Thursday, September 30, 1999

LA POLÍTICA ECONÓMICA NEOLIBERAL DURANTE EL CRECIMIENTO Y LA RECESIÓN DE LA ECONOMÍA PERUANA

El propósito de este artículo es mostrar que la política económica neoliberal del fujimorismo es lesiva al desarrollo y a los intereses nacionales de nuestro país.

Primero, porque el crecimiento económico de los años 1993, 1994, 1995 y 1997 tienen poco o nada que ver con la política económica adoptada por este régimen. Esta política fue contraria al crecimiento exportador con valor agregado, a la producción para el mercado interno (manufacturera y agropecuaria), y a la generación de puestos de trabajo estables y decentes; hizo daño a los asalariados y a la gran mayoría de la población con bajos sueldos porque empeoró su calidad de vida (maestros universitarios, secundarios y primarios, jubilados, trabajadores independientes, y, en general, la denominada clase media); hizo más vulnerable a la economía frente a los shocks externos y más dependiente del capital y la inversión extranjeros; descapitalizó al país acrecentando el déficit de la balanza de servicios financieros privados; en fin... la política económica adoptada por este régimen ha beneficiado perversamente al capital financiero manteniendo la dolarización el sistema bancario doméstico y convirtiéndolo en dependiente de los depósitos del gobierno.

Segundo, porque la recesión económica de los años 1990, 1991, 1992, 1996, 1998 y, sobre todo, e1 agravamiento de la actual, es producto de la política económica neoliberal aplicada dogmáticamente durante más de nueve años consecutivos. Esta política es más que una rendición frente al mercado, es ridículamente peor que el simple “laissez faire, laissez passer”. No administra las fluctuaciones a favor del país. En las fases de crecimiento no se anticipa, ni prepara a la economía, para morigerar sus caídas y, en las fases de recesión, como la actual, se ata de manos frente a una meta fiscal estampada en una carta de intención a todas luces difícil de cumplir. “Si bajan los ingresos hay que bajar los gastos”, sentencian los doctores de los equilibrios macroeconómicos. Esta política, está sacrificando a una generación de peruanos. En más de nueve años de política neoliberal, la calidad de vida de la mayoría de la población no ha mejorado notoriamente; el sistema educativo sigue en crisis; los hospitales no han renovado su equipo, ni han incrementado su capacidad para atender la demanda creciente. Pero, además, la política económica ha erosionado la calidad del empleo, precarizándolo.

Hubo crecimiento a pesar de la política económica neoliberal
De los cerca de 10 años de fujimorismo neoliberal, sólo cuatro fueron de crecimiento (1993, 1994, 1995 y 1997), y los otros seis, como el actual, de recesión. Pero los cuatro años de crecimiento económico no tienen casi nada que ver con las políticas macroeconómicas y las llamadas reformas estructurales de este régimen. En otras palabras, hubo crecimiento económico en esos años, a pesar de las políticas neoliberales. Veamos por qué.

En primer lugar, la política macroeconómica atrasó el tipo de cambio real al mismo tiempo que liberalizó el comercio exterior simultáneamente con el mercado financiero y la cuenta de capitales. Durante el período 1991-1998 el tipo de cambio real se mantuvo casi constante alcanzando un valor promedio equivalente a sólo el 43.0% de su valor registrado en el período 1980-1985 y al 42.6% del que se alcanzó en 1987. ¿Alguien puede afirmar que con este tipo de cambio se estimuló el crecimiento de la producción y de las exportaciones manufactureras?. La apertura comercial y diez años de atraso cambiario, afectaron a la industria al aumentar relativamente sus costos de producción, haciéndole perder competitividad en los mercados internacionales. Pero el atraso cambiario y la apertura comercial también originaron consecutivos déficit comerciales en todos los años de este régimen, al encarecer las exportaciones y abaratar las importaciones. Cuando la balanza comercial es deficitaria, disminuye la demanda agregada y, consecuentemente, la producción, el empleo y los ingresos. En consecuencia, las políticas cambiaria y comercial de este régimen no pueden ser causa de crecimiento económico alguno.

