En
nuestro artículo anterior resumimos las estrategias de transformación
productiva que hacen énfasis en factores de oferta y descuidan la fuente de
demanda e ingresos. La estrategia sustitutiva de importaciones de la Cepal de
los años cincuenta y sesenta, dejó en manos del Estado el factor desencadenante
de la demanda. El agotamiento del proceso sustitutivo ocasionó una crisis
fiscal y de balanza de pagos debido a la pérdida de competitividad de la
producción nacional. La estrategia exportadora de los «tigres asiáticos» de los
años ochenta también fue sustitutiva de importaciones, pero ubicó la fuente de
demanda en el mercado de los Estados Unidos. El boom exportador terminó con la
pérdida de dinamismo de esta economía. Las dos estrategias, que fueron
experiencia histórica, le asignaron un papel predominante al Estado no solo en
el campo de las políticas públicas de incentivos, sino también en la propia
actividad empresarial.
En
la ruta neoliberal: renuncia al crecimiento endógeno
La
estrategia del M. Porter para cambiar el carácter primario exportador de la
economía peruana, plantea diversificar su aparato productivo y la composición
de sus exportaciones mediante el desarrollo de cadenas productivas y clusters. Aunque se trata sólo de una
propuesta, hay que mencionar que, a tono con las políticas de desregulación y
liberalización del comercio, su fuente de demanda se ubica en los mercados
internacionales. Y, al igual que la estrategia de los «tigres asiáticos» y la
estrategia exportadora del Consenso de Washington, hace énfasis en el
abaratamiento del costo de trabajo y la desregulación de los mercados para
«ganar competitividad». Todas las políticas se centran en factores de oferta.
Hacer
dependiente la estrategia del mercado internacional, es apostar por un
crecimiento exógeno, subordinado y
vulnerable a sus fluctuaciones. El motor del crecimiento sigue estando en el
mercado externo. Los argumentos y medidas que apoyan esta estrategia de
diversificación son supply side; por
lo tanto, al seguir la lógica neoliberal, no apuntan a cambiar el actual modelo
económico. Los que defienden este tipo de estrategia proponen: a) corregir
fallas de mercado (tecnológicas, de información y de coordinación) para pasar
de un vector de exportaciones especializado en productos primarios a otro
vector diversificado; b) aumentar la inversión asegurando su rentabilidad desregulando
y reduciendo costos, entre los que se encuentra el costo del trabajo (de
despido, de seguridad y salud); y, c) corregir fallas de Estado simplificando
trámites, en particular, reduciendo el tiempo de los estudios de impacto
ambiental en actividades extractivas, industriales y de comercio.
Superar
el déficit de oferta y diversificarla requiere, sin duda, atender las fallas de
mercado allí donde este existe, pero no son suficientes para cambiar el estilo
de crecimiento. De otro lado, la desregulación y la reducción de los
denominados costos laborales es un mecanismo espurio para aumentar la
rentabilidad y la productividad de las actividades económicas. La productividad
aumenta cuando aumenta la acumulación de capital y se expande la producción,
impulsadas por mercados internos dinámicos. Cuando estos mercados no existen o
están poco desarrollados, la inversión privada sesga su orientación generando
heterogeneidades tecnológicas entre sectores, y desconexiones de la economía
con la geografía y la demografía. En estas condiciones no aumenta
sostenidamente la acumulación de capital por unidad de trabajo, lo que da lugar
a la creación de actividades de autoempleo y a la expansión de empresas de baja
productividad.
La
endogenización del crecimiento económico
Para
desencadenar endógenamente la inversión y aumentar la acumulación de capital,
hay que destrabar sus restricciones (de mercado, de financiamiento, etc.) y
simultáneamente endogenizar la generación de demanda e ingresos. Esto es,
desarrollar mercados internos para endogenizar el crecimiento, sin sacrificar,
sino, por el contrario, aumentando y diversificando las exportaciones. No hay
otra manera de cambiar el actual estilo de crecimiento y transitar hacia un
nuevo patrón de especialización comercial.
Entre
los elementos que conforman esta estrategia, podemos listar los siguientes:
1) Promover
inversiones en la manufactura, la agroindustria y la agricultura, para cambiar
la estructura productiva y las disparidades regionales mediante: la reducción
de costos de los insumos de uso generalizado (cambio de la matriz energética y
construcción del gasoducto del sur); reducción focalizada del déficit de infraestructura
por parte del Estado; reducción del poder de mercado en la provisión de
servicios públicos (electricidad, telefonía, transporte aéreo, etc.); y,
políticas sectoriales específicas.
2) Facilitar
el financiamiento en soles en el mercado de capitales a pequeñas y medianas
empresas;
3) Desarrollar
programas de capacitación y calificación laboral con participación directa del
sector privado.
4) Apoyo
directo del Estado a actividades productivas que generen externalidades
positivas en otras actividades.
5) Reforma
tributaria para mejorar los ingresos del Estado.
6) Política
de tipo de cambio real estable y competitivo.
7) Políticas
macroeconómicas contra-cíclicas y regla de oro para las inversiones públicas
(endeudamiento solo para inversiones públicas).
8) Política
de redistribución de ingresos utilizando como instrumento el salario
mínimo.
A modo de conclusión
A esta estrategia hay
que agregarle las reformas institucionales para asegurar el abandono del actual
extractivismo político y económico.
Publicado en el diario La Primera el sábado 24 de mayo
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