Friday, December 26, 2014

La «Ley Pulpín»: absurdo remedio contra la informalidad

Los argumentos a favor de la «ley Pulpin», son inverosímiles. Se dice, por ejemplo, «que la mayor flexibilización laboral favorece el crecimiento del empleo; que para disminuir la informalidad hay que reducir los mal llamados “derechos laborales”; y, que la susodicha ley apunta justamente en esta dirección». Este es el argumento de los neoliberales criollos. Afirman que los que critican la ley, le están diciendo a los jóvenes «mira papito, si no tienes derechos, mejor no trabajes, quédate jugando Play Station en tu casa».
 
Hay otros más indoctos que sostienen que «la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del Estado en campos como la diversificación productiva y que en esta lógica se considera que parte de la solución al problema de la informalidad pasa por reducir algunos beneficios laborales de manera temporal, hasta que los niveles de productividad del trabajador sustenten un mayor acceso a ingresos y derechos». Creen que esta «es la manera de aproximarse al verdadero objetivo de la norma: mejorar la productividad del trabajo».
 
Derechos laborales e informalidad
 
Los dos enfoques aceptan que la causa de la informalidad es la existencia de derechos y beneficios laborales. Creen por eso que la «ley Pulpin» aumentará la demanda de trabajo y, dado que hay un alto desempleo entre los jóvenes, aumentará el empleo formal.
 
Este es un argumento estático. No toma en cuenta el papel de la acumulación de capital que es la que en última instancia le pone un límite a la demanda de trabajo por parte de las empresas. Hay desempleo involuntario porque la tasa de acumulación de capital se estanca o se desacelera. Y, en países como el nuestro, cuando la tasa de acumulación de capital no crece de manera suficiente para absorber la creciente oferta de trabajo, los que buscan trabajo se emplean en actividades de baja productividad y calificación o, en su defecto, se crean un empleo para sobrevivir.
 
Los neoliberales tampoco toman en cuenta que la flexibilidad del mercado de trabajo no asegura el aumento del empleo si en la economía existen empresas que pagan salarios reales de eficiencia, precisamente para evitar pérdidas que le ocasionaría la consecuente caída de la productividad si pagaran un salario real menor. Y, también en este caso la dinámica de la demanda de trabajo depende de la tasa de acumulación de capital. Hay desempleo involuntario en la economía (o hay subempleo e informalidad), porque no hay demanda creciente de empleo; y, no hay demanda creciente de empleo, porque no crece a tasas adecuadas la acumulación de capital.
 
¿Por qué más del 70% del empleo sigue siendo informal si desde los años noventa se inició la flexibilización laboral? ¿Es acaso la «ley Pulpin» la primera reforma neoliberal en el mercado de trabajo? Hace cerca de 12 años se introdujo el régimen laboral de la microempresa (sin gratificaciones, sin CTS, sin asignación familiar, y con solo 15 días de vacaciones), precisamente allí donde el 95% de los trabadores son informales. Sin embargo, este régimen mantuvo en la práctica la tasa de informalidad. Según estadísticas oficiales se formalizaron menos del 5% de los trabajadores en 12 años.
 
La informalidad y la baja productividad
 
Los que adhieren al segundo enfoque reproducen el mismo argumento neoliberal: la reducción de la informalidad pasa por la disminución de derechos y beneficios laborales. Pero, afirman, solo hasta que el aumento de la productividad «sustente un mayor acceso a ingresos y derechos». Sus voceros repiten lo que se dice en el segundo y tercer ejes del llamado plan de diversificación productiva (Eliminación de sobrecostos y regulaciones inadecuadas, y Expansión de la productividad), para concluir que la ley es beneficiosa porque es parte de este plan. Semejante argumentación linda con la necedad. (Véase mi artículo del 07-06-14: «Diversificación productiva»: ejes del «gatopardismo» neoliberal).
 
Los autores del plan de diversificación productiva creen que la baja productividad se debe a las elevadas tasas de informalidad laboral causadas por fallas de mercado y distorsiones en la política laboral. Sin con menores derechos y beneficios laborales (distorsiones) disminuye la informalidad, entonces los menores derechos y beneficios deben ser la base del incremento de la productividad. En esta visión estática, la informalidad y la productividad son exógenas al estilo de crecimiento y acumulación de capital. No hay critica al modelo neoliberal por más que se diga que la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del Estado para diversificar el aparato productivo, y que el enganche es la capacitación. 
 
No entienden que la tasa de acumulación de capital y el crecimiento de la productividad no son independientes entre sí. El desempeño de la productividad depende del ritmo y manera cómo se acumula capital y cómo se crece. Los neoliberales y los indoctos del plan de diversificación productiva creen que se requieren reformas microeconómicas para impulsar el crecimiento de la productividad, al margen de la tasa de crecimiento de la capacidad productiva per cápita.  
 
Como señalan los teóricos del desarrollo, la tasa de crecimiento de la productividad es una función directa de la tasa de crecimiento del capital per cápita «porque las innovaciones técnicas que aumentan la productividad del trabajo usualmente requieren el uso de más capital por trabajador y porque la tasa a la cual una economía puede absorber las invenciones e innovaciones del pasado que todavía están sin explotar está limitada por su tasa de acumulación de capital» (Ros, 2013; Kaldor, 1976 y 1981).
 
A modo de conclusión
 
Entre 1990 y 2013 el stock de capital per cápita aumentó 26.9%, mientras que el empleo total lo hizo en 96%. Esta es la razón por la cual los sectores de alta productividad no fueron capaces de absorber a la creciente fuerza de trabajo, y la explicación de por qué parte importante de esta fuerza de trabajo se ubicó en los sectores de servicios de baja productividad y donde se encuentra el grueso de los trabajadores informales. Asimismo, ese ritmo relativamente bajo de acumulación de capital per cápita limitó la velocidad de las innovaciones y la absorción de nuevas tecnologías, dando lugar a un bajo crecimiento de la productividad.
 
 
 
 
Artículo que será publicado en el Diario UNO, el sábado 27 de diciembre

Friday, December 19, 2014

La ignorancia y la política extractivista del «cholo barato»

El gobierno de Humala acaba de crear un nuevo régimen laboral para jóvenes entre 18 y 24 años (Ley N° 30288 del 16-12-14), quitándoles, entre otros, los siguientes derechos y beneficios sociales: compensación por tiempo de servicios, vacaciones de 30 días, gratificaciones, asignación familiar, participación en las utilidades de la empresa, seguro de vida y seguro por trabajo en riesgo.
 
