Saturday, June 29, 2013

El significado del neoliberalismo de Estado

Amigos y alumnos que leyeron mi artículo del pasado sábado publicado en este diario me han comentado y escrito criticándome el uso de la frase «neoliberalismo de Estado». ¿Cómo puede haber neoliberalismo de Estado –me preguntan--  si usted mismo dice que el neoliberalismo propone la minimización del Estado, la ausencia de toda intervención estatal en la economía. Por lo demás, me dicen, es un sinsentido hablar de neoliberalismo de Estado en nuestro país cuando los neoliberales critican al Estado peruano acusándolo de «miedoso e incompetente».  
 
Los orígenes del neoliberalismo
 
El neoliberalismo como ideología sucede al liberalismo. Esto es por definición, como la teoría económica neoclásica sucede a la teoría económica clásica (pero aclarando que esta última alude a la teoría de Ricardo). Los liberales del siglo XVIII y XIX  tuvieron enorme influencia en el desarrollo de la teoría económica neoclásica, según la cual la economía tiende al pleno empleo cuando los mercados funcionan sin la intervención del Estado. En este sentido, los liberales incluyen como parte de las libertades civiles, la autonomía económica, lo que implica postular la ausencia de regulación del mercado por parte del Estado.
 
El neoliberalismo surge como respuesta crítica a la puesta en práctica del proyecto socialista a partir de 1917. Reaccionan contra la sustitución del mercado por un plan centralizado, y contra la supresión de las libertades individuales. A partir de ese acontecimiento –según Todorov-- «entramos a una nueva fase de la evolución del liberalismo, que justifica que hablemos de neoliberalismo. Ahora la doctrina se formula asumiendo la oposición con el mundo totalitario que está construyéndose». Sus principales exponentes son Ludwig von Mises (1881-1973) y Friedrich A. Hayek (1899-1992). Pero, después de la gran depresión de 1929 y durante el auge del Keynesianismo, estos neoliberales enfilan sus críticas contra el Estado del Bienestar. 
 
El significado del neoliberalismo de Estado
 
Los neoliberales plantean «la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado». En su obra Camino de Servidumbre, Hayek sostiene que en el pasado esta sumisión «hizo posible que se desarrollara la civilización».
 
Con el ascenso al poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979) y Ronald Reagan en el Estados Unidos (1980), se dio inicio a la aplicación del pensamiento neoliberal en el mundo. La manera como se aplicaron las políticas y reformas neoliberales en nuestros países difiere de un lugar a otro, de sus condiciones iniciales y del tipo de institucionalidad vigente en ellos. Lo que no varió fue el uso del poder del Estado para beneficiar a los poderes existentes en el mercado. Y esto es lo que dio lugar al «neoliberalismo de Estado» frase que, en justicia, hay que decirlo ahora, pertenece a Todorov.
 
En nuestro país este neoliberalismo de Estado comienza con la creación de las AFP. Estas instituciones privadas no fueron creadas por el mercado sino por el Estado, con la forzada direccionalidad de parte de nuestros ingresos a las AFP que no elegímos según algún indicador de mercado. Estas instituciones administran nuestros recursos con  la ayuda del Estado: si los fondos para proveer la pensión mínima no alcanzan, el diferencial se los provee el Estado. El jubilado no puede retirar todos sus fondos, por ejemplo, para comprarse una casa, etc., etc.
 
Otro ejemplo de «neoliberalismo de Estado» en nuestro país fue el rescate del sistema bancario afectado por la crisis de 1998-1999 que hizo el gobierno de Fujimori, acrecentando la deuda pública en cerca de mil millones de dólares.
 
El neoliberalismo, además, ha acentuado el extractivismo económico y político. El poder minero controla al poder político. El gobierno de Humala cedió ante este poder y no fue capaz de exigirle compartir sus ganancias extraordinarias asociadas a los altos precios de los minerales. El extractivismo que hoy se practica en nuestro país, está agotando los recursos naturales no renovables, y el actual gobierno no tiene un política clara de creación de otros activos para compensar esta pérdida y no perjudicar a las generaciones futuras. La inversión privada de los últimos tiempos ya no expande la producción de aquellas actividades que generan más empleo e ingresos.
 
A nivel internacional, hay también neoliberalismo de Estado. Durante la crisis de 2008-2009, los Estados intervinieron para salvar a los bancos privados. Para esta ideología los beneficios son y deben ser siempre privados, pero los riesgos y las pérdidas de las operaciones de los grupos de poder privados deben ser socializados, deben ser asumidos por toda la población.
 
