Sunday, September 16, 2012

Adam Smith y el neoliberalismo

Los que creen que hay una continuidad entre el pensamiento de Smith y el neoliberalismo y, por lo tanto, postulan la filiación del neoliberalismo con las ideas económicas y políticas de Adam Smith, comenten una impostura.

El homo economicus neoliberal y el ciudadano de Adam Smith

El neoliberalismo se impone en el mundo con el ascenso al poder de Margaret Thatcher en Inglaterra (1979) y de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981). Fue el inicio de la globalización de una nueva forma de mesianismo ideológico, fundado en la idea del homo economicus que actúa racionalmente guiado por su propio interés individual y que sabe lo que quiere. Este mesianismo tiene sus antecedentes doctrinarios en Camino de servidumbre de Hayek (1944) –justo el mismo año en el que se publica La Gran Transformación de Polanyi que es, entre otras cosas, una crítica al capitalismo desregulado— donde se sostiene que el desarrollo de la civilización fue posible por el sometimiento del hombre a las fuerzas impersonales del mercado. Aboga por las libertades individuales para que los protagonistas de la vida económica –el homo economicus—, actuando en un sistema de libre mercado, logre el supuesto bienestar general de la sociedad. Como dice  Todorov –en Experiencia Totalitaria, 2009—, el neoliberalismo «coloca la soberanía de las fuerzas económicas, encarnadas en la voluntad de los individuos, por encima de la soberanía política, sea cual sea su naturaleza. Al hacerlo, contraviene  --paradójicamente— el principio fundador del pensamiento liberal que es que un poder limite otro».

Smith, por su parte, concibe al individuo, a la persona, como un ser social --como un ser preparado por naturaleza para vivir en sociedad-- y al mercado como institución social. En su Teoría de los sentimientos morales (1759) sostiene que la simpatía (sympathy), es decir, el proceso de ponerse en el lugar del otro y asumir su situación, es una característica de los individuos que viven en una sociedad donde la vida social es civilizada (en una sociedad civil de ciudadanos). La simpatía no excluye el amor propio (self love), pues este es compatible con la preocupación por los demás. Lo que no puede existir en la sociedad civil es el egoísmo (selfishness) porque es incompatible con la simpatía.

La concepción de Justicia (en la sociedad civil), es no lesionar al prójimo. No es una concepción de amparo que lleva al fortalecimiento del poder del Estado con la excusa de proteger a los más débiles.  Esta concepción de Justicia está en la base de la explicación del desarrollo económico y social que Smith hace en su libro más conocido Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776).  No es sobre la libertad del homo economicus de la que nos habla Adam Smith. Para él, la libertad, el autogobierno y la condición de ciudadanía, es evidente, es visible, únicamente cuando los individuos son concebidos dentro de un contexto de relaciones e instituciones sociales. Esta es una visión republicana –como señala David Casassas en Ciudad en Llamas, La vigencia del republicanismo comercial de Adam Smith (2010).

El mercado como institución social

La prédica de M. Friedman sobre la libertad de los mercados también contribuyó a la imposición del neoliberalismo en el mundo.  Él no explicó cómo se crean los mercados, ni diferenció el mercado de crédito del mercado de bienes, pero apoyándose en la frase «la mano invisible del mercado» de Smith, preconizó su desregulación y la ausencia de intervención del Estado en la economía.  El resultado de las políticas aplicadas sobre la base de este discurso «libertario» fue la acentuación de la desigualdad distributiva, porque propició la desconexión de la evolución de los salarios reales del comportamiento de la productividad. 

Para Smith los individuos pueden actuar libremente en el mercado «en tanto no violen las leyes de la justicia». Ahora bien, como la libertad del individuo no es exógena a la vida social, «se alcanza y se mantiene por medios políticos, en el seno de la vida social». En este sentido la sociedad civil es concebida como una asociación de individuos libres e iguales (iguales en el sentido de ser igualmente libres, como enfatiza Casassas) en una comunidad «cuyos miembros de pleno derecho disfrutan, sin excepción, de independencia material, es decir, están libres de dominación». Por su parte, como el mercado también es una institución social, puede estar bloqueado por grupos de presión, políticos y económicos, que impiden el ejercicio de la libertad individual. Por lo tanto, el mercado puede ser diseñado políticamente en tal forma que sea compatible con la existencia de individuos libres e iguales. La mano invisible es, entonces una construcción social y política porque «actúa», se hace realidad, en una sociedad sin dominación social.

A modo de conclusión

El neoliberalismo es la negación de la libertad republicana de Smith. Facilita la concentración del poder, económico y político, al hacer posible, con la desregulación, la pérdida de capacidad de negociación de los trabajadores. Los defensores del neoliberalismo deberían leer lo que dijo el neoclásico John Bates Clark: «La disciplina del hambre descalifica al trabajador para hacer una negociación exitosa, y si el empleador está en total libertad de contratar a estos trabajadores que, bajo tal presión, individualmente se ofrecen a trabajar, el empleador puede conseguirlo por muy poco» (Clark, 1913). Paradójicamente M. Friedman recibió la medalla J. B. Clark en 1951.



Publicado en el diario La Primera, el sábado 15 de setiembre

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