La ley es anticonstitucional
 
Esta ley que atropella los derechos de los jóvenes es una norma anticonstitucional. El artículo 26 de la Constitución señala que la «igualdad de oportunidades sin discriminación» es uno de los principios que debe respetarse en las relaciones laborales. 
 
Los jóvenes de 18 a 24 años que entren a trabajar no tendrán los beneficios de los trabajadores que se encuentran dentro del régimen general ni dentro del régimen de pequeña empresa o de la modalidad formativa juvenil. Un ejemplo flagrante de discriminación es la mutilación de su derecho a participar en las utilidades de la empresa, derecho reconocido por el artículo 29 de la Constitución y en otras normas regulatorias y que establecen el porcentaje de las utilidades que debe repartir la empresa según el tipo de actividades que desarrolla.
 
La ley no combate la informalidad
 
El 57.3% de los jóvenes entre 18 y 24 años trabaja sin contrato laboral. Esta ley no impide la sustitución de trabajadores que culminan sus contratos, implícitos o explícitos, por jóvenes contratados bajo el nuevo régimen laboral especial. Ella sólo prohíbe la sustitución mediante cese de los trabajadores sin causa justa. Es una ley de seudo-formalización. Los trabajadores informales son los que no tienen derechos ni beneficios sociales, ahora con esta ley los trabajadores jóvenes entre 18 y 24 años, careciendo de esos derechos y beneficios, serán incorporados a la planilla electrónica, con lo cual se habrán convertido en trabajadores formales. La ley solo cambia «mocos por babas».
 
Los beneficios y derechos sociales de los trabajadores, son tratados como costos no-salariales que incrementan el costo del trabajo y que –según los voceros del gobierno--, fomentan la informalidad. Pero, ¿puede ser verdad que estos costos sean responsables de la existencia de 11.5 millones de trabajadores informales? No. La informalidad se debe al bajo crecimiento de la capacidad productiva per cápita, resultado de un estilo de crecimiento y acumulación de capital que no expande la capacidad productiva industrial, agroindustrial y agrícola. Entre 1990 y 2013 el stock de capital per cápita aumentó 26.9%, mientras que el empleo total lo hizo en 96%. Gran parte de este aumento del empleo, es informal.  
 
La ley ratifica la política  del «cholo barato»
 
Se reduce los costos laborales eliminando derechos y beneficios sociales de los trabajadores, supuestamente para estimular las inversiones y aumentar la competitividad. Sin embargo, no es cierto que los costos salariales no laborales sean los más altos en la región. Por ejemplo, se dice que en Chile estos costos representan el 31.3% de salario mensual promedio y que en Perú representan el 59%. Pero no se dice que el salario en Perú es solo el 56.4% del salario en Chile.
 
De otro lado, no hay experiencia histórica que muestre que la reducción del costo del trabajo estimule el aumento de las inversiones y el crecimiento económico, y menos en un contexto de enfriamiento económico como el actual. Cuando no existe certidumbre de una expansión de la demanda y de las ventas, no hay empresarios que arriesguen su capital. No se puede afirmar, entonces, que con esa ley aumentará el empleo y, por lo tanto, la producción.
 
La ley es una nueva institución extractivista
 
La política del «cholo barato» es extractivista porque facilita la obtención de rentas por parte de las empresas privadas y no fomenta la innovación. Recuérdese que el programa neoliberal incluye la flexibilización del mercado de trabajo mediante la eliminación de la  estabilidad laboral y de la protección social a los trabajadores. Humala es ahora un discípulo destacado del autor del «perro del hortelano». Es el gran impulsor de instituciones políticas y económicas extractivistas.
 
Cuando era candidato ofreció practicar la democracia y asegurar la plena vigencia de los derechos civiles, sociales, políticos y humanos. Ahora es un militante del extractivismo neoliberal. La ley que acaba de promulgar es un grotesco regalo a los egresados de Beca 18, porque de acuerdo con su artículo 2, se aplica a jóvenes con educación completa o incompleta de secundaria, y también a jóvenes con educación superior técnica o universitaria. Humala no respeta los derechos laborales y sociales, y miente cuando dice que la ley no se aplica a jóvenes con educación superior o universitaria.
 
A modo de conclusión
 
La disminución o estancamiento de los salarios reales y el recorte de los derechos y beneficios sociales de los trabajadores, conspira contra la cohesión social, contra el sentimiento de ser parte de una comunidad. Adam Smith decía que un salario que no le permite subsistir al trabajador y a su familia es un estímulo a la mendicidad o a la delincuencia. Por su parte, J.B. Clark –creador de la teoría de la productividad marginal--, sostenía que las actividades improductivas se expanden cuando se paga salarios bajos respecto a la productividad, lo que deviene en una dinámica de productividad y salarios reales bajos que afecta al conjunto de la sociedad. Los neoliberales criollos de nuestro país deberían leer a los economistas neoclásicos de fines del siglo XIX.
 
 
 
 
Artículo que será publicado en el Diario UNO, el sábado 20 de diciembre.
 

Wednesday, December 17, 2014

La desaceleración y la responsabilidad del Banco Central

Varios economistas han afirmado recientemente que el Banco Central no está acompañando el impulso fiscal del gobierno. Más precisamente han afirmado que el Banco Central no está bajando la tasa de interés de referencia para fortalecer los efectos supuestamente reactivadores de las medidas adoptadas por el MEF. Julio Velarde, presidente de su directorio, nombrado por Alan García y ratificado por Ollanta Humala, ha respondido (véase La República, 07-12-14) afirmando, ofendido, que «es injusto decir que no hemos reaccionado ante la desaceleración del crecimiento económico».

En lo que sigue vamos a mostrar que Velarde no tiene razón; que, por el contrario, su política cambiaria configuró una estructura productiva menos industrial y más productora de no-transables, estructura que ahora constituye una restricción al crecimiento. La política cambiaria de Velarde nos ha dejado con motores internos deteriorados y, por lo tanto, sin capacidad de sustituir al motor externo que actualmente se encuentra apagado. 