A modo de conclusión
 
Ciertamente decir «neoliberalismo de Estado» es una contradicción.  Pero, como dice Todorov, «precisamente por tratarse de una contradicción hace dudar de la coherencia interna del proyecto. El liberal Benjamin Constant (1767-1830) no había previsto que el Estado pudiera reforzar su influencia en la vida de los individuos y a la vez ponerse al servicio de algunos de ellos. Después de los atentados del 11 de setiembre de 2001, los Estados que habían adoptado esta ideología, como Estados Unidos y Gran Bretaña,  acrecentaron su control sobre las libertades civiles, y a la vez dejaron plena libertad a agentes económicos individuales. A partir de este momento hemos entrado en el ultraliberalismo, tercera fase de la evolución de esta doctrina».
 
 
 
 
Piblicado en el diario La Primera, el sábado 29 de junio 

Saturday, June 22, 2013

Fortalezas y Debilidades en la Economía Peruana

Algunos economistas dicen que la capacidad de nuestra economía de defenderse de los shocks externos adversos, como fue la crisis internacional de 2008-2009, proviene de las reformas neoliberales efectuadas durante el fujimorismo. Pero están equivocados. Es cierto que los efectos de esta crisis fueron y siguen siendo reducidos, comparados con los de la crisis de 1998-1999. No hubo un salto cambiario, no quebraron bancos, y la recesión no se prolongó más allá de 2009, a pesar de tratarse de una crisis más profunda por sus secuelas en la producción y el empleo de los países del centro. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con las reformas neoliberales, sino con la nueva política macroeconómica que se introdujo en los años 2001-2003.

La política macroeconómica del fujimorismo

Cuando estalló la crisis internacional de 1998-1999 la posición de cambio del Banco Central de Reserva (BCR) no superaba los 2 mil millones de dólares. El BCR no tenía capacidad para contrarrestar el efecto de la salida de capitales sobre el tipo de cambio y el MEF no tenía recursos para hacer política contra-cíclica y neutralizar el efecto recesivo de la caída de las exportaciones. La deuda pública era predominantemente externa y, por lo tanto, estaba expuesta al riesgo cambiario: su servicio en moneda nacional se elevó cuando aumentó el tipo de cambio. El pago de este servicio equivalía a cerca de 3.5% del PBI, lo que limitaba el gasto en educación y salud.

La situación fiscal empeoró con la crisis, debido a que el gobierno emitió deuda en dólares por un monto cercano a los mil millones, para rescatar a los bancos afectados por el salto cambiario. Estos bancos tenían un portafolio dolarizado. Prestaron en dólares a empresas y familias que percibían ingresos en moneda nacional. El fujimorismo socializó las pérdidas bancarias privadas ocasionadas por la crisis, iniciando así el «neoliberalismo de Estado en Perú».

En resumen, las políticas fiscal, monetaria y cambiaria que se adoptaron durante el fujimorismo, fueron las responsables de las quiebras bancarias y de la recesión que duró cerca de cinco años.

Las fortalezas de Perú frente a la reciente crisis

Estas políticas son las que cambiaron en los años 2001-2003.  El BCR tiene ahora una regla de política monetaria (con la tasa de interés como instrumento), una regla de política cambiaria (con las intervenciones esterilizadas como instrumento) y una política explícita de acumulación de reservas. Por su parte, el MEF tiene una ley de Responsabilidad y Transparencia, que le hace espacio a la política contra-cíclica y que sustituyó a la ley fujimorista de Prudencia y Transparencia que le «ataba de manos». Además, con la creación del mercado de deuda pública interna en soles, se redujo (pre-pagando) el peso de la deuda externa y se liberaron recursos para financiar las políticas públicas. Ninguna de estas reformas tiene que ver con el neoliberalismo ni con el fujimorismo.

Como resultado de esta nueva política macroeconómica, ahora el BCR tiene cerca de US$ 68 mil millones de Reservas Internacionales, de los cuales aproximadamente US$ 49 mil millones corresponden a la posición de cambio; y, el MEF tiene en el Fondo de Estabilización Fiscal (FEF) US$ 7,169 millones.

