Saturday, November 08, 2014

Informalidad y crecimiento de la capacidad productiva

La desaceleración del crecimiento ha vuelto a poner en debate las causas de la informalidad. Rafael La Porta y Andrei Shleifer (Informality and development, JEP, Summer 2014), hacen un excelente resumen de las explicaciones más conocidas y difundidas.
 
La crítica explicaciones más difundidas
 
En primer lugar está la explicación que proviene de los trabajos de Hernando de Soto según la cual la informalidad es el resultado de la sobrerregulación estatal. Así, la existencia de altas tasas de informalidad son las que explicaría el lento crecimiento de la productividad. Por lo tanto, eliminando su causa (las barreras a la entrada)  y «formalizando» los títulos de propiedad, se impulsaría el aumento de la productividad y el crecimiento económico. No hay experiencia en el mundo que evidencie que la receta de las desregulaciones haya sido la fuente de los ciclos de crecimiento de las últimas décadas. Precisamente los países donde una parte importante del empleo es informal, implementaron desregulaciones en distintos mercados, en consonancia con el recetario neoliberal.
 
En segundo lugar está la explicación que coincide con la posición del Mckinsey Global Institute y que describe a las empresas informales como como «parásitos que compiten injustamente con las empresas formales respetuosas de la ley». Las empresas y trabajadores informales disfrutan de ventajas evitando las regulaciones y evadiendo impuestos. Esta explicación, como afirma La Porta y Shleifer, es cínica. No toman en cuenta que la casi totalidad de los trabajadores informales tiene baja calificación, bajos ingresos y baja productividad. Tampoco consideran que las empresas informales son las que «emplean» a este tipo de trabajadores.  
 
La informalidad expresa la existencia de pobreza y de una extendida baja calidad en las condiciones de vida de la gran mayoría de los trabajadores. Hay, por lo tanto, una tercera explicación que sigue la ruta de los teóricos del desarrollo (Lewis, Kalecki, Todaro, Ros y otros). Para estos la informalidad es un «subproducto de la pobreza». El mundo formal es opuesto al sector informal. Empresarios y trabajadores informales son de baja calificación y productividad; operan pequeñas empresas con poco capital y sus productos tienen muy poco valor agregado y, por lo tanto, no compiten con los que generan las empresas que usan tecnologías modernas. No son las regulaciones, sino sus montos facturados y su propio atraso tecnológico y baja productividad, los factores que les impiden transitar a la categoría de formales. Las desregulaciones, entonces, no son el camino para impulsar el crecimiento y menos en la coyuntura externa actual. 
       
Estilo de crecimiento e informalidad
 
El crecimiento de la economía ayuda a disminuir la informalidad, pero lentamente, dicen La Porta y Shleifer. Entre 1990 y 2012 el PBI per cápita aumentó 2.1 veces, pero la fuerza laboral creció tan rápido como el producto per cápita; por lo tanto, «gran parte de la absorción de la mano fue hecha por el sector informal». A pesar del alto crecimiento económico de la última década, aumentó la participación de los trabajadores informales en el total del empleo, aunque el nivel del empleo formal aumentó de 5 a 8 millones. Efectivamente, según el INEI, el 74.3% del total de la PEA ocupada en 2012 era informal (57% se encontraba en el sector informal –que participa con 20% en la generación del PBI--  y 17.3% fuera de él).
 
Para La Porta y Shleifer el más importante factor que impide o limita el tránsito hacia la formalidad es la «escasez de empresarios educados». El porcentaje de empresarios y trabajadores informales calificados es muy reducido. La informalidad es alta en los países pobres –dicen estos autores--, porque sus empresarios son improductivos; tienen escasez de oferta de empresarios educados. En consecuencia, para disminuir la informalidad hay que aumentar esta oferta.
 
No hay duda que empresarios y trabajadores informales tienen bajísima productividad y casi ninguna calificación. Pero esta situación es resultado de un estilo de crecimiento y acumulación de capital que no expande la capacidad productiva industrial y agroindustrial, y que no moderniza la agricultura donde se encuentra cerca del 50% del empleo informal. Este estilo de crecimiento que se inicia en 1990, ha aumentado la participación en el empleo de los sectores terciarios (comercio y servicios) de baja productividad. Esta participación pasó de 36.3% en el período 1960-1980, a 53.9% en el período 1990-2010.
 
Estos períodos se diferencian por los distintos ritmos de acumulación de capital per cápita (véase gráfico). En 1960-1980, el stock de capital per cápita aumentó 43.5%, mientras que en el segundo 1990-2010 aumentó solo 10.9%. El más alto crecimiento del capital per cápita ocurrió en los años 2010-2013: aumentó 14.9%. En todo el período 1990-2013, el aumento del capital per cápita fue de 26.9%.
 
 
 
 
A modo de Conclusión
 
En consecuencia, este más lento crecimiento del capital per cápita que caracteriza al período neoliberal es lo que explica el alto porcentaje de informalidad en el Perú. No aumenta la participación de la inversión en maquinaria y equipo como en el primer período, porque crece más la inversión en construcción (véase gráfico). Y este relativo rezago de la inversión en maquinaria y equipo se debió a la pérdida de liderazgo de la industria manufacturera en el crecimiento económico.
 
 
 
 
 Publicado en el Diario UNO, el sábado 08 de noviembre

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