Sunday, December 20, 2009

El modelo económico depredador de Alan García

El presidente Alan García dice que Michael Porter «cometió un grave error porque repitió en Perú lo mismo que dice en otros países». Mutatis mutandis es su propio error pues su gobierno aplica la misma receta neoliberal recomendada para todos los países. Podría decirse también que le ha dolido que le digan sus verdades. ¿Acaso no propuso, entre otras perlas, subastar las tierras comunales «ociosas», reducir los impuestos a las empresas mineras, privatizar las funciones reguladoras del Estado y que los trabajadores accedan solo «progresivamente» a sus derechos laborales conculcados? Le fastidia que le hagan notar que el modelo que su gobierno patrocina es primario exportador y que además promueve una competitividad exportadora basada en el «cholo barato», sin educación de nivel y sin seguridad social.

Productividad y Modernización en el período neoliberal
El desarrollo productivo tiene que ver con la innovación y modernización tecnológica de las actividades industriales y agropecuarias. Pero Alan García cree que desarrollo productivo es «poner en valor» los recursos (forestales, agrícolas, mineros, marinos, etc.) entregándolos en concesión o vendiéndolos al capital extranjero. Por eso defiende al modelo primario exportador, depredador de recursos naturales, de las comunidades y de los ecosistemas, y anhela una «explosión de las inversiones».

Las inversiones no han modificado los bajos niveles de productividad que se registran desde fines de los años ochenta. La productividad aumentó durante los años de industrialización hasta alcanzar un máximo en 1974-1975; después disminuyó significativamente. Su leve recuperación en últimos cinco años no ha permitido superar los niveles que registró a inicios de los años 60s (véase Gráfico 1).

Gráfico 1






Fuente: BCRP e INEI. Elaboración propia

Las inversiones tampoco sirvieron para superar el estancamiento de la relación capital/trabajo registrado en las últimas décadas. Este importante indicador de modernización crece sostenidamente durante los años de industrialización para luego disminuir y estancarse, al igual que la productividad. Por lo tanto, en todo el período neoliberal no hay proceso alguno de modernización ni de cambio técnico que impacte al conjunto de la economía (véase Gráfico 2).

La ausencia de modernización, o de innovación y desarrollo tecnológico, también se confirma con el cambio en la composición de la inversión. Entre 1950 y 1980, la participación de la inversión en maquinaria y equipo en la inversión total, fluctúa pero alrededor de una tendencia creciente; después pierde importancia relativa pues aumenta de modo notable la participación de la inversión en construcción (véase Gráfico 2). Es claro entonces que la modernización de las economías de mercado NO se logra con el predomino de las inversiones en construcción sobre las inversiones en maquinaria y equipo. Precisamente en este período la economía se reprimariza y terciariza.

Gráfico 2






Fuente: INEI y BCRP. Elaboración propia


Eficiencia de la Inversión
La inversión pierde eficiencia en una economía primaria y terciarizada. La eficiencia, como concepto macroeconómico, se mide con el ratio incremental capital producto (ICOR, por su sigla en inglés), que resulta de dividir el ratio de inversión neta a PBI entre la tasa de crecimiento económico. Cuanto menor es el ICOR, más eficiente es la inversión. En el período 1950 a 1975, se registra un ICOR de 1.9; lo que significa que para generar una tasa de crecimiento de 1% anual, se requería de una inversión nueva equivalente a 1.9% del PBI. Durante los años de neoliberalismo, 1990-2008, el ICOR es mayor e igual a 2.3.

La baja productividad y la disminución de la eficiencia de la inversión también se explican por la reducción del gasto del Estado. En los años en los que se alcanza el máximo porcentaje de inversión pública con respecto al PBI, la eficiencia de la inversión es mayor (se obtiene un ICOR menor) que en los años de reducciones drásticas de la inversión pública (1990-2008). La reducción del gasto del Estado, ha desmejorado la calidad de la infraestructura, de educación, de salud, afectando tanto la expansión de los mercados internos y la calidad de la mano de obra.

A modo de conclusión
El modelo exportador primario y basado en el «cholo barato» no sirve para aumentar la productividad y desarrollar el país. Lo que se requiere es un nuevo proceso de industrialización, que se sustente en el procesamiento de los recursos primarios, en la expansión de los mercados internos mediante infraestructura y en esquemas de financiamiento nuevos mediante el desarrollo del mercado de capitales en moneda local.


Pubicado en el Diario La República

Sunday, October 25, 2009

¿Rumbo al Estancamiento Económico?

La caída espectacular de la tasa de crecimiento del PBI, de 10.9% en el tercer trimestre de 2008 a -1.1% en el segundo trimestre de 2009, muestra la enorme vulnerabilidad de la economía ante shocks externos adversos como la crisis internacional actual. Esta vulnerabilidad fue acentuada por las políticas neoliberales y el estilo de crecimiento primario exportador. Mientras este patrón neoliberal no cambie y la recuperación de la economía internacional sea lenta, los próximos años 2010 y 2011, serán de estancamiento económico y, por lo tanto, de mayores conflictos sociales. La tasa de crecimiento de 0.11% de enero-agosto, anunciada por el INEI, no puede ser entonces indicación del inicio de la recuperación sostenida de la economía.

Cómo nos encontró la crisis
Primero, las exportaciones tradicionales y no tradicionales reales crecían a tasas altas, cercanas a las del PBI, debido fundamentalmente al crecimiento de la demanda mundial y a términos de intercambio favorables. Pero crecieron con salarios y sueldos reales estancados desde la segunda mitad de la década de los años 1990s. Segundo, la economía ya estaba terciarizada. La manufacturera perdió peso y liderazgo, sobre todo en la generación de empleo y la multiplicación de los ingresos. El índice del empleo manufacturero ya no se asocia a la evolución del índice del PBI; pero entre este y el índice de empleo de los sectores comercio y servicios hay una conexión estrecha. Tercero, la inversión privada como porcentaje del PBI crecía básicamente impulsada por la inversión extranjera directa. La inversión privada nacional aumentó de un promedio de 15.5% en los años 2000-2005, a 16.7%, descontando la inversión extranjera, en los años 2006-2008. Finalmente, la crisis ocurre en una economía con un Estado disminuido y cuya capacidad técnica fue erosionada por las políticas neoliberales. La inversión pública se contrajo hasta afectar notablemente la calidad de la infraestructura vial, de los sistemas de agua y desagüe, de las escuelas, postas médicas y hospitales. Esta reducción explica el relativo poco dinamismo de la inversión privada local.

Efectos y consecuencias de la crisis
Las exportaciones reales cayeron 26.7% entre el tercer trimestre de 2008 y el segundo trimestre de 2009. Las importaciones disminuyeron más: 35.0%. El actual superávit comercial en dólares corrientes, se debe a la mayor caída de las importaciones (la economía se hizo más dependiente de importaciones) y a la recuperación de los términos del intercambio (que será temporal porque está asociada a la acumulación de inventarios de China). Asimismo, la inversión privada se redujo en 29.6% en el mismo período. Las tasas anualizadas de crecimiento de las exportaciones y de la inversión privada correspondientes al segundo trimestre de este año, fueron de -3.1% y -20.8%, respectivamente. También se han contraído los ingresos tributarios; se calcula que esta reducción se aproxima al 2% del PBI.

De otro lado, hay que mencionar que ni Bernanke, presidente de la FED, ni Krugman, premio Nobel de Economía, y ni Blanchard, alto funcionario del FMI --solo para mencionar a tres reputados economistas--, se atreven a pronosticar una recuperación sostenida de las más importantes economías industrializadas. Lo que se espera es un largo período de bajas tasas de crecimiento. Por lo tanto, dado este escenario mundial, no habrá salida exportadora para la economía peruana. Tampoco retornarán las altas tasas de crecimiento de la inversión privada, por la contracción de la inversión extranjera debido a la incertidumbre. Nadie invierte si no hay demanda para sus productos o si el futuro es incierto.

