Hoy pocos discuten sobre las causas de la crisis. Se debate más sobre la magnitud de la tasa de crecimiento de este año, en el país y en el mundo. Claro que es importante hacer proyecciones y saber también que éstas siguen revisándose hacia abajo. Todo esto da cuenta de la magnitud de la crisis y de la eficacia de las políticas para enfrentarla. Sin embargo, no puede abandonarse el tema de si, luego de la crisis, las economías mantendrán intactas sus estructuras productivas e institucionales o si se producirán cambios para asegurar un nuevo Golden Age como el de los años 1945-1980. Si la crisis termina, podría seguir un largo período de estancamiento con muy bajas tasas de crecimiento.
Lo que se difunde más como origen de la crisis
Muchos economistas sostienen --¡algunos siguiendo a Minsky!-- que el origen de la burbuja financiera se inicia cuando la FED disminuye significativamente su tasa de interés. En efecto, la FED disminuyó su tasa para enfrentar la crisis de 2000-2001, en once ocasiones, desde 6.0% en enero de 2001 a 1.0% en junio de 2003. Otros relacionan las bajas tasas de interés en el mercado financiero norteamericano, con la notable entrada de capitales que ocurrió en ese período. Para ambos, la burbuja fue pinchada cuando, debido a la creciente presión inflacionaria (por el aumento de los precios del petróleo y de insumos de alimentos que encareció los costos de producción), la FED decidió subir su tasa gradualmente hasta alcanzar un máximo de 5.25% en el 2007.
Lo que pasó después del pinchazo, es historia conocida. Muchas familias que habían contratado préstamos hipotecarios a tasas de interés variables retrasaron los pagos y, en consecuencia, las ejecuciones hipotecarias empezaron a incrementarse, los precios de las viviendas comenzaron a descender y la cartera inmobiliaria de los bancos comenzó a perder valor. Llegó la crisis: cayeron las ventas de viviendas usadas y nuevas; disminuyó la construcción de viviendas; cayó la confianza de consumidores e inversionistas; la falta de confianza presionó al alza de las tasas de interés interbancarias como la LIBOR y EURIBOR; las alzas de tasas elevaron los pagos mensuales destinados a hipotecas con el consiguiente empeoramiento de las economías de los deudores; los bancos empezaron a enfrentar problemas de liquidez; y, la crisis financiera se expandió al sector real.
Las políticas neoliberales agravaron la desigualdad de ingresos
Visto así, la crisis norteamericana no tendría nada que ver con el modelo neoliberal que se impuso en el mundo con la elección de Margaret Thatcher en 1979 y de Ronald Reagan en 1980. Durante los 30 años siguientes de políticas neoliberales, se registraron tasas de crecimiento económico más bajas que las del período del Golden Age y empeoró de modo creciente la desigualdad en los ingresos. Estas políticas, contrarias al keynesianismo del Golden Age, fueron: la desregulación de los mercados financieros, la privatización, el debilitamiento de las instituciones de protección social, el debilitamiento de las organizaciones laborales, la flexibilización del mercado de trabajo, la reducción del tamaño del Estado, la reducción de los impuestos a los grupos de altos ingresos, la apertura comercial y de capitales, y el abandono del objetivo de pleno empleo.
Treinta años de neoliberalismo en los Estados Unidos significó la generación de una creciente desconexión entre la tasa de crecimiento de los salarios reales y la tasa de crecimiento de la productividad (véase gráfico). Aumentó así la desigualdad en los ingresos hasta parecerse hoy a la que exhiben los países del tercer mundo. De acuerdo con Paul Krugman esta desigualdad se incrementó hasta alcanzar los niveles registrados en los años 20s y 30s del siglo veinte. Los sueldos y salarios reales de los trabajadores de la producción, que constituyen aproximadamente el 80% del empleo total de los Estados Unidos, crecieron a una tasa de 2.25% promedio anual entre 1947 y 1973, pero decrecieron a una tasa de 0.12 promedio anual entre 1973 y 1999. Según Paul Samuelson, los directores ejecutivos (CEO por su sigla en inglés) ganan 400 veces el sueldo promedio de sus empleados.
El modelo neoliberal crea insuficiencia de demanda y estimula la «financialización»
Esta creciente desigualdad tenía que impactar negativamente en la demanda agregada. Pero el impacto se neutralizó inyectando demanda, primero, mediante déficit fiscales durante casi 20 años. Entre 1980 y 1990 estos déficit representaron, en promedio, el 3.4% del PBI y fueron financiados con una deuda que pasó de $US 909.1 mil millones a $US 3,206.6 mil millones. En los años 1990, la inyección de demanda mediante los déficit fue perdiendo importancia, hasta desaparecer en 1998 con la generación de superávit. El segundo factor de inyección de demanda, de acuerdo con T. I. Palley, fue la reducción del ahorro privado personal, que se intensificó justamente en los años 1990 cuando declinó el papel del déficit público y se acrecentó la desigualdad. El aumento del consumo de las familias, resultante de la disminución de la ahorro, y el aumento de la inversión, incrementaron la demanda agregada.
La caída del ahorro personal se transformó en desahorro debido al estancamiento de los sueldos y salarios reales, y originó un incremento del endeudamiento para financiar los gastos adicionales de consumo de las familias. Las innovaciones financieras, sin regulación, alentaron este incremento mediante el uso generalizado de las propiedades inmobiliarias como garantía de los créditos. También aumentaron los conocidos créditos hipotecarios. El resultado fue la elevación del ratio de deuda respecto a los ingresos de las familias, hasta hacerse insostenible.
La expansión económica a través de la «financialización» del crecimiento de la demanda tenía que terminar en algún momento. La «financialización» fue estimulado por el modelo neoliberal y es conocido en la literatura especializada como el proceso de dominio y mayor influencia de los mercados financieros y de las instituciones y elites financieras, sobre las políticas y los resultados económicos. La «financialización», entonces, al imponer el dominio del sector financiero sobre el real, al transferir los ingresos del sector real hacia el sector financiero y al incrementar la desigualdad y contribuir al estancamiento de los salarios, genera un riesgo de deflación de las deudas y de prolongación de la recesión económica.
A modo de conclusión
La crisis actual, entonces, es también la crisis del modelo neoliberal; y, el cambio de este modelo, es una necesidad de supervivencia del sistema económico capitalista de mercado.
Publicado en el Diario La República
Domingo 26 de abril 2009
Sunday, April 26, 2009
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Ja, Ja, Ja, qué risa me da Jimenez! Describe la crisis, luego muestra la desconexión entre los salarios y la productividad laboral en USA mediante un gráfico, y dando un salto olímpico, lo conecta como falla del modelo neoliberal. Me pregunto, ¿qué hubiera pasado en el Perú si hubiéramos seguido con el modelo de desarrollo económico de Velasco? Una verdadera catástrofe, que felizmente fue interrumpida... ¡Lo peor de todo es que estos economistas anti-mercado nunca presentan alternativas reales, pero son unos expertos en saltar a conclusiones sin mayor reparo!
Post a Comment