Las opiniones sobre el tema de la inflación que difunde la prensa, revela asombrosamente la medianía del conocimiento de muchos economistas y también de supuestos analistas políticos. ¿Cómo se puede decir que no hay relación entre el crecimiento del crédito doméstico con la inflación? ¿Cómo se puede afirmar que una reforma tributaria orientada a gravar más a los que más tienen, o que introduzca un impuesto a las sobreganancias mineras, no ayuda a combatir la inflación? ¿Cómo se puede calificar de ilógica la propuesta de reducción del crecimiento de la demanda interna con propósitos antiinflacionarios? En fin, ¿cómo se puede decir, sin ser cínico, que «lo mejor es seguir lo que se está haciendo hasta ahora» y que la economía «está en buenas manos»?
La inflación actual tiene un componente interno importante. Sí sólo tuviera un origen importado, el directorio del BCR no tendría por qué haber subido la tasa de interés de referencia hasta 6.5%, ni tampoco habría subido los encajes con la creencia ingenua de que esto equivalía también a subir la tasa de interés. Lo ha hecho porque efectivamente hay un crecimiento de la demanda interna por encima del crecimiento del producto potencial que presiona al alza de los precios. Cuando se dice que una contracción del crédito es contraproducente porque genera «incertidumbre y desconfianza», y, al mismo tiempo se dice que ׂ«lo mejor es seguir lo que se está haciendo hasta ahora», se revela una ignorancia atrevida. ¿Por que? Porque las medidas que adoptó el BCR tienen como propósito contraer el crédito doméstico para, de esta manera, reducir el crecimiento de la demanda interna. Otra cosa es que estas medidas hayan fracasado en su propósito de bajar sostenidamente la inflación.
Pero, ¿la inflación, además de su origen importado, es originada sólo por el alto crecimiento de la demanda interna? Hay que señalar que las causas internas de la inflación (y del creciente déficit externo) son de exclusiva responsabilidad de este gobierno. Primero, se facilitó el crecimiento espectacular de los pasivos externos del sistema bancario que aumentó, en similar magnitud, el crédito doméstico en moneda extranjera. Con ello se aceleró el crecimiento de la demanda interna y, por lo tanto, el de uno de sus componentes, las importaciones. Segundo, con este gobierno empezó a reducirse el tipo de cambio real, con lo cual también se incrementó la demanda interna, porque al abaratar las importaciones las hizo crecer más rápido que las exportaciones. Tercero, también se estimuló el crecimiento de las importaciones mediante las tres rebajas arancelarias; la última, la de marzo, con el cuento de bajar el componente importado de la inflación. Cuarto, el BCR aceleró el crecimiento de la demanda interna al dejar que disminuya significativamente la tasa de interés real de referencia, desde la segunda mitad del 2007. Este comportamiento de la tasa real no se revierte hasta ahora con los aumentos de la tasa nominal. Quinto, al crecimiento de la demanda interna impulsada por las políticas de este gobierno, hay que agregarle otro factor que exacerba el repunte inflacionario: la pérdida de credibilidad del BCR. La mezcla extraña de políticas para combatir la inflación (elevación de encajes y de la tasa de interés de referencia, y disminución de aranceles), ha dado lugar a que las expectativas inflacionarias se sitúen tres o más veces por encima de la meta de inflación.
Las causas de la inflación son, por lo tanto, de origen importado y de origen interno. Y, las de origen interno, tienen que ver con las políticas de este gobierno que han acelerado el crecimiento de la demanda interna y han exacerbado las expectativas inflacionarias. Además, el crecimiento de la demanda interna por encima del producto potencial, no sólo genera presiones inflacionarias, sino también un creciente déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (4.5% de déficit respecto al PBI en el segundo trimestre de este año).
En conclusión, para abatir la inflación, pero también para reducir simultáneamente el déficit externo de la economía, y de esta manera evitar un crisis de graves consecuencias para el país, hay que secar el crédito en moneda extranjera; hay que elevar la tasa de interés real de referencia; hay que introducir una política fiscal contractiva mediante una mayor recaudación de impuestos directos, y no con la reducción de los gastos de inversión pública; hay que limitar la importación de bienes suntuarios con un aumento de aranceles; hay que eliminar el subsidio a los combustibles a las empresas mineras; hay que fortalecer los programas sociales para morigerar el impacto de la inflación en la pobreza; y, con el mismo propósito, hay que elevar el salario mínimo para restituirle su capacidad de compra perdida con la inflación.
Publicado en el Diario Gestión
Friday, September 19, 2008
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