Se sabe que las políticas económicas pueden acelerar o retardar el crecimiento económico de largo plazo a través de su influencia en el desarrollo tecnológico y en la tendencia de la relación capital-trabajo (o intensidad de capital). En este artículo vamos a mostrar los efectos negativos de las políticas del Consenso de Washington en el crecimiento del stock de capital (equipos y máquinas, edificios, puertos, etc.) a disposición de un trabajador promedio. En otra entrega abordaremos sus efectos negativos en el desarrollo tecnológico. Una economía intensiva en capital es más productiva y genera mejores condiciones de bienestar para la población. El neoliberalismo, que hoy ha retomado el Poder Ejecutivo, afectó la productividad, la competitividad de la economía y el bienestar de la población. Reprimarizó la economía y sacrificó el dinamismo de la demanda interna al hacer posible el ajuste de los ingresos de los trabajadores hacia abajo, sin límite legal alguno que lo evite compulsivamente. Una economía reprimarizada y con una participación decreciente de los salarios en el ingreso, no genera estímulos para aumentar el stock de capital y, por lo tanto, la capacidad productiva orientada al mercado interno.
La inversión privada cae estrepitosamente durante el primer gobierno de Alan García: desde un 24.4% del PBI que alcanzó en el año 1981 hasta un promedio de 14.8% durante 1985-1990. Los años siguientes fluctúa generando una tendencia decreciente. La inversión pública tiene un comportamiento parecido: cae de 8.6% a 4.8%. La recuperación de la inversión privada durante el primer gobierno de Alberto Fujimori asociada al «boom privatizador», no reprodujo sus niveles históricos como porcentaje del PBI. Después, de 1990 al 2005, reanudó su tendencia decreciente a una tasa de -2.4% promedio anual. Pero lo que más llama la atención es la dramática reducción de la inversión en equipamiento en comparación con la inversión en construcción (véase gráfico). La tendencia creciente de la inversión en equipamiento termina en el año 1981, cuando alcanza el 48.8% de la inversión total. Alan García, en su primer gobierno, lo deja en 22.7% y, durante los últimos quince años, el crecimiento de la inversión privada es liderado por la construcción, pues la inversión en equipo se mantiene en un promedio de 21.3% del total.
La pérdida de importancia relativa de la inversión en equipamiento ocurre junto a una significativa disminución de la inversión en equipo producido localmente, mientras aumenta la inversión en equipo importado: entre 1987 y 2005, esta última aumenta de 50% a 72%. Tómese en cuenta, además, que la inversión extranjera adquiere con el neoliberalismo reprimarizador un papel dominante en desmedro de la inversión privada nacional.
Finalmente, hay que señalar que la reducción de la inversión en equipamiento tiene que haber afectado la capacidad productiva per cápita y, por consiguiente, la productividad y la competitividad de la economía. Este es el resultado de una política económica que no incorpora entre sus prioridades la modernización el aparato productivo del país y que apuesta por un patrón de crecimiento que resta importancia a la producción industrial para el mercado interno.
La inversión privada cae estrepitosamente durante el primer gobierno de Alan García: desde un 24.4% del PBI que alcanzó en el año 1981 hasta un promedio de 14.8% durante 1985-1990. Los años siguientes fluctúa generando una tendencia decreciente. La inversión pública tiene un comportamiento parecido: cae de 8.6% a 4.8%. La recuperación de la inversión privada durante el primer gobierno de Alberto Fujimori asociada al «boom privatizador», no reprodujo sus niveles históricos como porcentaje del PBI. Después, de 1990 al 2005, reanudó su tendencia decreciente a una tasa de -2.4% promedio anual. Pero lo que más llama la atención es la dramática reducción de la inversión en equipamiento en comparación con la inversión en construcción (véase gráfico). La tendencia creciente de la inversión en equipamiento termina en el año 1981, cuando alcanza el 48.8% de la inversión total. Alan García, en su primer gobierno, lo deja en 22.7% y, durante los últimos quince años, el crecimiento de la inversión privada es liderado por la construcción, pues la inversión en equipo se mantiene en un promedio de 21.3% del total.
La pérdida de importancia relativa de la inversión en equipamiento ocurre junto a una significativa disminución de la inversión en equipo producido localmente, mientras aumenta la inversión en equipo importado: entre 1987 y 2005, esta última aumenta de 50% a 72%. Tómese en cuenta, además, que la inversión extranjera adquiere con el neoliberalismo reprimarizador un papel dominante en desmedro de la inversión privada nacional.
Finalmente, hay que señalar que la reducción de la inversión en equipamiento tiene que haber afectado la capacidad productiva per cápita y, por consiguiente, la productividad y la competitividad de la economía. Este es el resultado de una política económica que no incorpora entre sus prioridades la modernización el aparato productivo del país y que apuesta por un patrón de crecimiento que resta importancia a la producción industrial para el mercado interno.
Publicado por La República
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