Confieso que me es difícil debatir con los que, además de practicar el camuflaje, mienten. Con ellos, no hay aprendizaje alguno. Esta será, por eso, mi última mención a Bustamante. Él sigue criticando el Plan de Humala sin haberlo entendido. No acepta que la globalización también tiene efectos negativos y, claro está, no ha leído a Stiglitz. Este ex gerente de la empresa quebrada Orión nunca comprenderá que la lucha por los mercados externos es un "juego de suma cero".
Su respuesta a mi defensa del Plan de Humala fue una behetría mental. Empezó apoyándose en Stiglitz para afirmar que, de aplicarse el Plan, "se destruiría la economía peruana y daríamos un estúpido salto hacia atrás". Mi reacción a esta injuria fue glosarle unos párrafos del libro de Stiglitz que él citó (con número de página equivocado), para ayudarle a comprenderlo. Pero he recibido una capullada de respuesta. Dice que "analizo la realidad nacional a través de los ojos y pensamiento de un norteamericano". Ciertamente, no puedo exigirle que lea mis libros y artículos sobre nuestra economía, ni menos pedirle que renuncie a su pensamiento meteco para defender el interés nacional.
El ingeniero Bustamante no entenderá jamás que el comercio es de flujos de exportaciones e importaciones, y que la balanza de estos flujos, solo bajo ciertas condiciones –lo decían ya los fisiócratas basándose en Cantillón (1755)--, podría incrementar el ingreso. "En la generación de flujos –sentencia Bustamante– está la creación de riqueza, tanto por la ampliación de los mercados como por la especialización, la división del trabajo". ¿Sabrá lo que dice o será solo un camuflaje?
"Queremos –se dice en el Plan de Humala– que nuestra economía sea capaz de diversificar y expandir sus mercados internos, generar cambios tecnológicos endógenos y aumentos sostenidos en la productividad. Así, al reducirse los costos por unidad producida, la competitividad del Perú crecerá" (página 20). Los mercados en expansión permiten que se extienda la división del trabajo y la especialización y, por lo tanto, que aumente la productividad. Cuando la productividad aumenta, los costos unitarios de producción disminuyen y, en consecuencia, aumenta la competitividad o la capacidad de penetración en los mercados externos. Si una participación acrecentada en el comercio exterior se suma al crecimiento del mercado interno, es decir, no lo reduce, entonces continuará el círculo virtuoso de aumento de la productividad y la competitividad.
Los globalizadores y neoliberales no entienden este argumento, por eso defendieron la tercerización del trabajo y la precarización salarial como medios para aumentar la competitividad. "Esta estrategia de disminución de costos del trabajo para ganar participación en los mercados externos –se dice en el Plan de Humala– tiende a reducir el tamaño de mercado doméstico porque comprime los ingresos de los trabajadores". Además, esta estrategia no es el camino para construir relaciones internacionales armoniosas porque privilegia la participación en los mercados externos a costa de los mercados internos (página 35).
Bustamante me acusa de no creer en el mercado. Su behetría lo lleva a confundir la realidad con un acto de fe. El Plan de Humala es para una economía de mercado. En él se propone una estrategia de incorporación a la modernidad de la población pobre, excluida, de la costa, sierra y selva del país. Se propone construir Nación. "La agenda de un crecimiento integrador del país con un nuevo modo de crecer creando mercados internos, aumentando el empleo e incorporando al mercado a la población excluida y provinciana del país –se dice en el Plan–, es avanzar desde adentro y hacia afuera, sin cerrarse al mundo y sin crear déficit externos" (página 35).
Bustamante afirma que planteamos "suplantar la inversión privada por la inversión pública" y "condenar al país a la falta de inversión". No es una cita; es otra mentira. Lo que en verdad se propone en el Plan de Humala es, además del fortalecimiento de los organismos reguladores y la adecuación del marco legal para una real defensa de la competencia, que "la energía, los hidrocarburos, el gas, la electricidad, los servicios esenciales, el agua y saneamiento, el espacio aerocomercial y los puertos, (sean) actividades estratégicas puestas al servicio del desarrollo de la Nación" (página 41). En este sentido se dice que serán nacionalizadas. Y, para que no quepa dudas, se señala que su régimen empresarial será pluralista: "coexistirán en cada caso las empresas privadas, públicas, mixtas, asociaciones y operadores, y (se establecerán) reglas de juego para asegurar la contribución al desarrollo de las empresas de capital extranjero" (página 41).
Solo los que no conocen las fronteras de lo Nacional pueden decir que estos planteamientos atentan contra la inversión.
Diario La República
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