Esto es lo que explica por qué la crisis de 2008-2009 no tuvo un fuerte impacto cambiario y recesivo en nuestra economía, El BCR tenía reservas que le permitió evitar un salto cambiario y que le generó espacio incluso para hacer política monetaria expansiva; y, el MEF tenía recursos en el FEF para aumentar su gasto y abatir la recesión. En la crisis anterior como en la reciente también salieron capitales y cayeron las exportaciones, pero no se tenía el actual esquema institucional de política macroeconómica.

A modo de conclusión: Humala no cobra lo que ofreció cobrar

Lo que no cambió fue el modelo de crecimiento primario exportador. Humala sigue practicando el «neoliberalismo de Estado». Ha favorecido a los grupos de poder que usufructúan de la exportación del gas. Continúa con una matriz energética dependiente del petróleo y que no contribuye al desarrollo industrial.

El extractivismo que hoy se practica en el Perú, está agotando los recursos naturales no renovables, nuestro activo fijo natural, sin realizar compensación alguna mediante la creación de otros activos. Una manera de evitar este despilfarro era cobrar más impuestos a la minería, para destinarlos, por ejemplo, a la creación de capital humano y al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Pero el gobierno de Humala sigue practicando el «neoliberalismo de Estado»: no cobra los impuestos donde debe cobrar.
  

En el primer trimestre de este año respecto al primer trimestre del año pasado, la tributación minera se redujo en 48%. La explicación de este «bajón» no está en la caída de los precios de los minerales, porque como puede verse en el cuadro adjunto, los precios del cobre, del oro, del plomo y del zinc, que en conjunto representan el 92.1% de las exportaciones mineras, no han sufrido cambios significativos desde el primer trimestre del año pasado.

El gobierno de Humala no está recaudando lo que ofreció recaudar con su gravamen minero. En el año 2012 se recaudó por este concepto sólo 942 millones de soles y si se le agrega el impuesto especial a la minería, el monto recaudado no llega siquiera a los 1,500 millones de soles. Pero Humala, acaba de decir, «no hay plata para pagarle el sueldo mínimo a los soldados».

 


Publicado en el Diario La Primera en sábado 22 de junio.

Saturday, June 15, 2013

Los Neoliberales Criollos y la Democracia

El razonamiento dicotómico de algunos escribidores de la derecha neoliberal los conduce a afirmar que todos los que abogan por su regulación, o por la intervención económica del Estado para corregir sus fallas, son estatistas, son partidarios de la eliminación del mercado. Aunque defendemos la libertad de expresarse de este modo, no podemos dejar de señalar que los que así razonan no han asimilado los cambios ocurridos en los últimos treinta años en la esfera de la política y de la economía. Estos neoliberales, criollos, se sienten los únicos abanderados y propietarios, no solo del mercado sino también de la Democracia y de la Defensa de los Derechos Humanos.
 
Las crisis de las democracias constitucionales
Los neoliberales creen que el «desmantelamiento de la URSS y la caída de su dominio sobre Europa del Este», es el «fenómeno internacional» más importante de los últimos treinta años. Hay que señalar que este hecho fue el resultado de la crisis de legitimidad de aquellos regímenes que negaron en la realidad su pretensión de ser «gobiernos de la clase obrera».  Pero, sin duda alguna, no fue ni es el único acontecimiento internacional de las últimas décadas.
El período neoliberal que sigue al Golden Age del Capitalismo, también registra otro fenómeno de similar envergadura. La práctica de la impostura terminó de arruinar al «bloque del este», cuya expresión simbólica fue la caída del muro de Berlín, pero las «piedras que en su caída desprendía este muro golpearon a los dos lados de la cortina de hierro y no sólo a uno». Como dice Eloy García, el capitalismo y el llamado socialismo constituían las dos caras de una misma moneda, «de un discurso histórico perfectamente trabado en torno a un hilo conductor común». Por eso la crisis del Estado socialista revelaba también la crisis «de su rival el Estado Constitucional Democrático». Aquí también se trata de una crisis de legitimidad, pues la contradicción entre los principios y los hechos de la realidad, evidenciaron y siguen evidenciando una creciente degradación de estas democracias.
Hay pérdida de referentes y de significación en los discursos políticos; hay un «rotundo fracaso» de la representación política; los partidos y los sindicatos han perdido su carácter de «instrumentos de sociabilidad política»; los grupos de poder económico y político ---«que operan siguiendo una lógica ajena a la idea democrática»---, han confiscado y corrompido al aparato institucional del Estado; las libertades individuales han dejado de ser «postulados morales destinados a garantizar la autodeterminación humana para convertirse en medios instrumentales del tráfico mercantil»; en fin, hay una continua desconexión entre la teoría y la praxis que revela la honda crisis que hoy experimentan las democracias constitucionales. (Véase Eloy García, John Rawls versus John Pocock: Justicia frente a «Buen Gobierno», Madrid, 2002).
El neoliberalismo y la democracia
El neoliberalismo que se impone en casi todos los países del mundo desde fines de la década de los setenta del siglo pasado, extendió la idea de que la esencia del Estado de Derecho se encuentra en la neutralidad económica del Estado. La igualdad formal ante la ley es incompatible –decía Hayek— con toda actividad del Estado en la economía.
 