Las explicaciones de Velarde

Es verdad que por lo menos hasta octubre de este año --como dice Velarde-- no hubo impulso fiscal, pues de enero a octubre la inversión pública cayó en cerca del 2%. Y ¿qué hizo el Banco Central mientras las medidas impulsadas por el MEF no impedían la caída de la inversión pública? Velarde responde: «el Banco Central venía reduciendo el encaje desde junio del año 2013». Pero no reconoció que los efectos de estas reducciones demoran o se pierden en el camino y que, por lo tanto, no cumplen su cometido. El encaje es un instrumento de política monetaria ineficiente. Velarde evade su responsabilidad. No nos dice por qué utiliza un instrumento ineficiente si sabe que los bancos –sobre todo en la situación actual--, son más cautelosos en la promoción de su oferta de créditos.

¿Por qué no utiliza la tasa de interés de referencia, instrumento que introdujo en los años 2001-2003 el directorio del Banco Central de ese entonces? Otra vez, sin reconocer su responsabilidad de haber permitido durante su gestión que los créditos se dolaricen, dijo: «Cuando se tiene que la mitad del crédito de las empresas está en dólares, no es simplemente ver en cuánto bajar la tasa de interés en soles, sino también observar qué pasa con el tipo de cambio».

Los lectores recordarán que tanto Velarde como Castilla afirmaban que no les preocupaba la apreciación cambiaria. Que esta apreciación era la expresión de la fortaleza de la economía. Recordarán que en mayo de 2012 Velarde dijo que no le preocupaba la apreciación del sol, sino el fuerte rebote del tipo de cambio. Así, implícitamente responsabilizaba de la recurrente caída del tipo de cambio a otros factores, y no a su mezcla de medidas y a sus tímidas intervenciones en el mercado cambiario.

Durante cerca de siete años dejaron que los empresarios productores de bienes transables, perdieran competitividad. Permitieron, precisamente en los años de alto crecimiento impulsado por un motor externo (por la creciente demanda mundial y los incrementos en los precios de los minerales), que la moneda se apreciara de manera recurrente configurando una estructura de precios relativos contraria a la producción de transables, que debilitó e impidió la expansión y modernización de la industria y de la agricultura.

Si los motores internos del crecimiento se deterioraron con ese tipo de política cambiaria, ¿cómo puede sentirse ofendido Velarde cuando le dicen que «no han reaccionado ante la desaceleración del crecimiento económico»?.

La actual preocupación por el alza del dólar

Desde setiembre de 2012 el Banco Central cambio su política que consistía en mezclar diversos instrumentos en momentos distintos: compras de dólares en cantidades variables, incrementos en el encaje marginal en dólares y emisiones de Certificados de Depósito no transables. La nueva política anunciada por Velarde en setiembre de 2012, se dirigía supuestamente a enfrentar la apreciación cambiaria. Esta nueva política consistía en comprar dólares en montos fijos para «introducir más volatilidad en el tipo de cambio. Al tener una cantidad fija de intervención –dijo Velarde--, incluso si está comenzando a subir el tipo de cambio seguiríamos comprando, y eso haría que suba un poco más». Velarde tenía la esperanza que esto generaría un poco más de volatilidad en el tipo de cambio, que desalentaría la especulación a la baja y el incremento del crédito en dólares.

Desafortunadamente para Velarde su nueva política no frenó la caída del tipo de cambio real. De agosto de 2006 a enero de 2013, los tipos de cambio reales, bilateral y multilateral, disminuyeron en 26.9 y 14.9%, respectivamente; y, de agosto de 2012 a enero de 2013 las caídas en los tipos de cambio reales, bilateral y multilateral, fueron de 3.1% y de 1.0%. Lo que ocurrió después no tiene nada que ver con su «nueva política» cambiaria.

El anuncio del cambio en la política monetaria de los Estados Unidos y la consecuente salida de capitales, modificó la sistemática caída del tipo de cambio real. Si no fuera por este hecho, habría que decirle a Velarde que su «nueva política» fue contraproducente. La razón es que, según el propio Velarde, no se puede ahora bajar la tasa de interés porque desde el año 2013 se registra «una presión al alza del tipo de tipo de cambio enorme». En efecto, de enero a octubre de 2013 los tipos de cambio reales, bilateral y multilateral aumentaron en 7.1% y 6.2%, respectivamente. En los meses siguientes hasta noviembre de este año, sólo aumentó el tipo de cambio bilateral (4.1%). 

A modo de conclusión


Velarde no ha aprendido la lección. Una gestión como la de él, que no fue capaz de impedir la dolarización de los créditos y que dejó caer el tipo de cambio real, es ineficiente. Ante el nuevo contexto monetario internacional reacciona tarde y preocupado por los efectos de lo que dejó de hacer.




Publicado en el Diario UNO, el sábado 13 de diciembre.

Saturday, December 06, 2014

Los riesgos e inconsistencias en los paquetes del MEF

Luis Miguel Castilla dejó la economía en piloto automático. Lo asumió cuando comenzaba el enfriamiento y no hizo nada para superarlo. Después de la crisis de 2008-2009, Castilla frenó la inversión pública, en lugar de aumentarla y reorientarla para estimular la inversión privada en los sectores agrícola y manufacturero. Aparte de «prenderle velitas a China», el exministro se dedicó, desde 2013, a promover la aprobación de medidas administrativas para facilitar la inversión privada. Pero, la desaceleración de la inversión privada continuó, a pesar de sus normas de expropiaciones, de reposición de capitales, de aceleración de la entrega de certificados de inexistencia de restos arqueológicos, de creación de una ventanilla única para los EIA, de su política nacional para la calidad, de la reforma del mercado de capitales, de la eliminación de barreras burocráticas a la actividad empresarial, de la condonación de deudas tributarias de las empresas privadas, de la ampliación de los contratos de estabilidad tributaria en minería, en fin…de su mecanismo de obras por Impuestos.
 
Las medidas del ministro Segura
 
El opositor a los aumentos del salario mínimo fue reemplazo por Alonso Segura en setiembre de este año. Segura aparece luego como el promotor del cuarto y quinto paquete de medidas. A las normas administrativas que hizo aprobar Castilla y que hacen énfasis en factores de oferta, el ministro Segura le adicionó otras en la misma lógica de destrabar, desregular y generar incentivos a las inversiones privadas.
 