¿Cuáles serán, entonces, las fuentes de crecimiento de la economía peruana de los próximos años? No habrán tasas altas de crecimiento porque ya no crecerán como antes las exportaciones y menos la inversión privada. Lo que habrá es un largo período de estancamiento, con tasas de crecimiento insuficientes para enfrentar el desempleo, el subempleo y la pobreza que, sin duda, aumentarán. Por la crisis, el sector que más multiplica el empleo, la manufactura, ha caído, en cerca de 11%. Solo está creciendo (por arte de birlibirloque) el sector servicios, mientras los sueldos y salarios reales siguen estancados.

Insuficiencia de demanda y déficit fiscal
Las políticas neoliberales crearon una economía con insuficiencia estructural de demanda interna. Con una demanda externa contraída y con sueldos y salarios reales constantes, el crecimiento de los próximos años será bajo y provendrá principalmente del gasto fiscal y del consumo privado impulsado por el crédito en moneda nacional. El consumo privado, es el único gasto privado que aumentó, aunque a una tasa mucho menor: de 9.2% el tercer trimestre de 2008 se redujo a 1.9% el segundo trimestre de 2009. Hay que recordar, además, que el gobierno formula un plan anticrisis recién en diciembre de 2008 y que el Banco Central emprende reducciones graduales de su tasa de referencia recién en febrero de este año (de 6.5% lo redujo a 1.25% en agosto). También hay que señalar que el gasto público, en consumo e inversión, representa escasamente el 12.4% del PBI, seis puntos menos que el porcentaje registrado antes de los años 1990s. Un Estado reducido y técnicamente incapaz de gastar con eficiencia, es ahora el responsable de compensar la caída de la demanda mundial.

Ahora bien, ¿el crédito crecerá a las tasas anteriores a la crisis en una economía terciarizada, con ingresos reales de sus principales consumidores estancados y una demanda externa que no crece? Por último, ¿El gobierno estará dispuesto a incurrir en déficit superiores al 2.5% o 3% del PBI?



Publicado en el diario La República

Sunday, August 02, 2009

Del auge a la recesión: ¿Una nueva oportunidad perdida?

«Obras para todos» fue la receta que el 28 de julio anunció el presidente Alan García para seguir creciendo y también para salir de la crisis, pero manteniendo el modelo primario exportador neoliberal. Cuando pase la crisis –dijo-- «subirán los precios de los productos agrarios y los minerales que vendemos en el mundo, crecerá el mercado para los textiles y metal-mecánicos y tendremos más recursos».

En este artículo sostenemos que las políticas neoliberales adoptadas por el gobierno de Alan García conspiraron contra la sostenibilidad del crecimiento iniciado durante el Gobierno de Alejandro Toledo. Por lo tanto, para salir de la crisis hay que abandonar el modelo neoliberal, de lo contrario el Perú habrá perdido esta segunda oportunidad para salir del subdesarrollo. La primera oportunidad perdida ocurrió durante el primer gobierno de Belaúnde Terry, cuando el llamado primer poder del Estado dominado por el APRA, pervirtió el proceso de industrialización.

¿Cuál fue el origen del auge?
El crecimiento económico se inicia con las nuevas políticas macroeconómicas adoptadas por el gobierno de Toledo, y que nada tienen que ver con las recetas neoliberales. Se combatió la dolarización aumentando encajes a los depósitos en moneda extranjera, reduciendo la remuneración a estos encajes y limitando las líneas de crédito del exterior de las empresas bancarias. Se mantuvo un tipo de cambio real alto y estable, mediante una regla de intervención cambiara esterilizada. Se adoptó un esquema de política monetaria de metas explícitas de inflación. Se empezó el desarrollo del mercado de deuda pública en soles que ayudó a la estabilidad de la política fiscal, a la desdolarización y también a reducir el costo del crédito. Asimismo, se adoptó la política de incremento de reservas internacionales para enfrentar las dificultades financieras asociadas a los shocks externos adversos.

El cambio en la estructura de precios relativos resultante de estas políticas, impulsaron un estilo de crecimiento liderado por las exportaciones no tradicionales y la demanda interna. Faltó, ciertamente, reforzar este efecto en precios sobre el crecimiento, mediante la expansión y creación de mercados internos, el aumento de los salarios, la adopción de políticas adecuadas de industrialización y la eliminación de las restricciones que enfrenta la inversión privada local.

Durante los años 2001-2006, el 96.0% del crecimiento fue explicado por la demanda interna y el 4% por las exportaciones netas de importaciones. Esto cambió radicalmente durante los años 2006-2008: la demanda interna llegó a representar el 129.2% del crecimiento de este período, y las exportaciones netas de importaciones, en lugar de contribuir a este crecimiento, lo redujeron en 29.2%.

¿Qué ocurrió en la primera mitad del gobierno de Alan García?
Alan García restauró el estilo de crecimiento fujimorista. Alteró los precios relativos en contra de las exportaciones manufactureras. Estimuló la competitividad de estas exportaciones abaratando del costo del trabajo (cholo barato). Abrió más el mercado interno a las importaciones bajando aranceles y firmando TLCs. Hizo que el crecimiento sea más dependiente de las exportaciones tradicionales y de sus precios. También redujo la remuneración al encaje de los depósitos en moneda extranjera, exoneró de encajes a los pasivos externos mayores de dos años e incrementó de este modo el crédito en dicha moneda.

Estos cambios contraproducentes en la política macroeconómica acrecentaron la vulnerabilidad de la economía ante shocks externos adversos. El tipo de cambio real se situó por debajo de sus niveles registrados durante el gobierno de Alejandro Toledo (véase Gráfico). La propensión a importar, como resultado de cuatro reducciones arancelarías, aumentó de 19.0% a fines del gobierno de Toledo a 22.6% en el 2008. Los pasivos externos de corto y largo plazo de las empresas bancarias aumentaron en más de seis veces entre julio de 2006 y junio de 2008, y estos financiaron el 41.5% de los créditos en moneda extranjera.

Este gobierno inició así el deterioro externo de la economía (creciente déficit en la balanza en cuenta corriente y reducción acelerada del superávit comercial). El déficit en la cuenta corriente alcanzó el 4.5% del PBI en el segundo trimestre del 2008 y el superávit comercial bajó de 9.0% a 2.4% entre el segundo trimestre del 2006 y el año 2008. De otro lado, el gobierno impulsó el crecimiento de la demanda interna, durante los años 2007 y 2008, causando no sólo un crecimiento significativo de las importaciones, sino también un efecto sustitución negativo, es decir, la pérdida de mercado interno equivalente a dos puntos porcentuales del crecimiento. Además, se produjo una reorientación negativa de las exportaciones, es decir, disminuyó el coeficiente de exportaciones a producto en lugar de aumentar. (Véase Cuadro).

Cuadro


Fuente: BCR
Elaboración Propia

Gráfico





Fuente: BCR
Elaboración Propia


La respuesta a la crisis internacional
Con los cambios contraproducentes en la política macroeconómica, los neoliberales del gobierno de García nos conducían directamente a una crisis de balanza de pagos, que habría estallado al margen de factores externos. La crisis internacional evitó que el 2008 terminara con un déficit en cuenta corriente cercano al 6% del PBI. Esta crisis provocó no sólo el derrumbe de las exportaciones, sino también una salida de capitales que dio lugar a una pérdida de reservas del BCR de cerca de 7 mil millones de dólares, entre setiembre de 2008 y febrero de 2009.

Pero no hubo respuesta adecuada a la crisis. El plan de estímulo económico fue tardío (en plena crisis se continuó contrayendo el gasto). Su relanzamiento, con el retorno del ministro Carranza, tampoco fue eficaz ni planificado. No se organizaron equipos técnicos bien remunerados para asegurar la formulación y ejecución de los proyectos. El resultado es penoso y no hay que olvidar que el presidente García debilitó la capacidad técnica de la burocracia con la reducción de las remuneraciones de los funcionarios públicos. Por último, hay que mencionar la curiosa coincidencia entre la variación del pronóstico del crecimiento para este año y las reducciones de la tasa de referencia. Esta tasa se mantuvo en 6.5% desde setiembre de 2008 hasta enero de 2009, cuando el directorio del BCR pronosticaba un crecimiento de 6.5% para este año. En marzo bajó su pronóstico a 5% y en abril redujo la tasa a 5%. Cuando en junio cambió su pronóstico a 3.3%, también disminuyó la tasa de referencia a 3%. El directorio del BCR pasará a la historia por esta manera absurda de hacer política monetaria para enfrentar los efectos de la crisis internacional.

