Thursday, December 24, 2015

Cómo salir del estancamiento económico

La economía peruana va camino al estancamiento económico en consonancia con la disminución de los precios de los commodities y el débil dinamismo de la demanda externa. Este entorno internacional desfavorable tardará varios años en revertirse. Si se considera que en los últimos quince meses los sectores manufactura y construcción han registrado tasas negativas de crecimiento, se puede afirmar que, para propósitos prácticos, la economía ya se encuentra en recesión. De otro lado, el bajo crecimiento del empleo registrado recientemente (alrededor de 2%), es de baja calidad. Crece el subempleo mientras el empleo adecuado ya no crece.
 
El crecimiento del PBI durante estos mismos meses --que en promedio se ubica por debajo del 3%--, se explica fundamentalmente por la expansión de la producción de los sectores terciarios: estos crecen por encima del 5% con la «ayuda» del INEI. Por ejemplo, en los últimos 24 meses los servicios financieros y seguros y los servicios prestados a empresas, crecieron a las tasas promedio mensual-anualizadas de 11.6% y 5.98%, respectivamente.  
 
Revertir la desaceleración del crecimiento de la producción y el empleo con políticas macroeconómicas contra-cíclicas, sin cambiar el estilo de crecimiento y en un contexto externo económico y financiero desfavorable, es difícil. Hay, además, una situación interna que exacerba esta dificultad. El 33% de los créditos están dolarizados; el aumento del tipo de cambio –que se acentuará con la reciente elevación de la tasa de interés de la FED--, incrementa la inflación; las reservas internacionales del Banco Central (BCR) han caído en cerca de 50% (ahora dispone de solo US $ 25,226.36 millones, equivalente al 12.4% del PBI). Esta es una realidad que ha obligado al BCR a subir su tasa de interés de referencia en dos ocasiones, situándola desde el 9 de este mes en 3.75%.
 
La oportunidad para cambiar el modelo económico
 
La actual crítica situación económica que se da en el contexto de una profunda crisis política, ha generado nuevamente, como en otras ocasiones en la historia económica de nuestro país, una gran oportunidad para iniciar el camino al desarrollo. Es la hora de cambiar el modelo de crecimiento y acumulación de capital. Es la hora de emprender un proceso de industrialización de nuevo tipo, basado en la agricultura y en la agroindustria, y con políticas macroeconómicas adecuadas a este propósito.
 
Esta oportunidad está caracterizada por la caída de los términos de intercambio y una demanda externa por commodities, cuya debilidad se prolongará por varios años, acompañada de condiciones financieras desfavorables a la práctica rentista (carry trade)  de endeudarse «barato» en el extranjero para prestar «caro» en la economía doméstica. Hemos pasado de un largo período de apreciación cambiaria que le quitó competitividad a las actividades transables y manufactureras, a otra de signo contrario: aumenta el tipo de cambio y, bajo ciertas condiciones de política, se genera la posibilidad de diversificar e industrializar la economía. Hemos pasado de una situación donde el financiamiento del crecimiento provenía básicamente de la inversión extranjera y de los influjos de liquidez internacional, a otra que, sin rechazar la inversión extranjera, exige promover la inversión privada nacional orientada a la diversificación productiva y basar el financiamiento del crecimiento en el desarrollo del mercado de capitales en moneda local. En fin, podemos decir que hemos pasado de un largo período de pérdida de la autodeterminación nacional en las decisiones de política económica, a otra donde se abren posibilidades de un manejo soberano de la política monetaria y cambiaria, y de cambio en la orientación de la política fiscal y de inversiones públicas.     
 
Políticas macro para iniciar el cambio del modelo
 
En primer lugar, hay que recuperar el manejo soberano de la política cambiaria para convertirlo en el principal instrumento de diversificación productiva. Esto requiere terminar con la dolarización de los créditos y adoptar restricciones fiscales o de otro tipo principalmente a la entrada de capital especulativo internacional. Hay que impedir la práctica rentista del «carry trade» por parte de la banca comercial.
 
En segundo lugar, hay que recuperar también el manejo soberano de la política monetaria, para que el BCR no siga subiendo su tasa de interés en pleno enfriamiento económico, por temor a los efectos del aumento del tipo de cambio. Este riesgo desaparece en un sistema financiero que no dolariza los créditos, pero también cuando se morigera la vulnerabilidad de la economía al movimiento del capital especulativo internacional. Un instrumento de política adicional que permitirá mejorar la eficiencia de la política monetaria, es el desarrollo del mercado de capitales en soles. Con un mercado de capitales dinámico y en expansión aumenta la competitividad en el mercado financiero y abarata el costo del endeudamiento doméstico en moneda local.
 
En tercer lugar, adecuar la política fiscal al objetivo del crecimiento y del cambio estructural. Esto requiere priorizar la inversión en infraestructura pública sobre la base de un reordenamiento territorial que dé lugar a un nuevo esquema de regionalización. La diversificación productiva y el cambio en el actual modelo de crecimiento no pueden realizarse bajo el actual esquema de «regionalización». De otro lado, sin capacidad financiera el Estado no puede promover el cambio estructural. Es necesario entonces reformar el sistema tributario para hacerlo más progresivo y combatir la evasión y la elusión.
 
A modo de conclusión
 
El esbozo de política macro presentado aquí se orienta a promover el desarrollo de mercados internos para apuntalar el cambio estructural. No limita sino que aumenta los espacios de acción del mercado, pero al mismo tiempo exige una revalorización del papel del Estado. Hay que abandonar el tratamiento contrapuesto y dicotómico del Estado y el mercado que hace el neoliberalismo. 
 
 
 
Publicado en el diario UNO, el sábado 19 de diciembre de 2015

Wednesday, December 16, 2015

Las razones de la tendencia al estancamiento económico

¿Será posible crecer a la tasa de 6% promedio anual como en 2003-2013, manteniendo el actual modelo de crecimiento y acumulación de capital? O, más específicamente, ¿será posible crecer a esa tasa solo con impulsos monetarios y fiscales? La respuesta es NO. El fin del súper-ciclo de las materias primas ha mostrado la fuerte dependencia del estilo de crecimiento respecto del aumento de la demanda externa y de los precios de los minerales. En el contexto de libre comercio y desregulación de los mercados, en particular de los mercados de trabajo y financiero, el aumento sostenido de los términos del intercambio acentuó la especialización de la economía en la producción de materias primas y de servicios no transables, y desestimuló la producción de transables por su efecto contractivo del tipo de cambio real.
 
Camino al estancamiento económico
 
Hay, en desarrollo, una tenencia al estancamiento económico que tomará varios años en revertirse y que ha sido configurada fundamentalmente por factores externos. Los factores internos, como veremos, solo acentúan esta tendencia. La principal razón, entonces, de esta tendencia es la persistencia de un contexto externo desfavorable al crecimiento económico.
 
Por un lado está la desaceleración económica de China. Durante el boom de los precios de los minerales, la economía china creció a una  tasa superior al 10%. China crece ahora a una tasa menor al 7% y ha cambiado de estrategia orientándose más al mercado interno. Las altas tasas de crecimiento de la economía china casi duplicaron sus importaciones de cobre, que es el principal producto de exportación peruano. En general, los precios de los metales aumentaron de manera espectacular, pero ahora muestran una tendencia a la baja.  El precio del Cobre aumentó de 1650.31 US$/TM en enero de 2003 a 9880.94 US$/TM en febrero de 2011; después registra una tendencia a la baja que continúa. Su precio disminuyó a 5516.09 US$/lb en octubre de 2015. De otro lado, el precio del Oro aumentó de 356.86 US$/oz.tr en enero 2003 a  1747.05 US$/oz.tr en octubre 2012; hora sigue una tenencia a la baja: en octubre de 2015 descendió hasta 1159.44  US$/oz.tr.
 
El otro factor que conspira contra el crecimiento económico peruano es el cambio de signo en las finanzas internacionales. La crisis de 2008-2009 generó un periodo de financiamiento barato para países de los llamados mercados emergentes.  La FED redujo su tasa al rango de 0 y 0.25%. Entraron capitales y aumentó el crédito en moneda extranjera en nuestro país con el beneplácito del Banco Central (BCR).  Los créditos en moneda extranjera a familias y empresas con ingresos en soles, alimentaron el problema de hoja de balance cuyo desenlace preocupa ahora al BCR por el alza del tipo de cambio y la dolarización de los créditos en cerca de la tercera parte del total.  
 
A comienzos de 2013 la FED anunció moderar su política monetaria. Redujo gradualmente la inyección de dólares a su economía mediante el programa de compra de bonos (Quantitative Easing-QE) que llegó a 85 mil millones mensuales. En octubre de 2014 la FED decidió concluir progresivamente este programa de inyección de liquidez, al mismo tiempo que anunció subir su tasa de interés en setiembre de 2015. El cumplimiento de este último anuncio fue pospuesto hasta el mes de diciembre de este año. Es posible, entonces, que la FED suba su tasa en cualquier momento de este mes.
 
Desde que la FED anunció la «moderación» de su política monetaria, el tipo de cambio empezó a subir después de haber caído sistemáticamente desde agosto de 2006. Esta presión al alza del tipo de cambio fue acentuada por la consecuente dolarización de los depósitos y portafolios de familias, empresas e inversionistas institucionales, en particular, de las AFP que son las que más se han «beneficiado» de las actuales condiciones desfavorables de las finanzas internacionales. Según información del propio BCR, entre setiembre y octubre los depósitos en dólares pasaron de 70.5% a 81.4%.
 
Debido a que los capitales seguirán saliendo dado que el alza de las tasas de interés en Estados Unidos continuará en el año 2016, el aumento del tipo de cambio continuará, fomentando la especulación en el mercado cambiario o reforzando la preferencia por los ahorros y depósitos en dólares. El BCR facilitó la dolarización de los créditos y ahora no puede impedir la dolarización de los depósitos. Desde que se inició la presión al alza del tipo de cambio, ha quemado cerca del 49% de sus reservas (posición de cambio).  Ahora tiene sólo US $ 25,258.1 millones, monto parecido al de la primera quincena de abril de 2010.  Además, el aumento persistente del tipo de cambio seguirá presionando al alza de la tasa de inflación que ahora está por encima del 4.1%.
 
Los factores internos
 
El aumento de la inflación que genera la tendencia creciente del tipo de cambio será reforzado por las consecuencias negativas del fenómeno del Niño en la producción agrícola y actividades conexas. Este fenómeno natural se adiciona a lo hecho por las autoridades económicas.
 
El contexto macroeconómico monetario interno es, en la actualidad,  anti-crecimiento. La tasa de interés de referencia del BCR estuvo en 4.25% entre mayo 2011 a octubre 2013. Durante este mismo período la tasa promedio de inflación fue de 3.4% (por encima del límite superior del rango meta). En octubre de 2013 la tasa de interés de referencia bajó a 3.25% y se mantuvo en este nivel hasta enero de 2015. La tasa de inflación promedio durante este período fue de 3.3%.
 
Como se sabe, la disminución de la tasa de interés de referencia tiene como objetivo estimular la demanda y, por tanto, el crecimiento. Pero desde abril de 2013 el tipo de cambio empieza a aumentar presionando al alza de la inflación. Por esta razón, en setiembre de 2015 el BCR elevó su tasa de referencia a 3.50% en un contexto de demanda débil y bajo dinamismo del consumo. Dos factores relacionados explican este signo de política del BCR: su temor a la inflación y al aumento del tipo de cambio por el problema potencial de hoja de balance.
 
A modo de conclusión
 
Si la FED sube su tasa de interés y continúa haciéndolo en 2016, el BCR se verá obligado a también subir su tasa de interés de referencia, por las razones anteriores. No será posible entonces contar con una política monetaria contra-cíclica en ni en este ni en el próximo año. Solo nos queda la política fiscal para enfrentar la caída de la producción. Aun así el crecimiento de los próximos años se situará por debajo del 3.5% anual.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO el sábado 12 de diciembre.

Sunday, November 29, 2015

La urgente reforma de las AFP: propuesta para debatir

Las AFP han mostrado ser, aquí y en el propio Chile cuyo modelo copiamos, auténticas instituciones extractivistas. Siempre ganan, pero pagan pensiones muy por debajo de los ingresos percibidos antes de la jubilación. La tasa de reemplazo (proporción de la remuneración promedio cubierta por la pensión) en el año 2014 fue de 40%. Lo más probable es que, debido a su alta varianza, la tasa de reemplazo sea inferior al 20% para por lo menos el 50% de sus afiliados. En Chile, para este mismo porcentaje de afiliados con pensión, la tasa de reemplazo no supera el 15%.
 
De acuerdo al estudio de Cruz Saco, Mendoza y Seminario, profesores de la Universidad del Pacífico, «las comisiones son tan elevadas que la rentabilidad de las AFP es más de cuatro veces la de los fondos que administran desde el 2000. (…) El rendimiento de las AFP está vinculado estrechamente a las comisiones de administración cuyo pago es independiente de la evolución del valor cuota de los fondos. Ello implica que aún durante situaciones de crisis financiera, las AFP continúan recibiendo ingresos por comisiones mientras que los rendimientos de los fondos podrían ser negativos».
 
El carácter rentista o extractivista de las AFP es evidente. Son instituciones diseñadas para «extraer ingresos y bienestar» de los trabajadores y pensionistas en beneficio de sus propietarios. El intento de alargar la esperanza de vida de sus afiliados y con ello aumentar sus beneficios y reducir las pensiones, en colusión con la SBS, fue otra muestra bochornosa de su rentismo. La pensión promedio que otorgan estas instituciones, según información de 2014, es de 977 soles, solo 30% más que el salario mínimo.
 
La propuesta de reforma que no se discutió
 
Las AFP no participan activamente en el desarrollo del mercado de capitales en soles, ni en la generación de cambios tecnológicos en sentido amplio, y menos en las innovaciones que requiere el propio sistema financiero. Su carácter extractivista le hace daño al desarrollo y al bienestar de la población. Urge transformarlas radicalmente construyendo un sistema de pensiones redistributivo, solidario y de carácter fundamentalmente público. Prolongar su existencia no tiene sentido.  
 
Es bueno recordar la propuesta de reforma que hicimos en el Plan La Gran Transformación 2011-2016. Según esta propuesta el sistema de pensiones debía sustentarse en dos pilares (página 173):
a.    Un pilar público que garantice pensiones de jubilación para todos y que esté constituido por dos componentes: a) El contributivo-obligatorio (base de este primer pilar) en el que se otorgue una pensión de acuerdo a la edad y al número de cuotas aportadas. La afiliación en este sistema contributivo sería obligatoria para todos los trabajadores activos, tanto asalariados como independientes cuya aportación estaría en función de sus salarios o ingresos; y, b) el no contributivo, en el que se otorgaría una pensión básica para todos los adultos mayores de 65 años. Esta opción sería financiada básicamente por impuestos.
b.    El pilar privado, complementario y no alternativo al primero, totalmente voluntario. Estaría basado, como es ahora, en cuentas de capitalización individuales para trabajadores asalariados e independientes. Los aportes se determinarían en función del nivel de ingresos que excede al tope establecido para determinar las contribuciones al pilar público.
 
De acuerdo con esta propuesta, entonces, a la pensión del sistema público se le adicionaría una pensión complementaria en función de lo aportado y del rendimiento del fondo de su cuenta de capitalización. Pero, además, el sistema de pensiones propuesto tendría una cobertura universal porque tiene un componente  no contributivo, Pensión 65, focalizado precisamente en sectores de la población más vulnerables.
 
Modificaciones a esta propuesta de reforma
 
Lo que debe guiar esta reforma es el carácter público que debe tener todo sistema de pensiones, carácter que ha sido desvirtuado por las AFP. La sociedad en su conjunto se beneficia cuando los jubilados y las personas de sectores vulnerables perciben pensiones que les permite vivir su vejez con decencia y dignidad.
 
Con este fin planteamos una modificación de la propuesta anterior, incorporándole las medidas de cambio que se han sugerido en el reciente debate sobre el tema. Se mantendría Pensión 65 con una cobertura mayor y un monto de pensiones más alto. El monto de la pensión inicialmente planteado fue de 250 soles, pero este gobierno lo redujo a la mitad.
 
En primer lugar, se debe reformar el actual sistema público contributivo que gestiona la ONP para que el pilar público propuesto se constituya en parte fundamental del sistema de pensiones. Su reforma puede contemplar la introducción de  una administración con un directorio independiente, con un buen gobierno corporativo y con equipos de inversión especializados y calificados. Su objetivo debería ser rentabilizar y acrecentar el fondo, para que la tasa de reemplazo se ubique por encima del 80%. Se puede subastar periódicamente la administración financiera de este fondo, con normas que aseguren su autonomía frente a los gobiernos de turno.
 
En segundo lugar, el pilar privado, complementario y totalmente voluntario, puede tener dos opciones. Las cuentas individuales de capitalización como las que hay ahora y el ahorro individual en cuentas bancarias a plazo fijo abiertas periódicamente mediante subastas en el sistema bancario con el propósito de conseguir la más alta tasa de interés.
 
En tercer lugar, en el período de transición, de llevarse a cabo la reforma, deben liberarse los fondos acumulados por las actuales AFP en un porcentaje de determinen los propios aportantes, en los siguientes casos: a) cuando sus afiliados cumplan los 65 años y/o cuando decidan jubilarse; b) cuando el afiliado sufra una enfermedad terminal; y, c) cuando el afiliado menor a los 65 años desee invertir su dinero en la compra de una vivienda.
 
A modo de conclusión
 
Esta propuesta de reforma es para debatir. Con las críticas, comentarios y otras propuestas complementarias se puede mejorar. Lo que sí no podemos permitir es que un sistema fracasado siga afectando a sus afiliados.
 
 
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO el sábado 28 de noviembre. 
 

Saturday, November 21, 2015

Degradación de la democracia y de la Ciudadanía: ¿Qué hacer?

Con la caída del muro de Berlín (1989) los partidos políticos quedaron huecos de contenido ideo-político. De pronto –como dice Eloy García—se extendió a todos «los confines de la tierra (…) las ideas de la Constitución, derechos del hombre, legalidad y juridicidad del poder, representación, partidos y elecciones libres». Pero en ese mismo momento «en las democracias constitucionales comenzaba a evidenciarse una creciente degradación en los valores, en las normas, en las instituciones, en lo político y en lo jurídico».

En realidad, esta degradación aumenta en intensidad con la imposición del neoliberalismo desde inicios de los años ochenta. La política se convirtió en propiedad privada de las «oligarquías políticas» («clase política», le dicen) «que operan siguiendo una lógica ajena a la idea democrática», y sus partidos devinieron –por lo menos, en nuestro país-- en «grupos de interés» constituidos por un caudillo y su entorno, unos con algo de historia pero que ya no les sirve y otros que aparecen solo en las coyunturas electorales. La democracia para estas oligarquías es un acto procedimental de elecciones periódicas que usan para confiscar el aparato institucional del Estado.

Neoliberalismo, Corrupción y pérdida de ciudadanía

Con el neoliberalismo, entonces, la política fue sustituida por la economía, lo público por lo privado y el interés común por el individualismo. Así, el camino hacia la corrupción por el que transitan las facciones oligárquicas se hizo más directo y descarado. La corrupción, y no la virtud cívica, se convirtió en una forma de gobernar y de hacer «política». Piénsese en los actuales candidatos punteros en las encuestas, y en los caciques regionales y locales. Todos han pervertido el sentido original de la política, enajenándola completamente al quitarle su propiedad de ser práctica social orientada al bien común. Cuando se pierde interés por lo público, también se pierde el comportamiento ético y, por lo tanto, el sentido de la política como práctica de la virtud cívica, como la participación de la ciudadanía en los asuntos colectivos, como «un espacio de convivencia y de creación junto a los otros» (Abellán López, 2014).

En nuestro país, las reformas y políticas neoliberales de los noventa generaron el contexto institucional apropiado para que la corrupción alcanzara su máximo nivel, y se propagara a todos los poderes y organismos del Estado. No hay que olvidar que en el año 2000, Alberto Fujimori fue re-relegido en segunda vuelta con el 74% de los votos (ganándole a un recién llegado a la «política») y que luego renunció por fax (21-11-2000) tras divulgarse evidencias de actos de corrupción durante los años en el que estuvo usufructuando  el poder del Estado. Lo que siguió después no fue, como dicen algunos, una transición a la democracia, pero sí fue un momento desperdiciado porque nadie tenía un esquema institucional, con un sistema de partidos políticos de nuevo tipo, para rescatar el sentido original de la democracia. Y, ciertamente, no se podía rescatar el sentido original de la democracia, con un modelo económico que subordinaba la política a la economía y hacia elogio del individualismo.

En los años que siguieron al «fujimorato» la democracia procedimental se adecuó al neoliberalismo. Los ciudadanos aparecen solo durante los procesos electorales, para después, pasada la votación, dejar de serlo. Pero, ni siquiera en el momento de depositar el voto en las ánforas son «ciudadanos libres», porque --como dice Eloy García—lo impide el control mediático de la sociedad. No hay ciudadanos, hay electores limitados en su libertad de elegir. Además, la práctica política de las oligarquías, viejas o de nuevo cuño, bloquean el desarrollo de la ciudadanía, de la misma manera como la concentración del poder económico, la concentración de la información  y la privatización de la política impiden el desarrollo de la democracia.

La corrupción y la impostura son las características del actual Estado Constitucional Neoliberal en nuestro país y que atentan contra la esencia misma de la  democracia: «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Piénsese en el magistrado del CNM recientemente vacado para quien «Haber cobrado 100 dólares por expediente será inmoral, pero no es delito»; o en el «político que roba, pero hace obras» elegido alcalde; o en el actual «candidato que indultó a delincuentes y narcos»; o en la candidata fujimorista que aprendió de su padre cómo se hace «política»; o, en fin, en el candidato propietario de universidades que declara ganar adeptos regalando artefactos domésticos y dinero. La experiencia nos dice que estos y sus entornos, una vez elegidos (presidente y congresistas), sirven a los grupos de poder económico que los «ayudaron».

Por último, hay politólogos y «políticos» que defienden la reelección de los que ejercen la representación por elección popular. Pero, la reelección es contraria al principio democrático de rotación, principio que es fundamental para promover la participación y el ejercicio ciudadano de la virtud cívica. Sin rendición de cuentas ni mecanismos directos de control ciudadano, la representación y su mecanismo de reelección le quitan legitimidad a la democracia. Los ciudadanos dejan de ser los verdaderos sujetos políticos, pues su participación se limita al acto periódico de votar.

¿Qué hacer para construir ciudadanía y democracia?

Nuestro país requiere una democracia con participación ciudadana y una concepción de la política como «ejercicio público de un mandato colectivo». Esta es la democracia republicana, que se funda en la participación directa de los ciudadanos en todos los ámbitos de su vida en comunidad; que supone limitar y controlar el poder de los elegidos, mediante mecanismos institucionales explícitos (desde las revocatorias bien reguladas, la rendición de cuentas, la rotación o la no reelección, las listas abiertas, etc.); pero, que también exige un diseño institucional que impida la injerencia de  los grupos de poder. De otro lado, los partidos, sobre todo los que tienen un pasado de izquierda, deben convertirse en «escuelas» de ciudadanía; en verdaderos «cauces fundamentales de representación, mediación y participación política». Hay dos ciudadanos que, si los elegimos, pueden llevar adelante estas reformas con un nuevo contrato social: Gonzalo García y Verónika Mendoza, Verónika Mendoza y Gonzalo García. Ninguno tiene el lastre de las oligarquías políticas.
 
 
 
Publicado sin la última parte por el Diario UNO, el sábado 21 de noviembre.

Monday, November 09, 2015

Las AFP son auténticas instituciones extractivistas

Para entender lo que ocurre con el mercado, la democracia, los procesos políticos y el desarrollo, lo que importa es la calidad de las instituciones --no si son débiles o fuertes. Hay instituciones fuertes, pero que promueven la concentración de poder y favorecen la presencia de oligarquías rentistas en la economía y en la política que impiden el desarrollo social. Con este tipo de instituciones, que Acemoglu denomina extractivistas (o extractivas), la democracia pierde su sentido original, la impostura se convierte en característica de la política y la concentración del poder económico desaparece toda posibilidad de igualdad de oportunidades. Las oligarquías que dominan las instituciones extractivistas, se oponen por todos los medios a los cambios económicos, sociales y políticos. No promueven la innovación y se «asustan» ante la posibilidad de una destrucción creativa porque les puede desestabilizar su poder político y económico.
 
Las AFP están estructuradas para practicar el rentismo
 
Las AFP fueron creadas durante el «fujimorato». Su autor Carlos Boloña, ministro de economía en ese entonces, fue «nominado», tan pronto dejó la cartera, presidente de la AFP Horizonte. Desde su origen fue entonces una institución extractivista. Su creación afectó gravemente al sistema público de pensiones porque le quitó gran parte de sus afiliados y sus fondos. Las AFP nacen como un sistema alternativo al público, no como un sistema complementario.
 
El reciente desplome de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) revelóa que los aportes acumulados de los afiliados de las AFP se redujeron en cerca de 6 mil millones soles (de S/.121.388 millones en julio de este año bajó a S/.115.406 millones en octubre). Frente a este hecho las autoridades respondieron afirmando que este problema era de corto plazo y que, por tanto, se resolvía en el largo plazo. La mala gestión fue justificada apelando al ciclo, pero no dijeron si estas eran fluctuaciones sobre una tendencia de capitalización creciente. Pero tampoco les importó mencionar si se les compensaría a los afectados que les toca jubilarse entre este año y el próximo.
 
En el colmo del extractivismo, Luis Valdivieso, presidente de la Asociación de AFP, propuso que los afiliados realicen aportes voluntarios desde que ingresan al sistema de pensiones o se incremente la edad de jubilación, como una forma de atenuar efecto de la reciente elevación de la esperanza de vida de los aportantes en tres años y cuyo efecto sería la reducción de las pensiones entre 3% y 5%. 
 
Los propietarios de las AFP nunca pierden, siempre ganan, y su ganancia es básicamente rentista porque administran fondos que provienen de un descuento compulsivo de nuestros ingresos que el Estado les trasfiere sin condiciones. Desde su origen fueron estructuradas para beneficiarse de la extracción de recursos de los trabajadores. No protegen el derecho de propiedad de nuestros «ahorros forzosos», concentran el poder en un grupo financiero, especulan en el mercado cambiario, son rentistas y no contribuyen al crecimiento diversificado de nuestra economía.
 
Los que defienden a las AFP tiene argumentos contradictorios. Luis Valdivieso, por ejemplo, dice que «la recuperación de la rentabilidad de los fondos dependerá de la coyuntura internacional»; pero otros como el viceministro de economía piden que el límite de sus inversiones en el exterior se eleve para enfrentar en mejores condiciones la volatilidad de la BVL (Hasta agosto de este año las AFP tenían invertidos en el exterior cerca del 40% de su portafolio). Sin embargo, nadie recuerda la teoría que le dio origen, según la cual el sistema de capitalización es mejor que el de reparto, porque los fondos capitalizados contribuyen a aumentar la tasa de acumulación de capital.
 
Se puede «buscar una mayor diversificación y rentabilidad para las inversiones que hacen las AFP», no solo elevando el límite de sus inversiones en el exterior, sino también diversificando y expandiendo el mercado de capitales doméstico. Pero, ciertamente esta innovación es incompatible con el carácter extractivista de las AFP.
 
Urge destrucción creativa en el sistema privado de pensiones
 
Tenemos que pasar a un sistema que no cree desigualdades empobreciendo a los viejos y que respeten la propiedad de nuestros ahorros. No es verdad, como señala Stiglitz, que después de lo ocurrido en 2008, los fondos de pensiones sean mejor gestionados por los privados. Él recomienda una reforma como la que planteamos en el Plan La Gran Transformación. Un sistema multipilar con «bajos costos de transacción y muy buen servicio al cliente» como el que existe en los Países Bajos y Noruega, o que incorpore el modelo de fondo gubernamental canadiense con «independencia, altos retornos, baja volatilidad y costos de transacción, e, incluso, inmune a la influencia política».
 
Nosotros proponíamos los pilares público y privado complementarios y no alternativos. Un pilar público con un componente contributivo obligatorio (donde se determina una pensión básica) y otro no contributivo y redistributivo; y, un segundo pilar privado que sirva de complemento al primero, voluntario y basado en cuentas individuales como el actual.
 
A modo de conclusión
 
Hay que iniciar un debate sobre esta y otras propuestas. En la coyuntura actual urge la necesidad de transformar todas las instituciones extractivistas, en instituciones inclusivas. Nuestro país requiere una «distribución amplia y pluralista del poder» para emprender definitivamente la ruta del desarrollo.
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 07 de noviembre.

Monday, November 02, 2015

Los problemas económicos que deja Humala

El presidente Ollanta Humala afirmó recientemente que su gobierno «ha roto con el viejo poder de los poderes económicos» y que él trabaja para los de abajo. Este fue una lapsus línguae; una mala jugada de su inconsciente que, siguiendo a Freud, diríamos que revela precisamente una impostura. Es verdad que fue elegido por los de abajo, pero los traicionó al gobernar con el programa de los que perdieron las elecciones. Es verdad que en la campaña electoral fue vilipendiado por los grupos de poder económico, pero después se sometió a sus designios. El carácter indigno de este sometimiento ha hecho que estos mismos grupos de poder lleguen a aborrecerlo, como lo hicieron con Sánchez Cerro.
 
Las políticas macro y el crecimiento económico
 
Humala recibió una economía en crecimiento y la mantuvo en piloto automático. La economía siguió creciendo impulsada por factores externos favorables, a pesar de las políticas macroeconómicas que se aplicaron desde el MEF y el Banco Central. Durante el período 2003-2013 creció a una tasa de 6.1% promedio anual, excepto el año 2009, en el que la tasa baja hasta 0.9%. En 2014, año en el que se acentúa el enfriamiento, la tasa de crecimiento se redujo a 2.35% y, es altamente probable que en este año y en el próximo se sitúe por debajo de 3% promedio anual debido a que el contexto externo cambió de signo.
El crecimiento durante 2003-2013  no tuvo que ver ni con los tratados de libre comercio ni la política cambiaria. Las «políticas» cambiaria y comercial le quitaron competitividad a la producción y exportación de transables, en particular a la manufactura, al mismo tiempo que provocaron una notable penetración de importaciones en el mercado interno. Entre julio de 2006 y abril de 2013 los tipos de cambio real bilateral y multilateral cayeron 25.6% y 14.1%, respectivamente. (Entre 2002 y 2006 hubo un manejo más sensato de la política cambiaria). Las importaciones como porcentaje del PBI manufacturero aumentaron de 87.2% en 2002 a 146.2% en 2013. Ni la apertura comercial ni el atraso cambiario fueron, entonces, el motor del crecimiento.
El crecimiento tampoco tuvo que ver con las políticas fiscal y monetaria. En la década 2003-2013, la generación de superávit primario alcanzó el 2.6% del PBI, no obstante que el ratio de deuda a PBI había disminuido significativamente. Los cálculos del déficit estructural también muestran la práctica de una política fiscal contractiva. En plena desaceleración económica, desde 2014 se siguen generando superávit primarios. Este fue  de 2.1% en el primer semestre de 2015.
La política monetaria tampoco fue directamente pro-crecimiento. Creció el crédito doméstico estimulado por el contexto financiero externo favorable, pero se promovió su dolarización junto a una reducción sistemática del tipo de cambio real. Cerca de 32% del crédito doméstico total esta dolarizado, lo que genera un descalce de monedas que dificulta un manejo eficiente de las políticas monetaria y cambiaria durante la actual desaceleración del crecimiento.  
Los problemas económicos que deja Humala
No hay relación directa entre las políticas macro descritas y el crecimiento económico. Esas políticas (y las elevadas tarifas de los servicios públicos) fueron contrarias al desarrollo industrial y a la diversificación productiva, y le hicieron perder competitividad a los productores privados en los mercados internacionales.
Humala deja una economía camino a la recesión. Con el fin del súper ciclo de las materias primas, deja una economía relativamente menos productora de transables y, por tanto, menos industrial. La producción manufacturera como porcentaje de la demanda interna bajó de 17.5% en 2003 a 13.8% en 2014.  Además, esta producción está cayendo sistemáticamente desde julio de 2014 a una tasa de 2.6% promedio mensual anualizada.
No creció la capacidad productiva per cápita al ritmo necesario para crear puestos de trabajo adecuados y con ingresos decentes. Esta es la razón por la cual el 73.7% de los trabajadores son informales. Los salarios reales prácticamente se mantuvieron estancados: entre  2001 y 2013 crecieron a la tasa de 1% anual. La situación laboral tiende a empeorar debido a la notable desaceleración del crecimiento del empleo en empresas de 10 y más trabajadores. La tasa de crecimiento anualizada de los últimos meses está por debajo del 1%, cifra ocho veces menor que el promedio registrado en los meses de enero a abril de 2011.
Aumentó la vulnerabilidad de la economía frente a los shocks externos y la  dependencia de la economía de las importaciones y de la inversión extranjera. En plena desaceleración económica aumenta el déficit comercial y el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. En el año 2014 estos déficit fueron de 0.6% y de 4.0% del PBI, y de 2.1% y 4.5% en el primer semestre de este año, respectivamente. Se descapitalizó al país acrecentando el déficit de la balanza de servicios financieros privados.
Por último, el actual gobierno ha debilitado la presión tributaria con la reducción del impuesto a la renta  que ha favorecido fundamentalmente a las grandes empresas, y con la imposición de un gravamen enteramente favorable a las empresas mineras. Humala dejará una presión tributaria relativamente menor de la que encontró cuando asumió el poder, lo que sin duda afectará el financiamiento de los programas sociales en plena recesión económica.
A modo de conclusión  
El próximo proceso electoral, a diferencia de los dos anteriores, se realizará en el contexto de una economía que tiende a la recesión o al estancamiento. Será entonces un proceso en el que se debatirá la continuidad o el cambio del modelo económico neoliberal.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 31 de octubre

Saturday, October 24, 2015

Economía y política en coyuntura crítica

Es evidente que el crecimiento económico ha llegado a su límite. Su desaceleración, la recesión de la manufactura y la construcción, y los efectos que tendrá el fenómeno del niño, configuran una situación de crisis del estilo de crecimiento neoliberal. A esto se suma la agudización de la crisis política por la incapacidad moral del actual gobierno, que revela, además, los límites a los que está llegando la democracia constitucional liberal. Ambos hechos, el económico y el político, ya han configurado una coyuntura crítica, de debilitamiento del equilibrio entre los poderes económico y político. La ruptura total de este equilibrio puede dar lugar a cambios importantes en el estilo de crecimiento económico y en la manera de hacer política en nuestro país. En última instancia, dependerá de cómo se organicen o configuren las organizaciones políticas y sociales que están por el cambio del actual modelo neoliberal.

La crítica situación económica
No hay posibilidades de volver a crecer a tasas cercanas al 6% promedio anual, si el actual estancamiento de la economía internacional continúa en los próximos años. Más específicamente, ya no es posible replicar la tasa de crecimiento de los años 2003-2013, si no crecen, como lo hicieron en dicho periodo, la demanda de minerales y sus precios. No hay nada en la economía internacional que indique que vuelva a ocurrir en un período cercano ese súper boom del ciclo de las materias primas.
El estilo de crecimiento neoliberal vulnerable y dependiente de factores externos es el principal responsable de esta situación. El neoliberalismo generó, mediante la liberalización del comercio, un modelo económico especializado en la producción y exportación primaria. El dogma neoliberal postula que los países comercian porque tienen distintas especializaciones, y se benefician, por lo tanto, si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor. Así se crearon enclaves que no tienen conexiones con la economía interna, sin consideración de los costos medioambientales de la explotación de recursos primarios. No se toman en cuenta los intereses de la comunidad nacional de la sierra y la selva del país, ni se respetan sus derechos. Las políticas neoliberales no desarrollaron ni desarrollan mercados internos; promovieron una competencia internacional espuria basada en la supresión de los derechos de los trabajadores; minimizaron el papel del Estado; y, erosionaron la soberanía del Estado Nacional con la imposición de contratos de estabilidad tributaria.

En suma, las reformas y políticas neoliberales aumentaron la vulnerabilidad externa de la economía, y generaron una economía con una estructura productiva menos industrial y más productora de servicios de bajísima productividad, y con una distribución del ingreso más desigual y, por tanto, más expuesta al conflicto social.
La crítica situación política

Hay dos hechos que se suman al deterioro de la democracia constitucional liberal. En primer lugar está la pérdida de legitimidad del gobierno actual. A la derogatoria por el Congreso de la República de la «Ley Pulpín» a comienzos de este año, ahora se suman la derogatoria del Decreto Ley 1198 sobre privatización de bienes arqueológicos y, el rechazo, por este mismo Congreso a la decisión del Presidente de impedir que Petroperú ingrese al Lote 192. Ayer aprobó este Congreso incorporar una cuarta disposición complementaria final a la Ley de 30130 (de modernización de la refinería de Talara) para que se exceptúe la aplicación de su artículo 6 a Petroperú, que le impedía a asumir y explotar lotes petroleros. Aparte de su decisión de gobernar con el programa de los que fueron derrotados en las elecciones del año 2011, hay otros hechos que revelan que el gobierno de Humala se encuentra a la deriva y que tienen relación con sus acciones para impedir que se investigue a la presidenta del partido nacionalista. En otro contexto democrático, estos hechos habrían sido suficientes para revocarlo por incapacidad moral.
En segundo lugar, la pérdida de credibilidad en los partidos políticos, la gran mayoría de los cuales está penetrada por la corrupción. Estos partidos se disponen a participar en el próximo proceso electoral,  a pesar de su notorio alejamiento de los movimientos sociales, y de los movimientos regionales y locales, reivindicativos y de defensa de sus respectivos derechos. Ninguno ha rechazado el financiamiento privado, el mismo que es contrario a la naturaleza de la democracia; tampoco promueven la no relección de congresistas que facilitaría la desaparición de las oligarquías partidarias, al mismo tiempo que fortalecería la virtud cívica. Las reformas políticas que no fortalezcan la ciudadanía, que no introduzcan mecanismos explícitos de control de los ciudadanos a los elegidos por el voto popular y que no tiendan a desprofesionalizar la política, será incapaces de impedir el deterioro o crisis de la democracia constitucional liberal.

A modo de conclusión
Las organizaciones que están por el cambio del modelo neoliberal han adoptado la decisión de efectuar elecciones internas para elegir a sus candidatos. Este paso histórico es parte del necesario cambio en la manera de hacer política: fomenta la participación y , por tanto, el desarrollo de ciudadanía. El siguiente paso será la transformación de los partidos en organizaciones políticas donde se desarrolle la virtud cívica, se practique la deliberación y la crítica, y se construyan propuestas sobre los distintos problemas relacionados con el bien común. Pero para que esto ocurra, estas organizaciones ahora agrupadas en dos frentes, deben constituirse en una gran coalición, dejando de lado intereses particulares. Si esto ocurre, se habrá roto el equilibrio económico y político neoliberal, y se habrá abierto el camino hacia la gran transformación.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 24 de octubre

Sunday, October 18, 2015

Lo que no se dijo en la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial

La Asamblea Anual del  FMI y el Banco Mundial llevada a cabo recientemente en Lima, provocó comentarios de distinto signo y, sobre todo, preguntas acerca del papel desempeñado por estas instituciones en las economías de nuestros países. Sin duda, lo más positivo y notorio en la situación actual del país, fue que aumentó el turismo y que benefició notablemente a los negocios del rubro de la gastronomía. Pero, ni las conferencias ni los informes efectuados durante el desarrollo de la Asamblea, abordaron autocríticamente los efectos de las reformas y políticas patrocinadas por dichas instituciones. Por ejemplo, no se dijo nada sobre lo que actualmente ocurre en Grecia luego de que la troika (el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) le impusiera un paquete draconiano de medidas consistente en reducciones de sueldos y jubilaciones, privatizaciones, aumentos de impuestos y despidos de funcionarios de su administración gubernamental.

La pérdida de soberanía del Estado nacional
Los préstamos (créditos stand-by) del FMI condicionados a ese paquete de medidas y a la firma de una carta de intención por los gobiernos y autoridades económicas, son bien conocidos en América Latina. Durante la crisis de la deuda externa (fines de los años 1970 y los años 1980), la condicionalidad de los ajustes propuestos por el FMI se intensificó con la participación del Banco Mundial (BM) y de la propia administración norteamericana. En el primer lustro de los años 1980 se impuso el denominado Plan Baker consistente en la generación de liquidez en los países deudores, bajo la condición de que adoptaran el paquete de estabilización del FMI y otras políticas de libre mercado. Esta institución actuaba como intermediario entre los países deudores y los bancos acreedores. 
El plan Baker no contemplaba la reducción de la deuda ni de la carga de su servicio. Recién en 1989 se anuncia el  Plan Brady cuyo objetivo era «disminuir el valor nominal de la deuda, reducir su servicio y/o facilitar préstamos nuevos», pero en el contexto de programas de reformas impuestos por el FMI y el BM que incluían, además de las políticas de estabilización conocidas, «medidas para alentar nuevas inversiones extranjeras, repatriar capitales, cancelar atrasos, privatizaciones y canje deuda por acciones de capital». Estos programas fueron implementados bajo la supervisión conjunta del FMI y del BM.

La crisis de la deuda provocó un cambio drástico en los roles asignados en 1944, en Bretton Woods, al FMI y al BM. La función original del FMI era facilitar la corrección de los desequilibrios macro mediante préstamos y políticas de ajuste fiscal y monetario; mientras la del BM era financiar la ejecución de proyectos específicos de inversión, para promover el crecimiento económico a largo plazo. Esta separación de roles terminó con la crisis de la deuda. El FMI introdujo el «Extended Fund Facility» y el «Structural Adjustment Facility», cuyo propósito era afectar la oferta agregada mediante la desregulación de todos los mercados. El BM, por su parte, empezó a condicionar sus préstamos a la adopción de las políticas de estabilización del FMI. De esta manera institucionalizaron el llamado Consenso de Washington sobre la libertad irrestricta del mercado y la eliminación de la intervención del Estado.
El hecho que las políticas económicas se definieran en el exterior con la participación de estas dos instituciones, condujo, por lo tanto, a la pérdida de soberanía de nuestros Estados Nacionales.  

La década perdida de América Latina
¿Cuáles fueron los resultados de la aplicación de las reformas y ajustes neoliberales patrocinadas por estas dos instituciones? Su costo económico y social fue enorme. Sin embargo, hasta ahora no hemos escuchado ni leído autocrítica alguna. Nuestras economías se estancaron durante más de una década. Crecieron la informalidad, el subempleo y la pobreza; bajó la inflación, aunque muy poco, a costa de la apreciación monetaria y la contracción de la capacidad de compra de los sueldos y salarios; aumentaron las tarifas de los servicios públicos; aumentó el costo del crédito; se redujeron los presupuestos de educación, salud y de inversión en infraestructura; y, los «despedidos pagados» de funcionarios públicos precarizaron la burocracia de los Estados.  Por estas razones, la década de los años 1980 es conocida ahora como la «década perdida de América Latina».

Las reformas y políticas neoliberales siguieron en los años 1990. Las consecuencias en nuestro país fueron: reducción del ritmo de crecimiento de la capacidad productiva per cápita que agravó los desajustes entre la oferta de empleos y el crecimiento de la fuerza laboral; reprimarización de la economía; dolarización de los créditos; pérdida de competitividad de las actividades de bienes y servicios transables; e inicio de un cambio estructural regresivo: la economía tendía hacerse menos industrial y menos agrícola, y más productora de servicios de baja productividad. La crisis asiática y rusa de 1997-1998 agravó esta situación: ocasionó quiebras bancarias y una notable recesión que se prolongó hasta el año 2002.
A modo de Conclusión

Ningún analista político ni periodista aprovechó la realización de la citada Asamblea en Lima, para informar que durante los años 2001-2006 se recobró algo de soberanía nacional en la definición las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Sobre esto hemos escrito en otras oportunidades. Se intentó salir de la ruta neoliberal que nos conducía al papel de productores de materias primas y a servir al proceso de acumulación y crecimiento de los países del centro con la enajenación de nuestros mercados.



Publicado en el Diario UNO, el domingo 18 de octubre

Saturday, October 03, 2015

La ideología neoliberal de la desregulación de los mercados

Con la imposición del neoliberalismo desde fines de los años 1970, se abandona la idea de que el Estado debería regular el funcionamiento de los mercados para impedir el surgimiento de asimetrías de poder y las consecuentes injusticias sociales. A esta tarea del Estado, que fue parte del consenso que duró casi treinta años desde la post segunda guerra, se le adicionó la de velar por los equilibrios macroeconómicos. La idea neoliberal de que el Estado es el problema, excluye la posibilidad de este consenso, y en su lugar se impone la concepción del funcionamiento libre de los mercados para que «florezca la creatividad empresarial y no se destruyan puestos de trabajo».
 
Los efectos de las desregulaciones
Los efectos de las desregulaciones en países como el nuestro, han frenado el desarrollo en lugar de promoverlo. La liberalización comercial y los tratados de libre comercio con países industrializados y desarrollados, redujo el mercado doméstico para la producción nacional y nos especializó en la producción y exportación de materias primas. Trabó las posibilidades de industrialización y diversificación productiva. Este efecto negativo en la industria fue exacerbado por la entrada de capitales, sin restricciones, que, junto con el boom primario exportador, redujo el tipo de cambio haciéndoles perder competitividad a las actividades productivas de transables.
La desregulación de los préstamos de la banca comercial en el exterior estimuló la dolarización de los créditos domésticos, haciéndole perder autonomía a la autoridad monetaria. Desde que se agotaron las condiciones de mercado y financieras favorables para el crecimiento primario exportador de nuestro país, se revirtió la tendencia a la baja del tipo de cambio. Así, para impedir que la devaluación ponga en riesgo a los bancos que prestaron en dólares, la autoridad monetaria reaccionó vendiendo sus dólares (o reduciendo su posición de cambio); pero también lo hizo para impedir que la devaluación siga incrementando la inflación. Con la venta de dólares el Banco Central perdió casi el 50% de sus reservas. Esta espectacular merma de sus reservas, obligó al Banco Central a elevar su tasa de interés de referencia en pleno enfriamiento económico.
El deterioro de la autonomía de la autoridad monetaria ha provocado desconfianza en la moneda nacional, la misma que se expresa en la creciente dolarización de los depósitos bancarios: 56.9% corresponden a personas jurídicas y 46.44% a personas naturales. Esta dolarización es otro factor que acrecienta las presiones devaluatorias, y ocurre al mismo tiempo que aumenta el retiro de los depósitos bancarios en soles que reduce la liquidez en moneda nacional de los bancos.
La flexibilización del mercado de trabajo y el recorte de derechos laborales, es otro ejemplo de desregulación que ha afectado a los trabajadores y a su calidad de vida, convirtiéndose en fuente de conflicto social. Cerca del 75% de los trabajadores tienen ingresos menores a mil soles y un poco más del 74% son informales. De otro lado, hay que mencionar que la gran mayoría de los conflictos sociales están relacionados con las actividades extractivas. Los últimos gobiernos han vuelto más laxas las regulaciones orientadas a proteger el medio ambiente y los derechos de las poblaciones indígenas. Por ejemplo, se acortaron los plazos para los estudios de impacto ambiental.
No hay regulación en el «mercado» de la salud. El acceso a genéricos de todo tipo es limitado y será aún peor si el gobierno firma el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). En carta dirigida al presidente Humala, Joseph E. Stiglitz -premio Nobel de Economía- y Adam S. Hersh -economista senior en el Instituto Roosevelt-, advierten que ese acuerdo irá «mucho más allá de una simple reducción de aranceles y cuotas, pues exigirá cambios fundamentales en las instituciones jurídicas, judiciales y reguladoras de cada país, lo que constituye una concesión a los poderosos grupos de presión».  Elevará la protección de los derechos de propiedad intelectual no para innovar, sino para mantener, por ejemplo, a los competidores de los «Big Farma», como son los genéricos, fuera del mercado.  
La pérdida de soberanía del Estado
Los tratados comerciales y este último, el TPP, no solo cercenan la capacidad regulatoria del Estado, sino también su soberanía. Como dicen los economistas citados, el TPP reducirá su capacidad «de aprobar normas legales regulatorias para proteger la salud pública, la seguridad y el ambiente, porque creará mecanismos de solución de controversias entre inversionistas y Estados, que permitirían a los extranjeros a demandar al gobierno cuando consideren que alguna regulación afectará sus ganancias. El arbitraje sería privado y vinculante, incluso si el fallo fuera contrario a las leyes nacionales».
Esta pérdida de soberanía que favorece a los inversionistas y grupos de poder extranjeros, además de someter al Estado a un arbitraje privado internacional, le bloquea las posibilidades de realizar transformaciones sociales y económicas, en particular, por ejemplo, para adoptar medidas orientadas a la integración el país sobre la base de un nuevo esquema de regionalización y ordenamiento territorial.
A modo de Conclusión
Adam Smith se declaraba a favor de la regulación argumentando que, si bien la presencia de un muro es una violación de la libertad natural del fuego, su construcción es indispensable para impedir la propagación de los incendios. Al respecto, cuando la libertad natural «está concentrada en pocas manos de un modo inapropiado –dice Casassas--, esa libertad natural puede poner en riesgo a la sociedad entera». El Estado debe intervenir entonces «para que no se den esas inapropiadas concentraciones de la libertad natural».  La sociedad se pone en riesgo cuando el Estado «rompe los lazos que lo vinculan a la sociedad civil» y ya no promueve el bien común porque está controlado por una plutocracia.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 3 de octubre