Además, Segura le ha agregado a los dos últimos paquetes, medidas de corto plazo contra-cíclicas, para generar una tasa de 5.5% de crecimiento en 2015. Pero, el estímulo fiscal de corto plazo propuesto en los dos últimos paquetes, es decir, el aguinaldo extraordinario, el gasto en pequeñas obras y la reducción del impuesto a la renta de los estratos bajos y medios de ingresos, bordea solo el 1% del PBI. Por lo tanto, el aumento en el ingreso disponible de las familias tendrá un reducido impacto en el consumo y en la producción interna, amén de que un porcentaje importante de este incremento se traducirá en mayores importaciones.
 
De otro lado, Segura ha propuesto para el mediano y largo plazo, medidas de oferta como el arancel cero para insumos y como la simplificación de procedimientos para la obtención de permisos y licencias, que al reducir costos y tiempo, se espera que estimulen la inversión privada. Entre estas medidas destaca la que busca agilizar los estudios de impacto ambiental (EIA) y el Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos, entre otros permisos. Se pretende así reducir el plazo de estos estudios de 120 días a 30 días.
 
También ha propuesto la reducción del impuesto a la renta de los estratos de altos ingresos, haciendo más regresivo el sistema tributario y poniendo en riesgo los ingresos del estado en los próximos años. Con esta medida y la que aumenta el impuesto a los dividendos, se pretende incentivar la reinversión de las utilidades empresariales. Sin embargo, al igual que las medidas administrativas, estas últimas no constituyen, por teoría y por experiencia histórica, los determinantes de la inversión. Si el futuro para la producción y las ventas es incierto, los inversionistas no arriesgarán sus capitales. Con un motor externo apagado, la incertidumbre continúa. En estas condiciones, acrecentar las utilidades con reducciones de impuestos es una pura transferencia de recursos del Estado al sector privado.
 
La reducción de los costos laborales no salariales (como el costo de despido, el período de vacaciones, etc.) y la promoción del empleo juvenil sin derechos sociales, son otras medida por el lado de la oferta para estimular las inversiones. Pero estas medidas con contraproducentes porque debilitan simultáneamente la demanda que se quiere reactivar. La reforma neoliberal del mercado de trabajo, estancó los salarios reales y siempre ha buscado reducir los salarios para facilitar a los empleadores contratar y despedir trabajadores, afectando así la demanda en el mediano y largo plazo.
 
La dicotomía de las políticas
 
Hay una dicotomía en las políticas propuestas. A corto plazo se incide en factores de demanda y largo plazo en los factores de oferta. Esta dicotomía se sustenta en el supuesto de que el enfriamiento de la economía es solo un desvío del producto respecto a su nivel potencial. A largo plazo, es decir, para estimular el crecimiento del producto potencial, según el pensamiento neoliberal, hay que adoptar medidas por el lado de la oferta. No hay intención, entonces, de reorientar las inversiones a la generación de motores de crecimiento económico internos, como la manufactura, la agroindustria y la agricultura.
 
El énfasis en este tipo de políticas, solo acentuará la actual tendencia del crecimiento, donde los sectores que más crecen son el Comercio y algunos servicios como: Financiero y Seguros, Servicios prestados a empresas, Otros Servicios, Alojamiento y Restaurantes, etc.  En estos sectores, como se sabe, predominan los trabajadores de baja calificación y de baja productividad. Por lo tanto,  lo que se estimulará es un crecimiento que no fomenta el aumento de la productividad. Y, no hay manera de sostener el crecimiento del PBI con el crecimiento de estos sectores terciarios de baja productividad. 
 
A modo de conclusión
 
Las políticas contra-cíclicas son pertinentes, pero riesgosas en una economía cuya estructura productiva se ha hecho menos manufacturera y agrícola, y más productora de servicios de baja productividad. Las políticas contra-cíclicas, para ser exitosas, deben acompañarse de medidas específicas orientadas a cambiar el actual patrón de crecimiento y acumulación de capital.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado  6 de diciembre.

Saturday, November 29, 2014

Las mentiras de los economistas neoliberales

En nuestro artículo del sábado 22-11-14, mostramos por qué las políticas fiscal, monetaria, comercial y cambiaria aplicadas por los neoliberales durante los últimos 23 años no pueden ser consideradas la causa directa del crecimiento económico de los años 1993-1997 y 2003-2013. La economía creció  porque crecieron la demanda mundial de materias primas y los precios de los minerales que exportamos. El patrón de crecimiento y acumulación de capital fue primario-exportador, y contrario a la producción de bienes transables, es decir, a la producción manufacturera y agrícola. La estructura de precios relativos configurada por las políticas neoliberales, favoreció el crecimiento de los sectores no-transables –comercio, servidos y construcción--, donde se encuentra el 68 del empleo, que en su gran mayoría es de baja calificación y productividad.
 
La mentira sobre el crecimiento del empleo adecuado
 
El modelo neoliberal –dicen sus defensores-- no favorece la informalidad. Para sustentar esta afirmación sostienen que en la última década el empleo adecuado ha aumentado, que el subempleo ha disminuido notoriamente y que, por eso,  «ya son 10 millones de peruanos que tienen el empleo adecuado».
 
Si la PEA ocupada total asciende a 15.5 millones, ¿puede haber 10 millones de trabajadores con empleos adecuados y, al mismo tiempo, 11. 5 millones de trabajadores informales? En otras palabras, ¿Tiene sentido afirmar que el 64.2% de esa PEA ocupada total está adecuadamente empleada y el 74.3% de esa misma PEA es informal?
 
Los neoliberales mienten y desinforman al país. Se sabe que los trabajadores informales, a diferencia de los formales, son de baja calificación y productividad, y que no tienen los mismos beneficios sociales. Si se acepta que parte de los trabajadores informales está adecuadamente empleado, entonces también tendrá que aceptarse que estos «empleos adecuados informales» son precarios por sus bajos ingresos y baja productividad.    
 
