Dos brillantes amigos acaban de realizar un balance económico del quinquenio. Uno de ellos, Pedro Francke, lo hace identificando méritos y deméritos, para, con el buen corazón que le caracteriza, «darle al César lo que es del César». Mientras que el otro, Elmer Cuba, lo hace para defender el llamado «modelo neoliberal» y reclamarle al BCRP que suba su tasa de referencia para minimizar la volatilidad cambiaria, «en lugar de buscar culpables en inversionistas institucionales» como las AFP.
Estoy totalmente en desacuerdo con las hipótesis que ambos defienden. Para Pedro, «el crecimiento económico se debe al contexto internacional y no a la política neoliberal de PPK». Si las buenas condiciones internacionales se hubieran acompañado con buenas políticas, dice, el crecimiento hubiera sido mayor que el de los países emergentes y en desarrollo. Por otro lado, señala que la baja inflación, «la más baja del mundo y de nuestra historia», y las bajas tasas de interés, se deben al BCRP y no a PPK. Además, anota que los spreads del sistema bancario aumentaron en lugar de disminuir, porque la SBS no fomentó la competencia ni defendió los intereses del público.
Ciertamente estoy de acuerdo en que el éxito económico de los últimos años no puede asociarse a PPK ni a la SBS. Ambos remaron contra el crecimiento y la estabilidad económica. El primero no hizo nada para reformar el sistema tributario, para mejorar la calidad del gasto y para crearle mayor espacio a la inversión pública. Continuó con la misma política fiscal procíclica que hizo caer dramáticamente la inversión pública. Asimismo, ambos, PPK y la SBS, creyendo que «lo que es bueno para las AFP es bueno para el país», alentaron ataques especulativos contra nuestra moneda, y se enfrentaron al Directorio del BCRP, una de las instituciones más respetadas del país.
Pero no estoy de acuerdo con Pedro en separar la política monetaria del crecimiento económico. En una economía abierta y de mercado, la estructura de precios relativos desempeña un papel fundamental en la asignación de recursos. Y el tipo de estructura de estos precios, que ha favorecido a la inversión privada local y a los sectores productivos no primarios, fue configurado precisamente por la «nueva» política monetaria: bajó la inflación, bajaron las tasas de interés y no se permitieron bruscas fluctuaciones del tipo de cambio. A esto hay que añadirle la competencia del mercado de capitales cuya expansión fue impulsada por el mercado de deuda pública en soles, y la relativa reducción de los riesgos de refinanciamiento y de mercado de la deuda pública.
Por otro lado, para Elmer el crecimiento económico, la baja inflación y el superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos se debe al contexto internacional, al MEF y al BCRP. Él, a diferencia de Pedro, dice que los resultados habrían sido mejores «con otros políticos en el poder y en el Congreso y las mismas autoridades económicas». Elmer considera que las políticas monetaria y fiscal son parte del «modelo neoliberal» que defiende. Pero esto no es verdad. La tecnología de la administración de pasivos públicos, el desarrollo del mercado doméstico de deuda interna y el nuevo esquema institucional de la política monetaria, todos factores importantes que explican el crecimiento económico, no pueden considerarse parte de ese modelo. El keynesiano John. B. Taylor quizá sólo sonreiría si le dijeran que el régimen de metas de inflación y su regla monetaria, son parte de la ideología neoliberal del Consenso de Washington.
Además del BCRP, podemos agregar el contexto internacional como responsables de los buenos resultados económicos. Pero la inclusión del MEF, merece mayor explicación. Elmer lo hace porque este año «el déficit fiscal podría ser nulo». Él sabe, sin embargo, que esto tiene que ver con la caída de la inversión pública y con la incapacidad de gasto de la burocracia regional y local. Por lo tanto, felicitarse por un déficit nulo revela un fundamentalismo neoliberal que desprecia la inversión pública (en un país con un déficit descomunal de infraestructura) y que, por lo mismo, tampoco le importa la creación de mercados internos y el estímulo a la inversión privada local. Por eso, nada hizo PPK para revertir la caída de la inversión pública y menos para mejorar la capacidad de gasto de las regiones y municipalidades.
Finalmente, Elmer, luego de afirmar que hay un quiebre en la política monetaria (el BCRP habría dejado la meta de inflación por la meta de minimizar la volatilidad cambiaria), recomienda subir la tasa de referencia. No estoy de acuerdo. Primero, porque no hay tal quiebre. La regla de las intervenciones cambiarias es parte de la triada que conforma el nuevo esquema de política monetaria (los otros son la meta inflacionaria y la regla monetaria a la Taylor); y, la operación con una u otra regla o con ambas, depende de las circunstancias internas y externas. Segundo, porque su recomendación no tiene sustento. Sería bueno releer a Keynes y a Hicks para entender que en la realidad existe una estructura de tasas de interés: hay de corto, de mediano y de largo plazos, y comparadas con las de los títulos extranjeros, sus diferencias no tienen siempre el mismo signo. Los que no entienden esta realidad abogan por la convergencia con la tasa de la FED y quieren convencernos, al igual que los «dolarizadores» de antes, que en una economía abierta no hay suficientes grados de libertad para una gestión monetaria independiente de la del FED norteamericana.
Gestión, Diario de Economía y Negocios
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