de política para
reforzar la esfera de la existencia social autónoma y de la independencia
material de todos los individuos de la sociedad, sin erosionar su posición
social como actores económicos libres que son capaces de hacer contratos libre
y voluntariamente».
En
la articulación y reproducción del orden social el mercado tiene importancia
fundamental porque permite asignar determinados bienes y recursos de modo
descentralizado. Este papel es totalmente compatible con el objetivo de mejorar
las condiciones de vida al que todo ser humano aspira y que este mejoramiento
–como señalaba Adam Smith y reitera David Casassas-- ocurra en una comunidad
plural, diversa y socialmente no fracturada. En otras palabras, el mercado
puede permitir la extensión de la libertad y la inclusión social, cuando la
sociedad está constituida por individuos libres e iguales, cuando esta sociedad
es una comunidad sin dominación social. Este papel del mercado, de acuerdo al
pensamiento republicano, se construye políticamente. El Estado tiene el papel
de eliminar las fuentes institucionales y sociales de poderes económicos que
ponen en riesgo la libertad y derechos de los individuos, y erosionan la
esencia de la democracia.
El
Estado como creador de mercado
En
sociedades atrasadas donde existen poblaciones y regiones no integradas a la
economía de mercado «moderna», donde la «comunidad política territorializada»
no ha terminado de construirse, el Estado tiene que asumir su papel de creador
de mercados para articular la economía con la geografía y la demografía. En las
sociedades desarticuladas y atrasadas, las decisiones descentralizadas de
inversión se orientan solo hacia aquellas áreas donde los mercados están
desarrollados. La asignación de recursos tiene un problema de orientación; y si
el Estado no elimina las restricciones para que esta asignación se extienda a
lo largo y ancho de toda la nación, el carácter fracturado y desarticulado de
la sociedad se reproduce en el tiempo.
El
pensamiento liberal y neoliberal no tienen una explicación de cómo se crean los
mercados. Tratan de las fallas del mercado, suponiéndolo dado. De acuerdo al
pensamiento republicano y a los aportes de K. Polanyi, «la economía de mercado es
una forma de organizar la producción y distribución de bienes que exige una
organización social y política adecuada a su estructura de funcionamiento. En
este sentido es un sistema político-económico cuyo diseño y construcción debe
permitir asegurar a cada ciudadano su independencia material y por lo tanto su
libertad individual y colectiva». Entonces, el sistema de mercado también puede
constituirse en el mecanismo institucional de articulación de la economía con
la geografía y demografía en sociedades fracturadas como la peruana. «Para
extender la libertad y hacer de los pobres y desposeídos ciudadanos igualmente
libres se requiere un Estado fuerte pero democráticamente controlado,
contestable y participado».
A
modo de conclusión
El
sistema de mercado es un mecanismo institucional que hace posible el avance o
retroceso de la libertad. Es posible entonces construirlo para que sea
compatible con la libertad y la democracia republicanas. El objetivo de una
sociedad libre y justa, no implica la supresión del mercado sino, como recuerda
Polanyi, su regulación y adecuación a dicho objetivo. El papel del Estado tiene
que ser el de limitar la generación de poderes económicos que «interfieren
arbitrariamente en la vida de los demás, o que les permite definir
políticamente el funcionamiento o normas de la sociedad».
Publicado en el diario La Primera, el sábado 8 de marzo
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