En segundo lugar, el crecimiento tampoco tuvo que ver con la política fiscal cuya orientación fundamental fue servir la deuda externa. No puede producir crecimiento 9 años consecutivos de generación de superávit fiscal primario. En los cursos elementales de economía se aprende que los superávit fiscales contraen la demanda agregada y, por tanto, la producción. El superávit primario de los años 1991-1993 y 1996-1998 fue, en promedio, equivalente al 1.3% del PBI. Únicamente durante los años de la llamada “fiesta fiscal releccionista” 1994 y 1995, el porcentaje del superávit primario bajó a 0.9% y a 0.3%, respectivamente. En consecuencia, no se puede afirmar que el crecimiento económico de esos años fue resultado a la política fiscal de creación de superávit primarios.

En tercer lugar, tampoco puede adjudicarse a la política monetaria el crecimiento económico de los años 1993, 1994, 1995 y 1997. En este caso, no hay manera de identificar el mecanismo de transmisión que expandió la demanda y, por tanto, la producción. La política monetaria restrictiva aplicada durante cerca de una década por este régimen, encareció el crédito. El crédito caro, como sugiere el sentido común, tiene un efecto recesivo y no expansivo en la producción. Pero, además la política monetaria restrictiva mantuvo y reforzó el papel del rezago cambiario en la generación del déficit comercial. Esta política se basó en la esterilización, supuestamente con el propósito de evitar la sobrevaluación del tipo de cambio e impedir, al mismo tiempo, el crecimiento de la cantidad de soles en circulación y, por tanto, de la inflación. Pero, como origina un aumento de las tasas de interés en soles (o, simplemente, no genera ninguna fuerza que presione a su disminución), la política monetaria restrictiva estimula el aumento de la demanda de créditos en dólares que, en las condiciones imperantes, los bancos satisficieron con fondos prestados del exterior. En consecuencia, como alimenta diferenciales de rentabilidad que favorecen la entrada de capitales extranjeros de corto plazo, no logró impedir la sobrevaluación del tipo de cambio. Y, todavía más, estimuló el mantenimiento de un sistema bancario dolarizado, con las consecuencias negativas que ello tiene para un adecuado manejo cambiario y monetario. También claro está, reforzó la tendencia al crecimiento de las importaciones vía la expansión del crédito en moneda extranjera.

Por último, las privatizaciones, parte importante de las llamadas reformas estructurales, tampoco tuvieron un efecto expansivo directo en la producción. Por ejemplo, como resultado de las privatizaciones, en energía eléctrica y en telefonía, pagamos tarifas de monopolio que no sólo perjudica a los consumidores sino también a la empresa privada nacional por sus efectos en los costos de producción. Lo mismo ocurre con el precio del galón de gasolina, que es más o menos 2 veces el precio internacional. Con capacidad de compra reducida y costos de producción relativamente más altos no se puede, ciertamente, esperar que aumente la producción para el mercado interno. Pero, además, con un tipo de cambio atrasado y tarifas públicas caras, hemos perdido competitividad en los mercados internacionales y, lo que es peor, hemos empeorado nuestra posición comercial frente a algunos países de la Comunidad Andina.

Entonces, ¿por qué crecimos? Por mejoramiento del clima y la demanda mundial
El lector se preguntará: entonces ¿por qué hubo crecimiento económico durante esos años?. Ante todo, hay que señalar es que la política económica descrita aplicada, con algunas variaciones, durante cerca de una década, fue deflacionaria y contractiva. Atacó la inflación pero a costa no sólo del agravamiento del desequilibrio externo y de la competitividad internacional, sino también de la producción para el mercado interno. Generó una estructura de precios relativos antiindustrial y, por lo tanto, contraria a la generación de valor; no favoreció la expansión de la industria porque encareció relativamente sus costos de producción. Erosionó su competitividad frente a las masivas importaciones provocadas por la apertura. Pero esa estructura de precios relativos sí favoreció la explotación y producción de productos con alta renta natural, es decir, la producción primaria con ventajas naturales de productividad, como la minería y la pesca que responden al clima. Sin embargo, este tipo de producción tampoco se hubiera expandido sin la demanda internacional correspondiente. La suerte de este régimen fue que esta demanda se recuperó a partir justamente del año 1992.

Ahora bien, el lector comprenderá que las políticas económicas no pueden influir ni en el clima ni en la demanda mundial. Y justamente estos dos factores fueron los que explicaron el notable crecimiento de las exportaciones y de la producción primaria correspondiente.