Pero, como dice Todorov, hoy la principal amenaza que pesa sobre la democracia y las libertades proviene del fortalecimiento de determinados individuos por la puesta en práctica, desde el Estado, de las políticas neoliberales. Se flexibilizaron los mercados laborales porque su regulación supuestamente entorpecía la libertad de acción de los empresarios. Con ello pusieron en desventaja a los trabajadores, acrecentaron la desigualdad y erosionaron las condiciones materiales para el ejercicio de su libertad. Asimismo, las libertades económicas han traspasado las fronteras nacionales, quitándole soberanía a los Estados, con lo cual ya no importan los países, ni las personas ni el medio ambiente, sino los capitales transnacionales. Con el neoliberalismo, el Estado ha  cedido su papel de garante social al mercado libre.
 
Esta tiranía de los individuos y del mercado desregulado ha puesto en evidencia que la separación de poderes del Estado en tres (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), para que se limiten mutuamente, ya no es suficiente garantía de Democracia. Todorov nos recuerda que hay dos poderes adicionales, el económico y el mediático, que  también deben ser sujetos a un sistema de pesos y contrapesos, que deben ser necesariamente desconcentrados para evitar el daño que le hacen a la democracia y a las libertades individuales, para evitar que las conviertan y sigan convirtiendo, como diría Eloy García, en «medios instrumentales del tráfico mercantil».
 
A modo de conclusión
 
Afortunadamente, hay un renacimiento del pensamiento republicano que nos da pistas para revalorizar lo político «como lazo de conexión social», para imaginar el sentido de una «democracia republicana» y para superar la dicotomía Estado-Mercado. (Véase Pocock, Skinner, Dun, Pettit, Cassassas, Domenech, y otros). Los Estados no pueden estar sometidos al «control político» del mercado, no pueden ser tributarios de las agencias de calificación ni de los grupos de poder que no rinden cuentas a nadie. Por su parte, el mercado, en tanto institución social que genera asimetrías de poder e injusticias sociales, no puede estar al margen de la regulación del Estado. No es verdad que «fuera del mercado desregulado no hay salvación posible».
 
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado  15 de junio.

Saturday, June 08, 2013

Seguros de Salud: otra muestra de extractivismo

Muchos asocian al extractivismo con una modalidad de producción y acumulación existente en países de la periferia, que satisface la demanda de materias primas de los centros industriales. Nuestros países se especializan en la extracción y exportación de bienes primarios, mientras que los países del centro producen y exportan manufacturas. Esta es una definición limitada de extractivismo. Obtener ingresos o rentas de los recursos extraídos de la naturaleza y exportados con muy bajo procesamiento tecnológico, es ciertamente un ejemplo de extractivismo económico. No hay creación de valor, no hay transformación industrial, ni innovaciones, ni aumentos en la productividad con cambios técnicos asociados al procesamiento de los recursos naturales.
 
