El propósito de este artículo no es analizar los cambios en el escenario político de la región y su influencia en nuestro país. Ciertamente estos cambios tienen importancia, y bastante; pero, para ponderar su efecto dentro de nuestras fronteras, es preciso evaluar lo que ha ocurrido y está ocurriendo en nuestro país en los últimos cinco años, es decir, en el período posterior a la década fujimorista del envilecimiento. Es este el objetivo de este artículo. Empezaremos dando cuenta de los cambios en la economía y terminaremos describiendo lo que está en germen en el campo de la política y la moral.
Fujimorismo y economía
El fujimorismo económico utilizó la apertura indiscriminada del comercio y el atraso cambiario como instrumentos antiinflacionarios. Su política monetaria alentó la dolarización del sistema financiero y su política fiscal procíclica conspiró contra la inversión pública.
Los neoliberales de los noventa tuvieron la suerte de contar con un escenario internacional, con el clima y con flujos de inversión extranjera que favorecieron el crecimiento de la producción primaria. Por su parte, la producción de no transables –como la del sector construcción– se expandió con el relativo abaratamiento del crédito por la masiva entrada de capital extranjero de corto plazo en forma de pasivos internacionales del sistema bancario. Así se reprimarizó y dolarizó la economía, haciéndola más vulnerable a los shocks externos.
La hegemonía de este modelo económico terminó cuando, al disminuir la liquidez por efectos de la crisis financiera internacional de 1998-1999, la economía entró en recesión. La presión al alza del tipo de cambio y el encarecimiento del crédito afectaron la capacidad de pago de las empresas endeudadas en dólares y con ingresos en soles, poniendo al sistema financiero dolarizado al borde de una crisis general de deuda.
Con la ruptura de la "cadena de pagos", el modelo económico neoliberal entró en una crisis terminal que reveló sus límites tanto en el patrón de acumulación y estructura del aparato productivo configurados por las políticas neoliberales, como en la inoperancia de su política macroeconómica para combatir la recesión económica.
Con el triunfo de la democracia surgió una nueva manera de crecer y acumular capital impulsado por una nueva política macroeconómica. En mayo del 2002 el BCRP introdujo un nuevo esquema institucional de política monetaria que contribuyó a modificar la estructura de precios relativos a favor de la producción no primaria orientada al mercado interno y externo.
El MEF implementó un programa de reperfilamiento de la deuda externa y un programa de desarrollo del mercado de deuda pública doméstica, tanto para asegurar la sostenibilidad de las cuentas fiscales reduciendo sus riesgos de mercado y refinanciamiento, como para fortalecer el círculo virtuoso entre el ahorro, la inversión local y el crecimiento económico mediante la expansión del mercado de capitales en moneda local. Todo esto se hizo sin la participación, directa o indirecta, del ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski y a contrapelo de su conspiración contra la nueva política macroeconómica.
Para muestra, un botón: en febrero del 2002 él aumentó el riesgo de refinanciamiento de la deuda pública, al sacar del mercado bonos Brady con tasas de interés bajas y que vencían en los años 2017 y 2022, y colocar, en su lugar, bonos globales con tasas de interés más altas y que vencen en el 2012. Además, desde que empezó su segunda gestión como ministro de Economía, hizo y aún sigue haciendo lo posible para cambiar la correlación de fuerzas en el directorio del BCRP apelando a la ética que él no practica.
Sobre el neoliberalismo
El patrón de crecimiento actual, lo hemos dicho, es distinto al neoliberal porque está creando mercados internos; está incorporando al mercado a la población pobre y provinciana del país; está avanzando hacia adentro sin cerrarse al mundo y sin crear déficit externos ni presiones inflacionarias; ya no es adicta al dólar; y, su financiamiento no depende de los flujos de capitales extranjeros. Pero, debido al corto período de crecimiento (52 meses) no han aumentado significativamente los puestos de trabajo ni ha mejorado la calidad del empleo; tampoco han aumentado los ingresos. La calidad de vida de la mayoría de la población no ha mejorado, el sistema educativo está en crisis. (Continúa mañana).
Diario La República
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