La
crisis de la democracia liberal
Las
políticas del Consenso de Washington que se aplicaron en nuestros países en los
últimos treinta años, deterioraron la legitimidad democrática en lugar de
fortalecerla. Los regímenes «democráticos» optaron por la globalización y
renunciaron a la autodeterminación nacional, acentuando la crisis de los
sistemas de partidos y fomentando el abandono de los deberes del Estado en el
ámbito público. Los que ejercen el poder se olvidan «de los principios éticos,
igualitarios y equitativos que deberían regir en una democracia». Los procesos
electorales se privatizan y los electores no tienen responsabilidad ciudadana,
es decir, están lejos de ser ciudadanos activos.
Pero,
el neoliberalismo con su propuesta de neutralidad y minimización del Estado, solamente
acentuó la práctica clientelista y patrimonialista que caracterizó al Estado
peruano desde la colonia. Hizo de la impostura el «principio vertebrador del
poder», abriendo la puerta a la corrupción.
Por
eso dijimos que «la disputa política en el Perú
actual no es entre demócratas y las fuerzas del cambio que son motejadas de
antisistemas. Es entre quienes utilizan la democracia para defender los intereses
del gran capital nacional y transnacional, y los que creemos en una democracia republicana. Es la disputa
entre los que defienden el pasado vergonzante y los que pugnan por el
nacimiento de una patria nueva, de una comunidad política de ciudadanos libres
e iguales, con un Estado independiente y soberano, respetuoso de los derechos
humanos».
La
propuesta de democracia republicana
El
Plan propone instituir una democracia republicana de gobierno, con mecanismos
explícitos de evaluación y control constitucional de los gobernantes. «Esta
democracia no solo debe garantizar la separación de poderes y la vigencia plena
de los derechos civiles, sociales, políticos y humanos, sino también la
generación de condiciones materiales de existencia a
los pueblos de la sierra y de la selva, excluidos, discriminados y maltratados
desde la colonia. Este es el requisito para el ejercicio pleno de la libertad».
«La práctica de la evaluación y control
constitucional de los gobernantes elegidos por el pueblo, impedirá que estos
gobiernen en función de los intereses de minorías económicas que no tienen la
legitimidad del voto popular. Con este ejercicio corrupto de la función de
gobierno se perpetuaron la desigualdad y la desarticulación económica, social y
política del país. Se requiere poner en práctica un modo de gobernar
participativo sujeto a la Constitución, que penalice a los representantes de
gobiernos inconstitucionales y establezca mecanismos de evaluación de los
informes presidenciales con apego estricto a las normas constitucionales».
«El gobierno republicano, por
definición, debe asegurar el ejercicio pleno de la libertad, dotando de
condiciones materiales de existencia a todos los que carecen de ellas. Cambiará
así el modo de
hacer política restituyéndole el carácter de instrumento de la justicia. El
resultado será el desarrollo de una verdadera sociedad civil (o la vida social civilizada) donde la libertad
republicana se hace efectiva».
Las diferencias con los demócratas neoliberales
Como se comprenderá, nuestra propuesta es
democrática; pero nuestra concepción de libertad es distinta a la liberal
porque se inscribe en el pensamiento republicano. Para muchos neoliberales
inspirados en la ideas de Isaiah Berlin, la libertad es una noción «negativa»,
es decir, es ausencia de interferencias o intromisiones por parte del Estado en
la vida de cada uno los individuos. Por eso abogan por un Estado neutral frente
a las actividades económicas de los individuos, y que debe limitarse a
garantizar el ejercicio de esta libertad y sus consecuentes derechos.
En la concepción de republicana de la
democracia, la libertad individual se asegura –como dicen Ayala y Martinez,
citando Philip Petit, en Socialdemocracia
y republicanismo cívico: el renacer de las ideas republicanas -- cultivando
las virtudes políticas y consagrándose a una vida de servicio público». Esta
concepción de libertad supone la ausencia de dominación. No se puede ser libre
si estamos sometidos a la «voluntad arbitraria de otro». Por lo tanto, para ser
libre hay que estar dotado de condiciones materiales de existencia.
A modo de conclusión
Para que la
democracia republicana sea una realidad se requiere –de acuerdo con el Plan-- «transformar el Estado con
una nueva Constitución para hacerlo
descentralizado y participativo; promotor del desarrollo social y de los
derechos sociales universales; regulador de la economía de mercado; promotor de
la institucionalidad democrática y de una gestión gubernamental descentralizada
en base a regiones transversales, y defensor de la soberanía nacional. Esta es
la herramienta para construir una nación para todos, una comunidad de
ciudadanos iguales en derechos y obligaciones. Es decir, desarrollaremos
nuestra identidad nacional con respeto por la diversidad étnica y cultural, y
fomentaremos la interculturalidad y la pluralidad».
Publicado en el diario La Primera, el sábado 23 de febrero