En la actualidad, sólo el 25.7%, es decir, alrededor de 4 millones, son trabajadores formales y el resto, 74.3% son informales. En el propio sector productivo formal, hay trabajadores informales que representan el 17.3% del empleo total. En consecuencia, 8.9 millones de trabajadores informales se encuentran en el sector productivo informal constituido por pequeñas empresas con poco capital y que no pueden competir con las empresas que utilizan tecnologías modernas. ¿Dónde están, entonces, los 10 millones de trabajadores con empleos adecuados? La verdad monda y lironda es que el modelo neoliberal –que ya tiene cerca de 24 años--, no ha sido capaz de modificar esta estructura del empleo, dominada por la informalidad y la baja calificación y productividad. El modelo neoliberal es responsable de que gran parte del crecimiento de la fuerza laboral haya sido absorbida por el sector informal.
 
La mentira sobre vulnerabilidad externa de la economía
 
Los neoliberales también mienten cuando dicen que «el modelo nos ha permitido reducir la exposición externa de la Economía. Somos –dicen citando a  la agencia Moody’s-- el país que, junto a Chile, tiene el nivel más bajo de vulnerabilidad en la región». Y con el mayor descaro afirman que esto es así porque «el modelo económico nos ha permitido acumular un impresionante nivel de reservas internacionales (US$ 67 mil millones, lo que representa 32% del PBI), que cubren 7 veces la deuda externa pública y privada de corto plazo…».
 
Los neoliberales se olvidan de dos hechos importantes. En primer lugar, olvidan que en los noventa ellos promovieron la dolarización del portafolio bancario y que, por lo tanto, fueron responsables de la larga recesión con crisis bancaria (1998-2002), que se inició con la crisis asiática y rusa. Es importante recordar, además, que los neoliberales impulsaron la dolarización completa de la economía y la práctica desaparición del Banco Central. También hicieron aprobar una ley de Prudencia y Transparencia Fiscal en 1999, en plena crisis, que ataba de manos al gobierno al fijar «el incremento anual del gasto no financiero real del Gobierno general en un máximo de 2%».
 
En segundo lugar, olvidan que en los años 2001-2003, cuando no controlaban el directorio del Banco Central ni los puestos importantes en el MEF, se hicieron reformas en la política monetaria y fiscal.  El Banco Central pudo acumular reservas porque su directorio de ese entonces introdujo un esquema institucional de política monetaria con una meta de inflación y dos reglas: una de política monetaria con la tasa de interés como instrumento y otra de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario. En el MEF, lo primero que se hizo fue sustituir la ley de Prudencia y Transparencia Fiscal por la ley de Responsabilidad y Transparencia Fiscal que abría la posibilidad de aplicar políticas fiscales contra-cíclicas. También se creó un mercado de deuda pública en soles que permitió reducir el peso de la deuda externa en moneda extranjera y «reperfilar» sus servicios. Esto permitió reducir notablemente el ratio de deuda a PBI.  En ninguna de estas reformas participaron los economistas neoliberales. Mienten, por lo tanto, cuando dicen que «el modelo económico neoliberal nos ha permitido acumular un impresionante nivel de reservas internacionales».
 
A modo de conclusión
 
En el colmo de la desfachatez, los neoliberales dicen que «el fenómeno de la informalidad es consecuencia de la ineficiencia del Estado y el sistema político (no del modelo)». Olvidan que fueron ellos los que fomentaron el desmantelamiento de los sistemas de información y planeamiento de la administración gubernamental del Estado, son ellos los que alentaron su achicamiento dando lugar a la renuncia de sus mejores profesionales. Pero, el tema es otro. No pueden entender que la informalidad tiene otra causa, y que esta se encuentra en la propia lógica del modelo que defienden.  
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 29 de noviembre.

Saturday, November 22, 2014

¿Por qué creció el Perú en las últimas décadas?

Los defensores del modelo neoliberal desinforman al país. Dicen que el crecimiento económico de los últimos años está sustentado en el propio modelo, lo que equivale a decir que es resultado de las políticas económicas neoliberales. Que la informalidad no es consecuencia del modelo, sino de la ineficiencia del Estado y del sistema político. También dicen que este modelo ha disminuido la vulnerabilidad externa de la economía. Pero, nada de esto es verdad.
 
Las políticas neoliberales no son causa del crecimiento
 
Durante el fujimorato hubo crecimiento económico solo en los años 1993, 1994, 1995 y 1997. Los otros seis de los 10 años de dictadura, fueron de recesión económica. La economía vuelve a crecer a partir del año 2003, reduce su tasa de crecimiento hasta cerca de cero en el año 2009 y vuelve a crecer los años siguientes hasta el año 2013. En total fueron 14 años de crecimiento durante 23 años de neoliberalismo. Pero el crecimiento durante estos 14 años no tienen  relación con las políticas y reformas neoliberales. La razones son las siguientes:
 
1)     Durante el fujimorato se apreció el tipo de cambio real, al mismo tiempo que se liberalizó el comercio. Durante los años 2003-2013 también se apreció el tipo de cambio real desde agosto de 2006 y fue la década en que se firmaron tratados de libre comercio con varios países. Estas «políticas» cambiaria y comercial le quitaron competitividad a la producción y exportación de manufactureras, al mismo tiempo que provocaron una notable penetración de importaciones en el mercado interno. Ni la apertura comercial ni el atraso cambiario fueron, entonces, el motor del crecimiento durante el período neoliberal.
2)     El crecimiento tampoco tuvo como motor la política fiscal. En los años noventa su principal objetivo fue servir la deuda pública externa. Fueron 8 años consecutivos de generación de superávit fiscal primario: 1.5% del PBI, en promedio. En la última década la generación de superávit primario alcanzó el 2.6% del PBI, no obstante que el ratio de deuda a PBI había disminuido significativamente. Los cálculos del déficit estructural también muestran la práctica de una política fiscal contractiva.
3)     La política monetaria tampoco desencadenó el crecimiento, ni en los años noventa ni en la última década. Durante los años noventa la política monetaria restrictiva  encareció el crédito; además, promovió la dolarización del portafolio bancario. El crédito caro no podía generar crecimiento. Por su parte, la dolarización creó un descalce de monedas que, con la crisis que se inicia en 1997-1998 y que eleva el tipo de cambio, provocó quiebras bancarias. De otro lado, la política monetaria de la última década se beneficia de la reforma efectuada en los años 2001-2003, que introduce un esquema institucional basado en metas de inflación, una regla de tasa de interés y una regla de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario. Pero desde el año 2006, la aplicación de este esquema de política se acompaña con sistemáticas reducciones del tipo de cambio real, que afecta a la producción de bienes transables. En ambos período, se estimula la penetración masiva de importaciones.
4)     Tampoco las privatizaciones estimularon el crecimiento económico. Aumentaron las tarifas de los servicios públicos y, con ello, los costos de las empresas. Aquí tampoco puede encontrarse la fuente de crecimiento económico. La apreciación cambiaria y tarifas públicas caras, hizo perder competitividad a los productores privados en los mercados internacionales.
 