El comportamiento de la demanda mundial puede ilustrarse con la tasa de crecimiento de las importaciones de los EE.UU. Estas importaciones aumentaron, en términos reales, a una tasa promedio anual de 4.9% durante 1984-1992 y de 10.6% durante 1992-1997. En correspondencia con este comportamiento de la demanda mundial, las exportaciones peruanas crecieron a una tasa promedio anual de 1.9% durante 1984-1992 y de 13.2% durante 1992-1997. Las exportaciones que más crecieron durante este último período fueron justamente las de productos tradicionales pesqueros, en primer lugar, y luego las de productos agrícolas y mineros. Mientras las exportaciones tradicionales totales crecieron en 107.7% durante 1990-1997, las exportaciones de productos pesqueros aumentaron en 226.0%. En el grupo de las exportaciones no tradicionales, los productos que más crecieron durante el mismo período, son los agropecuarios (185%), Pesqueros (160%), minerales no-metálicos (230%) y Otros, que incluye joyas de metales preciosos (212.4%). Todos estos productos pertenecen a la industria procesadora de recursos primarios. Nótese, además, que el grupo de las exportaciones no tradicionales como un todo crece en 106.7%.

En resumidas cuentas, nuestras exportaciones primarias, tradicionales y no tradicionales, crecen no sólo porque la demanda mundial crece, sino también porque el clima favorece a la expansión de la producción pesquera. Nada de esto, ciertamente, tiene que ver con la política económica neoliberal de este régimen.

La estructura de precios relativos configurada por la política económica de este régimen no sólo favoreció la producción exportable primaria con ventajas naturales, sino también la producción de bienes y servicios no transables, como la Construcción y el Comercio que son sensibles al crédito. Y, la expansión de este crédito, como veremos más adelante, tampoco fue resultado de la política económica. De acuerdo con la composición del crecimiento del PBI para el período 1990-1997, los sectores que registraron tasas superiores a la del PBI (43.5%), fueron Construcción (113.2%), Comercio (54.1%) y la Minería Metálica (52.2%). En Pesca se registran las tasas de crecimiento más altas durante 1993-1994 (60.1%).

El sesgo reprimarizador y a favor de la producción de no transables internacionalmente, se refleja también en la composición del crecimiento por el lado de la demanda agregada real. Crecen por encima del PBI (43.5%), durante el mismo período de referencia, la Inversión Privada (113.4%), la Inversión Pública (84.8%) y las Exportaciones (77.1%). El Consumo crece en sólo 34.5%, mientras las importaciones lo hacen en 124%. Estos datos indican que el crecimiento no fue impulsado por la expansión de la Demanda Interna. Esta aumentó en 50.2%, sólo cerca de 7 puntos por encima del crecimiento del PBI. Consecuentemente, la producción manufacturera aumentó en un porcentaje similar al del PBI (44.3%). La expansión de los sectores primarios impulsa poco el crecimiento de la demanda interna, por tanto, no es casual que cuando los primeros desaceleran su crecimiento, los primeros en caer sean la inversión y consumo privados. Pero nótese que la inversión privada en maquinaria y equipo es fundamentalmente importada y que parte de esta inversión se orienta a los sectores primarios. En consecuencia, con la desaceleración de la producción de estos sectores caen, por el lado de la oferta, la construcción y el comercio, y, por el lado de la demanda, el consumo privado. Lo que ocurre, como veremos enseguida, es que esa desaceleración se produce por una interrupción, o freno, en el flujo de financiamiento. ¿No hemos escuchado en el último año hablar de iliquidez bancaria?. ¿Por qué?.

Flujos de capital extranjero y financiamiento del crecimiento
La información anterior muestra que los impulsos fundamentales al crecimiento no provinieron de factores internos. Ninguna de las políticas adoptadas se orientó a la expansión de la demanda interna ni menos al financiamiento de esta expansión. ¿Cómo se financió entonces el crecimiento?. Entre 1990 y 1997, el crédito de la banca comercial al sector privado en moneda nacional (convertida en dólares) aumentó a una tasa promedio anual de 36.7%, mientras que en moneda extranjera aumentó a la notable tasa de 57.3%. Durante ese mismo período la deuda externa total de corto plazo del sistema financiero (sin BCRP), aumentó a una tasa de 25.5% promedio anual. Si se suma la deuda externa de corto plazo del sector privado no financiero, los pasivos internacionales de corto plazo del sector privado aumentaron a una tasa de 17.0% anual. En cifras absolutas, estos pasivos aumentaron de 2,106 millones de dólares en 1990 a 6,327 millones en 1997.