La tasa de referencia se hubiera bajado al nivel que tiene ahora en setiembre del año pasado y hoy debería estar en 1%. Se requiere también un nuevo plan anticrisis. Pero, nada de lo que se haga debe basarse en la creencia que volverá el crecimiento exportador neoliberal. Es tiempo de cambiar el modelo por otro que sustente el crecimiento económico en la expansión del mercado interno y en políticas industriales adecuadas.


Publicado en el Diario La República

Sunday, July 05, 2009

El choque de dos concepciones de modernidad: Modernización Neocolonial y Modernización Democrática

Apelando «a la fe de la inmensa mayoría» el presidente Alan García acaba de decir que los recientes conflictos, «en los mismos lugares en los que antes ganó el “antisistema”», son parte de un conflicto continental entre la democracia política y económica, por un lado, y el estatismo económico, por otro. Después de haber enunciado este embuste, dijo que en el 2006, el Perú escogió por 5 años el camino de la modernidad que gana terreno social, pero subsisten grupos “antisistema” que predican el estatismo y aprovechan cualquier queja o reclamo para impulsar la violencia y crear un “levantamiento general de los pueblos” aprovechando la crisis mundial, con el fin de acumular fuerzas en la primera mitad del gobierno y en la segunda precipitar la caída del sistema, elegir una Constituyente, establecer la reelección, proceder a la estatización de algunas empresas y luego estatizar el pensamiento y la vida social. Y, a estos, sus enemigos construidos, les ha dicho: «no pasarán, porque la mayoría demócrata y racional es inmensa».

Es la catilinaria de un demiurgo. La ciencia política y social no se basa en la realidad, ya no es una interpretación rigurosa de esta; pues, según el texto del presidente García, la realidad surge de sus propias construcciones imaginarias. Este abandono del método de construcción del conocimiento -que practicó, según él, Haya de la Torre-, es inaudito, es inconcebible.

La modernización neocolonial de Alan García
La argumentación del presidente no ayuda al entendimiento de los procesos sociales, políticos y económicos de las últimas décadas. La dicotomía democracia (defendida por Alan García) y estatismo (propugnado por los “antisistemas”), es sólo una invención manipuladora. Hay que recordar que Alan García no gobierna sobre la base del plan que utilizó en la campaña electoral sino del plan de la candidata que combatió acusándola de representar a los ricos. Uno podría decir que los que embozan sus ideologías para ganar una elección no son auténticos demócratas porque mienten al pueblo que los elige.

Empero, importa más señalar que Alan García es el seguidor más aplicado de la modernización neocolonial que empezó con Alberto Fujimori y que siguió durante el Toledismo por el camino de las concesiones gasíferas y mineras, y no precisamente por el camino de las nuevas políticas macroeconómicas aplicadas desde el año 2002. Apoyándose en la idea Hayista de que «todo progreso se debe al capital extranjero», Alan García ha construido un discurso que se ubica históricamente en las postrimerías del siglo XIX cuando nuestros países se incorporaron al mundo globalizado de esa época como enclaves o colonias exportadoras de productos primarios.

En su monografía «La revolución constructiva del aprismo, Teoría y práctica de la modernidad», dice que en la actualidad hay un nuevo modo de producción global que obliga a buscar «espacios de integración esencialmente económicos» y que «la integración ya no es hacia adentro, ahora es la complementación» económica y política para incorporarnos y actuar ante el mundo (p.115). Esta propuesta neocolonial, de subordinación al capital transnacional y contraria a los intereses de las mayorías, corresponde a la ideología neoliberal del consenso de Washington que considera a nuestros países un campo de inversión para el capital transnacional.

La propuesta de desarrollo de Alan García
En sus artículos sobre el «síndrome del perro del hortelano», Alan García es conmovedor como intelectual. Nos dice que hay recursos (forestales, agrícolas, mineros, marinos, etc.) que se pueden utilizar (poner en valor dice el presidente), pero hay perros del hortelano que se oponen. Propone, entonces, acabar con estos perros: reduciendo el control y evaluación de las inversiones públicas; privatizando las funciones reguladoras del Estado; subastando las tierras comunales ociosas; reduciendo los impuestos a las empresas mineras; exonerando tributos a los que quieren invertir en la maricultura; empaquetando deudas del Estado para venderlas en subasta pública; y, dando acceso progresivo a los derechos laborales de los trabajadores.

Escribas neoliberales y de derecha han dicho que estos artículos constituyen una nueva «propuesta teórica del desarrollo», porque identifican los obstáculos que enfrenta la inversión privada y, por lo tanto, el crecimiento y desarrollo. Pero se trata de una propuesta que no tiene rigor metodológico ni estatuto teórico. Desde el punto de vista del método de construcción del conocimiento, su propuesta modernizadora es la expresión del «inductivismo ingenuo del siglo XIX»: observa algunos hechos (recursos, posibilidades, y supuestos opositores a su utilización que reflejan las preferencias del propio autor) y cree así, por inducción, construir una propuesta que compite con las teorías del desarrollo. Su análisis, además, es lógicamente inconsistente.

Señala que hay recursos, lo que se puede hacer con estos recursos, por qué no se puede hacer lo que se puede, y quienes son los perros que se oponen. Sin embargo, cuando llega al recurso «trabajo» o «capital humano» el autor parece descubrir que su argumento se le convierte en un boomerang, del cual no logra salir porque se siente cómplice. Con el capital humano se puede hacer muchas cosas: aumentar la productividad, innovar técnicamente los procesos de producción, modernizar la producción, etc. Pero, lo que Alan García evade decir, es que los gobiernos neoliberales, incluyendo el suyo, han hecho todo lo posible para «aplastar al capital humano»; evade decir que estos gobiernos son los auténticos perros del hortelano del desarrollo, porque redujeron el gasto en salud y educación, bajaron los sueldos y salarios, y aumentaron el subempleo y la pobreza, generando así una manera de crecer que no crea empleo ni ingresos decentes, y que excluye a la inmensa mayoría de la población de la sierra y la selva del país.

El desarrollo neocolonial con cholo barato
La evidencia empírica revela que las políticas económicas de los ochentas, noventas y de la presente década, atrasaron el crecimiento económico de largo plazo, sacrificando bienestar porque influyeron directamente en la orientación de la inversión privada hacia áreas de complementación económica transnacional. El alto crecimiento económico de los últimos años, no es fruto del progreso tecnológico y del desarrollo industrial, sino de un modelo exportador basado en el cholo barato. Es el modelo del «perro del hortelano neocolonial» que no permite que los trabajadores y las poblaciones, rural y nativas, mejoren su calidad de vida: el salario promedio de los obreros en 2007 representó sólo el 4% del sueldo promedio de los ejecutivos de la minería y únicamente el 52.8% de su valor registrado en el año 1987. Alan García dice que la pobreza ha caído, pero no dice que su nivel actual es el mismo que generó su gobierno en los años 1985-1990 (45.1%) y que se mantiene con fluctuaciones.

No está en discusión, porque nadie lo niega, que la inversión es fundamental para el crecimiento: las tasas de crecimiento del PBI están estrechamente correlacionadas con las tasas de variación de la inversión. Pero la inversión privada de los últimos tiempos ya no expande la producción de aquellas actividades que generan más empleo e ingresos: el índice de empleo de la manufactura ya no sigue al comportamiento del PBI, justamente desde los años en que empiezan a aplicarse las políticas neoliberales. Esta manera de crecer ha hecho, además, que la inversión de estos tiempos sea básicamente de construcción más que de maquinaria y equipo para la agricultura y la manufactura.