La fuente del crecimiento no se encuentra, entonces, en las políticas neoliberales. Estas son contrarias al desarrollo industrial y agrícola, Estas políticas no promovieron la generación de puestos de trabajo estables; mantuvieron estancados los ingresos reales de los maestros empleados públicos y trabajadores, promovieron la informalidad porque desaceleraron el crecimiento de la capacidad productiva per cápita; aumentaron la vulnerabilidad de la economía frente a los shocks externos y acrecentaron la  dependencia de la economía de las importaciones y de la inversión extranjera, y descapitalizaron al país acrecentando el déficit de la balanza de servicios financieros privados.
 
¿Por qué, entonces, hubo crecimiento económico?
 
El crecimiento de la economía durante la década de los noventa y durante la última década, se debió fundamentalmente a la expansión de la demanda mundial y al incremento de los precios de los minerales. Es verdad que las políticas neoliberales cambiaron la estructura de los precios relativos a favor de la explotación y producción de bienes primarios, como la minería, con ventajas naturales de productividad. Pero este cambio en la estructura de precios relativos tampoco hubiera sido suficiente para estimular el crecimiento, si no se hubiera expandido la demanda internacional por las materias primas.
 
Los neoliberales tuvieron suerte. La demanda internacional se recuperó a partir del año 1992 y creció hasta el año 1997. Con la crisis asiática y rusa de 1997-1999, se desaceleró y luego volvió a crecer a partir del año 2002. En este segundo período de crecimiento tuvo participación importante el crecimiento de la economía China, que hizo crecer notablemente los precios de los minerales.
 
No fueron las políticas neoliberales, entonces, la causa del crecimiento económico peruano, sino el crecimiento de la demanda mundial, el crecimiento de los precios de los minerales, y el clima en algunos años. La economía peruana creció, porque crecieron la producción y las exportaciones de bienes primarios, y la producción de los sectores no-transables como la Construcción, el Comercio y los Servicios.
 
A modo de conclusión
 
El motor del crecimiento neoliberal estuvo fuera de las fronteras nacionales. Este motor está ahora apagado, por eso la economía peruana ha dejado de crecer.
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 22 de noviembre.

Monday, November 17, 2014

La caída de la producción de bienes y el producto potencial

La información difundida por el INEI no refleja lo que realmente está ocurriendo con el crecimiento económico. Como técnicamente no hay recesión, los voceros oficiales del gobierno afirman que el próximo año la economía volvería a crecer a tasas de 5% o 6%.  Pero no habrá manera de crecer a estas tasas si se insiste en el mismo patrón de crecimiento y acumulación de capital. Estudios recientes de la dinámica de la economía internacional revelan que la crisis que empezó en 2008-2009 ha dado lugar a un largo período de estancamiento. No volverá, por lo tanto, un escenario externo con precios altos de los metales, con crecimiento de 4 a 5% promedio anual y con influjos notables de capitales.
 
Estancamiento de largo plazo en el Centro
 
No hay signos de una franca recuperación en los países industrializados. Las tasas de desempleo se mantienen en niveles relativamente elevados y no hay signos claros de que tiendan a disminuir sostenidamente. En ausencia de una clara recuperación, la volatilidad y la incertidumbre dominan a sus mercados financieros.
 
Los efectos de la crisis financiera de 2008-2009 fueron enfrentados primero con políticas monetarias que facilitaron la disponibilidad de dinero y que disminuyeron las tasas de interés de manera notable. Pero no fueron suficientes para impedir la recesión.  El recurso lógico a los estímulos fiscales tampoco terminó con la débil recuperación. Pero aumentaron notablemente los déficits fiscales que junto al estancamiento de la economía real, condujo a una rápida expansión de la deuda pública.
 
La crisis de la deuda soberana en los países de la periferia europea (PIGS), se manifestó como una crisis del Euro. La abundante liquidez que los bancos centrales proporcionaron a estos países, no cambió su situación. Estos países fueron obligados a recortar sus déficits y su deuda para permanecer como miembros de la Eurozona. El conflicto se trasladó de Estados Unidos a Europa, y de la deuda privada a la deuda pública, pero los efectos políticos del problema del déficit fiscal (el reciente triunfo de los republicanos en Estados Unidos, por ejemplo), que es común a ambos, es decir, las presiones por su reducción, está minando las posibilidades de un nuevo estimulo fiscal. El escenario de austeridad y los signos de una tímida recuperación, revelan entonces que “el crecimiento sostenido permanece como una tenue perspectiva a ambos lados del atlántico” (Gualerzi, 2014).   
 
Sin embargo, lo que está en cuestión es si las políticas de ajuste están en el camino del crecimiento sostenido. También está en cuestión el papel de los estímulos fiscales como el mecanismo activador de un crecimiento sostenido. Lo que sostienen diversos analistas es que no está claro que la reanudación del crecimiento ocurra sobre las mismas fuentes y mecanismos que dieron lugar a la expansión económica que caracterizó al periodo de post guerra. Tampoco está claro, como se deduce de diversos análisis sobre la crisis actual, qué sectores liderarán el crecimiento. Lo que es más probable, entonces, es un escenario internacional de estancamiento económico prolongado.
 
El INEI y el optimismo de algunos economistas criollos
 
Dado este escenario internacional, tienen razón aquellos economistas que sostienen que es una ilusión esperar que la economía peruana crezca en los próximos años a tasas de 5 o 6% promedio anual. Pero no tienen razón cuando dicen que el actual enfriamiento de la economía podría revertirse significativamente con solo políticas monetarias y fiscales expansivas. Es lo que piensa, por ejemplo, el FMI para el Perú. La equivocación está en suponer que se puede reanudar el crecimiento sobre las mismas bases que explicaron el auge de económico de la última década. No toman en cuenta que la estructura productiva resultante de este auge, ya no es la misma que la de hace quince o veinte años. El crecimiento primario exportador y liderado por los sectores no-transables, provocó un cambio en la estructura productiva al limitar la expansión de la producción manufacturera y agrícola. En consecuencia, políticas contracíclicas de impulso a la demanda, si bien tienen el signo correcto, podrían derivar, más temprano que tarde, en problemas inflacionarios y de balanza de pagos.
 
