Saturday, October 06, 2012

Rousseff frente a Humala: cambio y continuismo


El discurso de Dilma Rousseff, presidenta del Brasil, en la inauguración de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y de los países árabes (ASPA), a diferencia del pronunciado después por el presidente Ollanta Humala, hizo énfasis en la necesidad de optar por una ruta independiente de desarrollo. «Las naciones sudamericanas y árabes requieren asegurar que las turbulencias de la economía internacional no creen obstáculos adicionales a nuestro desarrollo», dijo distanciándose del continuismo neoliberal que aun se aplican en algunos países de la región como Perú.  Ollanta Humala, por su parte, aprovechó para reiterar la importancia de la «creación de un clima favorable a la inversión (extranjera) que garantice la seguridad jurídica y una economía estable». Nosotros, dijo, «nos hemos esforzado mucho por presentar estas condiciones y reafirmamos ahora nuestro compromiso en mantenerlas».

Desarrollo endógeno como respuesta a la crisis internacional

La presidenta del Brasil afirmó que los países más desarrollados están tratando de remontar la crisis por la que atraviesan, aplicando políticas que afectan a los países en desarrollo. «El efecto acumulativo de esas políticas monetarias expansionistas, conjugadas con una exagerada austeridad --sentenció--, exporta la crisis al resto del mundo y no resuelve los graves problemas de los países desarrollados como el desempleo galopante y la desesperanza».

La recesión y la devaluación de las monedas de los países desarrollados limitan nuestras exportaciones. «La crisis económica persistente nos está proponiendo nuevos retos a las naciones sudamericanas y árabes», dijo. Por eso, tenemos que asegurar que la turbulencia de la economía internacional no obstaculice nuestro desarrollo. La cooperación es importante, pero como parte de un esfuerzo nacional para endogenizar los determinantes del crecimiento y desarrollo. «No podemos conformarnos –dijo mirando al auditorio-- con el papel de apenas ser exportadores de commodities». «Nuestra soberanía política –afirmó-- está asociada a nuestra capacidad de educar, de producir ciencia y también de innovar».

En su país, Dilma Rousseff representa el cambio. Se ha propuesto pasar a un régimen de política monetaria y cambiaria más activa, y, junto con abandonar el atraso cambiario, adoptar un programa de estímulo fiscal y de política industrial. Brasil quiere recuperar el tiempo perdido para ponerse en el nivel de las naciones más desarrolladas, con un sólido desarrollo industrial, diversificando más la capacidad productiva de su economía. Este cambio es, según los brasileños, una nueva propuesta desarrollista que, a diferencia del neoliberalismo, «no cree que el mercado pueda resolverlo todo ni que las instituciones deban limitarse a garantizar la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos», y que le otorga un papel central al Estado, el que debe ser «financieramente sólido y administrativamente eficiente».

La política cambiaria del continuismo humalista

El mantenimiento de tasas de interés muy bajas por parte de los países más desarrollados y la debilidad de sus monedas, es la causa de la entrada masiva de capitales en las economías emergentes. Pero el gobierno brasileño ya ha reaccionado con una política de depreciación de su moneda para defender la competitividad de sus industrias, mediante la compra de dólares, la introducción de depósitos en moneda extranjera no remunerados, y otras medidas como los impuestos a las respectivas transacciones financieras.

En una economía abierta, donde ya no se estila el uso de aranceles a las importaciones, mantener un tipo de cambio estable y competitivo, como se anunciaba en el plan La Gran Transformación, es el principal instrumento para promover la industrialización y la diversificación de la capacidad productiva. A Ollanta candidato se le explicó con detalle. Pero, también lo escuchó el 2010 de boca de Michael Porter y de Dani Rodrik, como lo ha escuchado ahora de boca de Vilma Rousseff.  Y, como él recordará, la propuesta de un tipo de cambio estable y competitivo se concebía como parte de una estrategia de desarrollo de una economía nacional de mercado, abierta al mundo.

Sin embargo, Humala optó por el continuismo y, por decisión propia, mantuvo a dos connotados escuderos del modelo neoliberal. El primero, Julio Velarde, es el responsable de la caída sistemática del tipo de cambio real desde que asumió la presidencia del directorio del Banco Central en agosto del año 2006.  El tipo de cambio real bilateral de agosto de este año tiene el mismo nivel que el de enero de 1998 y el tipo de cambio real multilateral está muy por debajo de su nivel registrado en esa fecha. El segundo, Luis Miguel Castilla, hecho ministro por Humala, decía que la apreciación de nuestra moneda era un «signo de la fortaleza de la economía». Ahora dice «que descarta la adopción de controles de capital para frenar el ingreso de dólares especulativos» y que cree que es mejor «ampliar el límite de inversión en el exterior de las AFP».

A modo de conclusión

Humala ha reiterado que la III Cumbre de ASPA «genera oportunidades de inversión en el Perú y abre la posibilidad de acceso a un mercado de 700 millones de personas para nuestras exportaciones». ¿Sabrá que en agosto de este año las exportaciones se redujeron en 25%? ¿Tendrá idea que esta reducción se debe, en parte, a la pérdida de competitividad ocasionada por la caída del tipo de cambio real?



Publicado el sábado 6 de octubre en el diario La Primera.

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