La modernización democrática como alternativa
¿Puede ser democrático un gobierno que sólo después de forzado por la exigencia de los comuneros, ofrece un plan integral para las zonas del sur en conflicto? ¿Puede erigirse en defensor de la democracia un gobierno que incumple tratados internacionales como el de la OIT que le obliga a consultar con las poblaciones nativas para decidir sobre su territorio, pero sí garantiza la seguridad jurídica de la inversión extranjera en los tratados de libre comercio? ¿Defiende la democracia un gobierno que otorga concesiones forestales y petroleras en el mismo territorio donde habitan nativos cacataibo de Puerto Azul, ignorados por décadas? «Saber tratar con el capital extranjero es un difícil equilibrio, dice Alan García. Y más en un mundo de competencia en el que todo capital rechazado en un país irá a otro». (Monografía citada, p. 121). Hoy, nos dice, «ante la volatilidad de la inversión, el cambio tecnológico y el vaivén de las exportaciones no es posible pensar en una estabilidad laboral absoluta» (p. 99). Esta carrera desregulatoria hacia el fondo (Race to the Bottom) que nos propone Alan García para retener al capital extranjero y a su tecnología, es otro retorno al siglo XIX.

El presidente del «óbolo minero» no puede llamar antisistema, extremista y comunista, a todos los que apuestan por la ruta de la construcción de la nación, que es la ruta de la modernización democrática en el contexto de la globalización y de sus crisis. El verdadero demócrata es el que reinventa la ciudadanía a través de la historia; el que prioriza el desarrollo de la ciudadanía; el que, como lo señala Adam Smith (el mismo que acuñó la frase «la mano invisible del mercado»), debe estar dispuesto a sacrificar su propio interés privado en beneficio del interés público de su sociedad particular. Por el contrario, los que desean convertir a nuestras economías en una pieza del modo de producción global, despojan a la democracia de sus ciudadanos que siempre han vivido en comunidades concretas.

La historia demuestra que la democracia para ser tal no debe ser excluyente sino integradora, y para hacerla posible se necesitan cambios a nivel local y nacional, como la educación pública de calidad, la educación básica obligatoria, buenos sistemas de agua y desagüe, electrificación, redes viales, salarios y oportunidades de empleo decentes, prohibición al trabajo de los niños, etc. Esta es la manera democrática de equiparnos para un mundo globalizado. Adam Smith, en su Teoría de los Sentimientos Morales, publicado en 1759, decía que la «disposición de admirar y a casi reverenciar al rico y al poderoso, y a despreciar o por lo menos, a no prestar atención a las personas pobres y de condición media es, al mismo tiempo, la gran y más importante causa universal de la corrupción de nuestros sentimientos morales» (Parte I, Capítulo III, 3.1).

El problema de la modernización democrática es cómo asegurar que el desarrollo nacional --con la nacionalización (no la estatización) de la explotación de los recursos naturales y la no depredación del medio ambiente-- sea basado en una comunidad política de ciudadanos libres. No hay democracia sin justicia e inclusión, cultural, social, política y económica. La modernización democrática supone, asimismo, en el área de la economía, la institucionalización de políticas macroeconómicas anticíclicas, el desarrollo de los mercados internos, con infraestructura y mercado de capitales en soles, para impulsar la inversión privada local, el cambio técnico endógeno y el desarrollo de la competitividad internacional sobre la base de la productividad y de salarios reales crecientes.

«Los verdaderos fundamentos de la vida moral en los tiempos modernos –decía John Stuart Mill, economista, político y filósofo del siglo XIX-, son o deben ser la justicia y la prudencia como medios que propician el respeto de cada uno al derecho de todos y el reconocimiento de la aptitud individual para decidir su futuro».



Publicado en La Primera, domingo 5 de julio de 2009

Sunday, June 07, 2009

El modelo Neoliberal Peruano: ¿Continuidad o Ruptura?

En un artículo anterior argumentamos que el neoliberalismo en los Estados Unidos significó la generación de una creciente desconexión entre la tasa de crecimiento de los salarios reales y la tasa de crecimiento de la productividad, con el consecuente incremento de la desigualdad. El impacto negativo de este hecho en la demanda agregada, fue neutralizado inyectando demanda, primero, mediante déficit fiscales, segundo, con la reducción del ahorro privado personal cuando declinó el papel del déficit público y, tercero, mediante el creciente endeudamiento que se adicionó al desahorro como mecanismo de financiamiento de los gastos de consumo de las familias. El resultado fue la elevación del ratio de deuda respecto a los ingresos, hasta hacerse insostenible. La transferencia de ingresos del sector real hacia el sector financiero, el aumento de la desigualdad y el estancamiento de los salarios, han desembocado en una crisis cuya superación radical no será posible si no se cambia el modelo neoliberal.

La economía peruana atraviesa por una situación parecida. Aquí también se deprimieron los ingresos de los trabajadores, se desregularon los mercados, en especial el mercado de trabajo, se debilitaron las organizaciones sindicales, se aplastó a la clase media, se empobreció la calidad de la educación y aumentó la desigualdad. Se adoptó así un modelo de crecimiento que no puede auto-sostenerse en el tiempo, sin recurrir a factores externos.

El modelo de crecimiento proexportador neoliberal
El modelo neoliberal (del Consenso de Washington) impuso, junto con la flexibilización del mercado de trabajo, la liberalización comercial y el crecimiento liderado por las exportaciones. Pero la estrategia de crecimiento exportador no podía basar las ganancias de competitividad internacional en el crecimiento de la productividad; primero, porque el Estado renunció a su obligación de generar las condiciones para la expansión de los mercados internos y los cambios técnicos endógenos; segundo, porque la globalización del libre comercio presionó a la redución del costo del trabajo o al estancamiento de los salarios; y, tercero, porque la privatización, la reducción del Estado, y la eliminación de la estabilidad y otros derechos laborales, precarizaron el empleo y los ingresos de los trabajadores.

En estas condiciones, el crecimiento económico no podía basarse en factores de demanda internos (salarios y sueldos decentes para obreros y empleados, inversión privada y financiamiento nacionales), sino en factores externos. El gobierno de Alan García ha llevado hasta el límite la ideología neoliberal. Su discurso, supuestamente modernizador, se resume en inversión extranjera sin condiciones, exportaciones competitivas con bajos salarios y un Estado que vende, concesiona y alquila «cerros y tierras del país para ponerlos en valor con compradores o inversionistas extranjeros» y que excluye a las comunidades campesinas y poblaciones nativas de la sierra y de la selva del país.

El Gráfico 1 muestra la disparidad de los sueldos y salarios en el año 2007. Los ejecutivos de la minería ganan 23 veces más y los ejecutivos del sector financiero 17 veces más que un obrero. Las políticas neoliberales excluyeron a obreros, empleados públicos y pueblos de la sierra y de la selva, de los beneficios de los aumentos de la productividad y del crecimiento económico.

Gráfico 1













Fuente: MTPE


El crecimiento liderado por las exportaciones primarias y no primarias, dejó de lado el desarrollo enraizado en la expansión del mercado doméstico y no generó conexiones con el resto de la economía. La presión por crecer sobre la base de la expansión de la demanda del resto del mundo y que ha puesto en competencia a los países en desarrollo por desmantelar los estándares regulatorios, ha exacerbado, en nuestro país, la vulnerabilidad de la economía a cambios en la demanda mundial y a los flujos del capital internacional.

Los límites del modelo neoliberal peruano
La crisis internacional ha develado los límites de este modelo de crecimiento. Desde los años 1990 hay una desconexión entre el comportamiento del salario real y el crecimiento del producto per cápita. Entre 1987 y 1990, el salario real cae en 72%, después se recupera lentamente hasta alcanzar en el año 2000 el 58.6% de su valor registrado en 1987; y vuelve a caer monótonamente hasta representar en el año 2008, pasadas dos décadas, sólo el 52.8% del salario de 1987. El PBI per cápita también se recupera después de haber caído 31.2% entre los años 1987 y 1990, pero sus movimientos posteriores ya no coinciden con los del salario real; por el contrario, ambos evolucionan separándose de manera creciente y significativa sobre todo en los últimos siete años. Como puede verse en el Gráfico 2, el PBI per cápita ya recuperó sus niveles de hace treinta años, mientras el salario real de los años 1994-2008, sigue estancado en un valor que, en promedio, constituye únicamente el 54.3% de su nivel de hace treinta años.