Las cifras del INEI no revelan la profundidad de la desaceleración.  La economía está creciendo a tasas cercanas a la unidad, porque crecen los servicios. La producción de la agricultura, la pesca y la manufactura, en conjunto, están decreciendo a tasas de 2.5%, 8.3%, 3.4% y 2% desde mayo de este año. Los únicos sectores que crecen, según las cifras del INEI, son Comercio y Servicios, y lo están haciendo a tasas que en promedio se aproximan al 5%. En estos sectores terciarios los que más crecen son Finanzas y Seguros, Servicios Prestados a Empresas y Restaurantes y Hoteles.
 
Es claro, entonces, que la oferta de producción de bienes está decreciendo con lo cual el producto potencial ya no puede estar creciendo a la tasa de 5%, a menos que para el INEI y para algunos economistas, el producto potencial debe crecer a la tasa que crecen el comercio y los servicios.    
  
A modo de Conclusión
 
Si la tasa de crecimiento del producto potencial se reduce notablemente, las presiones de demanda, originadas por las políticas contracíclicas, generarán presiones, sobre la balanza de pagos y sobre los precios de los bienes. Además, no hay que olvidar que las importaciones representan cerca del 112% de la producción manufacturera y agrícola en conjunto.
 
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 15 de noviembre.

Saturday, November 08, 2014

Informalidad y crecimiento de la capacidad productiva

La desaceleración del crecimiento ha vuelto a poner en debate las causas de la informalidad. Rafael La Porta y Andrei Shleifer (Informality and development, JEP, Summer 2014), hacen un excelente resumen de las explicaciones más conocidas y difundidas.
 
La crítica explicaciones más difundidas
 
En primer lugar está la explicación que proviene de los trabajos de Hernando de Soto según la cual la informalidad es el resultado de la sobrerregulación estatal. Así, la existencia de altas tasas de informalidad son las que explicaría el lento crecimiento de la productividad. Por lo tanto, eliminando su causa (las barreras a la entrada)  y «formalizando» los títulos de propiedad, se impulsaría el aumento de la productividad y el crecimiento económico. No hay experiencia en el mundo que evidencie que la receta de las desregulaciones haya sido la fuente de los ciclos de crecimiento de las últimas décadas. Precisamente los países donde una parte importante del empleo es informal, implementaron desregulaciones en distintos mercados, en consonancia con el recetario neoliberal.
 
En segundo lugar está la explicación que coincide con la posición del Mckinsey Global Institute y que describe a las empresas informales como como «parásitos que compiten injustamente con las empresas formales respetuosas de la ley». Las empresas y trabajadores informales disfrutan de ventajas evitando las regulaciones y evadiendo impuestos. Esta explicación, como afirma La Porta y Shleifer, es cínica. No toman en cuenta que la casi totalidad de los trabajadores informales tiene baja calificación, bajos ingresos y baja productividad. Tampoco consideran que las empresas informales son las que «emplean» a este tipo de trabajadores.  
 
La informalidad expresa la existencia de pobreza y de una extendida baja calidad en las condiciones de vida de la gran mayoría de los trabajadores. Hay, por lo tanto, una tercera explicación que sigue la ruta de los teóricos del desarrollo (Lewis, Kalecki, Todaro, Ros y otros). Para estos la informalidad es un «subproducto de la pobreza». El mundo formal es opuesto al sector informal. Empresarios y trabajadores informales son de baja calificación y productividad; operan pequeñas empresas con poco capital y sus productos tienen muy poco valor agregado y, por lo tanto, no compiten con los que generan las empresas que usan tecnologías modernas. No son las regulaciones, sino sus montos facturados y su propio atraso tecnológico y baja productividad, los factores que les impiden transitar a la categoría de formales. Las desregulaciones, entonces, no son el camino para impulsar el crecimiento y menos en la coyuntura externa actual. 
       
Estilo de crecimiento e informalidad
 
El crecimiento de la economía ayuda a disminuir la informalidad, pero lentamente, dicen La Porta y Shleifer. Entre 1990 y 2012 el PBI per cápita aumentó 2.1 veces, pero la fuerza laboral creció tan rápido como el producto per cápita; por lo tanto, «gran parte de la absorción de la mano fue hecha por el sector informal». A pesar del alto crecimiento económico de la última década, aumentó la participación de los trabajadores informales en el total del empleo, aunque el nivel del empleo formal aumentó de 5 a 8 millones. Efectivamente, según el INEI, el 74.3% del total de la PEA ocupada en 2012 era informal (57% se encontraba en el sector informal –que participa con 20% en la generación del PBI--  y 17.3% fuera de él).
 
Para La Porta y Shleifer el más importante factor que impide o limita el tránsito hacia la formalidad es la «escasez de empresarios educados». El porcentaje de empresarios y trabajadores informales calificados es muy reducido. La informalidad es alta en los países pobres –dicen estos autores--, porque sus empresarios son improductivos; tienen escasez de oferta de empresarios educados. En consecuencia, para disminuir la informalidad hay que aumentar esta oferta.
 
No hay duda que empresarios y trabajadores informales tienen bajísima productividad y casi ninguna calificación. Pero esta situación es resultado de un estilo de crecimiento y acumulación de capital que no expande la capacidad productiva industrial y agroindustrial, y que no moderniza la agricultura donde se encuentra cerca del 50% del empleo informal. Este estilo de crecimiento que se inicia en 1990, ha aumentado la participación en el empleo de los sectores terciarios (comercio y servicios) de baja productividad. Esta participación pasó de 36.3% en el período 1960-1980, a 53.9% en el período 1990-2010.
 