La alta tasa de crecimiento de los créditos en moneda extranjera se explica por el aumento de la liquidez doméstica en dólares debido al endeudamiento externo de corto plazo del sistema bancario. Con este tipo de endeudamiento se abarataba relativamente el crédito, pues este pasivo internacional de la banca comercial no estaba sujeto a encaje ni al impuesto a los activos. Estos créditos son los que financiaron el crecimiento. Pero, esta no fue la única fuente de financiamiento. La inversión extranjera de cartera aumentó de 27 millones de dólares en 1992 a 3,996 millones de dólares en 1997. Igual ocurrió con la inversión extranjera directa que pasó de 1,501 millones de dólares a 7,480 millones de dólares en 1997.

El régimen fujimorista tuvo la suerte de contar con un escenario internacional y con el clima que favoreció el crecimiento de la producción primaria. Y este crecimiento, junto con el de la construcción, fue posible, ciertamente, por la masiva entrada del capital extranjero.

Recesión y entrampamiento del modelo económico
Cuando la modalidad de financiamiento aludida se frena o interrumpe como consecuencia de la crisis internacional (o efectos de las crisis mexicana de 1994-95, asiática de mediados de 1997, rusa de agosto de 1998 y brasileña de enero de este año), la economía entra en recesión. En otras palabras, cuando la entrada de estos capitales se frena, el modelo económico se paraliza. Y como la política económica tampoco fue capaz de desdolarizar el sistema financiero, la presión al alza del tipo de cambio y el encarecimiento del crédito, afectan la capacidad de pago de las empresas endeudas en dólares y ponen al sistema financiero al borde de una crisis general de deuda. La participación de los depósitos del gobierno en las empresas bancarias en el total (en moneda nacional y extranjera) aumentó de 18% a 20% entre julio de 1998 y julio de 1999. En cifras absolutas estos depósitos del gobierno ascienden a cerca de 2,900 millones de dólares. El 30% de este monto se encuentra en diez bancos y en estos bancos los depósitos del gobierno representan en promedio el 44.9% del total. ¿Qué ocurriría con el sistema bancario si el gobierno decidiera retirar sus depósitos?.

Pero el modelo económico neoliberal no sólo encuentra un limite por el lado financiero, sino también por el lado del sector externo. La verdad es que después de más de ocho años de política económica neoliberal, nuestra economía está lejos de ser estable y sólida. Disminuyó notoriamente la inflación pero a costa de la exacerbación del desequilibrio externo. El atraso cambiario y la apertura comercial fueron los factores antiinflacionarios más importantes durante estos años, pero fueron también los causantes del acrecentamiento de la brecha comercial del país. La reproducción de tasas de crecimiento y niveles de producto per capita históricos, implica ahorra la generación de mayores déficit comercial y en cuenta corriente de la balanza de pagos. En 1987, año el pico del ciclo, el PBI aumentó en 8.0% generando un déficit comercial de –1.4% del PBI y un déficit en la cuenta corriente de –5.7% del PBI. En 1995, otro pico del ciclo, el PBI aumento en 7.3%, dando lugar a déficit comercial y en cuanta corriente como porcentaje del PBI mayores: -3.7% y –7.3%, respectivamente. Y, nótese que este último año el producto per cápita fue equivalente a sólo el 87.6% del registrado en 1987. Por otro lado, el modelo reprimarizador con sus política fiscal y cambiaria puestas al servicio del pago de la deuda externa han descapitalizado al país: entre 1090 y 1998 han salido 4248 millones de dólares por concepto de servicios financieros privados netos y 10,492 millones de dólares por concepto de servicios financieros públicos netos.

Conclusión
La crisis internacional, la frenar la entrada de capitales a nuestro país, ha puesto en evidencia la inviabilidad a largo plazo del modelo económico actual, inestable intrínsecamente y contrario al crecimiento sostenido. Habría que mencionar también que la política económica liberal es responsable de la actual inestabilidad social. Al desindustrializar la economía, se eliminó la capacidad de creación sostenida de puestos de trabajo y de ingresos. Así, lo poco que se ganó en los años de crecimiento, se está perdiendo aceleradamente en este período de recesión.



Publicado en en el mes de setiembre de 1999 een los diarios La República y Síntesis

No comments: