Saturday, December 22, 2012

Para que el tipo de cambio aumente hay que controlar la entrada de capitales

La libre movilidad de capitales es parte fundamental de las políticas neoliberales que patrocinaron organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso los controles de capital fueron proscritos, por ejemplo en los TLC y otros tratados internacionales. Luego de la crisis asiática y rusa de 1997-1998, algunos países cuestionaron la citada proposición neoliberal controlando el flujo de capitales. La necesidad de controles se hizo más evidente con la notable entrada de capitales que siguió a la crisis financiera de 2007-2009, debido a que está exacerbando la apreciación monetaria asociada al auge primario exportador de países como el nuestro.

Por qué es importante mantener un tipo de cambio más alto

En el mundo globalizado actual donde la política arancelaria ha perdido importancia, el tipo de cambio no puede ser dejado al arbitrio del libre mercado. Nuestros argumentos son conocidos por los lectores de este diario.

Cuando el tipo de cambio se reduce, dadas las tasas de inflación externas e internas, los bienes extranjeros se hacen relativamente más baratos o los bienes nacionales se hacen relativamente más caros. En otras palabras, un dólar más barato  estimula las importaciones, mientras que un dólar más caro (más soles por dólar) abarata las exportaciones. Para decirlo de otra manera, las importaciones baratas asociadas a un tipo de cambio bajo afectan a los productores nacionales y, por lo tanto, al empleo; mientras que las exportaciones baratas, asociadas a un tipo de cambio alto, estimula la producción nacional y, por lo tanto, el empleo.

Pero no solo importa el nivel del tipo de cambio (que sea alto o bajo), sino también sus fluctuaciones. En realidad las fuertes entradas y salidas de capitales en un contexto de libre movilidad, complican las decisiones de inversión privada nacional en los sectores de producción de bienes comercializables internacionalmente.  Las decisiones de inversión suponen flujos de ingresos en un horizonte temporal largo; por lo tanto, las fuertes fluctuaciones del tipo de cambio afectan estas decisiones.

De otro lado, la apreciación monetaria cuando ocurre en medio de una crisis internacional que implica una caída de la demanda externa –como está ocurriendo ahora--, reduce la rentabilidad de la producción manufacturera exportable y, en consecuencia, el empleo. Las empresas privadas más afectadas con esta situación son las que tienen dificultades de acceso al financiamiento y un casi nulo  poder de mercado (las pequeñas y medianas empresas que operan en los sectores transables). 

Hay entonces razones de carácter financiero y productivo para adoptar una política cambiaria activa. Por un lado, el aumento del tipo de cambio reduce los costos en dólares de las empresas y, por otro lado, la depreciación de la moneda reduce la tasa de depreciación esperada (porque el tipo de cambio se acerca al esperado) con lo cual se desincentiva la adquisición de activos externos. El resultado es que esta política influye positivamente en la rentabilidad de los sectores productores de transables y protege el mercado nacional.

Tipo de cambio competitivo y control de capitales

La propuesta de desarrollo de una economía nacional de mercado abierta al mundo, para ser viable en el escenario de la globalización actual requiere la adopción de una política monetaria  y cambiaria autónoma.  La apertura financiera y la libre movilidad de capitales dificultan la administración de la tasa de interés y el tipo de cambio real, dos precios relativos importantes que influyen en la demanda de inversión privada.

Para una buena administración de la economía nacional de mercado abierta al mundo, es necesario tener la libertad de fijar una tasa de interés apropiada (la tasa de interés del Banco Central), sin referencia a las tasas prevalecientes en el resto del mundo.  Y, para que esto sea posible, se deben introducir controles drásticos al flujo internacional de capitales como política complementaria a las intervenciones cambiarias esterilizadas y de acumulación de reservas internacionales del Banco Central.

Pero, para asegurar el objetivo de un tipo de cambio real estable y competitivo, el Banco Central debe aplicar activa y adecuadamente su regla de intervenciones esterilizadas. En otras palabras, las intervenciones deben estar orientadas no solo a evitar significativas apreciaciones o depreciaciones monetarias, sino también a asegurar un tipo de cambio que contribuya con la competitividad de la producción industrial, agroindustrial y agrícola.

Estas son las medidas para mantener la competitividad de la economía y su capacidad de generación de empleos en el contexto de la globalización actual. La pasividad frente al tipo de cambio atenta contra el proceso de desarrollo no-extractivista, y contra los objetivos de generación de empleo, creación de mercados e inclusión social.

A modo de conclusión

El 14 de noviembre pasado el FMI dio su aprobación a los controles de capital, «legitimando el uso de impuestos y otras restricciones a los flujos financieros transfronterizos». De patrocinador de la liberalización financiera el FMI ha pasado a reconocer que «la globalización financiera puede ser perjudicial –puede inducir a crisis financieras y a movimientos de divisas económicamente desfavorables». ¿Qué dirán Castilla y Velarde de este «sorprendente giro» del FMI?




Publicado en el diario La Primera, el sábado 22 de diciembre.

Saturday, December 15, 2012

Economía Nacional y Globalización


El actual estancamiento de la economía mundial está poniendo otra vez en evidencia la vulnerabilidad del crecimiento económico dependiente de la demanda externa. Los tratados de libre comercio y el modelo exportador basado en las «ventajas de la especialización», que se pusieron de moda con el neoliberalismo, descuidaron el desarrollo del mercado interno y la diversificación productiva, y, al mismo tiempo, acentuaron la desigualdad en la distribución del ingreso.

La pérdida de autodeterminación nacional

La crisis norteamericana de 2008 no sólo desaceleró abruptamente el crecimiento del PBI, sino también el crecimiento de las exportaciones. El gráfico muestra una marcada desaceleración del crecimiento de las exportaciones –tradicionales y no tradicionales-- desde enero de 2008. Si bien vuelven a crecer desde fines del año 2009, la crisis europea y el continuado estancamiento de la economía norteamericana han reducido nuevamente su dinamismo desde los primeros meses del año 2011. No se puede decir, por lo tanto, que la crisis internacional actual no ha tenido efectos contractivos en las exportaciones. Por lo demás, si no hubieran aumentado las exportaciones de textiles a Venezuela, estas se habrían derrumbado de manera notable.

 
A la dependencia del crecimiento de lo que ocurre en el mercado internacional se agrega la pérdida de soberanía del Estado y el debilitamiento de la democracia, por efectos de la integración a la economía mundial propiciada por las políticas neoliberales. Los TLC benefician a las empresas extranjeras con el otorgamiento del derecho de demandar al Estado por sumas millonarias, incluso cuando incumplen sus obligaciones, como es el caso reciente de Doe Run que acaba de demandar al Perú por US$ 800 millones. El Estado pierde soberanía sobre estas empresas porque no puede, sin el riesgo de ser demandado, decidir sobre cargas tributarias y políticas ambientales acorde con el interés nacional. De otro lado, el desmantelamiento de los estándares regulatorios en los mercados de trabajo y financiero --requerimiento neoliberal para atraer inversiones e integrase a la economía mundial--, redujeron de 30% a 20% la participación de las remuneraciones en el ingreso nacional y provocaron una entrada masiva de capitales que, junto al dominio de las exportaciones primarias, apreciaron la moneda –desde agosto del año 2006-- hasta hacerle perder rentabilidad a las exportaciones no-tradicionales. Todo esto fue acompañado con crecientes conflictos por los efectos medioambientales.

En suma, el énfasis globalizador de las políticas neoliberales debilitaron la democracia y la capacidad de autodeterminación nacional del Estado. Este se hizo más receptivo a las necesidades del capital internacional. Como dice Todorov: «La globalización económica priva a los pueblos de su poder político». La crisis ha mostrado, además, que «mientras los beneficios siguen siendo individuales, los riesgos se socializan. Se trata –dice Todorov—de un neoliberalismo de Estado»
 