Estos períodos se diferencian por los distintos ritmos de acumulación de capital per cápita (véase gráfico). En 1960-1980, el stock de capital per cápita aumentó 43.5%, mientras que en el segundo 1990-2010 aumentó solo 10.9%. El más alto crecimiento del capital per cápita ocurrió en los años 2010-2013: aumentó 14.9%. En todo el período 1990-2013, el aumento del capital per cápita fue de 26.9%.
 
 
 
 
A modo de Conclusión
 
En consecuencia, este más lento crecimiento del capital per cápita que caracteriza al período neoliberal es lo que explica el alto porcentaje de informalidad en el Perú. No aumenta la participación de la inversión en maquinaria y equipo como en el primer período, porque crece más la inversión en construcción (véase gráfico). Y este relativo rezago de la inversión en maquinaria y equipo se debió a la pérdida de liderazgo de la industria manufacturera en el crecimiento económico.
 
 
 
 
 Publicado en el Diario UNO, el sábado 08 de noviembre

Monday, November 03, 2014

Perspectivas del crecimiento económico

Los voceros oficiales del gobierno están pronosticando una franca recuperación de la economía el año 2015; aunque para este año 2014, tanto el MEF como el BCR han bajado notoriamente sus pronósticos y ahora apuestan por un crecimiento alrededor de 3.0%. El 2015 será mejor –dicen- y pronostican una tasa de crecimiento del PBI de 6%. El ministro de economía ha dicho que para impulsar el crecimiento se «reducirán los costos de transacción y la informalidad» (es decir, la sobrerregulación y las trabas y barreras burocráticas). Por su parte, el titular del Banco Central dijo que la economía crecerá 6% el 2015 «solo si se recupera la inversión pública, se realizan a tiempo las concesiones otorgadas y los proyectos mineros no encuentran nuevas trabas».

El contexto externo: estancamiento y desorden global

La desaceleración económica se debe fundamentalmente a un cambio de signo en el contexto externo. La demanda externa por los productos que exportamos no recupera las tasas de crecimiento que registró en los años previos a la crisis de 2008-2009. Los precios de los minerales ya no crecen, y China ha disminuido su tasa de crecimiento hasta cerca del 7%. Por otro lado, Estados Unidos acaba de poner fin a su programa mensual de compras de bonos, no obstante que no se registran aumentos significativos en el empleo y en la producción, ni incrementos notables de la inflación. Aunque todavía mantendrá su tasa de política cerca de cero, es claro que en un futuro cercano elevará las tasas de interés, provocando salida de capitales de los países como el nuestro.

Según J. Bradford DeLong, profesor de economía de la Universidad de Berkeley- California, es muy probable que el desempeño de la economía internacional en los próximos cinco años sea similar al que tuvo durante los últimos dos años. A esto hay que agregarle un escenario político mundial más conflictivo, un desorden global de duración impredecible, asociados al conflicto en Medio Oriente, inestabilidad en Europa por las intervenciones de Rusia en algunos territorios de su antiguo imperio, y los conflictos territoriales en parte de Asia. Este desorden dificultará aún más la recuperación de la economía internacional.

En consecuencia, ni las concesiones otorgadas a tiempo ni los proyectos mineros sin trabas, y menos la reducción de los «costos de transacción», asegurarán un crecimiento sostenido de la economía peruana a partir de 2015 a tasas superiores al 4% promedio anual.

Los efectos de la desaceleración del crecimiento

La tasa de crecimiento del PBI se ha derrumbado: cayó desde 5.1% anual en el primer trimestre de este año a 1.7% en el segundo trimestre. Lo más probable es que el año termine con una tasa de crecimiento por debajo del 3%. Es importante señalar, sin embargo, que esta tasa de crecimiento será sólo el resultado del crecimiento de algunas actividades terciarias de servicios, que aportan muy poco a la generación de capacidad productiva per cápita. La inversión privada en los dos primeros trimestres del año con respecto a similar periodo del año anterior ha disminuido en 1.5%; y, la inversión pública prácticamente no ha crecido (0.5%). Cuando la capacidad productiva per cápita no crece o se estanca, se expande el sector informal y el subempleo.

De otro lado, las exportaciones ya no aumentan como en los años de alto crecimiento del PBI. Entre agosto de 2011 y agosto de 2014, las exportaciones tradicionales se redujeron en 36.4%. Esto explica que la desaceleración de la economía se debe fundamentalmente a la contracción de la producción minera. Por otro lado, en el período comprendido entre diciembre de 2011 y agosto de 2014, las exportaciones de productos no-tradicionales se mantuvieron en una promedio de US$ 929.62 millones mensuales, con leves fluctuaciones y sin tendencia al crecimiento. El estancamiento de estas exportaciones explica el otro factor de la desaceleración económica: la contracción de la producción manufacturera.

Con la desaceleración económica también se desacelera el crecimiento de los ingresos tributarios del Estado. Su tasa de crecimiento se reduce significativamente: de 17.5% en 2011, baja a 11.8% en 2012 y a 6.4% en 2013. Si la tendencia registrada entre los meses de enero y setiembre de este año continúa, la tasa de crecimiento de los ingresos tributarios se ubicara este año alrededor de solo 4%. El monto de la tributación minera durante los tres primeros trimestres del año, es menor en 38.1% del total de la tributación efectuada en similar período del años 2013. Como se comprenderá, este comportamiento de los ingresos tributarios hace peligrar el sostenimiento de los gastos sociales del Estado.  

A modo de conclusión

Los últimos gobiernos, fieles al recetario neoliberal, no aprovecharon la oportunidad para incrementar la inversión pública en infraestructura económica y social. Durante los años 1990-2000, la inversión pública ascendía al 4.4% del PBI. Este porcentaje se redujo ligeramente a 4.3% en los años de alto crecimiento 2003-2013. Durante el segundo gobierno de Alan García se registró el mismo porcentaje de 4.3%, y en los tres años que lleva el gobierno de Humala la inversión pública aumentó hasta representar solo 5.3% del PBI. Dado nada asegura que los ingresos tributarios aumenten como en los años de alto crecimiento económico, no hay razones para esperar que los gastos en inversión pública aumenten de manera sustancial. Finalmente, si la inversión pública crece en magnitudes que permitan sostenerla en 5.3% del PBI, no será suficiente para reproducir el promedio de las tasas de crecimiento económico de la última década.    





Pubicado en el diario UNO, el sábado 1 de noviembre.