Gráfico 2













Fuente: BCRP y MTPE


El gráfico también muestra, de manera elocuente, que el crecimiento de las exportaciones per cápita ocurre con salarios reales estancados. Crecen más rápido que el PBI per cápita y no contribuyen para nada a elevar los salarios reales. Las exportaciones se concentran en productos primarios y productos no tradicionales intensivos en mano de obra no calificada y barata. Es claro entonces que el patrón de crecimiento económico de las últimas décadas, prescindió del mercado interno y se basó principalmente en factores externos: precios de intercambio favorables, demanda mundial creciente e inversiones extranjeras fundamentalmente para la explotación de recursos naturales.

Con la crisis internacional han caído las exportaciones, han disminuido las inversiones extranjeras y se han contraído de manera notable (2 puntos del PBI) los ingresos tributarios del Estado. Con la prolongada recesión de la economía internacional no habrá continuidad sino ruptura de este patrón de crecimiento.

A modo de conclusión
Este estilo de crecimiento no puede autosostenerse a largo plazo. No reactiva ni dinamiza la demanda efectiva interna, porque no crea empleos e ingresos decentes, porque no elimina la exclusión social y, por lo mismo, porque no articula ni expande los mercados internos. Esto tiene que cambiar. Es la hora del desarrollo basado en la expansión y creación de mercados internos. El comercio global debe servir al desarrollo nacional y los mercados internos no deben descuidarse por la búsqueda de ventajas competitivas internacionales.



Publicado en el Diario La República

Sunday, April 26, 2009

La Crisis Global y el Colapso del Modelo Neoliberal

Hoy pocos discuten sobre las causas de la crisis. Se debate más sobre la magnitud de la tasa de crecimiento de este año, en el país y en el mundo. Claro que es importante hacer proyecciones y saber también que éstas siguen revisándose hacia abajo. Todo esto da cuenta de la magnitud de la crisis y de la eficacia de las políticas para enfrentarla. Sin embargo, no puede abandonarse el tema de si, luego de la crisis, las economías mantendrán intactas sus estructuras productivas e institucionales o si se producirán cambios para asegurar un nuevo Golden Age como el de los años 1945-1980. Si la crisis termina, podría seguir un largo período de estancamiento con muy bajas tasas de crecimiento.

Lo que se difunde más como origen de la crisis
Muchos economistas sostienen --¡algunos siguiendo a Minsky!-- que el origen de la burbuja financiera se inicia cuando la FED disminuye significativamente su tasa de interés. En efecto, la FED disminuyó su tasa para enfrentar la crisis de 2000-2001, en once ocasiones, desde 6.0% en enero de 2001 a 1.0% en junio de 2003. Otros relacionan las bajas tasas de interés en el mercado financiero norteamericano, con la notable entrada de capitales que ocurrió en ese período. Para ambos, la burbuja fue pinchada cuando, debido a la creciente presión inflacionaria (por el aumento de los precios del petróleo y de insumos de alimentos que encareció los costos de producción), la FED decidió subir su tasa gradualmente hasta alcanzar un máximo de 5.25% en el 2007.

Lo que pasó después del pinchazo, es historia conocida. Muchas familias que habían contratado préstamos hipotecarios a tasas de interés variables retrasaron los pagos y, en consecuencia, las ejecuciones hipotecarias empezaron a incrementarse, los precios de las viviendas comenzaron a descender y la cartera inmobiliaria de los bancos comenzó a perder valor. Llegó la crisis: cayeron las ventas de viviendas usadas y nuevas; disminuyó la construcción de viviendas; cayó la confianza de consumidores e inversionistas; la falta de confianza presionó al alza de las tasas de interés interbancarias como la LIBOR y EURIBOR; las alzas de tasas elevaron los pagos mensuales destinados a hipotecas con el consiguiente empeoramiento de las economías de los deudores; los bancos empezaron a enfrentar problemas de liquidez; y, la crisis financiera se expandió al sector real.

Las políticas neoliberales agravaron la desigualdad de ingresos
Visto así, la crisis norteamericana no tendría nada que ver con el modelo neoliberal que se impuso en el mundo con la elección de Margaret Thatcher en 1979 y de Ronald Reagan en 1980. Durante los 30 años siguientes de políticas neoliberales, se registraron tasas de crecimiento económico más bajas que las del período del Golden Age y empeoró de modo creciente la desigualdad en los ingresos. Estas políticas, contrarias al keynesianismo del Golden Age, fueron: la desregulación de los mercados financieros, la privatización, el debilitamiento de las instituciones de protección social, el debilitamiento de las organizaciones laborales, la flexibilización del mercado de trabajo, la reducción del tamaño del Estado, la reducción de los impuestos a los grupos de altos ingresos, la apertura comercial y de capitales, y el abandono del objetivo de pleno empleo.

Treinta años de neoliberalismo en los Estados Unidos significó la generación de una creciente desconexión entre la tasa de crecimiento de los salarios reales y la tasa de crecimiento de la productividad (véase gráfico). Aumentó así la desigualdad en los ingresos hasta parecerse hoy a la que exhiben los países del tercer mundo. De acuerdo con Paul Krugman esta desigualdad se incrementó hasta alcanzar los niveles registrados en los años 20s y 30s del siglo veinte. Los sueldos y salarios reales de los trabajadores de la producción, que constituyen aproximadamente el 80% del empleo total de los Estados Unidos, crecieron a una tasa de 2.25% promedio anual entre 1947 y 1973, pero decrecieron a una tasa de 0.12 promedio anual entre 1973 y 1999. Según Paul Samuelson, los directores ejecutivos (CEO por su sigla en inglés) ganan 400 veces el sueldo promedio de sus empleados.



El modelo neoliberal crea insuficiencia de demanda y estimula la «financialización»
Esta creciente desigualdad tenía que impactar negativamente en la demanda agregada. Pero el impacto se neutralizó inyectando demanda, primero, mediante déficit fiscales durante casi 20 años. Entre 1980 y 1990 estos déficit representaron, en promedio, el 3.4% del PBI y fueron financiados con una deuda que pasó de $US 909.1 mil millones a $US 3,206.6 mil millones. En los años 1990, la inyección de demanda mediante los déficit fue perdiendo importancia, hasta desaparecer en 1998 con la generación de superávit. El segundo factor de inyección de demanda, de acuerdo con T. I. Palley, fue la reducción del ahorro privado personal, que se intensificó justamente en los años 1990 cuando declinó el papel del déficit público y se acrecentó la desigualdad. El aumento del consumo de las familias, resultante de la disminución de la ahorro, y el aumento de la inversión, incrementaron la demanda agregada.

La caída del ahorro personal se transformó en desahorro debido al estancamiento de los sueldos y salarios reales, y originó un incremento del endeudamiento para financiar los gastos adicionales de consumo de las familias. Las innovaciones financieras, sin regulación, alentaron este incremento mediante el uso generalizado de las propiedades inmobiliarias como garantía de los créditos. También aumentaron los conocidos créditos hipotecarios. El resultado fue la elevación del ratio de deuda respecto a los ingresos de las familias, hasta hacerse insostenible.

La expansión económica a través de la «financialización» del crecimiento de la demanda tenía que terminar en algún momento. La «financialización» fue estimulado por el modelo neoliberal y es conocido en la literatura especializada como el proceso de dominio y mayor influencia de los mercados financieros y de las instituciones y elites financieras, sobre las políticas y los resultados económicos. La «financialización», entonces, al imponer el dominio del sector financiero sobre el real, al transferir los ingresos del sector real hacia el sector financiero y al incrementar la desigualdad y contribuir al estancamiento de los salarios, genera un riesgo de deflación de las deudas y de prolongación de la recesión económica.

A modo de conclusión
La crisis actual, entonces, es también la crisis del modelo neoliberal; y, el cambio de este modelo, es una necesidad de supervivencia del sistema económico capitalista de mercado.



