Luis Miguel Castilla dejó la economía en
piloto automático. Lo asumió cuando comenzaba el enfriamiento y no hizo nada
para superarlo. Después de la crisis de 2008-2009, Castilla frenó la inversión
pública, en lugar de aumentarla y reorientarla para estimular la inversión
privada en los sectores agrícola y manufacturero. Aparte de «prenderle velitas
a China», el exministro se dedicó, desde 2013, a promover la aprobación de medidas
administrativas para facilitar la inversión privada. Pero, la desaceleración de
la inversión privada continuó, a pesar de sus normas de expropiaciones, de
reposición de capitales, de aceleración de la entrega de certificados de
inexistencia de restos arqueológicos, de creación de una ventanilla única para
los EIA, de su política nacional para la calidad, de la reforma del mercado de
capitales, de la eliminación de barreras burocráticas a la actividad empresarial,
de la condonación de deudas tributarias de las empresas privadas, de la
ampliación de los contratos de estabilidad tributaria en minería, en fin…de su
mecanismo de obras por Impuestos.
Las medidas del ministro Segura
El opositor a los aumentos del salario mínimo
fue reemplazo por Alonso Segura en setiembre de este año. Segura aparece luego
como el promotor del cuarto y quinto paquete de medidas. A las normas
administrativas que hizo aprobar Castilla y que hacen énfasis en factores de
oferta, el ministro Segura le adicionó otras en la misma lógica de destrabar,
desregular y generar incentivos a las inversiones privadas.
Además, Segura le ha agregado a los dos
últimos paquetes, medidas de corto plazo contra-cíclicas, para generar una tasa
de 5.5% de crecimiento en 2015. Pero, el estímulo fiscal de corto plazo
propuesto en los dos últimos paquetes, es decir, el aguinaldo extraordinario,
el gasto en pequeñas obras y la reducción del impuesto a la renta de los
estratos bajos y medios de ingresos, bordea solo el 1% del PBI. Por lo tanto,
el aumento en el ingreso disponible de las familias tendrá un reducido impacto
en el consumo y en la producción interna, amén de que un porcentaje importante
de este incremento se traducirá en mayores importaciones.
De otro lado, Segura ha propuesto para el
mediano y largo plazo, medidas de oferta como el arancel cero para insumos y
como la simplificación de procedimientos para la obtención de permisos y
licencias, que al reducir costos y tiempo, se espera que estimulen la inversión
privada. Entre estas medidas destaca la que busca agilizar los estudios de
impacto ambiental (EIA) y el Certificado de Inexistencia de Restos
Arqueológicos, entre otros permisos. Se pretende así reducir el plazo de estos
estudios de 120 días a 30 días.
También ha propuesto la reducción del
impuesto a la renta de los estratos de altos ingresos, haciendo más regresivo
el sistema tributario y poniendo en riesgo los ingresos del estado en los
próximos años. Con esta medida y la que aumenta el impuesto a los dividendos,
se pretende incentivar la reinversión de las utilidades empresariales. Sin
embargo, al igual que las medidas administrativas, estas últimas no
constituyen, por teoría y por experiencia histórica, los determinantes de la
inversión. Si el futuro para la producción y las ventas es incierto, los
inversionistas no arriesgarán sus capitales. Con un motor externo apagado, la
incertidumbre continúa. En estas condiciones, acrecentar las utilidades con
reducciones de impuestos es una pura transferencia de recursos del Estado al
sector privado.
La reducción de los costos laborales no
salariales (como el costo de despido, el período de vacaciones, etc.) y la
promoción del empleo juvenil sin derechos sociales, son otras medida por el
lado de la oferta para estimular las inversiones. Pero estas medidas con
contraproducentes porque debilitan simultáneamente la demanda que se quiere
reactivar. La reforma neoliberal del mercado de trabajo, estancó los salarios
reales y siempre ha buscado reducir los salarios para facilitar a los
empleadores contratar y despedir trabajadores, afectando así la demanda en el
mediano y largo plazo.
La dicotomía de las políticas
Hay una dicotomía en las políticas
propuestas. A corto plazo se incide en factores de demanda y largo plazo en los
factores de oferta. Esta dicotomía se sustenta en el supuesto de que el
enfriamiento de la economía es solo un desvío del producto respecto a su nivel
potencial. A largo plazo, es decir, para estimular el crecimiento del producto
potencial, según el pensamiento neoliberal, hay que adoptar medidas por el lado
de la oferta. No hay intención, entonces, de reorientar las inversiones a la
generación de motores de crecimiento económico internos, como la manufactura,
la agroindustria y la agricultura.
El énfasis en este tipo de políticas, solo
acentuará la actual tendencia del crecimiento, donde los sectores que más
crecen son el Comercio y algunos servicios como: Financiero y Seguros,
Servicios prestados a empresas, Otros Servicios, Alojamiento y Restaurantes,
etc. En estos sectores, como se sabe,
predominan los trabajadores de baja calificación y de baja productividad. Por
lo tanto, lo que se estimulará es un
crecimiento que no fomenta el aumento de la productividad. Y, no hay manera de
sostener el crecimiento del PBI con el crecimiento de estos sectores terciarios
de baja productividad.
A modo de conclusión
Las políticas contra-cíclicas son
pertinentes, pero riesgosas en una economía cuya estructura productiva se ha
hecho menos manufacturera y agrícola, y más productora de servicios de baja
productividad. Las políticas contra-cíclicas, para ser exitosas, deben
acompañarse de medidas específicas orientadas a cambiar el actual patrón de
crecimiento y acumulación de capital.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 6 de diciembre.
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