La ideología neoliberal del emprendedurismo peruano

¿Es verdad que el actual contexto neoliberal (¡que ya tiene cerca de veinticinco años!) ha propiciado el surgimiento de emprendedores schumpeterianos --micro y pequeños--, que finalmente nos conducirán al desarrollo? Esta pregunta me la hizo un amigo, mencionando algunos trabajos donde se destacan los casos de pobres convertidos en empresarios que, según sus autores, representan la evidencia de las grandes oportunidades abiertas por el neoliberalismo en nuestro país. Es más, me dijo, este discurso, conocido como «emprendedurismo», ha sido recogido por algunos partidos políticos que se encuentran dentro del abanico de la izquierda y el progresismo, cuyos líderes sostienen que «el Estado es el principal enemigo de la pequeña empresa».  Por último, me recordó que algunos ideólogos del «emprendedurismo» peruano se consideran schumpeterianos, nada menos que seguidores de Joseph A. Schumpeter, economista austro-estadounidense, autor, entre otras obras, de The theory of Economic Development y Capitalism, Socialism and Democracy.
 
Este discurso neoliberal –le respondí a mi amigo—no puede ser considerado en absoluto schumpeteriano. Lo que sigue es un resumen de la explicación de mi respuesta.
1.      El neoliberalismo es la ideología del individualismo y de la concepción del Estado como obstáculo al desarrollo de la economía de mercado. Es la misma ideología del hoy llamado «emprendedurismo». Los organismos multilaterales que antes financiaron programas a favor de las pequeñas y micro empresas, hoy continúan promoviéndolas con el nombre de emprendedurismo. Impusieron en nuestros países políticas macroeconómicas neoliberales, simultáneamente con propuestas microeconómicas individualistas, desde los años 1980. Fueron los responsables de la «década perdida» de América Latina, los que desmantelaron el Estado de sus mejores cuadros técnicos mediante la «compra de renuncias», los que obligaron a nuestros países a servir la deuda externa recortando los presupuestos de educación, salud y seguridad social. Las reformas y políticas neoliberales aumentaron la pobreza, la informalidad, el subempleo y, consecuentemente, el autoempleo (hoy llamado emprendedurismo) como estrategia de sobrevivencia. Para el neoliberalismo «no hay sociedad, hay individuos»; entonces, la conversión de pobres en «empresarios» ha sido transformada en resultado paradigmático del mercado, libre de las interferencias del Estado. Se trata, sin embargo, de una clara distorsión de la realidad.
2.      El crecimiento económico durante el período neoliberal no se basó en aumentos de la productividad mediante cambios tecnológicos. Fue el resultado de condiciones externas favorables para la explotación y exportación de materias primas. El desmantelamiento de los estándares regulatorios y la apreciación monetaria durante gran parte de dicho período, afectaron a la producción de transables, propiciaron la penetración de importaciones y, por lo tanto, la reducción del mercado interno para la producción nacional. La consecuente disminución de la tasa de crecimiento de la capacidad productiva per cápita, incrementó la informalidad y el autoempleo. Cerca del 80% de los trabajadores son de baja calificación y productividad, y de bajos ingresos. En este contexto social y económico generado por el neoliberalismo, «surge» el emprendedurismo.
3.      Este concepto de emprendedurismo, entonces, no puede ser schumpeteriano. Para el autor de la Teoría del Desenvolvimiento Económico, el emprendedor (unternehmer) es un agente que genera e implementa innovaciones, «que realiza cosas nuevas con los factores existentes combinándolos en forma más eficiente», beneficiando a unos sectores y perjudicando a otros en un proceso que él denominó de «destrucción creativa». Es, por lo tanto, un protagonista del desarrollo, de la diversificación productiva y de los incrementos en la productividad que conducen a la larga a disminuciones en los costos unitarios de producción. Una economía con empresarios schumpeterianos crecería, entonces, sobre la base de aumentos en la productividad. Por esta razón, en teoría del crecimiento se habla de un ajuste schumpeteriano: los empresarios –se dice-- reaccionan innovando y aumentando la productividad en un contexto de salarios crecientes. Los empresarios schumpeterianos no exigen reducción de salarios o eliminación del salario mínimo para innovar. En este sentido, los empresarios schumpeterianos no pueden ser neoliberales. De aquí se deduce que un neoliberal tampoco puede reclamarse ser seguidor de Schumpeter.
4.      El emprendedor schumpeteriano necesita crédito o financiamiento para realizar cambios cualitativos en la economía. Así, la introducción de nuevos productos con nuevas combinaciones de factores, tiene que ir acompañada con la creación de demanda, y esta creación de demanda no puede ser otra cosa que creación de poder de compra. Para Schumpeter, la concesión de crédito y la creación de nuevo poder adquisitivo es fundamental para «efectuar nuevas combinaciones remunerativas al nivel existente de precios». «La función principal del mercado de dinero o del capital --dice Schumpeter-- es, por lo tanto, el tráfico en crédito con el propósito de financiar el desenvolvimiento. Éste crea y mantiene dicho mercado». Por eso los empresarios schupeterianos priorizarán la innovación del mercado de crédito y de capitales, antes que la reducción del poder de compra de sus trabajadores.
A modo de conclusión
Finalmente, Schumpeter no funda la implementación de sus innovaciones en la austeridad. No acepta la proposición neoclásica y monetarista de que el ahorro determina la inversión. Se acerca más, en este terreno, a Keynes. Con nueva deuda que no es otra cosa que nuevos medios de pago, el empresario financia su nueva inversión y con la venta de los nuevos bienes que va a producir, obtiene un flujo de efectivo que le permitirá saldar su deuda.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 26 de setiembre.