Publicado en el Diario La República
Domingo 26 de abril 2009

Sunday, March 01, 2009

Keynes desde la Periferia: Otra vez sobre la crisis y cómo enfrentarla

La gran lección de la crisis internacional es que las economías capitalistas de mercado son inherentemente inestables y que, por lo tanto, requieren de la intervención estabilizadora del Estado. Esta es la proposición que diferencia al modelo teórico keynesiano del neoclásico-liberal. La imposición de este último en nuestro país significó el desmantelamiento de la poca institucionalidad estatal existente y la destrucción de los estándares regulatorios. Pero, sobre todo, el neoliberalismo significó la reimplantación de un modelo primario exportador, a costa del desarrollo de los mercados internos, modelo que siempre fue muy vulnerable a las crisis reales y financieras internacionales.

Mayor incertidumbre mayor preferencia por el dólar
Específicamente, la actual crisis sin precedentes que atraviesa el centro de la economía mundial, tiene su origen en un sistema bancario extensamente desregulado y en las políticas de laissez faire que se aplicaron en las últimas décadas. Para amortiguar los efectos inevitables sobre el Perú de esta crisis que ha provocado el desplome generalizado de los precios de las materias primas de exportación y una salida masiva de capitales de toda la periferia, hemos sugerido en ocasiones anteriores bajar la tasa de interés de referencia, aumentar el gasto en inversión pública, dejar subir en algo el tipo de cambio para no perder tantas reservas, y elevar los aranceles a las importaciones.

El propósito de estas medidas era enfrentar los efectos recesivos de esta crisis y el consecuente deterioro de la cuenta corriente y la cuenta capital de la balanza de pagos. Pero la demora en la ejecución del plan de estímulo económico, su monto reducido, la disminución microscópica de la tasa de referencia, la ausencia de medidas para privilegiar el crédito en soles, el rechazo al uso de aranceles y la creciente pérdida de reservas, todo esto junto al desconocimiento del período de duración de la crisis internacional, está aumentando la incertidumbre y, por lo tanto, fortaleciendo la preferencia por el dólar entre los consumidores e inversionistas locales.

Keynes decía que «nuestro deseo de mantener dinero como medio de conservar riqueza es una medida del grado de confianza en nuestros acuerdos y estimaciones acerca del futuro». En una economía semidolarizada como la nuestra, se tiende a ahorrar o a atesorar en dólares en circunstancias donde se incrementa la incertidumbre. Esto originaría una mayor corrida hacia el dólar que exacerbaría la presión al alza del tipo de cambio originada por el déficit en la cuenta corriente y por la caída de las inversiones extranjeras que se registran en la cuenta de capitales. En estas condiciones, la política de dinero barato puede fracasar estrepitosamente, pues en lugar de aumentar el gasto, se tiende a ahorrar (atesorar), pero en dólares. «Uno puede llevar el caballo al agua, dice el adagio, pero no puede obligarlo a que se la tome».

Las últimas cifras de la balanza de pagos revelan que la presión al alza del tipo de cambio no sólo tiene su origen en el déficit de la cuenta corriente, sino también en el déficit de la cuenta financiera (véase en el Cuadro las cifras del IV trimestre del 2008). Si estos déficits persisten, el aumento de la incertidumbre agudizará, más temprano que tarde, la corrida hacia el dólar.

Balanza de Pagos
(Porcentaje del PBI)
La incertidumbre y la inversión privada
La incertidumbre acerca de la duración de la recesión internacional y acerca de la efectividad de las medidas de estímulo económico adoptadas por el gobierno, también deprime las inversiones. Las inversiones se paralizan o se postergan cuando aumentan las posibilidades de cometer grandes errores. Se equivoca Alan García cuando afirma que «hay que ser bien tonto para decir, esperaré comenzar mi inversión cuando el mundo se reactive...el temeroso, el asustado, sigue esperando». En tiempos de crisis, en nuestra economía, aumenta la propensión a atesorar en dólares, a no endeudarse y/o a no prestar.

Entonces, para enfrentar la recesión económica inducida por la crisis externa hay que recurrir fundamentalmente al incremento del gasto fiscal. Se puede seguir bajando la tasa de interés real de referencia, pero el único gasto que no adolece de los problemas de confianza frente a la incertidumbre es el gasto público. Y, para que este incremento del gasto y, por lo tanto, de la demanda agregada, no agrave el déficit externo, hay que imponer aranceles a las importaciones y dejar que se recupere el tipo de cambio real por lo menos al nivel de inicios de este gobierno.

Estas últimas medidas son importantes para no perder más reservas y, por lo tanto, para no vernos obligados, ante una significativa corrida hacia el dólar, a retornar al control de capitales. Es importante adelantarse al ataque especulativo contra nuestra moneda y a la salida masiva de capitales.

Un nuevo estilo de crecimiento
El tipo y volumen del gasto público son cruciales no sólo para enfrentar los efectos depresivos de la crisis internacional, sino también para sentar las bases de un estilo de crecimiento enraizado en los mercados internos, ganando competitividad con aumentos en la productividad y no con el abaratamiento del costo del trabajo. Debe implementarse un programa de inversión pública quinquenal, con una visión de ocupación del territorio, por un monto anual equivalente, como mínimo, al 8% del PBI. El programa debe comprender inversión en infraestructura económica (buenas carreteras para facilitar a futuro una nueva demarcación regional, buenos puertos y aeropuertos, sistemas de comunicación y electrificación, etc.) e infraestructura social (buenos módulos educativos con equipamiento profesional, buenos hospitales y postas médicas, reordenamiento de las universidades para asegurar su alta calidad, dos o tres centros de investigación y desarrollo, etc.). En el futuro, 4% del PBI debe ser destinado a mantenimiento de la infraestructura.

Este tipo de inversión pública es un factor de atracción de la inversión privada, porque hace posible la creación y expansión de mercados internos a lo largo y ancho del país. En su financiamiento deben participar las AFPs a través del mercado de capitales, en soles. Las modalidades administrativas o empresariales que adopte, deben ser acompañadas por grupos (de funcionarios) especializados para asegurar la calidad de su ejecución en los plazos previstos y la transparencia del gasto.







Publicado en el diario La República

Sunday, February 01, 2009

De la modulación del gasto al estímulo económico: ¿hacia dónde vamos?

Las quince medidas de Estímulo Económico anunciadas al país por el ministro Luis Carranza, pretenden «aminorar tiempos y facilitar proceso» para contrarrestar los efectos de la crisis económica internacional. Se sube el drawback de 5% a 8% para fomentar las exportaciones no tradicionales (¡en un mundo en recesión!); se reduce el precio del diesel y gasolinas en aproximadamente 10%; se proponen medidas para acelerar las inversiones en infraestructura; y se anuncia otras orientadas a facilitar a los bancos reprogramar los pagos de deudas.

Sin embargo, lo más importante de este paquete --sin cronograma ni mayores detalles de gestión y supervisión--, es que movilizaría recursos por S/. 4,500 millones, es decir, un monto equivalente a cerca de 1% del PBI del año 2008. Pero, de este total, S/. 3,600 millones son parte del Plan Valdivieso y sólo S/. 900 millones son adicionales, y corresponden al drawback y a la rebaja del precio del diesel y la gasolina.

La apelación vergonzante al mercado interno
¿Quién puede asegurar que el incremento del drawback aumentará las exportaciones y, por lo tanto, el PBI? Nadie. Todos los países del mundo están afectados por la recesión, es decir, por la caída de la demanda. Cuando el mundo se recupere el drawback ya no será necesario. Dejando de lado, entonces, este desaguisado, se puede decir que, por la orientación del plan de estimulo económico, este gobierno neoliberal ahora apela al mercado interno para hacer frente a los efectos de la crisis internacional

Es importante recordar que con el modelo neoliberal se alentó el crecimiento exportador, se privatizaron las empresas públicas, se redujo el tamaño del gasto del Estado y sus intervenciones en la economía, y se buscó aumentar la competitividad en los mercados internacionales disminuyendo el costo del trabajo y eliminando la estabilidad laboral. Con todo ello se debilitó la influencia del Estado en la dinámica de los mercados internos del país. En los dos últimos años de este gobierno, la participación del gasto público (consumo e inversión) en el crecimiento de la demanda interna fue de sólo 13%; el 87% restante le correspondió al gasto privado en consumo e inversión. De la tasa de crecimiento promedio de 8.6% anual, sólo 1.4 puntos le correspondió al total del gasto público. Pero, también, el abaratamiento relativo de los ingresos de los trabajadores y la disminución de la participación de sus salarios en el ingreso nacional, impidió la expansión de los mercados internos. Poco o nada se hizo para desarrollar estos mercados; por lo tanto, el estímulo fiscal de 1% del PBI no asegurará mantener la tasa de crecimiento económico por encima de 5% anual, como desea el ministro Carranza.

