Piero Ghezzi y José Gallardo responden
a mis críticas a su libro «Qué se puede hacer con el Perú…» en dos columnas
publicadas en el blog La Mula.pe.
Desafortunadamente lo hacen con embustes, argucias y tergiversaciones de mis
argumentos. Critican un discurso que ellos construyen luego de adjudicarme su
autoría. Así sus columnas adolecen del «síndrome de PISA peruano», porque
revelan que no han entendido lo que han leído. Veamos:
1)
Dicen:
«No hay discontinuidad de la política macroeconómica durante el gobierno de
Toledo, sino un proceso de aprendizaje».
Pregunto: ¿puede haber continuidad
entre la política que acentuó la recesión originada por la crisis de 1998-1999 y
la política que hizo lo contrario a partir del año 2001? ¿Puede haber
continuidad entre la política de deuda basada en crecientes superávit primarios
para seguir honrando sus servicios descuidando los gastos en educación y salud,
y una política de deuda que buscaba su sostenibilidad modificando su
composición y pre-pagando para liberar recursos y destinarlos a mejorar los
presupuestos de educación y salud? Si no se hubiera cambiado el esquema
institucional de la política macro en los años 2001-2003, el «manejo» de la
crisis de 2008-2009 habría sido tan desastroso como el «manejo» de la crisis de
1998-1999 que quebró bancos y aumentó la deuda pública en cerca de mil millones
de dólares (para rescatarlos). A esta ausencia de continuidad, ellos lo
denominan ¡aprendizaje!
2)
«En
el caso de la deuda pública —dicen—, el análisis de Jiménez desafía las leyes
de la aritmética. El factor que ha contribuido de manera más significativa a la
reducción de la deuda pública (como porcentaje del PBI) es el aumento del
denominador».
¿Quién no sabe que el ratio A/B
disminuye si B crece más rápido que A? Esto no está en discusión. ¿Por qué entonces
recurren a un embuste? Quizá porque ellos
ignoran que durante el gobierno de Toledo se redujo la deuda, se cambió su
composición sustituyendo deuda externa por interna, y se reperfilaron sus
servicios que el «fujimorato» dejó en
cerca de 3.5% del PBI. Todo esto fue posible gracias a la creación del mercado
de deuda en soles. Se redujo el riesgo cambiario de la deuda pública y se sentaron
las bases de su sostenibilidad. Cuando dicen que, debido a la reciente
apreciación del sol, el ratio de deuda a PBI es ahora mayor que si se hubiera
quedado toda en dólares, revelan que no entendieron el sentido de la regla de
intervenciones cambiarias esterilizadas introducida en los años 2001-2003. ¡Y
hablan de aprendizaje! Tampoco parece que entendieron la importancia del
esquema de metas de inflación para endogenizar las expectativas, por eso dicen
con desparpajo que en la reducción de la inflación contribuyeron «las políticas
restrictivas de los 90’s y los bajos salarios chinos
mediante su efecto en los precios de las manufacturas». Les faltó decir, ¡también
la apreciación del sol y que, por lo tanto, es irrelevante el esquema
institucional de metas de inflación!
3)
Jiménez
«distorsiona nuestro punto de vista. Somos explícitos en señalar —dicen— que el
rezago de los pilares del bienestar (productividad, empleo, distribución) es
consecuencia casi inevitable del modelo. Sí tienen relación y lo recalcamos
repetidamente en el libro».
Si los problemas en los «pilares del bienestar» tienen relación
con las políticas implementadas en la década de los 90’s, entonces «tendríamos
que aceptar el oxímoron de que la economía y la institucionalidad de ese
período fueron una «luz oscura» o el embuste de que las políticas neoliberales
no son responsables del deterioro de los «pilares del bienestar». ¿Dónde está
la distorsión? ¿No es un oxímoron decir que las políticas de la década de 1990 son
buenas y aceptar, al mismo tiempo, que tienen efectos negativos nada menos que sobre
los «pilares del bienestar»? En Introducción a la teoría del crecimiento,
los economistas aprendemos que las políticas macro pueden afectar el
crecimiento de un país por los canales de la tecnología y de la intensidad de
capital. Si lo afectan negativamente, son «malas políticas».
También dicen que «el sesgo anti-exportador
del modelo que Jiménez identifica simplemente no existe», porque las exportaciones
no-tradicionales se cuadruplicaron en el periodo 2003-2012. Con este mismo criterio
ellos deberían afirmar que tampoco hubo sesgo anti-exportador durante el primer
gobierno de García porque las exportaciones no tradicionales aumentaron una y
media veces en cinco años. Además, la participación de las exportaciones no-tradicionales
en el total exportado fue de 27.2% en el período 1985-1990 y solo de 23.3% en
el período 2003-2012. ¿Qué les parece?
4)
Jiménez
«confunde modelo con institucionalidad. En particular el hecho de que el modelo
primario exportador se dé en industrias “extractivas” no implica que las
institucionalidad sea “extractiva”»
Otra tergiversación. Tendré que
repetir lo que ya he escrito varias veces en este diario. «Las instituciones
son extractivistas cuando no incentivan la innovación, cuando erosionan la
democracia, cuando evaden la fiscalización y favorecen el desarrollo de la
corrupción. Estas instituciones coexisten con instituciones económicas
extractivistas que operan extrayendo rentas, sin transformar ni innovar, y que
rechazan la regulación de los mercados». Por eso sostengo que tanto el modelo
de industrialización sustitutiva de importaciones como el actual modelo
primario exportador peruano, operaron con instituciones políticas y económicas
extractivistas.
A modo de conclusión
Las fábulas y los embustes impiden construir
conocimiento.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 21 de diciembre.
No comments:
Post a Comment