La economía nacional y las políticas para iniciar la diversificación productiva  

Keynes en su artículo «La autosuficiencia nacional» publicado en Yale Review en 1933, decía: «no parece obvio que una concentración de esfuerzo nacional para captar el comercio exterior, que la penetración de la estructura económica de un país por los recursos y la influencia de los capitales extranjeros, que la dependencia muy estrecha de nuestra propia vida económica respecto de las fluctuaciones políticas y económicas de los países extranjeros sean resguardos y garantías de la paz internacional». Este economista estaba convencido de la incapacidad del mercado libre de generar pleno empleo y de mejorar la distribución de la riqueza y los ingresos. Sugería construir una economía nacional capaz de producir «una crecientemente amplia gama de productos industriales y agrícolas». La experiencia indica «que los procesos de producción masiva más modernos pueden realizarse en la mayoría de los países y climas casi con igual eficiencia»; y, además, decía Keynes «hagamos lo necesario para que las finanzas sean nacionales».

En el Perú la propuesta de desarrollar una economía nacional de mercado tiene un papel adicional integrador; pues se trata de desarrollar mercados a lo largo y ancho del país, con una estrategia de industrialización y desarrollo agrícola. Pero su carácter nacional proviene también de una reacción de autodeterminación frente a los requerimientos del capital internacional y de la globalización. Esto implica recuperar el papel del tipo de cambio como instrumento general de política industrial y, al mismo tiempo, autonomizar la política monetaria de los movimientos del capital internacional. En otras palabras, para que sea posible mantener un tipo de cambio estable y competitivo, en el marco de una economía abierta, es indispensable establecer restricciones eficaces al flujo de capital internacional. Estas políticas tienen que ser parte indispensable del marco institucional para iniciar la construcción de una economía nacional de mercado.

A modo de conclusión

Según Keynes: «El internacionalismo económico que abraza la libre movilidad de capitales y de los fondos para préstamos así como de los productos comerciables, puede condenar (a un país) durante una generación a un grado mucho más bajo de prosperidad material que el que pudiera alcanzarse bajo un sistema diferente».

 
Publicado en el diario La Primera el sábado 15 de diciembre.
 

Saturday, December 08, 2012

El efecto anti-industrial del modelo primario exportador

En una entrevista al periódico El País de España efectuada el 19 de noviembre pasado, el presidente Ollanta Humala, preguntado sobre si «comparte la crítica de que hay una excesiva dependencia de la región de las materias primas», respondió que «en Perú las exportaciones tradicionales eran el 85% y hoy día hemos cambiado el balance. Las exportaciones tradicionales se han reducido a un 70%». Pero, esto no es verdad. Alguien provee información equivocada al presidente.

La alta dependencia de las materias primas

La participación de las exportaciones tradicionales registró una tendencia marcadamente decreciente en los años 1980. De un promedio de 77.4% del total exportado entre 1980-1984, se redujo a 68.8% en 1990. Después, entre los años 1990-1997 se mantuvo, con fluctuaciones, en un promedio de 70.4%. Finalmente, pasados los efectos de la crisis asiática y rusa, la participación de estas exportaciones aumentó hasta ubicarse en el período 2007-2011 en un promedio de 76.8% del total exportado.  Se volvió así a los primeros años de la década de los ochenta (véase gráfico).
 

No hay duda, entonces, que el crecimiento del PBI de los últimos diez años fue acompañado de un sostenido aumento de las exportaciones de materias primas en el total exportado. Se trata, por lo tanto, de un crecimiento que ha acrecentado la especialización de las exportaciones en productos primarios, en lugar de diversificarlas. Y, lo que es peor, ha aumentado la concentración de las exportaciones en productos minerales. En los años 1980-1984 estos productos representaban, en promedio, el 60.0% del total de exportaciones tradicionales y en los años 2007-2011 pasaron a representar, en promedio, el 78.6% del total de estas exportaciones.

El tipo de cambio real y las exportaciones no tradicionales

Extendiendo su respuesta a la misma pregunta (en la entrevista citada más arriba), Ollanta Humala dijo: «El reto es romper esa matriz primaria exportadora y centrar el crecimiento en un proceso profundo de industrialización nacional, desarrollo de la innovación y las infraestructuras para que el crecimiento sea sostenible en el tiempo. No podemos perder esta oportunidad». De otro lado, a fines de enero, en el Foro Económico Mundial de Davos, ante la pregunta sobre las medidas que debe adoptar un país como Perú para hacer frente a una agudización de la crisis en la zona euro, Ollanta Humala respondió: «diversificando nuestra economía y dándole valor agregado a nuestras exportaciones para no depender del rubro de las materias primas».