¿Hacia una crisis de balanza de pagos?
De otro lado, el modelo de crecimiento neoliberal (exportador o primario exportador), por sus débiles conexiones con el resto de la economía, aumentó su vulnerabilidad ante la desaceleración de sus mercados de exportación. La actual recesión internacional y la caída de los términos del intercambio, ya han afectado el crecimiento de las exportaciones. En diciembre (véase cuadro) las exportaciones tradicionales cayeron en 33.4% y las no tradicionales en 20%. Con estos datos, el año 2008 ha concluido con un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de aproximadamente US $ 7,500 millones, equivalente a 5.7% del PBI. En el gráfico se puede ver que este gobierno ha restaurado la restricción externa al crecimiento económico.

No hay razones para esperar una pronta recuperación de los niveles de exportaciones tradicionales y no tradicionales. En consecuencia, si no se adoptan medidas para reducir el déficit de la cuenta corriente, el estímulo económico y su reforzamiento en una segunda etapa, como anunciara el ministro Carranza, nos llevará directamente a una crisis de balanza de pagos.











Se mantiene el desequilibrio externo perdiendo reservas
La economía ha sido conducida a una encrucijada. Por un lado, el temor a la inflación de este gobierno obliga al Banco Central (BCR) a impedir que el tipo de cambio suba, y lo hace «perdiendo» reservas internacionales. Por otro lado, con un tipo de cambio que no se mueve, el restablecimiento del equilibrio externo exige elevar de modo significativo la tasa de interés. Esto evitaría el drenaje continuo de reservas internacionales. Pero, no se puede subir la tasa de interés porque se trata precisamente de estimular la economía para enfrentar los efectos de la crisis internacional. La política monetaria no puede tener el signo contrario de la política fiscal. Ambos tipos de política deben ser igualmente expansivas.

Hemos regresado con este gobierno a la contradicción entre los objetivos de corto plazo (la estabilidad de los precios) y los objetivos de largo plazo (el crecimiento). Para corregir el desequilibrio externo, lo que se debe hacer es dejar que el tipo de cambio suba. Pero no se puede dejar que suba demasiado porque tenemos un sistema bancario dolarizado: el 72% de los créditos hipotecarios y un poco más de la mitad de todas las colocaciones están en dólares. Por otro lado, si el BCR baja la tasa de interés para estimular el aumento de la demanda agregada y, por lo tanto, el crecimiento económico, aumentará la presión al alza del tipo de cambio y con ello la pérdida de reservas internacionales.

Conclusión: ¿Podrá este gobierno renunciar a su ideología neoliberal?
No hay duda que para enfrentar de modo eficiente los efectos recesivos de la crisis internacional, el BCR debe bajar la tasa de interés de referencia y el MEF debe aumentar de manera ordenada el gasto en inversión pública. Pero, para impedir que esto derive en una crisis de balanza de pagos, El BCR debe dejar subir en algo el tipo de cambio y el MEF debe restablecer, por lo menos, los niveles arancelarios que este gobierno encontró en julio del año 2006.

Pero todo esto no será suficiente para asegurar el crecimiento sostenido a largo plazo. Tendrá que cambiar el modo de crecer. Es decir, basar el crecimiento en la expansión de los mercados internos, ejecutando un plan de infraestructura con visión de ocupación del territorio nacional, aprovechando esta oportunidad para desdolarizar el sistema financiero, y desarrollando un mercado de capitales en soles. En este estilo de crecimiento las ganancias de competitividad se logran con aumentos de la productividad y no con el abaratamiento del costo del trabajo.




Publicado en el Diario La Repùblica

Monday, January 26, 2009

La economía política del retorno de Carranza

Cuando Luis Carranza renuncia al MEF la discusión entre los que le adjudicaban haber sobrecalentado a la economía y los que sosteníamos que se había convertido en el responsable del deterioro del sector externo, no concluía. Era el mismo debate entre los que abogaban por restricciones monetarias y fiscales por el temor a la inflación, y los que, como nosotros, al lado de los industriales nacionales, llamábamos la atención sobre la creciente pérdida de mercado interno por la penetración de las importaciones y alertábamos sobre la configuración de una tendencia hacia la crisis del sector externo. Hay que recordar que este debate se desarrollaba cuando a nivel internacional ya existían signos evidentes de una crisis financiera de envergadura.

Del temor a la inflación al temor a la recesión
Ganó el temor a la inflación por el trauma presidencial que le causó el desastre hiperinflacionario de su primer gobierno y a la pérdida de su popularidad por el efecto del aumento de los precios en la capacidad de compra de las clases populares. Luis Carranza, el ministro que pronosticaba que los altos precios de las materias primas y el crecimiento de 7 u 8% de la economía peruana se prologaría por 20 años, invadió los dominios del BCR para bajar la inflación con rebajas arancelarias, pero sin éxito alguno. Fue sustituido, entonces, por Luis Valdivieso, alto funcionario del FMI, ducho en la imposición de políticas fiscales contractivas. Entró al MEF con la idea de recortar 5 mil millones de soles. Perú no podía ser más difícil que Rusia, decía Valdivieso; pero, sólo pudo recortar cerca de un mil quinientos millones de soles.

Alan García se había comprado la idea del crecimiento ininterrumpido y, no obstante los signos evidentes de la magnitud de la crisis internacional, peroraba sobre el blindaje de la economía y la importancia de la confianza para no parar las inversiones. Pero este engaño y entusiasmo no le duró mucho.

El mutilador de gastos gubernamentales, Luis Valdivieso, pocos meses después de haber asumido el cargo --cuando Alan García ya no insistía en su idea del blindaje económico y es ganado por su temor a una recesión asociada a la crisis internacional--, recibe el encargo de formular un plan anticrisis, es decir, formular nada menos que políticas fiscales expansivas. Era pedirle demasiado a un especialista convencido de que los estímulos fiscales tienen efectos inflacionarios.

Las críticas de Carranza al Plan Anticrisis
Poco después de anunciado el plan anticrisis, el 17 de diciembre, Luis Carranza, ex-ministro de Economía y Finanzas y a la sazón asesor presidencial, criticó la tardanza en darse el plan anticrisis y la lentitud de su ejecución. Pero también cuestionó la decisión del BCR de no reducir la tasa de interés de referencia para activar la economía pues, según él, «la inflación bajaría en el largo plazo creando espacio para recortar la tasa de interés». Sin embargo, inmune a las críticas, Valdivieso seguía preocupado por impedir que se confundiera el plan, supuestamente contracíclico, con populismo.

Carranza señaló, además, que el monto de S/. 10 mil millones, era «correcto y adecuado en proporción al PBI»; y, al igual que Cáceres Sayán de la CONFIEP, pidió que se acelere la ejecución de los proyectos y modelos de inversión: «A nivel de la gestión pública hay que asegurarse de que no haya ninguna demora en la ejecución de este paquete», dijo. Se refería sin duda a los modelos de asociación público-privada, al pago de impuestos por obras, a las concesiones liberales del Estado; es decir, a modelos donde el Estado asume los mayores riesgos generando enormes oportunidades de ganancias rentistas para el sector privado.

¿Del deterioro a la crisis del sector externo?
A tono con las críticas de Carranza el presidente Alan García anunció que el reglamento de las asociaciones público privadas debía aprobarse tal como estaba. Sin duda no contaba con el visto bueno de Valdivieso, pero la CONFIEP presionaba y sigue presionando a través de los medios para que se acelere la ejecución de «los modelos de inversión» del plan anticrisis.