El extractivismo colonial y neoliberal
Hay instituciones económicas rentistas que también operan en la esfera de la circulación extrayendo ingresos y recursos de unos para transferirlos a otros. Asimismo, hay instituciones económicas rentistas que extraen ingresos sin innovar ni transformar, sin aumentos genuinos de competitividad, sólo abaratando el costo del trabajo. Estos dos tipos de extractivismo rentista, además de la producción primario exportadora, han sido alentados y consolidados por las políticas neoliberales. 
El extractivismo basado en el abaratamiento del costo del trabajo también se practicó en la colonia. Según Acemoglu, la encomienda, la mita, el repartimiento, y el trajín, «fueron instituciones diseñadas para reducir el estándar de vida de los pueblos indígenas a un nivel de subsistencia y extraer así los ingresos que excedían dicho nivel para los españoles. Esto se logró mediante la expropiación de sus tierras, obligándolos a trabajar, pagándoles salarios bajos, imponiéndoles impuestos elevados y cobrándoles precios altos por los bienes que ni siquiera los compraban voluntariamente».
El extractivismo económico es fruto del extractivismo político. Las políticas neoliberales han creado instituciones políticas extractivistas: una constitución que le resta soberanía al Estado frente al capital transnacional, la flexibilización del mercado de trabajo y la pérdida de derechos laborales, el desmantelamiento de todos los estándares regulatorios, el debilitamiento de la capacidad regulatoria del Estado, la práctica corrupta del clientelismo político, y una escasa distribución del poder político. Es claro entonces que el carácter de las instituciones económicas se determina desde la política y por el carácter de las instituciones políticas existentes en el país.
El extractivismo en los Seguros de Salud
Un ejemplo de institución económica extractivista, distinta de la actividad primario exportadora, es la práctica del «control vertical» de las compañías de Seguros de Salud. Estas compañías  trabajan con clínicas que brindan servicios médicos y de salud. Estas clínicas tienen «sus propias» farmacias dedicadas a la venta de medicamentos y cuya demanda proviene de los pacientes que «obligatoriamente deben comprar» lo recetado por sus médicos. Es un mercado cautivo. A primera vista este control vertical es teóricamente pertinente, porque podría mejorar la eficiencia, reduciendo costos que deberían beneficiar a los consumidores.
Pero, el extractivismo convierte al «control vertical» en un mecanismo rentista. Se extrae ingreso y riqueza de los pacientes para transferirlos a los «propietarios» de las compañías de seguros y de las clínicas. En ausencia de regulación, el «control vertical» mina la competencia y se convierte en un mecanismo de exacción impune de los ingresos de las personan que cuidan su salud. «Para muestra basta un botón» (véase cuadro adjunto).
El precio del Rhinocort Aqua en la farmacia de la clínica San Felipe es de 226.56 soles. Este mismo producto cuesta en las farmacias circundantes a la clínica, 89.30 soles en promedio. Ahora bien, si es atendido como asegurado de, por ejemplo, Pacífico Salud, usted puede hacer efectivo el coaseguro, supongamos de 25%, sólo en la farmacia de la citada clínica. Por lo tanto, tendría que pagar en esta farmacia, 56.64 soles. Pero, en el supuesto negado que, como asegurado, pudiera adquirir el medicamento en otras farmacias del mercado, pagaría por el coaseguro sólo 22.33 soles.

Si su médico de la clínica le recetó los tres medicamentos del cuadro adjunto, usted tiene que pagar 216.41 soles por el coaseguro. Pero, si no hubiera control vertical y la compañía aseguradora aceptara que los medicamentos se adquieran en cualquier otra farmacia del mercado, usted pagaría sólo 127.70 soles por el coaseguro, es decir, 88.71 soles menos.
A modo de conclusión
No hay duda que las instituciones económicas excluyentes y extractivistas tienen su origen en instituciones políticas excluyentes y elitistas.  En un país dominado por este tipo de instituciones políticas, los caudillos que llegan a gobernar aprovechan del extractivismo sirviendo a los grupos de poder económico, usufructuando de las redes de corrupción, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito. Toman medidas a favor de estos grupos sin importarles el medio ambiente, los restos arqueológicos, los derechos de las poblaciones nativas, y adoptan comportamientos elitistas excluyendo o persiguiendo a grupos políticos que no le son funcionales. 
El extractivismo político y económico es enemigo de la democracia. Extrae el ingreso y los activos de grupos de personas para transferirlos y beneficiar a los grupos de poder económico y político. El extractivismo genera desigualdad y socava la capacidad productiva del país.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 8 de junio.

Saturday, June 01, 2013

Del nacionalismo al neoliberalismo: el gran viraje de Humala


El 24 de mayo Ollanta Humala anunció un conjunto de medidas para  facilitar la ejecución de las inversiones privadas. Lo hizo «convencido» de que así estaba generando «confianza» en los grupos de poder económico. Pocos días antes, a propósito del asunto Repsol, estos le advirtieron que no se desvíe del rumbo neoliberal en el que ellos mismos lo situaron, ciertamente con su complacencia.
 
Los problemas de la inversión privada
 
En el plan La Gran Transformación se dice claramente que en nuestro país la inversión privada extranjera tiene un problema histórico de orientación. No se dirige a diversificar el aparato productivo, no innova ni desarrolla industria, sino que opta por la renta fácil, por el extractivismo que da poder económico y político.
 