Pero el gobierno de Humala no está haciendo nada para diversificar nuestra economía y, en consecuencia, está perdiendo la oportunidad de transformar el actual modelo de crecimiento. No está enterado, por ejemplo, que, a pesar de los tratados de libre comercio, las exportaciones de textiles, al igual que las de productos pesqueros y sidero-metalúrgicos, están perdiendo peso en el total de las exportaciones no-tradicionales. La participación de estos productos en este tipo de exportaciones bajó de 50.6% en 2001  a 41.1% en 2011. ¡El principal comprador de los textiles peruanos es ahora Venezuela; le sigue Estados Unidos!.

La participación de las exportaciones no-tradicionales en el total exportado ha vuelto a sus niveles de los años 1980 (véase gráfico). Sí convenimos que estas exportaciones corresponden a productos cuyo valor agregado tiene contenido tecnológico o corresponde a un alto procesamiento, entonces su competitividad en los mercados internacionales tienen que depender también del tipo de cambio real, y no solo del bajo costo salarial resultante de la desregulación del mercado de trabajo. Estos productos deben haber sido, entonces, los más afectados por la sistemática apreciación de la moneda desde agosto de 2006. El tipo de cambio real multilateral de setiembre de este año, está por debajo de su nivel registrado en enero de 1998. 


El crecimiento económico es, además, muy dependiente de importaciones, pero todavía no ha encontrado su límite en la restricción externa. Los altos precios de los commodities y el consecuente dinamismo de las exportaciones tradicionales, suavizaron esta restricción. Sin embargo, el sostenido superávit comercial que acompañó al crecimiento, generó presiones a la baja del tipo de cambio real (enfermedad holandesa), que fueron acentuadas en los últimos años con la entrada masiva de capital internacional. Desde agosto del año 2006, la autoridad monetaria no neutralizó estas presiones. La consecuente caída del tipo de cambio real, sin duda, ha afectado y está afectando la competitividad de precios de las actividades manufactureras y agroindustriales, impidiendo la diversificación de las exportaciones. Además, esta apreciación del tipo de cambio real, está incrementando la propensión a importar, con lo cual el efecto negativo sobre las actividades manufactureras se acentúa.   

A modo de conclusión

Ollanta Humala cree que está participando en un proceso de diversificación productiva, pero lo que en realidad está haciendo, junto a su equipo económico, es «acompañar» la pérdida de dinamismo y liderazgo de la industria manufacturera. ¿Cómo se puede «diversificar nuestra economía» haciéndole perder competitividad de precios y capacidad de innovación a las actividades que agregan valor como la manufactura? ¿Alguien sabe cuál es la política industrial del gobierno de Humala?


Publicado en el diario La Primera, el sábado 8 de diciembre

Saturday, December 01, 2012

Urge una política industrial para iniciar la Gran Transformación

«En un escenario de estancamiento de la economía mundial –decíamos en nuestro artículo anterior--, las estrategias exportadoras en las que se embarcaron muchos países como el nuestro apostando por la especialización y descuidando su desarrollo industrial, ya no pueden asegurar la sostenibilidad del crecimiento». Por lo demás, sabemos –por experiencia histórica-- que el crecimiento basado en influjos de capital extranjero y altos precios de las commodities, no dura mucho si no es acompañado de políticas orientadas a diversificar el aparato productivo. En consecuencia, para endogenizar el crecimiento –en el escenario internacional actual-- es imprescindible optar por la industrialización del país. Aspirar a ser parte de una región sudamericana mas integrada económicamente, sin industrializarnos, es condenarnos a la situación de periferia.