Lo que nos importa señalar, sin embargo, es que la mezcla de más gasto fiscal y menor tasa de interés de referencia del BCR que propone Carranza, solo agravará el déficit del sector externo si se sigue manteniendo el tipo de cambio a costa de crecientes pérdidas de reservas internacionales. Las políticas fiscal y monetaria expansivas, aumentará la demanda interna, reactivando la economía, y, por lo tanto, aumentando la demanda de importaciones, en un contexto internacional de recesión económica que deprimirá aún más nuestras exportaciones. Con ello, se acentuará el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, acrecentando la presión al alza del tipo de cambio.

A modo de conclusión: ¿se agotarán las reservas internacionales?
En el primer período de Carranza se configuró, con las rebajas arancelarias y la caída del tipo de cambio real, una tendencia al deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Después de varios años consecutivos de superávit, estos se redujeron en el año 2007 y se convirtieron en déficit en el año 2008. Cuando la inflación se alejó de la meta fijada por el BCR, se usaron varios instrumentos para combatirla, entre ellos nuevas rebajas arancelarias. No se tuvo éxito. Con la sustitución de Carranza por Valdivieso, se quiso combatir la inflación bajando la presión de demanda. La inflación de 2008 terminó en 6.65%, no bajó como se creía. La crisis internacional que se revela profunda desde el último trimestre de 2008 revive la preocupación por el crecimiento económico. Vuelve Carranza para expandir la demanda y deteriorar más el sector externo. García y Carranza piensan que hay suficientes reservas internacionales para evitar una crisis del sector externo. ¡Que Dios nos ayude!


Publicadoen el Diario La Primera

Sunday, January 25, 2009

El retorno de Carranza: ¿desatará la crisis?

Por Pedro Francke y
Félix Jiménez
Profesores de la PUCP

Alan García le encomendó a Luis Valdivieso la tarea de abatir la inflación, cuando él mismo ya morigeraba su entusiasmo de crecer a ritmo Chino y empezaba a difundir su teoría del blindaje de la economía frente a los evidentes signos de crisis internacional. Valdivieso era un funcionario del FMI curtido sólo en experiencias de recortes notables de gastos gubernamentales. Cuando entró al MEF tenía la idea de recortar 5 mil millones de soles del presupuesto; pero, sólo pudo recortar cerca de un mil quinientos millones. Pocos meses después, cuando el presidente dejó de lado su teoría del “blindaje” de la economía frente a la crisis internacional, Valdivieso recibió el encargo de formular un plan anticrisis que, por donde se le mire, tenía que incorporar políticas fiscales expansivas y no contractivas. Era pedirle peras al olmo.

A pocos días de anunciado el llamado “plan anticrisis”, Luis Carranza, ex ministro de Economía y Finanzas y a la sazón asesor presidencial, criticó la tardanza en darse el plan anticrisis y la lentitud de su ejecución. También cuestionó la decisión del BCR de no reducir la tasa de interés de referencia para activar la economía, pues, según señaló, la inflación bajaría en el largo plazo. El monto de S/. 10 mil millones dijo, es «correcto y adecuado en proporción al PBI»; pero, al igual que Cáceres Sayán, pidió que se acelere la ejecución de los proyectos de inversión: «A nivel de la gestión pública hay que asegurarse de que no haya ninguna demora en la ejecución de este paquete», sentenció. Hoy resulta claro que se trataba de una serruchada de piso contra Valdivieso, alentada por el propio Presidente García.

En este contexto, ¿qué se puede esperar de la segunda gestión de Carranza? En síntesis: más gasto público en infraestructura pero la misma política neoliberal de apertura comercial, beneficios especiales a los grandes inversionistas y las mínimas concesiones políticamente posibles a los trabajadores y sectores sociales.

Más rápido ahora: ¿rumbo al precipicio?
La mezcla de más gasto fiscal y menor tasa de interés de referencia del BCR, preconizada por Carranza y deseada por García, si se aplicara, serviría para evitar una recesión abrupta. Al mantener la demanda agregada, la economía podría seguir creciendo. ¿Cuánto? Todo dependerá de la fuerza real que tenga el gasto público en infraestructura, que puede tener serios cuellos de botella en los problemas de las gestiones ministeriales.

La nueva política García-Carranza mantendría, junto a una demanda agregada con alto crecimiento, un tipo de cambio congelado y las rebajas arancelarias. Ya antes Carranza se distinguió precisamente por reducir los aranceles, promover TLCs y apoyar el retraso cambiario, generando déficits en cuenta corriente de cerca del 4% del PBI en la primera mitad del 2008. Pero ahora, en el contexto de la crisis internacional, tal política agravará el déficit del sector externo y acelerará la pérdida de reservas internacionales.

Al aumentar la demanda interna y mantenerse relativamente baratos los precios de las importaciones, estás seguirán a los elevadísimos ritmos actuales, que superan los US$ 2,500 millones mensuales. Al mismo tiempo, el contexto internacional de recesión económica ya ha significado una caída del superávit comercial de 7.8% del PBI en el año 2007 a 3.3% en los primeros nueve meses del año 2008, y la caída sigue. Al deterioro comercial y de la cuenta corriente se suma la reducción de la inversión extranjera. Todavía tenemos reservas internacionales, pero la fuerza y duración de la crisis internacional hacen prever que hay un serio riesgo de su agotamiento, si se sigue impidiendo que suba el tipo de cambio. Y ese sería un problema muy grave, a evitar a toda costa, porque en ese caso una maxidevaluación y crisis financiera, serán muy difíciles de evitar. Además, la consecuencia sería una abrupta recesión.

Este era un problema que ya habíamos advertido muchos meses atrás, y que hoy se hace mucho más evidente. Desde fines del 2007 y hasta la primera mitad del 2008, cuando Luis Carranza renuncia al MEF, alertamos sobre la creciente pérdida de mercado interno por la penetración de las importaciones y la configuración de una tendencia hacia la crisis del sector externo. Hay que recordar que este debate se desarrolló cuando a nivel internacional ya existían signos evidentes de una crisis financiera de envergadura. Pero en julio 2008 ganó en Alan García el temor a la inflación, por el trauma que le causó el desastre hiperinflacionario de su primer gobierno y convencido por Carranza de que la crisis era leve, pasajera y no nos traería problemas. Así llegó el “mago” Valdivieso sacando de su sombrero la tijera de los recortes en el gasto social y de inversiones públicas.

¿Cuál gasto fiscal?
Si hoy la Confiep se ha pasado al keynesianismo y los neoliberales promueven una política anticíclica de aumento del gasto público, no es solamente por haber mejorado sus conocimientos ante los debates nacionales e internacionales. Es también por amor a los chicharrones. Du Bois y la Confiep insisten en que les permitan pagar impuestos con obras, retrocediendo a una política tributaria casi feudal. Asimismo, promueven que el reglamento de las asociaciones público-privadas les permita que los empresarios privados decidan sin planificación estatal qué obras de infraestructura hacer, pero que luego el Estado igual cubra parte de sus costos y casi todo el riesgo.

Ni hablar desde luego, de ningún atisbo redistributivo: ni impuestos a las ganancias de capital, ni aporte especial por las mineras y bancos que hicieron ganancias extraordinarias, ni centímetro de reforma en las AFPs que perdieron 40% de nuestra plata pero se dan lujo de subirnos las comisiones.

La gente
Mientras tanto, la crisis sigue su marcha. Según una reciente encuesta 33% de la gente sabe que en su trabajo han reducido personal. La industria textil fuertemente golpeada por las importaciones de China e India a precio dumping. Cincuenta mil empleos se han perdido en Lima. Cinco mil mineros despedidos. Los precios que reciben los productos agropecuarios por productos como espárragos, el arroz o el café, se han ido al piso. También han caído los precios internacionales del trigo y el maíz, pero los precios que se pagan en la ciudad por el pan no han variado y el pollo ha vuelto a subir.

Las medidas del gobierno para enfrentar la crisis (porque a eso definitivamente no se le puede llamar plan) poco o nada tienen para que los trabajadores, los agricultores y las amas de casa no sigan sufriendo los efectos conjuntos de la crisis y de la aplicación de un modelo neoliberal que los pone al final de la cola de los beneficios pero como los primeros en sufrir golpes y pérdidas económicas.
Publicado en el diario La República