Saturday, July 18, 2015

Repensando la política económica para el Perú del siglo XXI (II)


El estilo de crecimiento primario exportador de los últimos 25 años ha llegado a su límite. La crisis internacional iniciada en 2008-2009 ha provocado un largo estancamiento de la demanda externa de commodities, con términos de intercambio a la baja y condiciones financieras desfavorables. Se habla de un periodo de estancamiento secular por el que estarían atravesando las economías industrializadas, lo que significaría que el «motor externo» que dio lugar al alto crecimiento de los años 2003-2013, se mantendría apagado por un tiempo relativamente largo. Esto obliga, a países como el nuestro, a construir fuentes internas de crecimiento y desarrollo.
 
Con el «motor externo» apagado, es imposible crecer a una tasa igual o superior a 4% promedio anual y menos a las tasas que se registraron durante la «década dorada» de 2003-2013. Las políticas fiscal y monetaria contra-cíclicas no pueden reemplazar a ese «motor externo», ni configurar, sin cambios estructurales y de precios relativos, las condiciones para un nuevo estilo de crecimiento, distinto al neoliberal primario exportador.
 
Los problemas generados por el neoliberalismo    
 
Los que creen que las políticas contra-cíclicas son suficientes para enfrentar la actual desaceleración económica (la tasa de crecimiento de los meses de enero-mayo de este año con respecto a similar período de 2014, ha sido de solo 2.14%), no toman en cuenta los problemas generados en nuestra economía con la aplicación de las reformas y políticas neoliberales.
 
En primer lugar, la desaceleración ocurre por la caída de la demanda (fundamentalmente de inversión en el sector extractivo), simultáneamente con una presión al alza de la tasa de inflación originada por una sistemática depreciación monetaria. El tipo de cambio sube porque salen capitales debido al giro en sentido contrario de la política monetaria norteamericana y porque aumenta el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Este déficit fue de 4.0% en 2014 y ha subido a 5.7% en el primer trimestre de este año.
 
No hay caída conjunta de la demanda agregada y de la tasa de inflación para reducir la tasa de interés, siguiendo la regla de Taylor. Como la inflación sube en lugar de bajar, una disminución de la tasa de interés con el propósito de aumentar la demanda, puede exacerbar la presión al alza del tipo de cambio. En lugar de reactivar la economía se originaría un efecto contrario. Dada la dolarización de las colocaciones del sistema bancario, aumentaría su cartera morosa, provocando una contracción mayor de los créditos y problemas de «hoja de balance» en los bancos que dolarizaron los créditos.
 
No se ha aprendido nada, o muy poco, de los efectos que produjo en nuestro país la crisis asiática y rusa de los años 1997-1998. Entre abril de 2013 y el 1 de julio de 2015, el Banco Central (BCRP) en su intento fallido de impedir la subida del tipo de cambio, ha perdido el 42.9% de sus reservas internacionales (posición de cambio). La tasa de pérdida mensual entre  enero y junio de este año, fue de US$ 1,193 millones.  El BCRP ahora tiene solo US$ 28,212.6 millones, cifra que alcanzaría  únicamente para 24 meses, si la tasa de pérdida mensual continúa.
 
En segundo lugar,  la tasa de crecimiento del producto potencial es muy baja: entre 3.5% y 4.5% del PBI. Las magnitudes varían según los métodos de estimación que se adopte y según se tome en cuenta para el cálculo del producto potencial, todo el PBI o solo la producción material, dejando de lado las actividades de servicios. Impulsar el crecimiento mediante aumentos de la demanda interna, a tasas superiores a la del producto potencial, exacerbaría las presiones inflacionarias y acrecentaría el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
 
Las reformas y políticas neoliberales cambiaron la estructura productiva y, por tanto, el comportamiento a largo plazo del PBI. La economía peruana actual es menos productora de bienes manufacturados y agrícolas, y más productora de servicios de baja productividad. El 67.1% del PBI de 2013 corresponde a actividades no transables (comercio, construcción y servicios). Este porcentaje se eleva a 79.2% si se le adiciona la producción de minería e hidrocarburos. La producción manufacturera, agrícola y pesquera representa solo el 20.8% restante, producción que equivale al 25% de la suma del consumo e inversión del sector privado. De otro lado, el total de las importaciones de bienes asciende a 157% de la producción manufacturera a precios de 2007. Este porcentaje se reduce a 112.5% si la producción agrícola y pesquera se suma a la producción manufacturera.
 
En tercer lugar, el patrón de acumulación de capital que dio lugar a este tipo de estructura productiva, si bien aumentó el coeficiente de inversión a PBI, estuvo caracterizado por un sesgo hacia la inversión en construcción. La participación de esta inversión se mantuvo, en promedio, por encima de la participación de la inversión en maquinaria y equipo. Esta última aumentó en los años de la «década dorada», pero estuvo dirigida fundamentalmente hacia el sector extractivo.  Como resultado de ello, el stock de capital per cápita aumentó en solo 26.9% durante el período 1990-2013, casi la mitad del incremento registrado (43.5%) en los años 1960-1980. Esta reducción relativa de la capacidad productiva per cápita explica la existencia de un alto porcentaje (73.7% del empleo total) de trabajadores informales (de baja productividad y bajos ingresos), a pesar del crecimiento en la «década dorada». Pero, además, esa reducción opera como una barrera a los aumentos sostenidos del PBI per cápita, debido a que aumentarían significativamente las importaciones y, por lo tanto, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
 
A modo de conclusión
 
La actual estructura de precios relativos --funcional a este estilo de crecimiento sesgado a la producción de commodities y de bienes y servicios no transables--, tiene que cambiar para dar inicio a la construcción de motores internos de crecimiento y desarrollo. 
 
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 18

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