Algunos aspectos de la desindustrialización neoliberal

Ya hemos mostrado que «tres décadas de neoliberalismo han consolidado una estructura productiva de servicios de baja productividad y primario exportadora». La industria manufacturera perdió importancia y liderazgo en el crecimiento económico. Entre 1950 y 1960 su participación en la generación del PBI aumentó sostenidamente de 13.2% a 17.2%. Entre 1960 y 1980 se mantuvo en un promedio de 17.4% con una desviación estándar de 0.37; y, entre 1990 y 2011, bajó a un promedio de 15.2% con una desviación estándar de 0.46.

Algo similar pasó con su capacidad de generación de empleo. Un promedio de 11.9% de los trabajadores se encontraba en la manufactura en el período 1950-1960. Durante 1960-1980 este porcentaje subió a 12.9% (con una desviación estándar de 0.51); pero durante 1990-2011 bajó a un promedio de 10.5% (con una desviación estándar de 0.60). Los trabajadores que no fueron absorbidos por la manufactura, se dirigieron básicamente a los sectores de Servicios, Comercio y Construcción, pues el sector agropecuario redujo su participación en la generación de empleo sostenidamente desde 1950.  

El crecimiento económico no puede ser realmente inclusivo sin el liderazgo de la manufactura. Este sector es el que puede emplear contingentes importantes de trabajadores con moderada calificación y proporcionar empleos estables mejores salarios. «Sin una base industrial importante --dice Rodrik--, las sociedades tienden a dividirse entre ricos y pobres –aquellos con acceso a empleos estables y bien pagados, y aquellos cuyos empleos son menos seguros y tienen una vida más precaria. La manufactura es fundamental para la vitalidad de la democracia en una nación». En nuestro país, un prerrequisito para una rápida industrialización y, en particular, para resolver el problema del subempleo y la existencia de empleos precarios, es revolucionar la agricultura, lo que implica desarrollar mercados internos y al mismo tiempo mejorar la infraestructura de la agricultura a pequeña escala.

Los principios para una nueva política industrial

Desde los años 2001-2003 contamos con un esquema institucional de política monetaria y fiscal que nos ha permitido mantener una baja inflación, disminuir notoriamente el peso de la deuda pública a PBI, y acumular reservas internacionales tanto en el BCR como en el MEF.  Esto es fundamental para iniciar el cambio en el actual estilo de crecimiento, estimulando la diversificación productiva. Es la hora de la política industrial.

De acuerdo con Rodrik, la formulación y aplicación de la política industrial debe basarse en los siguientes tres principios: «En primer lugar, la política industrial es un estado de ánimo más que una lista de políticas específicas. Es más importante crear un clima de colaboración entre el gobierno y el sector privado que proporcionar incentivos financieros». El objetivo debe ser obtener información sobre oportunidades de inversión y cuellos de botella, mediante la constitución de consejos de reflexión, foros de desarrollo de proveedores, consejos de asesoramiento de inversiones, mesas de discusión por rama industrial, o fondos de riesgo público-privados. «En segundo lugar, la política industrial debe recurrir tanto a las zanahorias como a los palos». La idea es promover la creación de nuevas industrias, pero los incentivos no pueden ser permanentes y deben basarse en resultados. Y, «En tercer lugar, quienes aplican la política industrial deben tener presente que esta se orienta a servir a toda la sociedad, no a los burócratas que la administran ni a las empresas que reciben incentivos». Un política industrial transparente, responsable y abierta a nuevos participantes, impide el abuso y el acaparamiento.

Adelantándose a los críticos de la política industrial, Dani Rodrik dice que «Lo que determina el éxito de la política industrial no es la capacidad de los gobiernos para reconocer a los triunfadores, sino su capacidad para abandonar a los perdedores. La incertidumbre garantiza que incluso políticas supuestamente óptimas pueden conducir a errores. La cuestión es que los gobiernos reconozcan esos errores y retiren su apoyo antes de que resulten demasiado costosos».

A modo de conclusión

Es la hora de la industrialización. Es la hora de «pasar del mito de las ventajas de la especialización productiva --del modelo primario exportador--, a la estrategia de diversificación productiva, es decir, hacía políticas que propicien el desarrollo de la agricultura y de la industria manufacturera».

 

 

Publicado en el diario La Primera, el sábado  01 de diciembre.