La inversión privada nacional, por su parte, acompaña fundamentalmente el ciclo del extractivismo, al «boom de los metales» o de las materias primas. Esta inversión, a diferencia de la extranjera, tiene restricciones de mercado, de financiamiento, de capital humano, de tecnologías, etc. Pero las medidas anunciadas por Humala no apuntan a la eliminación de estas restricciones. Están más bien dirigidas a la inversión extranjera. Su equipo económico y él, no trabajan para la inversión privada nacional.
 
Por eso, Castilla y Velarde, que «dirigen» la política fiscal y monetaria en piloto automático, salieron  del país para, en un nuevo «road show», anunciar al capital transnacional que los procedimientos administrativos vinculados a temas ambientales, arqueológicos y a la consulta previa de la población involucrada, han sido agilizados. Hoy las autorizaciones y certificaciones para los proyectos de inversión en el ámbito nacional, serán más rápidas porque se han relajado las normas de cuidado ambiental y arqueológico, según los decretos supremos 054-2013-PCM y 060-2013-PCM. No hay criterios técnicos ni económicos, ni lineamientos de política (social, cultural, ambiental), para sujetar las certificaciones y autorizaciones al interés de la Nación y no de los grupos de poder. Ollanta Humala, aparece así, como el discípulo más aplicado de Alan García, pues fue este el que «puso al descubierto» a los «perros del hortelano» que ponían trabas a la inversión.
 
La única medida que parecía interesante es el proyecto denominado «Ley de promoción del mercado de valores». Sin embargo, hay un sólo artículo, el tercero, en el que se habla de una mayor flexibilización de las condiciones para que las empresas medianas y pequeñas puedan acceder al mercado. Es cierto que la ley debe ser reglamentada, pero en este proyecto ---si se quiere asegurar que realmente estas empresas entren como emisores al mercado de capitales--- debería establecerse los criterios para reducir el riesgo de mercado de sus emisiones, mediante garantías y/o asociaciones, y para honrar sus deudas mediante la creación de fideicomisos ad hoc.
 
La incorporación de las pequeñas y medianas empresas al mercado de capitales,  modificando su marco regulatorio, es una propuesta del plan La Gran Transformación. Pero Castilla lo ha mediatizado porque, tal como está la norma remitida al Congreso de la República, es un «saludo a la bandera» frente a su proyecto de integración de los mercados de capitales de los países de la Alianza del Pacífico Colombia, Chile y México.
 
La insistencia en el estilo de crecimiento
 
La incertidumbre acerca de la duración del estancamiento económico internacional, junto a la disminución de los términos del intercambio y a la caída de la demanda por nuestras exportaciones, es también la causa de la desaceleración de la inversión privada y del PBI. El primer trimestre de este año registraron las tasas de 7.4% y 4.8%, respectivamente, cerca de la mitad de las tasas que registraron en el primer trimestre del año pasado. 
 
El gobierno sigue apostando por un estilo de crecimiento  que ha hecho menos industrial y más vulnerable y dependiente de factores externos a nuestra economía; que está liderado por la producción de servicios de baja productividad; que genera una distribución del ingreso más desigual y que, por lo tanto, atiza el conflicto social.
 
Los sectores que más crecieron en el primer trimestre de este año fueron Otros servicios, Comercio y Construcción.  Los tres explican el 80.2% del crecimiento del PBI. Este porcentaje sube a 90.3% si a estos tres sectores le agregamos Derechos de importación y otros impuestos (¡?). Este es el mismo patrón de crecimiento que ha seguido la economía en la última década.  Por ejemplo, los cuatro sectores (incluyendo nada menos que Derechos de importación y otros impuestos) fueron responsables del 71.7% del PBI del año 2012.
 
A modo de Conclusión
 
Así como hay algunos economistas que opinan que se crece sólo con políticas macroeconómicas contra-cíclicas, hay otros como Castilla que creen que la sostenibilidad del crecimiento se asegura sólo con un buen ritmo de las inversiones y no con un cambio deliberado a favor de la industria, de la agro-industria y de la agricultura. Por eso, en las proyecciones que aparecen en el Marco Macroeconómico Multianual 2014-2016, recientemente aprobado y publicado, la manufactura no primaria y el sector agropecuario creen por debajo de la tasa de 6.3% proyectada para el PBI: 4.4% y 5.2%, respectivamente. El ministro no sabe que este estilo de crecimiento es altamente dependiente de importaciones.
 
 
 
Publicado en el Diario la Primera, el sábado 01 de junio.