La
diversificación productiva debe tener como propósito endogenizar el crecimiento económico para integrar el país y resolver
sus problemas estructurales. Lo que el país produce y vende en los mercados
internacionales, pero también en el mercado nacional, revela el tipo de
estructura productiva que tiene y la manera como crece y acumula capital.
Estructura productiva y estilo de crecimiento explican lo que ocurre con la
productividad promedio y con las productividades sectoriales. Lo que produce y
vende con esta estructura y estilo de crecimiento revela, además, si el país
tiene capacidad para alcanzar el nivel de la tecnología de los países más
desarrollados. Por lo tanto, cuando la estructura y el estilo de crecimiento no
favorecen a la producción de transables (agricultura, agroindustria y
manufactura) y se crece con el liderazgo de los sectores no-transables de baja
productividad y de la exportación de minerales,
se refuerza este rasgo estructural con todos sus efectos negativos sobre
el empleo y la productividad, se mantiene la desconexión de la economía con la
geografía y demografía, y se acrecienta
la vulnerabilidad externa de la economía. Por eso, la política de
diversificación debe orientarse a transformar esta estructura y a endogenizar
el estilo de crecimiento y acumulación de capital.
Las
fallas de mercado y la política de diversificación
Hacer
dependiente la política de diversificación de las fallas de mercado es
reduccionismo puro. Si bien se orienta a superar algunos problemas críticos de los
países subdesarrollados (insuficiencia de oferta y calidad educativa, déficit
de infraestructura, gastos públicos reducidos en investigación y desarrollo,
ausencia de programas de mejoramiento de la calidad de la mano de obra,
etc.), deja de lado otros temas, igual o
más importantes, como son las fallas estructurales de la economía (la ausencia
de mercados internos, las desarticulaciones y heterogeneidades tecnológicas
entre sectores, la desconexión de las poblaciones de la sierra y de la selva de
la economía moderna, el atraso de la agricultura, etc.). Este enfoque
reduccionista es, por esta razón, funcional al modelo económico neoliberal.
El
enfoque de diversificación para endogenizar el crecimiento económico, es mucho
más amplio. Enfocarse sólo en las fallas
de mercado tiene, además, otros problemas. Para empezar no hay fallas donde no
hay mercados; hay que crearlos para integrar el país y para que el tipo de
trabajo que realizan las personas exprese el grado de su conexión con la
sociedad. De otro lado, el enfoque de las fallas de mercado supone que los
modelos de mercados competitivos son básicamente correctos. Estos modelos hacen
énfasis en la conducta de los agentes orientada a la maximización de
beneficios, y no toman en cuenta que hay otros objetivos de la empresa privadas,
como el aumento de su participación en el mercado, o la existencia de
inversionistas que privilegian el corto plazo en la evaluación de sus
posibilidades de beneficios (véase, por ejemplo, Nelson y Pack, 1998). Además,
el enfoque de las fallas de mercado es supply
side. No basta con enfrentar los problemas de oferta de factores, de
insumos y de tecnología. Hay que resolver también los problemas de demanda de
estos factores. Y en este tema, ciertamente, tiene papel importante la
intervención del Estado.
Por
último, como señalan Hausmann y Rodrik (2003), hay fallas del propio sector
privado como el denominado problema del autodescubrimiento, y que es el caso que
explica por qué las inversiones privadas para diversificar la economía no se
expanden por la sierra y la selva del país. Los inversionistas vacilan en
invertir en nuevas actividades porque temen asumir todos los costos de un
fracaso posible o terminar compartiendo las ganancias con competidores que
aparecieron después. Por eso, dicen Hausmann y Rodrik, se requiere que el Estado
intervenga limitando la competencia en las nuevas actividades.
El
entono internacional y la política de diversificación
La
política de diversificación no puede ser la misma de la época de la sustitución
de importaciones. Otro era el entorno internacional en el que operaban los
gobiernos y las empresas. El actual entorno internacional de mercados libres es
funcional al estilo de crecimiento que reproduce los problemas estructurales de
la economía. Por lo tanto, la política de diversificación productiva debe privilegiar
el contexto nacional. Hay que integrar la economía y sociedad, reduciendo al
mismo tiempo su vulnerabilidad externa.
La
propuesta de vincular la economía a las cadenas de valor y de comercio internacional,
no es, por lo tanto, la solución a los problemas de la economía peruana. No
resuelve, por ejemplo, el problema de la dependencia de la economía de las
fluctuaciones en los mercados internacionales.
De
otro lado, la literatura sobre el tema de las cadenas revela que hay una
relación desigual entre las empresas internacionales grandes y las empresas
pequeñas de países como el nuestro. Las primeras «deciden donde comprar, donde
invertir, y donde localizar la actividad industrial»; por lo tanto, el
rendimiento de los pequeños productores depende de las decisiones de las
grandes empresas. Y, lo que es más grave, estas grandes empresas determinan las
políticas económicas y de comercio de nuestros países.
A modo de conclusión
El actual entorno
internacional pone límites a la política de diversificación. Para
contrarrestarlos hay enraizar los motores del crecimiento en los mercados
internos, sin olvidar que en el contexto internacional actual el tipo de cambio
es uno de los principales instrumentos de la diversificación productiva.