El proyecto de presupuesto para el año 2013 tiene una meta de superávit
fiscal de 1.1% del PBI. El titular del MEF, Luis Miguel Castilla, acaba de
presentarlo ante el Congreso de la República, sin rendir cuentas de la
ejecución del presupuesto actual. Tampoco rindió cuentas de la ejecución del
presupuesto de 2011 cuando presentó el presupuesto para el año 2012. Recordemos
que anunció para el presente año un superávit de 1.0% del PBI, pero sólo en el
primer semestre ya se ha generado un superávit de 7.1%. En la presentación del proyecto
de presupuesto para el año 2011, se anunció un déficit de 1.0% del PBI, pero el
año terminó (con Castilla de viceministro y después de ministro) con un
superávit de 1.9% del PBI.
Para el ministro Castilla el ajuste es la mejor política fiscal
preventiva frente a la incertidumbre y la agudización de la crisis
internacional. Además, como parte de un gobierno que enarbola la bandera de la
inclusión social, él brilla como buen cicatero que disfruta de la política de
ajustes fiscales. El Marco Macroeconómico Multianual (MMM) (base del
presupuesto de 2012), tenía metas de superávit fiscal de 1.0% del PBI para
2012, de 1,4% para 2013 y de 1,8% para 2014. Estas metas de superávit fueron
ligeramente cambiadas en el nuevo MMM (base del presupuesto de 2013): 1.1% del
PBI para 2013, de 1.3% para 2014 y de 1.5% para 2015. Como no practica la transparencia,
el ministro tampoco informó sobre las razones de estos cambios.
No hay cambios importantes en la estructura del gasto
fiscal
La estructura del gasto fiscal es casi la misma de presupuestos
anteriores. El gasto total del sector público no financiero del año 2011, según
el presupuesto respectivo, representaba 18.3% del PBI. En el proyecto de
presupuesto para el año 2013, el porcentaje de este gasto sube a 18.8% del PBI.
El gasto corriente en 2011 era equivalente al 8.9% del PBI, y según el actual
proyecto de presupuesto actual este porcentaje aumenta a solo 9.4% del PBI. Los
gastos de capital como porcentaje del PBI tampoco cambian mucho: de 4.5% del
PBI en 2011 pasan a 5.2% en 2013. El aumento no llega al 1% del PBI. ¿Cómo se
pueden atender las justas demandas de los trabajadores del Estado y superar los
déficits de infraestructura en las distintas regiones del país, con una
estructura de gasto que se mantiene casi constante?
El presupuesto sigue reproduciendo la estructura centralista del
gasto. El gobierno parece haber renunciado a utilizar el presupuesto como
instrumento de integración de la economía con la geografía y demografía del
país. El 67% del gasto presupuestado es para el gobierno nacional, el 16% para
los gobiernos regionales y el 17% para los gobiernos locales. Prácticamente es
la misma distribución de los gastos presupuestados para 2012 y 2009. En realidad, el centralismo en la
distribución del gasto ha sido una constante en todos los años del
neoliberalismo.
Por último, la distribución del gasto total no prioriza la atención
a las regiones más pobres del país. Lima y Tacna (con niveles de pobreza de
15.8% a 16.6%) concentran el 37.1% del gasto presupuestado; y, a las regiones
con niveles de pobreza superiores al 35.0% se les destina sólo el 29.1% de este
gasto. Entre estas regiones se encuentran Apurímac, Ayacucho, Cajamarca,
Huancavelica y Huánuco, con niveles de pobreza de 52.7% a 57.0%; y, Amazonas,
Loreto, Pasco, Piura y Puno, con niveles de pobreza entre 35.2% y 48.1%. Es importante señalar que la población de
estos dos grupos de regiones representa el 29.5% de la población total del
país. Por otro lado, el 22.9% del gasto presupuestado se dirige a las regiones
con niveles de pobreza de 24.1% a 31.0% y que tienen una población equivalente
al 22.9% de la población total (Ancash, Cusco, Junín, La libertad, Lambayeque y
San Martin).
La inclusión social es sólo un «botoncito» de muestra
La ausencia de criterio social en la formulación del presupuesto
se nota más cuando analizamos el denominado gasto social. Castilla parece decir que para mostrar que la
inclusión social es una prioridad en el presupuesto, es suficiente un «botoncito». Efectivamente, el gasto presupuestado para
los programas emblemáticos de este gobierno (Pensión 65, Juntos, Beca 18, Cuna
Más y SAMU) representa sólo el 0.37% del PBI. Ni siquiera medio punto
porcentual del PBI; es decir, es un «botoncito»
de muestra.
Por el lado del gasto social (saneamiento, vivienda y desarrollo
urbano, salud, educación y protección social) tampoco hay cambios importantes. De
5.7% del PBI en el año 2012 ha subido a 6.5%. Hay un pequeño aumento de un poco más de medio punto porcentual del PBI.
Llama mucho la atención que el
porcentaje del gasto en educación y salud siga casi constante: 2.9% y 1.7% del
PBI, respectivamente. Hace ya bastante tiempo que el gasto en estos rubros no
aumenta de manera sustantiva. Por otro lado, según un reciente estudio de la CAF el programa Juntos tiene poco impacto redistributivo debido a su bajo
presupuesto. En efecto, el gasto presupuestado para Juntos y Pensión 65
equivalen a solo el 0.262% del PBI, ni siquiera 0.5% del PBI. En la Argentina, por
ejemplo, este tipo de gastos equivale a cerca de 2% de su PBI.
A modo de conclusión
La política del piloto automático también se aplica en la
formulación del presupuesto. Este piloto no tiene sentido del cambio ni emoción
social. Es el piloto por el que apuesta Ollanta Humala. Esperemos que no lo
lleve al despeñadero político y social.
Publicado en el diario La Primera, el sábado 8 de setiembre
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